Tuesday, December 30, 2014

Un año nuevo con Rubem Fonseca.


El escritor brasileño Rubem Fonseca es el Tyson de la Literatura. La contundencia de sus cuentos son tales que demolen en apenas un round. Todo lector que haya subido al ring del relato y se haya topado con el escritor de ‘Feliz año nuevo’ puede dar fe de lo que escribo. Pero Fonseca es más. Sí el peso pesado no noqueaba en el primer round caía en cualquiera de los siguientes y cuando cayó una vez, mordió. Cuando Fonseca pasa del primer round se convierte en un atleta, en un Sugar Ray Leonard, si me permiten la imagen.

Acorralado contra las cuerdas uno comienza a abrazar a Fonseca y cuando los jueces tocan la campanilla uno sigue ahí en ese cuadrilátero danzando aunque le pisen los pies. Enamorado de las historias y sin escuchar el clamor del gran público congregado en la arena, en ese rincón sorprendentemente y sin cuerdas, uno sigue leyendo.

A sus cuentos de ‘Feliz año nuevo’ agreguen cualquiera: La ejecución, Corazones solitarios, El bordado, Amargauras de un joven escritor, Mandrake, Febrero o marzo, El cobrador, Pierrot en la caverna y uno termina en shock. Pero cuando uno sale del trance del golpe, uno puede observar con más claridad cómo funciona la violencia, el crimen, el sadismo y cómo en esos momentos terribles aparece una luz esperanzadora de ironía, ternura y piedad.

Rubem Fonseca es el más grande narrador contemporáneo de Brasil. Nació en Juiz de Fora, un pueblo de Minaes Gerais, el 11 de mayo de 1925. Se hizo escritor cuando tenía 38 años. Dicen que es un lector compulsivo. Leía 100 páginas por hora. Tuvo suerte de publicar por su talento. Un amigo leyó sus relatos y los llevó a publicar. No sólo es abogado, estudio administración en los Estados Unidos. Trabajó como abogado litigante defendiendo a los negros pobres y ‘sin muelas’ (cito a quienes lo conocen). Fue policía de civil y dicen que prefería hallar soluciones salomónicas antes de actuar judicialmente. Tentó ser juez y no pudo. La mecánica corrupta de la justicia no quería a un tipo que buscaba soluciones. Bueno, de ese intento sacó muchas historias.  Odia dar entrevistas y huye de los periodistas porque considera que un escritor no es un líder de opinión.

Los militares de 1976 proscribieron su libro de relatos donde estaba ‘Feliz año nuevo’. Los esbirros de esa época decían que había que encarcelar a quien escribió ese cuento y también a quienes lo leían. El libro había sido publicado un año antes y tuvo que esperar doce años para volver a circulación. Mientras tanto, Fonseca siguió escribiendo y publicando.

‘Feliz año nuevo’ cuenta la historia brutal de un grupo de delincuentes que se preparan para dar el gran golpe al inicio del año, pero mientras esperan al dueño de las armas deciden ir a robar en una mansión de ricos donde se celebra una fiesta. Lo que ocurre ahí es una masacre.

En medio de la brutalidad –sabiendo además que uno lee ficción- hay también un humor negro que te obliga a reír. Esa sonrisa crea en el lector un sentimiento de culpa que hace además que mires esa ‘realidad de ficción’ con otra perspectiva. El mundo real es violento y lo fomentan quienes tras sus máscaras dicen no serlo. Por eso el escritor les va encima con ‘golpes’.

Dejaré por un momento el relato titulado ‘Feliz año nuevo’ para abordar otros donde el humor negro es más evidente. En ‘Relato de un acontecimiento’ ocurre una desgracia. Una vaca parada en medio de un puente es embestida por el conductor de un autobús que termina desbarrancado el vehículo. Los pocos pasajeros y el chofer mueren en el accidente. La vaca también. El animal queda en medio del puente, el único testigo que ve lo ocurrido de pronto le pide a su mujer que vaya a traer un cuchillo. Los curiosos van llegando y van pensando lo mismo que el testigo presencial. Cuando llega la mujer con el cuchillo empieza el bacanal. El marido insiste y se molesta con la falta de previsión de su mujer: ”por qué no has traído una bolsa, un cuchillo más filudo”, la mujer corre a casa para traer lo que se le pide, esta embarazada de ocho meses y enferma. Los demás pobladores del lugar ya están consiguiendo lo suyo, envuelven la carne vacuna en sus camisas para poder llevársela a casa. Cuando el testigo logra lo mejor le pide a su mujer ir a casa para que le haga un bistec, ella decide ir a buscar papas.

En ‘Corazones solitarios’ se cuenta lo que ocurre en un periódico para el sector más pobre de la sociedad, donde se reciben cartas y se contestan. Los pobres no escriben cartas así que los propios periodistas escriben las misivas y las contestan con gracia. Todos los periodistas se cambian de nombre y resulta gracioso escucharlos conversar llamándose con el alias femenino que han elegido. En una carta una supuesta mujer pobre se queja de no tener dinero, pero ha hecho el esfuerzo de enviar a su hija a un colegio donde las adolescentes van cada semana a la peluquería para que les arreglen el pelo. El marido trabaja el doble para poder traer más dinero a casa. La respuesta no se hace esperar: señora lave el pelo de su hija con jabón de coco, se lo deja como en la peluquería, no gaste en eso, total su hija no nació para ser una muñequita, gaste el dinero en lo que necesita.

Y llegamos a ‘Feliz año nuevo’. El diálogo que entablan los delincuentes brasileños no es de académicos, de mear pasan a hablar de brujería, de sexo, de dinero, de armas. Con las armas en las manos pasan a hacer lo que desean. Roban un auto, llegan a una casa donde violan, asesinan, defecan y comen. Se molestan con los varones cuando escuchan: “tomen todo lo que necesiten, no daremos parte a la policía”. A los asaltantes eso les suena a caridad barata y los motiva a tomar revancha. Paran a los varones contra la pared para ver cómo se estampan en la pared cuando usan el arma más potente. Al terminar montan todo lo robado en el auto que abandonan, devuelven las armas que han tomado prestadas. “Están calientes” dice la mujer que los guarda. El dueño de las armas llegará al día siguinte y darán el gran golpe. Reunidos celebran lo obtenido con un brindis de buen año.


En sus relatos sorprendentemente muchos de los personajes tienen un problema con sus dentaduras, no los tienen o desearían haber sido dentistas. Los pobres los van perdiendo en el cuadrilátero de la vida, se los han arrancado a golpes o no tienen como pagar las facturas que los dentistas exigen. Los dentistas a veces parece que tienen no un taladro sino un arma en la mano.


Sunday, December 14, 2014

Birdman (el ego y el amor mal entendido)


Todos tenemos a un personaje invisible que nos habla, nos trata de gobernar y muchas veces toma decisiones al margen de nuestra propia conciencia. Ese personaje puede ser un buitre, un jilgero o puede ser ‘Birdman’. Si ese personaje es Birdman quiere decir que hemos llegado a la estratósfera del ego como lo ha hecho Riggan (Michael Keaton), el otrora ícono del cine, a quien le resulta difícil poner los pies en la tierra para resolver los problemas que se le presentan realmente.

Riggan es un actor que quiere recuperar el status de superpersonaje y ahora viene actuando y dirigiendo algo propio en un teatro de Broadway, en pleno corazón de Manhattan (Nueva York). Birdman es el personaje invisible que habla y le recuerda a Riggan –tras cada metida de pata- quién fue en el pasado.

Birdman es la nueva película de humor negro que se le ha ocurrido al director mexicano Alejandro Gonzáles Iñárruti. La historia se hizo posible gracias a la colaboración de cuatro guionuistas que tras meditar largo en torno a un cuento de Raymond Carver se pusieron a trabajar en una historia experimental que debía responder primero a la propia pregunta del desaparecido escritor estadounidense: ‘de qué hablamos cuando hablamos de amor’. De los cuatro guionistas, sólo uno tiene experiencia en Broadway y es quien puso ese conocimineto en beneficio del filme.

Alejandro Gonzáles Iñárruti cuenta que acaba de alcanzar los cincuenta años y que tras cinco años de meditación se ha encontrado con ese otro personaje invisible que le susurra al oído y eventualmente le grita cuando toma algunas decisiones. Habiéndolo visualizado mejor, el director comenzó a hacerse una serie de preguntas qué al ser comentadas en voz alta se convirtieron en la película que hoy nos tiene interesados.

El filme comienza citando a Carver y termina de la manera que el cuentista termina sus relatos, de una manera abierta que puede ser imaginada por los lectores que terminarán completando lo que vieron de acuerdo a su sentir o deseo. En el cuento, Carver habla de una pareja de esposos alcohólicos que se encierran en una habitación de un motel que regentan para hablar de amor. En realidad hablan más del engaño perpetrado por el marido con una de las empleadas de limpieza, que para interés del cineasta es mexicana. El engaño duele tanto, que la esposa ha tratado de suidarse saltando desde el segundo piso del establecimento. No es gran altura por cierto, pero para efectos de la historia resultará interesante. (Veremos este punto más adelante).

La reflexión hace que Gonzáles Iñárruti imagine su película en un ambiente cerrado. Nada mejor que un teatro neoyorquino (los productores usaron las instalaciones del teatro Saint James, en el corazón de Manhattan). Para no ser aplastados por ese mundo claustrofóbico, la cámara se mueve al antojo del director y la historia se cuenta con un sólo y aparente tiro de cámara. (Me imagino al director mexicano mirando la película ‘El arca rusa’ de su tocayo Alexander Sukurov, quien de un solo shot con cámara steadicam contó una historia en el museo del Hermitage). Las paredes y los cuadros que se muestran en los camarines de los actores se usan como punto de unión en la edición y dan esa sensación de narración fílmica continúa que los realizadores se esfuerzan en mostrar. La cámara girando en torno a los actores que dialogan o siguiéndolos por los pasillos dan también el soporte necesario para crear un ambiente continúo.

¿Dónde está el humor negro del que se habla? Preguntarán ustedes. En  las situaciones que viven los actores. Sólo para mostrarles eso hablaré de dos secuencias cómico dramaticas. La primera, Riggan logra su mejor interpretación y lo celebra riendo ante el espejo, pero al levantar la mirada, observa como Mike (Edward Norton) besa a su hija Sam (Emma Stone) en uno de los pasillos del teatro. Fastidiado, sale por uno de las puertas de emergencia a fumar en la calle. Viste calzoncillos y tiene una bata encima. Mientras dá las primeras pitadas, la puerta se cierra y la basta de la bata se queda atascada en la puerta. Por más que Riggan trata de safarse, no lo logra. La obra está escenificándose y pronto tiene que interpreter su papel. Conminado por su participación, decide quitarse la bata y buscar la puerta principal de acceso, por lo que debe caminar en pleno centro de Manhattan casi desnudo. Lo reconocen y le piden autógrafos o lo abuchean (uno nunca entiende las reacciones de la gente con los famosos). Logra llegar en el momento preciso para dar con su esposa infiel en pleno lecho nupcial.

El otro momento hilarante difícil de olvidar en el film es cuando Mike, le pide a Lesley (Naomi Watts) hacer el amor de manera real frente al público presente en el teatro para que el asunto sea más convincente. Mientras él pugna por tener sexo en vivo, Lesley lucha por no ser penetrada, pero tienen que actuar porque el esposo entra en escena y tiene una pistola en la mano con la que amenaza matar a su esposa infiel y al amante.

El amante pide después a Riggan que no exhiba una pistola de juguete, porque desea sentir temor real cuando está actuando. La pistola real llega y se dispara en contra del propio esposo.

Les decía que Alejandro Gonzáles Iñárruti usa todos los detalles de la historia de Carver para contar su propia historia con mucho talento. Y se preguntarán qué tiene que tiene que ver el segundo piso y el intento de suicidio de la esposa. El director cambia la situación. Es Sam -la hija- quien llega al balcón del teatro para fumar y mirar la calle de manera melancólica. Hasta ahí llega también Mike quien pregunta ¿no crees que no es tan alto para saltar?. Ella sonrié. Y él sigue preguntando ¿por qué te sientes tan mal con tu padre que te ama? Y ella lo piensa para contestar. ‘Es que no estuvo ahí cuando lo necesitaba’, responde. Y ahí vemos que las meditaciones del director ayudan porque creo que a veces sobredimensionamos mal las relaciones de amor, sean estas de padres a hijos o las que se dan entre parejas.

Pero hay también las relaciones con el entorno. El amor mal entendido ahora dice que sí más gente te ve en las redes sociales son más personas las que te aman y están interesados en ti. Se confunde chisme con interés real. Lo prueba la hija que suele estar pendiente de su cuenta de Facebook y de cuántas vistas han obtenido las fotos que suele poner en su muro o en youtube. ¿Qué es el amor? preguntamos todos y al no encontrar respuestas nos confundimos, entonces decimos que 'amor es admiración'. El director recuerda que en definitiva la vida es la búsqueda del amor. Todos anhelamos el amor.

Para terminar, no quiero dejar de contar algo que para mí es un logro: la música. Los amantes de la percusión van a disfrutar esta narración. Alejandro Gonzáles Iñárruti le confió a su paisano Antonio Sánchez la musicalización de su proyecto experimental. El músico y baterista cuenta que un día el director le llamó y le pidió ser parte del filme. El joven músico aceptó, recibió el guión, lo leyó y se puso a componer. Cuando envió lo compuesto, el cineasta le dijo que eso era precisamente lo que no quería.

Sánchez cuenta que no había musicalización de baterías en un filme, que se puso a mirar películas y trató de entender lo que se le pedía. Sabía por ‘Star Wars’ que cada personaje debía tener una característica musical, pero también había que producir música de acuerdo a las situaciones y los sentires de los personajes. Sabiendo que una cosa diferencia a un baterista de un musicólogo percusionista se lanzó a la tarea tras sostener algunos diálogos de trabajo con su mentor. Lo que se escucha en la película le da una dimensión nueva a lo que se ha puesto en escena.

Véanla y podremos hablar más de todo esto. Les cuento lo último, los años que Gonzáles Iñárruti tuvo como disc jockey en una radio mexicana le han servido de plataforma para lanzarse a experimentar con sonidos nuevos que le dan a lo que cuenta una gran dimensión. Bien también por este nuevo logro.

Tuesday, December 9, 2014

Rescatista, nunca víctima.

Cuando el piloto se estrelló y cayó en la selva amazónica terminó herido envuelto entre ramas y pedazos del fuselaje de su avioneta. Se sintió desfallecer, agonizó y tuvo alucinaciones. En ese trance vio que junto a él yacía una mujer muy herida y necesitaba ayuda, podía morir. Alucinado, la trató de sacar y no pudo. En ese momento, el piloto pensó que debía salir de entre los escombros para rescatar a la dama, su meta entonces fue salvarla.

Safándose de las lianas y los fierros retorcidos, el joven piloto le rogó a la dama ‘aguantar un poco más’. Tenía que buscar ayuda, alcanzar la civilización y regresar para curar sus heridas. Pasaron días, hasta que llegó a un pueblo. En estado agónico, pidió a los rescatistas que fueran a buscar a la mujer herida y después se ocuparan de socorrerlo . Todos sabían que el piloto estaba solo, que se había estrellado solo, la mujer nunca existió, ella estaba en su propia fantasía de sobrevivencia. En la gran imaginación del sobreviviente se gestó una hazaña, nunca se sintió una víctima, ahí en el fondo de su mente, el piloto actuó como rescatista: al salvar a la mujer, se salvó.

La vida es una prueba que tenemos que rendir y lo mas difícil de lograr es vencer el miedo. Cuando superamos ese escollo, alcanzamos el mejor título. Pero hay que entender que el miedo no es nuestro enemigo, sí lo vencemos habremos probado nuestra fortaleza interior.

Miedo -como lo vemos en el caso del piloto- es oportunidad.

El enemigo dentro.

El miedo está instalado en nuestro cuerpo. Es parte de nosotros mismos. No lo notamos hasta que el cuerpo nos grita. De pronto un fuerte retorcijón en el estómago nos conmina a prestarle atención con urgencia. De pronto, una fuerte punzada en el corazón nos paraliza. Notamos entonces que el cuerpo toma el control de la mente y cuando eso se produce no hay ningún mecanismo que lo frene. Un fuerte dolor abdominal nos puede terminar, una angina nos angustia, parece que nos vamos. Entra a funcionar el sistema de alarmas en el cuerpo. La amígdala cerebral comienza a emitir señales falsas, el azúcar de la sangre es liberada en mayor cantidad, la garganta se cierra, no podemos respirar, temblamos, nos sacudimos, nos confundimos, el miedo nos hace temer lo peor. Muchas veces lo peor ocurre.

Cuando vemos eso con otro tipo de percepción, alguien parece haberse encargado de tirar gasolina en nuestro cuerpo. El incendio producido puede ser fatal. Pero conociendo el mecanismo, podemos descubrir que el cuerpo esta pidiendo un poco de atención. Hay que romper ese círculo vicioso y aquí la meditación atenta y focalizada ayuda.

Todos ponemos atención al cuerpo sólo cuando quiere comer, tener sexo o cumplir con las necesidades fisiológicas. Después es como que ‘algo’ anda pegado a nuestra cabeza, nos interesa muy poco. Algunos tratan a su cuerpo como sí fuera el pariente pobre y moribundo. Lo ignoran y maltratan, es la carga pesada que muchos llevan, es la carga que sí podrían la tirarían por ahí. Cuidado, es sólo prestada. Hagamos las paces con el cuerpo, atendamos a nuestro cuerpo, amemos nuestro cuerpo que se nos ha dado solo para experimentar la alegría de vivir. Vivir bien, sin dañarnos, ni dañar a los otros. Sacudámonos de la idea malvada de ‘como tengo un cuerpo feo, quiero el cuerpo hermoso, no sé cómo deshacerme del mío. Lo enveneno con sutileza, lo cebo más de la cuenta’.

Reitero, el cuerpo es prestadito.

Veamos la meditación.

Meditar es y tiene que ser un ejercicio sencillo. Hay que sentarse cómodo a observar el presente* con paciencia y humildad. Se trata de respirar tranquilo, mirando el proceso. Luego no hay que buscar mucho, sólo calmar la mente y relajar el cuerpo. No es fácil, la mente sin entrenar esta acostumbrada a pensar sin control. Los budistas dicen que hay que calmar los pensamientos que son como monos que saltan sin control. Hay que dejarlos ser, sin prestarles mucha atención. Ojo, cuando ganan nuestra atención, se vuelven tercos y obsesivos. Los reprendemos y al reprenderlos nos ganan. Déjalos. Que salten hasta que se cansen, sólo observalos con alegría y curiosidad.

Ahora, cuando bajamos a observar el cuerpo, observamos la tensión que existe en el cuello y los hombros y hay que comenzar a relajarnos. Luego notaremos que lo hemos abandonado, no se trata de perfumarlo o maquillarlo, es algo más simple y profundo que eso. Recién cuando miramos adentro vemos que no hemos sido agradecidos con el cuerpo que tenemos prestado, es entonces que vemos el dolor y la pena que esta atada en nuestro interior. Es el pozo del sufrimiento. Todo obedece a los malos hábitos y las creencias falsas que hemos almacenado. Cambiemos y limpiemos eso con ternura y compasión hacía nosotros mismos. Apapachémonos. Es el momento de ser agradecidos y bondadosos con nuestro cuerpo. Hay que tener la disposición de perdonarnos. Cuando se establece una buena comunicación con nosotros mismos estamos dando un paso importante, tal vez el más importante. 

Sunday, November 30, 2014

El amor según Alice Munro.

El amor se construye de diversas formas. No importa si una de las partes involucradas se esta hundiendo, siempre hay alguien que viene al rescate. Es lo que pienso nos dice la escritora canadiense Alice Munro en su volumen de cuentos titulado ‘Odio, Amistad, noviazgo, amor, matrimonio’. El título es malo, los relatos son interesantes, tienen el sello evidente de la ganadora del premio Nobel de Literatura 2013.

Si me hubiesen pedido titular el libro, hubiese sugerido ‘Las formas del amor’. Tal vez me hubiese arriesgado a titular el libro como ‘Floreros’. Lo digo porque en los floreros se ponen las flores y las flores siempre se asocian al amor. Pero bueno, ya el libro se publicó con el título mencionado y ya nadie podrá cambiar eso.

Para redondear la idea del primer párrafo les debo decir que en el cuento titulado ‘Puente flotante’-donde hablo del rescate del amor- Jinny se está muriendo con un cáncer- de pronto recibe el beso atrevido de un adolescente. El atrevimiento le toma por sorpresa y le da una dimensión nueva, siente una compasión alegre de sí misma y le produce un burbujeo de tierna hilaridad que se apodera de todas sus heridas. Diré algo adicional acerca de este relato cuando me sumerja un poco más en la inmensidad del libro.

Alice Munro reúne nueve relatos para darnos una serie de versiones de lo que en su mundo narrativo significa el amor. Las historias tienen internos y pequeños vasos comunicantes entre cada uno de ellos que sirven para dar mayor cohesión al total y hacerlo uno solo. El amor es no sólo llegar a la cumbre, es aprender a preservarlo, dice la escritora y para su realización nos muestra los distintos atajos o caminos.

En el primer relato, que es el mismo que da título a todo el libro, Munro dice que sí Cupido dispara su flecha de amor siempre dará en el blanco. No importa sí alguien se interpone o sí alguien trata de mofarse del mismo. Cupido nunca falla. Evidentemente la escritora canadiense nunca usa la figura de Cupido disparando su flecha -lo digo por efectos didácticos- pero es lo que en esencia trata de contarnos.

Ella sabe, sin duda, que en el inconsciente colectivo las historias tienen mucho de mito romántico, pero como es una escritora seria, busca los mejores mecanismos para no caer en ese facilismo melodramático. Al leerla creo reconocer los extraños caminos que recorre el amor cuando trata de alcanzar el blanco. Para que me entiendan mejor pasaré a desmenuzar un poquito el relato en mención.

Al inicio vemos a Johanna Parry tratando de llevar un juego de muebles a una zona alejada del Canadá. Desea embarcar los bienes en el servicio de trenes, ella será la encargada de recoger los enseres cuando arribe primero al lugar, por lo tanto, ella compra también un boleto de pasajera. El encargado de la estación se sorprende, primero con la persona y después con el pedido, los muebles deben llegar en buen estado. El encargado explica a la enigmática mujer todo el recorrido del tren para llegar a su destino. Comenzamos a ver cómo la escritora nos conduce al camino extraño del amor. Johanna es una mujer sencilla, va a comprar un vestido donde deja salir como por descuido la idea de que va a casarse. Tras comprar los boletos y el vestido nuevo, la vemos que se encuentra con su empleador. Trabaja en la casa del señor McCauley, quien no le toma importancia, la ve y no repara en ella. El señor mencionado es suegro de ken Boudreau, quien vive lejos del pequeño pueblito de Ontario. Ken ha sido piloto de aviones en la Segunda Guerra mundial y es viudo de la hija del señor McCauley. La dama muere por causas desconocidas, dejando una hija. Sabitha es la hija y ella vive con el abuelo. Johanna Parry se ha complicado la vida con los vecinos por pequeñas tonterias, uno de ellos es el zapatero del pueblo quien a su vez tiene una hija, Edith. Edith es lista, muy lista y es también amiga de Sabitha. Sabitha es una chica despierta, pero no tiene la inteligencia de su amiga. El padre escribe a su hija quejándose de no tener dinero y estar enfermo. Sabitha contesta las misivas por la exigencia de Johanna, quien a su vez escribe al padre agradeciendo algunas gentilezas. Por su parte Ken escribe a su ex suegro pidiéndole que venda sus muebles y le envie el dinero. El señor McCauley no mueve un dedo en torno al pedido, porque sabe que Ken le debe mucho dinero. Las cartas caen en manos de las amigas y Edith decide empezar un juego malvado de mensajes cambiados entre Ken y Johanna. Nos enteramos que Johanna es huérfana, que vivió en un orfanato, que trabajo en la casa de una anciana bondadosa que le dejó dinero y qué cuando ocurrió eso, los deudos la echaron. Ella llega entonces a casa del señor Mc Cauler para cuidar también a Sabitha. Los demás familiares alertan al abuelo del rápido crecimiento de la niña y deciden enviarla a un internado. Antes las amigas han estado enviando cartas. Edith escribía y Sabitha hacía los envios por el correo. Hasta que Johanna decide tomar cartas en el asunto de los muebles y enviárselos a Ken. El suegro se entera después de la partida de Johanna a quien acusa de hurto. Cuando Johanna llega al pueblo olvidado donde vive Ken se hace cargo de la situación y le pide tomar algunas acciones. El agónico Ken recuperado de una terrible enfermedad acepta todas las sugerencias de la recién llegada que lo ha cuidado con dedicación. Cuando el senor McCauler muere, la nieta vuelve al pueblo a enterrar a su abuelo, lo hace también el ex yerno quien viene acompañado de su mujer Johanna y de su pequeño hijo. Edith se queda sorprendida y teme que la descubran, decide no ver a su amiga, ella recibe las noticias por el lado de su madre, quien le refiere que también esta el pequeño Omar. Al estar escribiendo Edith decide terminar su notas así: qué nos reserva el destino a mí o a ti.

Lo que inteligentemente se planteó Alice Munro se cumple: el amor tiene sus recovevos, llega aunque tenga que transitar caminos extraños.

En el relato ‘Puente flotante’, Munro nos habla del amor inmaduro. Jinny de 26 años esta casada con un hombre de 42, pero que no le da su lugar pese a que ella se está muriendo de cáncer. Es más, el marido parece estar interesado en dar un paso adelante en la eventualidad de que ocurra lo peor. Pero hay algo sorprendente, Jinny siempre interesará a los hombres ‘menores’ (la edad cronológica no dice siempre la edad real), por esa razón ella despierta el interés de un ‘chicos’ y uno de 17 años la besa con tierna pasión.

En ‘Los muebles de la familia’ se habla de los amores secretos que se dan en la familia. Este relato tiene un par de vasos comunicantes con el primer relato, porque evidentemente se habla de muebles y de una hija nacida de un amor pecaminoso, quien es dada en adopción. (No hay amor pecaminoso, uso el vocablo sólo con el propósito explicativo).

‘Consuelo’ da cuenta de un amor que se acaba tras el suicidio sin despedida, ni nota explicativa y que tiene como final de despedida el contacto de la mujer con las cenizas del esposo, es el alivio que ella siente, es como darle la mano y el adiós al momento de esparcir lo que queda de él. Este relato se comunica con ‘Puente flotante’ porque en el  mismo, la mujer con cáncer (¿Jinny recuerdan?) piensa que alguna vez ella tendrá que hacer lo mismo con su esposo que es mucho mayor, pero la vida tiene esas cosas extrañas (se lee en ese relato), es ella quien se está muriendo con una enfermedad terminal.

‘Ortigas’ es un relato hermoso. Muchas veces nuestros amores infantiles irrealizados nos dejan una incógnita sorprendente. ¿Qué hubiese pasado sí me casaba con ella, la que veía al ir a la escuela, la que salía corriendo al recreo con su cabello corto y que alguna vez bailó conmigo en una fiesta del vecindario?. Cuando los caminos se abren y discurren diferentes, por más que los juntes en algún momento, irremediablemente se vuelven a abrir.

‘Poste y viga’ habla de las confusiones del amor. Una cosa es el amor amical otra el amor de pareja. Ambos son importantes para una vida sana en sociedad.

‘Lo que se recuerda’ es el relato de una canita al aire, increíblemente ese ‘pequeño mal paso’ hace que el amor verdadero se sostenga por siempre. ¿Quién no recuerda a la compañerita de salón de clases universitarias que se convirtió en un tormento pasajero y que se calmó tras un encuentro casual?

‘Queenie’ habla del amor que te pierde. Te saca de casa, te hace decir ‘chau’ y ese ‘chau’ es para siempre.

En la edición que leí, el último cuento se titula ’Ver las orejas del lobo’, del cuento se ha hecho una película que se titula ‘Lejos de ella’, me quedo con este segundo título. Habla del amor en su última etapa ¿Hay última etapa? Ella sufre de Alzheimer, el esposo la interna en un hogar de adultos enfermos para su mejor cuidado, pero allí, ella se interesa por un paciente aquejado de lo mismo. El marido sufre en silencio por lo que observa, recuerda sus engaños y correrías con algunas damitas y resiste con estoicismo, con amor. Cuando el paciente del que se ha enamorado su mujer abandona el centro, el esposo decide tomar la identidad del otro para seguir gozando del amor de su adorada esposa, que cada vez se va sumiendo en la oscuridad sin regreso.

Sunday, November 23, 2014

A la sombra de la higuera.


A la sombra de un árbol se han contado muchas historias y a la sombra de una higuera se han escrito algunas muy antiguas. En la Biblia, Marcos refiere el de la higuera sin frutos que molestó a Jesús quien andaba hambriento y que el buen cronista recogió para dejar a los cristianos desconcertados hasta hoy. Me arriesgo a decir que sólo se trató de un fastidio expresado en voz alta.

Más tarde, en la Biblia también, Lucas contó otra historia de la higuera, sacando del contexto a Jesús y dando al árbol una nueva oportunidad para dar frutos. Había que abonarla y esperar hasta la próxima primavera.

El orientalista alemán, Gustav Wiel, recogió en Egipto “la historia de los dos que soñaron” que Paulo Coelho tomó con astucia para escribir “El alquimista’. Conociendo la historia del alemán jamás he podido leer con agrado lo escrito por el brasilero. La historia de Wiel la he leído muchas veces en la antología de literatura fantástica hecha por el argentino Jorge Luis Borges.

La recuerdan sin duda, bajo una higuera, un hombre de El Cairo cae rendido y duerme. En sueños recibe el mensaje de ir a Persia-Isfaján donde el heraldo le dice que encontrará su fortuna. Al llegar cansado a Isfaján vuelve a dormirse rendido en una mezquita, pero en la casa vecina se produce un robo, los ladrones huyen al ser vistos por los vecinos que gritan por ayuda. Al único que detienen es al visitante extranjero que luego es llevado ante el juez. Este opta por contar la verdad y el juez ríe porque él también sueña y nunca cree en la insensatez de que bajo una higuera en una vieja casa de El Cairo pueda haber un tesoro enterrado. El detenido entiende que la casa egipcia es realmente su casa, vuelve y precisamente encuentra lo escondido que lo vuelve rico.

Annie Proulx también escribió un relato nada creíble de una árbol que es adoptado por una familia huérfana de hijos y que comienza a ser alimentado como un ser humano, convirtiéndose luego en un ser caníbal que comienza a desaparecer a todo aquel que se asoma a sus ramas.

Sin duda hay más historias, pero acabo de leer por tercera vez el relato ‘Isaac y su higuera’ y sigo encantado. Angeles Mastreta ha encontrado una bonita forma de narrar sus historias. Cuentan que cuando su hija enfermó, la escritora mexicana le relataba cuentos a su pequeña mientras se recuperaba, de esa experiencia nació ‘Mujeres de ojos grandes’.

No hay nada más tierno que contarle cuentos a un niño o a alguien y es precisamente lo que hace Mastreta en su libro titulado ‘Maridos’ donde Julia Corzas juega ajedrez con su tercer esposo y tras cada jugada le va contando historias. El cónyuge seducido por la voz de su mujer sueña que algún día ella le cuente la historia de los dos.

En ese conjunto de relatos que se leen con rápidez por la agilidad de la narración, el que destaca -desde mi punto de vista- es ‘Isaac y su higuera’. Alguien dirá, olvidas el relato titulado ‘Cana’ donde se habla precisamente de una cana indiscreta y primeriza en el pubis de una de los cónyuges. Se sumará alguien más a decir y por qué no el relato que cuenta del reloj olvidado en un hotel tras un encuentro sexual pasajero de una pareja. O del juanete odioso que parece un volcán en los pies de una mujer bella. Otro podría decir que le encantó la fortaleza de esas mujeres que tras alumbrar, criar, educar y ver casados a los hijos, casi abuelas –ahora sí- se lanzan a cumplir su sueño de ser ingeniera o médico. Y de ese marido insensato que llega a ver a su mujer durante la difícil labor de parto para quejarse de haber tenido un día inimaginable.

Insisto, me quedo con ‘Isaac y su higuera’ no sólo porque trata precisamente de lo que vengo escribiendo, las historias que se gestan debajo de un árbol sin frutos o con higos, sino por los más matices que me da.

Es una historia que se gesta en oriente, en el Líbano, donde Isacc se enamora de una mujer hermosa, pero sabe que ‘esa joya tiene que engarzarse en oro y no en baratija’. Resignado se despide en la higuera y parte a México, donde su amigo del alma espera. A Benjamín le cuenta de ella. Este amigo del alma tiene la posibilidad de volver al Líbano y por fortuna del destino conseguir a la dama. Esther tiene una hermana menor a quien deja comprometida con la esperanza de llevarla con ella. Los viajes sólo se hacían entonces por barco. En el recorrido, el amigo muere, pero logra escribir un último pedido: Isaac debe desposar a la dama. Se cumple entonces con el sueño del primero. Envejecen y pierden contacto con oriente, el sueño de Esther de contar con su hermana no desmaya. La nieta se convierte en una especialista del medio oriente y se compromete con un joven, quien resulta ser el nieto también de la hermana menor, Abigail. Se cumple entonces con todos los deseos. Abigail recuerda a Isaac, Esther le dice, es verdad, mi marido es el mismo hombre que se despidió en la higuera.

El relato es redondo y esta escrito con buen pulso.

Para terminar, yo también tenía un tesoro. Un árbol, claro. Un ciruelo agrio. Hoy, a la distancia, sus frutos me saben dulces.

Thursday, November 13, 2014

Lo negativo de lo positivo.


Mi buen amigo Carlitos me llamó para contarme que se iba a cenar con una compañera de trabajo. Me decía que había hilado muy fino para lograr que la cita se concretara. Escogió un restaurant caro, hizo las reservaciones por internet, se cortó el pelo largo, se compró una camisa de seda, zapatos para no ir con zapatillas, se puso su perfume caro y como todo un caballero fue a recogerla. En el colmo del optimismo, Carlitos se veía en la cumbre. La mujer soñada y deseada caería a sus pies. La veía suplicando: “nunca me abandones, papito”.

-La azotaré con el látigo de mi cariño- dijo en tono sensual, muy pícaro.

Reímos con lo que planeaba.

Anoche me llamó, Carlitos se arrepentía de haber hecho semejante gasto de dinero, de tiempo y de energía. Hoy no iría a trabajar, temía enfrentar a la dama en cuestion. Al principio en la cena, la invitada se sintió agradecida, pidió lo más exótico y caro del menú y tras unas copas de vino comenzó a contar que se sentía muy sola y desdichada. Mi buen amigo se relamía los labios, no por el buen sabor del tinto que pidió, evidentemente.

-Yo también estoy solo- fue lo que comenzó a decir Carlitos. Y tuvo que alargar una servilleta con delicadesa. Ella tenía lágrimas acumuladas en sus ojos.

-Sabes? Qué bueno que me hayas invitado, tenía tantas ganas de contarle a alguien lo que me ocurre- siguió ella.

Carlos pensó que el esfuerzo debería ser el de ella y no de él. Se calló y paró las orejas.

No fue lo que mi buen amigo quería oír. La amiga estaba enamorada del jefe –del jefe de ambos. Era la amante a escondidas y con lo vivido –según el amante- era suficiente. Ella tenía que dejarlo en paz. El deseaba casarse con la hija del dueño de la compañia y ‘por una debilidad pasajera, no iba a dejar pasar la gran oportunidad’.

Parecía el argumento de una de esas pésimas telenovelas que se pasan por los canales mexicanos y me limité a escuchar.

Carlos había ido a la cita con el mayor optimismo, diría mejor, con una expectativa irreal y sobre-dimensionada. Se había subido a la rama más elevada de su imaginación y cuando le tocó enfrentar la realidad tuvo una caída estrepitosa, ni siquiera tenía las hojas de donde sujetarse. De frente pasó al piso duro y concreto y allí se estrelló.

Todo esto me hizo pensar en el tema de ser positivo. ¿Ser positivo ayuda realmente?

La psicóloga Gabriele Oettingen, profesora también de la universidad de New York, acaba de publicar el libro titulado ‘Rethinking Positive Thinking’, donde evidentemente plantea repensar el optimismo desmedido de pensar de manera positiva.

En los Estados Unidos, dice Oettingen, el positivismo exagerado falla incluso en los mensajes políticos y tiene información para sustentar lo que dice. Cuando un líder político plantea grandes expectativas a futuro comenzando su mandato, siempre se choca con la cruda realidad al final del mismo. Los niveles de desempleo caen y no es sólo el caso del presidente Barack Obama, quien llegó a plantear su optimismo inicial incluso en un libro titulado la ‘Audacia de la esperanza’, es el problema de muchos ex presidentes.

Cuando vemos los concursos de personas que buscan perder peso, quienes menos peso pierden son los más optimismas, precisa la psicóloga. Sucede lo mismo con quienes están tratando de dejar de fumar o dejar un mal hábito. Los más optimistas pierden. Lo positivo se vuelve un boomerang. Quien no alcanza lo deseado vuelve a caer en el hoyo de la depresión.

Ella y su equipo han medido las reacciones de muchas personas sometidas a una prueba para alcanzar una meta y han descubierto que los niveles de presión sanguínea de los más optimistas baja. La relajación que sienten les corta la energía del esfuerzo que necesitan para lograr con éxito lo que buscan y muchos se quedan en el intento.

Si la investigación se quedaba allí no ayudaría demasiado, por esa razón la psicóloga Oettingen y su equipo decidieron buscar mecanismos que ayuden a la gente a dar los pasos necesarios para conseguir sus deseos. Fueron veinte años de observación e implementación de un ejercicio que nos lleva a la acción motivadora.

Todos tenemos sueños y metas que deseamos cumplir, por lo tanto primero comenzamos con un deseo y con un objetivo a alcanzar. Si nuestras expectativas son extremas y sobredimensionadas como las de mi buen amigo Carlitos, terminaremos como él, no deseando salir de la cama, ni querirendo enfrentar la situación. Por lo tanto, a un deseo hay que contrastarlo, compararlo y confrontarlo. Es la parte más difícil, pero es necesaria. Cuando una mira desde diversos ángulos puede superar con más facilidad los obstáculos que se presenten. Y aquí uno tiene que ir hasta lo más profundo de la situación. Ser objetivo, verdadero y claro es lo que más ayuda. Cuando se haya visualizado bien los obstáculos uno tiene que poner en acción un plan. Veamos el ejemplo siguiente:

W-O-O-P

Wish o deseo. Quiero dejar de fumar
Overcome o meta a cumplir. Mejorar mi salud, respirar mejor, vivir más.
Obstáculo. Mi apego al mal hábito, mi dejadez, mi ansiedad y miedo. Me castigo por no poder dejar el cigarrillo, etc.
Plan. Comenzar con observar mi ansiedad y mi miedo. Dejar el primer cigarrillo de la mañana y el de la noche para comenzar. Juntarme con personas que no fuman. Premiarme con cada logro. Replantear todo de acuerdo a los avances. El como es importante.

Este esquema de ejercicio da resultados, créanme, ayuda mucho.

No se puede parar porque da un compromiso. Un compromiso con uno mismo.

Mi ejemplo:
Deseo terminar todos los libros de cuentos que tengo y no he leído.
Objetivo. Conocer cuentistas nuevos, ampliar mis concomientos.
Obstáculos… son demasiados libros y me da pereza, no sé por donde empezar. No tengo tiempo (ajá, y cómo para estar en Facebook tienes tiempo?)
Plan… leer un cuento por noche.

Lo que me sorprende es que he leído y releído y pronto podría escribir un libro con crítica de cuentos de muchos autores. Además, descubrí algunos cuentos geniales. A veces he leído dos cuentos para evitar quedarme con un estilo. (Uno descubre que va ganando mucho en el proceso).

Bueno, no quiero dejar a mi amigo Carlitos tan decepcionado y solo. A él le di un mensaje adicional que también me ha funcionado.

No hay nada mejor que ir preparado para lo peor. No hay nada mejor que un escudo protector que te construyes en la víspera. Escudo imaginario, claro esta. Si de pronto ves el ’golpe’ que viene a causar daño, pues levantas el brazo y si viene la ‘espada lacerante’ pones el escudo en tu pecho y evitas el ataque. Lo que venga no te creará fastidio, pena, dolor, ni sufrimiento. El sufrimiento y dolor del otro es tremendo, muy autodestructivo y en su ceguera y malestar quiere destruir al otro. Compadécete.

Ojalá Carlitos vaya a trabajar mañana.

Lo último, hay que reírnos mucho de nuestros deseos exagerados.

Thursday, October 30, 2014

Positivo ¿cómo?


Uno tiene que aprender el buen hábito de ser positivo poniendo el foco de atención en lo mejor, olvidando los errores, dejando de mirar los ladrillos feos o dañados de la pared que hemos construído, es lo que dice el monje budista Ajahn Brahm (1).

Y tiene razón teniendo en cuenta su propia experiencia. Para construir su gran monasterio en Australia, Ajahn Brahm tuvo que aprender a ser constructor y debido a su falta de experiencia, la pared que levantó presentó fallas muy visibles. El monje perfeccionista deseaba tirar abajo lo que construyó porque los ladrillos mal sentados eran evidentes a primera vista. Hasta que un día, luego de seguir con el castigo psicológico, un visitante del monasterio le hizo cambiar de opinión cuando alabó el esfuerzo de haber levantado el alto muro sin contar con la ayuda de expertos.

Ajahn Brahm insistió: ‘¿es qué acaso no ves los dos ladrillos horrorosos que saltan a la vista?’

-Quien mira sólo esos ladrillos olvida los más de dos mil ladrillos bien puestos- fue la respuesta sabia del visitante.

¿No es acaso un muro la representación evidente de nuestra vida? Todos los seres humanos hemos cometido equivocaciones y no por ese motivo debemos ir por el mundo castigándonos, poniendo el dedo en la herida hasta que vuelva a sangrar. ¿Por dos, tres o más ladrillos mal sentados vamos a tirar todo por la borda? NO.

Tenemos que cambiar el mal hábito de fijarnos siempre en el error sí deseamos ser positivos. La negatividad es eso: ‘mirar sólo en lo incorrecto’. Ser positivo es simple, hay que poner el foco de nuestra atención precisamente en el otro lado. Tenemos que buscar lo mejor.

La gente con hábitos negativos suele decir: ¿Qué sí algo malo ocurre, qué sí la pared se cae pronto?
El positivo hará un pequeño cambio: ¿Qué sí algo lindo ocurre, que sí la pared se mantiene enhiesta?
Para llegar a eso tenemos que haber transitado por el cambio. ¿Cómo? Les confesaré mi secreto.

*Sientate a respirar con calma y observa qué sientes y piensas. No juzgues, sólo mira. Primero busca la calma y la tranquilidad con absoluta humildad. ‘Abdica, sé rey de ti mismo’, dice el poeta. Amate: imagina que tu corazón es una fresa, báñalo con chocolate tibio. Debes ser paciente y tener compasión de ti mismo. Sé compasivo contigo sin caer en el desamparo y la desesperanza. Sé curioso. Ten fe. Cree. Todo puede cambiar. Sonríe. Tú también mereces estar alegre y en paz. Respira, respira, que el tigre furioso se vuelva un gatito faldero. Acaricíalo una y otra vez. Tienes que domesticar a tu fiera interna. Tú puedes, claro que puedes. Sigue sin desmayo. Ojo, no te aferres a nada, todo es pasajero, pero debes volver a hacer el ejercicio hasta que se haga una costumbre. El buen hábito hay que repetirlo hasta que se impregne en lo más profundo de tu ser. Hazlo tuyo. No desmayes. Eres el único pensador en tu mente.
Y perdona(te), ten la disposición de hacerlo aunque no sepas cómo. El perdón acaba con el re-sentimiento. Y como lo saben, el resentimiento es pasar y repasar el dedo por la herida a cada rato.

Para aclarar más el tema. El mayor problema que tenemos los humanos es la vocación de apego a lo negativo, a lo feo. Y es tan fuerte esa vocación que nos cuesta soltarnos. Cambia, cambia, cambia, podemos implorar sin obtener respuestas de cambio. Y se preguntarán ¿por qué? Claro, porque nos cuesta despegarnos de nuestra pésima costumbre enraizada en lo más íntimo de nuestro ser. Hay que arrancar el baobad -decía el principito- antes que crezca y destruya nuestro mundo.

Ajahn Brahm cuenta -en una de sus presentaciones- el caso de dos monjes amigos que tras morir y de acuerdo a la tradición budista vuelven a la vida. Es un premio que nos reencarnemos en otro ser humano, pero en este caso hay algo adicional, precisa. Uno de los monjes trasciende y va al cielo, en el cielo busca a su amigo y no lo encuentra, ‘quizás debido a un karma no resuelto el otro monje aún esta en la tierra y se haya reencarnado en otro ser humano’, piensa el primero, por esa razón y teniendo en cuenta que ya es un semidios, el monje regresa a la tierra a buscar a su amigo. Pero vaya sorpresa, no lo encuentra entre los humanos, tampoco entre los animales. Cansado va a descansar en el campo, en el campo donde se prepara el suelo para las nuevas plantas, los agricultores arrojan estiércol. En los residuos fecales, el monje creo ver algo. Ajá, ahí esta su amigo convertido en un gusano. Aprovechando sus poderes trata de rescatarlo.

-Amigo, vamos al cielo- le implora.
-¿En el cielo hay estiércol?- contesta el ahora gusano.
-No, el cielo es el cielo, el lugar más maravilloso que te puedas imaginar.
-Imposible, aquí todo esta caliente, duermo bien, tengo mi comida a la mano y sin mayor esfuerzo.
El monje insiste sin convencer al amigo que se niega a dejar su falsa zona confortable.

Ajahn Brahm vuelve a la carga. Los malos hábitos son todas las prisiones que (nos) atrapan para no cambiar. Y lo dice también con conocimiento de causa. El monje trabajó con los detenidos en algunas prisiones de Australia rehabilitándolos. Cambiando su foco de atención, haciendo que ellos pongan más atención a los buenos ladrillos que sentaron en su pared de vida y –grata noticia- los casos de internos reincidentes disminuyó considerablemnte. Las estadísticas le dan la razón.

La libertad asusta, dice el líder de la sociedad budista de la zona oeste de Australia, y los internos tienen miedo de vivir la vida en libertad, por la responsabilidad que exige. Es más fácil asumirse víctima y culpar a los otros. “Ellos tienen, yo no tengo”, se quejan algunos. ¿Quienes tienen qué tienen y, sí lo tienen, lo disfrutan? ¿No será que quieren más? Hacerse la víctima también es un mal hábito, señala. No por tener más cosas materiales eres feliz, quizás seas infeliz por el temor de perderlo. ‘Mío, mío, mío’ y no lo comparto con nadie. A la avaricia se suma el egoísmo, el miedo y si miramos más a fondo descubriremos cosas más feas: odio, soledad, preocupación.

Vamos -pide Ajanh Brahm- bajen la velocidad, dejen de correr para alcanzar y lograr más cosas en el tiempo más breve, tomen más tiempo para disfrutar. La gente corre y no se detiene a mirar el presente. Cuando miramos con detenimiento vemos con más claridad y mayor profundidad. Asume el buen cambio. Tú también puedes, tienes ese derecho.

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(1) Ajahn Brahm nació en Londres, ganó su escolaridad para estudiar en la Universidad de Cambridge, Física Teórica, fue maestro de escuela por un año y viajó a Tailandia donde fue alumno del monje Ajahn Chah en la escuela tradicional budista Theravadan. Cuando se ordenó monje, el joven Peter Betts pasó a llamarse como se le conoce hoy en día. Fue invitado a Sidney donde trabaja desde hace muchos años atrás. Viaja por el mundo dando consejos a reyes y presidentes. En Singapur es considerado patrón espiritual budista.

Fue el primero en ordenar monjes mujeres en Australia, situación que generó un arduo debate entre los budistas más tradicionales. Ajahn Brahm cuenta historias de todo tipo durante sus presentaciones y habla también de malos monjes budistas, como el caso de un líder sangara en Tailandia, quien siendo el segundo y en espera de la muerte del líder espiritual, acusó falsamente de comunista a quien lo  iba a dirigir. Movido por los celos y por la treta orquestada, el acusador llegó a convertirse luego en el líder de esa comunidad, pero apenas al día siguiente de su ordenación sufrió un accidente automovilístico. En la embestida vehicular, el único fallecido fue el monje acusador, no se reportaron heridos. El gobierno tailandés revisó el caso del acusado y determinó que le habían infundado cargos y lo liberó.

El líder encarcelado y puesto en libertad comentó que había pasado los días más felices de su vida en prisión: tuvo más tiempo para meditar y observar más detalles con claridad y profundidad. Lo que según Ajahn Brahm significa que las cárceles no necesitan tener paredes, hay algunas prisiones de las que no se pueden huir. Hay pocos que pese a que se ven encerrados son libres, la libertad bien entendida es maravillosa.

Thursday, October 23, 2014

Moyocho, el rey del penacho rojo. (Ficción)

A pedido de mi hermano Coqui.

Hasta lo más alto de una montaña llegó un joven cazador. Estaba persiguiendo a un otorongo huidizo que con sus enormes colmillos ya había acabado con sus dos perros labradores de caza. Llevaba más de dos lunas tras la presa. Se sentía cansado.

Después de un día soleado de pronto se nubló, a los truenos siguieron los relámpagos y fue cuando la lluvia se precipitó.

El cazador buscó refugio en el interior de una montaña, junto a él llegaron también dos aves, las observó, tenían un hermoso penacho rojo. Pararon antes de alcanzar la cumbre y miraron curiosas al intruso. Luego volaron hasta lo más alto de la cueva. Por encima del agua que caía con fuerza el cazador escuchó el trinar insistente y en eco de los pichones. Les traían comida.

Aquel día llovió como nunca. El cazador vio como el agua corría y allá abajo en la llanura se formaba un río que avanzaba destruyendo para abrirse paso. Los árboles caían, las piedras parecían ser arrancadas de las laderas de la montaña y rodaban.

Cuando de pronto -él no lo sabía- el otorongo apareció por la parte trasera de la montaña, había otra entrada al mismo lugar. El cazador se había desprovisto de su arco y sus flechas para poder sentarse a descansar y no tuvo tiempo de alcanzar su arma. El felino al verlo -como empujado por extrañas fuerzas malignas- se avalanzó hacia el perseguidor, se cambiaba ahora la historia. El cazador esperó la embestida y alcanzó a sacar su daga hecha de un largo y duro hueso filudo para defenderse. Antes que llegara a enfrentar a la bestia, las dos aves de rojo penacho volaron desde su nido y… se lanzaron a frenar al otorongo. Ante el ataque de sorpresa la fiera desaceleró su embestida y fue entonces que  -en una fracción de segundos- el cazador dio una voltereta y pudo alcanzar su arco y sus flechas. No supo con exactitud pero se estaba preguntando, ¿qué tan fuertes pueden ser las alas de estas aves para frenar la carrera de una bestia enloquecida? Cuando lanzó su flecha ya tenía la respuesta. El otorongo cayó con la flecha incrustada en la frente.

A un costado las aves de penacho rojo yacían sin fuerzas. La embestida y el escudo que hicieron las dejó mal heridas y sin poder volar. Ambas lanzaron un canto y los polluelos respondieron, fue tal vez la más tierna despedida. El cazador también cayó rendido y durmió. No supo cuánto tiempo había transcurrido, pero cuando abrió los ojos la lluvia ya había cesado. Arriba de la montaña escuchó nuevamente el fuerte trinar de los polluelos hambrientos. Cómo poder alcanzarlos para darles de comer, pensó cuando ya subía las paredes. Una mano aquí, otra allá. Un pie asegurándose la estabilidad, una mano avanzando a tientos, otra mano más arriba, el otro pie buscando soportar el peso de su cuerpo… hasta que transcurridos unos minutos llegó hasta el nido. Se dio cuenta que había actuado sin pensar y que no había traído comida, entonces decidió bajar en busca de algo. Nadie sabe cuántas veces bajó y subió para alimentar a las pequeñas aves que de estar desnudas poco a poco se fueron llenando de vivos colores rojos. A los costados aparecieron plumas negras y el cazador pensó que era por el dolor de haber visto morir a sus padres. El joven hizo fuego con sus viejos pedernales y la poca hierba seca que encontró. Con el fuego se abrigó y dejó también que ahí la carne del otorongo se cociera.

La última mañana que subió para dar de comer a los pichones vio que estos ya tenían completo su plumaje y extendían con orgullo sus largas alas. Lo que siguió fue maravilloso. Ambas aves de rojo penacho se lanzaron a volar. Volaron en caída libre, en círculos, subieron tratando de alcanzar lo más alto, el sol las cegó por segundos y bajaron, volvieron a planear hasta que se perdieron de vista. Era hora de bajar y volver a casa, pero el joven al ir poniendo las manos y los pies notó –sin ningún temor- que no podía mantenerse un segundo más sujeto en la pared de la montaña. Las piedras cedían a su peso y la pared se desmoronaba. Entonces decidió imitar. Saltó creyendo que volaba. Vaya vuelo majestuoso, mítico. Jamás supo por cuanto tiempo voló. Cuando abrió los ojos, yacía en el piso de la cueva. No podía moverse. Sorprendido vio que dos hombres le pintaban la cara con una pluma. Vestian una túnica negra, larga, llevaban un pectoral rojo adornado de piedrecillas luminosas, un collar con la pequeña calavera de un monito y dos colmillos de jabalíes a los costados, en la cabeza tenían un gorro en forma de cono. Pensó que eran chamanes. Mientras trabajaban recitaban algo en una lengua incomprensible. Los aparecidos sacerdotes le habían hecho un extraño tatuaje en el rostro. De pronto le dijeron 'Moyocho párate, estas listo para coronarte'. Obedeció. ¿Estaba soñando, era acaso una pesadilla? Se convertiría en rey y ya tenían preparado su enorme penacho rojo. Cuando pasó por el agua empozada que la lluvia había dejado pudo verse la cara: dos gallitos de las rocas habían sido tatuado en sus pómulos, se iba a convertir en la majestad de la montaña. Apenas abrió sus brazos y un pueblo también aparecido lo vitoreó. Jamás entendió cómo había llegado allí, a la cumbre de una montaña desde donde contempló un valle verde. Cuando se sentó en el sillón de cuero felino sus dos perros labradores se acomodaron a sus pies. Las aves le agradecían al oído, las pudo oír con nitídez. Batían sus alas.

Quienes vivieron la historia cuentan en antiguos papiros que fue el mejor rey de la montaña donde se venera al felino salvaje.

Hoy, los días de lluvia, los fieles le llevan fuego y comida. 

Sunday, October 19, 2014

el ego y las caretas del alma.

El ego es la atadura a una imagen falsa o a una idea equivocada que tenemos de nosotros mismos. Y cuando existe atadura, muy junto aparece el miedo que nos liquida.

Casi siempre escuchamos decir: “conseguí esto, esto es mi cuerpo, mi nombre, mi profesión, mi prestigio”, y… todo eso –que es pasajero- ‘tengo miedo perderlo’. Creo que eso que tengo me salvará. Me ato a lo que adquirí, pero sé –aunque lo he olvidado por ilusión y conveniencia- que todo eso lo perderé algún día. Mi cuerpo morirá y con eso se acabará también mi propiedad, mi dinero, mi status. ‘Yo’ (lo comillo para reiterar que el ‘yo’ es algo pasajero) me iré y pasaré a ser un recuerdo y aunque no lo aceptemos por ahora, un recuerdo esporádico, hasta que de pronto mi ‘yo’ evocativo y de recuerdo se esfumará definitivamente.

Pero volvamos a este presente, a este ‘yo’ aún viviendo. Fingiendo vivir a veces. Viviendo a medias por ratos.

Debo admitir que temo perder todo lo que poco que poseo. Al pensar que puedo perder todo, me lleno de dolor y sufrimiento. Tiemblo. El stress me está matando, aunque contradictoriamente sé que moriré algún día.

Si viviera la realidad de que todo lo que poseo no es mío, todo cambiaría.

Pero bien, en esencia ¿quien soy? ¿Que pasaría si olvido todo? ¿sería el mismo?

Vivimos actualmente en un mundo que avanza muy rápido. Los niños pierden su inocencia muy temprano. Hace veinte años atrás no estabamos tan preocupados como los niños de ahora. Hoy los pequeños andan mirando incluso las marcas de las ropas o los zapatos, quieren los teléfonos más sofisticados o cuanto nuevo aparato electrónico aparece en el mercado. Si no lo consiguen se frustan, se reducen falsamente a un ser de menor valía o a ser ‘nadie’. Pero si lo consiguen gracias al esfuerzo de sus padres se cargan pesadamente con algo adicional. Para sentirse compensados con lo que dan, los padres exigen a los hijos ser los primeros y los más listos en todo. Los padres no reparan en que con esas exigencies están separando a los niños de su esencia.

En nuestra esencia somos puros, estamos llenos de paz, de amor, de poder, de conocimiento. Basta mirar a un recién nacido para descubrir esa riqueza. Somos los adultos quienes comenzamos a cubrir a los niños de impureza, de miedos, de comparaciones, de crítica, de enojo. Poco a poco les vamos cubriendo con costras o caretas que se enduran y se vuelven difíciles de remover con el paso del tiempo.

Los pequeños aprenden a adquirir, a acumular cosas por exigencies de los adultos. Se les exige lograr cosas y actuar para ser alguien, de lo contrario son una falla, unos perdedores, nadie, lo peor. Vienen luego las comparaciones y sabemos que toda comparación es odiosa. Si comparamos, herimos, pero insistimos. Y comparamos en base a una falsa creencia. Olvidamos que la inocencia de un niño no es su debilidad, es su fuerza.

Y para defenderse, un niño busca también mecanimos engañosos. Se vuelve depresivo, rebelde, muy agresivo.

Los niños aprenden de manera errónea qué sí son esto o aquello, van a ser felices, lograrán respeto, fama, un nombre. Si el ‘quiero’ ‘soy’ no se logra, exigimos. Pobre niño que se hace hombre con tales creencias: tratando de obtener todo sin reparar en los métodos. Cuando haya adquirido lo exigido, comenzará una vida de egoísmo, de avaricia y otra vez el miedo estará merodeando muy cerca. Ahora es el miedo a perder lo logrado, lo adquirido. Y como observarán es un miedo elevado al cuadrado.

Quiero que entiendan que no hay nada malo en lograr y adquirir, pero ese lograr y adquirir tiene que ser consciente: “Mañana lo perderé todo”.

Nada como volver a la esencia. A lo que esta ya en nosotros. Al alma que trae consigo mucha riqueza, al diamante más valioso que está en nosotros. A la joya que no se compara con otra. A la que brilla y brillará por siempre.

Tratando de graficar mejor mi nota se me ocurrió volver a la península de Paracas, allá x el año 700 antes de la era Cristiana.

Para hablar del ego tengo que recurrir hoy a la imagen de los fardos funerarios de la cultura Paracas que el arqueólogo peruano Julio C. Tello descubrió en la península de Pisco –Ica- a pocos kilómetros de la capital peruana, en julio de 1925.

Cada fardo funerario contiene los restos de un antiguo poblador de la zona, envuelto en mantos o tejidos. Si la persona ocupaba un alto rango en la cultura de entonces -700 anos a.C- los tejidos eran más numerosos y de mejor calidad.

Aún no se conoce con exactitud por qué los antiguos Paracas tenían la costumbre de sentar a sus muertos en posición fetal y envolverlos con lo mejor de su textilería antes de enterrarlos. Creo intuir lo que ustedes ya intuyeron: “morir -pensaban ellos- era volver a nacer en otra vida”

Lo que diré aquí, escapa al entendimiento de muchos: Lo adquirido a nivel del alma es lo que queda, lo que viaja con nosotros a lo largo de ese tiempo circular en el que estamos envueltos y avanzamos. Lo material que adquiriste y lograste en vida, no sirve de mucho. Lo más valioso es lo que conseguiste e imprimiste en el alma.

¿Cómo salir del carrusel de pena y dolor? Trata de imprimir y volver a la esencia. Y ¿qué hay en esa esencia? Lo simple: paz, calma, alegría, amor, compasión, perdón. Cuando lo logres habrás despertado a un mundo real y fascinante. ¿Cuándo? Depende de ti, de tu creencia. Ojo. no hablo de religión. La esencia, Dios como nos hemos acostumbrado a llamarlo, esta por encima de eso.

No sé en que vuelta voy en el carrusel de la vida. Sin duda voy por el final de un principio, empujando el caballo en el que tú quieres galopar. Ríes, quizás me juzgues de falso. Pero recuerda, todos tenemos que comprometernos a domar el caballo brioso que nos asusta. Cuando lo logremos alcanzaremos otras metas. De lo contrario de nada servirá que ofrezca mi ayuda. Ojalá este escrito haya servido para algo, es parte de lo que pretendo lograr: Imprimirle algo bueno a mi alma.

Saturday, October 11, 2014

Perú y sus deficiencias futbolísticas.


La selección peruana de fútbol perdió ante su similar de Chile por 3 goles a cero, en un partido amistoso jugado en la ciudad chilena de Valparaíso. El resultado pudo ser diferente si el Paolo Guerrero no falla el penal que pateó a los 20 minutos, es lo que dijo el entrenador del equipo inca.

De hecho que el resultado pudo ser distinto. El encuentro pudo quedar 3 a 1, por ejemplo. Aquí no voy a discutir lo que afirma el DT. Lo que quiero comentar ahora son una serie de hechos que han sido practica constante de los equipos peruanos en torneos internacionales.

Tras la pésima ejecución del penal, el once peruano comenzó su debacle. Eso es verdad. Luego de ese penal, el equipo empezó a ahogarse en dudas y equivocaciones, luego vino el gol del rival, el equipo pasó al temor y las equivocaciones siguieron. Vino el segundo gol y el equipo entró en pánico. Se notó lo que afirmó con la expulsión de Reinaldo Cruzado.

No sé qué pasó en la mente de los jugadores peruanos, pero trataré de imaginarlo. Si el mejor jugador del campo tira un penal de la manera que lo hizo, los jugadores pensaron: “pucha, ya falló Guerrero, si él es el mejor aquí, yo que no juego en un equipo extranjero, seguro que voy a meterme en más líos”  Y zas, vino el primer gol del equipo rival. Los pensamientos siguieron creciendo y los jugadores se dejaron ganar por el pensamiento negativo. “Ya nos metieron uno, ojalá no venga el otro” y cuando un pensamiento negativo se desata, nada lo para. Uno puede a llegar a tener mil pensamientos negativos en un minuto y uno no lo nota.

La expulsión de Cruzado dio cuenta que el equipo andaba ya sumido en una gran cantidad de dudas y temores.Toda aggresión es una evidente muestra de temor e impotencia. Aunque el jugador contrario provoque (el chileno Medel ‘fue por lana y salió trasquilado’), uno tiene que concentarse y no debe responder como lo hizo el centrocampista peruano, pero ante una mente llena de temor, el ataque fue un simple acto reflejo. “Me defiendo antes que me mate”.

Lo que ocurrió en Valparaíso me trae a la memoria dos hechos similares. Perú jugaba con Polonia en un mundial de fútbol. De pronto una falla de José Velásquez, el más fuerte del equipo, y toda la oncena entró en pánico. Polonia que no era más que Perú entonces goleó por 5 a cero.

Perú juega las eliminatorias a un mundial, Jean Ferrari que pasaba por un gran momento juega junto a Chemo del Solar. El último brillaba en España, todas las pelotas pasaban por el filtro del volante. Ferrari se deja intimidar por eso y en vez de avanzar con la pelota, prefiere dársela al Chemo, quien pierde el balón y Ecuador nos mete el primer tanto. Perú jugaba de visita, el equipo se desmorona. Me arriesgo a imaginar el pensamiento de ese momento: “Si Chemó fallo, en cualquier momento fallo yo”. Ferrari ya más abajo andaba culpándose por haber retrasado el balón y así comenzó también su debacle como el futbolista que estuvo destinado a ser. Jamás volvió a brillar.

Alianza Lima jugó aquella vez como ningún equipo peruano y le ganó a Estudiantes de la Plata por 4 a 1 y se perfilaba como el equipo que pudo ganar la Copa Libertadores en el 2010, pero los futbolistas peruanos no lo pueden creer y piensan que sólo fue una noche mágica. No se sienten merecedores de lo que han logrado, vuelven a jugar y llenos de dudas y temores terminan mal la competencia. El equipo de ensueño de aquella noche limeña, se disuelve. El zorrito Aguirre quien fue la sensación con sus tres goles de antología, va a jugar en México y vuelve sin conquistar nada. (En nuestra mente tiene que quedar el buen recuerdo, Aguirre debió aprender a hacer suyo un pensar ‘si hoy lo hice, lo puedo volver a hacer cuando me tenga fe. Lo voy a recordar para hacerlo siempre, yo puedo, esta es una prueba de lo que puedo llegar a dar’) Tenía que machacársele eso en la cabeza. Tenía que ser una impresión cerebral imborrable.

Pero bueno, necesitamos también trabajar a ese nivel.

El equipo peruano no va al mundial y el hincha sufre.

En el último mundial se han visto cosas que los futbolistas peruanos y los dirigentes incas involucrados en el deporte rey no han visto y no se han esforzado por tratar de entender. Lo que le ocurrió a algunos equipos de fútbol en esa justa mundial nos tiene que servir a nosotros, más a nosotros que vamos intendando ganar la pelea y queremos llegar a un mundial.

En la última justa mundial, Brasil tenía un equipo sin delantera, el mejor delantero de Brasil es el peruano Paolo Guerrero. La defensa brasilena era lo mejor del equipo, pero sin atacantes no iban a tentar ser campeones mundiales. Era una ilusión. No importa, así se lanzaron a la competencia, engañados por sus dirigentes. El DT hizo su parte y tercamente siguió apostando por ese equipo que se veía sin posibilidades de ser. Además, el peso del pasado glorioso lo resienten los propios jugadores. Apelaron a un Neymar que está lejos de ser Pelé, Rivelino o Tostao. Sin embargo, los equipos contrarios se dejaron intimidar por ese pasado. Las interpretaciones al revés. Chile enfrenta a Brasil y pierde por algo de lo que digo y por un poco de mala suerte. Colombia siendo entonces más equipo que Brasil se intimida también y cuando decide salir a ganar ya es tarde y pierde el encuentro.

Cada vez que avanza, Brasil muestra sus lados flacos. Juega con Alemania y el equipo teutón sale a arrasar. Con un gol tempranero logra que los brasilenos entren en dudas y en equivocaciones, Se desata el pánico en la verdeamarella y el resultado es el esperado: la mayor goleada que le han dado a Brasil en su propia casa y en un mundial. El Maracanzano será un mal recuerdo, pero la goleada será de antología.

Alemania llega a la final.

Argentina avanza sin convencer, tienen a Messi, el mejor jugador del mundo, pero no brilla como se espera. Pero la mentalidad futbolera argentina es distinta a la brasilera. Si llegaron a donde llegaron, ellos creen y lo creen realmente que se merecen ser campeones mundiales. Sin muchos méritos, pero ahí están. Ellos felices.

Alemania sale a tratar de arrasarlos, pero se encuentran con la respuesta inmediata de los sudamericanos. Alemania entiende que Argentina no es Brasil y juega con cuidado y respeto. Los germanos ganan finalmente porque fueron un equipo más compacto y porque trabajaron de manera inteligente. Tienen de todo en su concentración, equipos de psicólogos, observadores y analistas, un cuerpo técnico que se nutre de mucha tecnología. Y seguramente más profesionales.

Así es como tenemos que trabajar con el equipo peruano. Cambiando la idea de temor en los jugadores, haciéndoles entender que todos –sobre todo ellos- pueden ser ganadores. Hay que trabajar. Hay que practicar más tiros de penales, tiros libres, dormir mejor, no trasnochar, alimentarse bien y creer. Dedicarse a la tarea de tener confianza. Hay que hacerles entender -aquí pongo mi interés- que los jugadores tienen que entender que cuando uno falla, los demás están para socorrer al que falló, sin asumir las fallas del otro. Y quien falló tiene que darse cuenta que lo que pasó obedece a una desconcentración del momento, que lo que sigue es otro momento y tienen que recordar que el fútbol se juega por 90 minutos, a veces les dan cinco minutos más de tiempo adicional y que en ese transcurso hay que hacer el esfuerzo hasta quemar el último cartucho. Si no pueden con las piernas, tienen el espíritu de lucha. Si antes, una noche, una tarde, algunos minutos jugaron de manera mágica, ustedes lo pueden volver a hacer, lo que tienen es que poner ganas y seguir, seguir. Hay que meter el gol, como sea.

Tuesday, September 30, 2014

Violeta y Arthur a dúo en París.




Y cuántas veces/
la tristeza celebra con mi rostro/
sus óperas de nada.
(Juan Gonzalo Rose).







Yo también estuve ahí
Y me sumergí en la sopa
de barro.
Comí renacuajos
y los vomité.

Yo respiré por la boca
olvidando mis pulmones.

Pedí limosnas sin estirar
los poros sudorosos de mis manos.

No les importó el escupitajo
de sangre que lancé,
ni siquiera abrieron los ojos
cuando no se cuaguló
y corrió como un río
lechoso de pús.

Antes del vinagre a beber
yo vi que clavaron
un recuerdo en mis manos
y dejaron que de mis pies
salieran esa plumas.
!Puede volar! gritaron
rascándose las axilas
tapándose también el poco pudor
con aquellas toallas raídas
traídas de Bizancio.

Allá cayeron lluvias
sin que hubiera cielo.
Allá danzaron
la nada y la sonrisa
Do, re, mi, fa.
Oh, el aplauso!
Y se borraron tras del si.
Lo sé.
Vi como corrieron
Dejando las huellas en la almohada.

Voy tras de ellos
llevando sin cuerdas mi violín
¿Será que andan enredados
en alguna pesadilla?
Olvidé también las melodías
No importa, allá
no se necesitan los oídos.

Arrimo el hombro a una esquina
olvidando que debí doblar.
Mi corazón se agita al viento.
Cuento mis huesos
los tejidos con los que voy
atado
!Mi piel, mi piel!
¿Dónde abandoné la piel?


 *Poema escrito luego de algunas experiencias: Cuando leía la biografía de Arthur Rimbaud llegó a mis manos la pelicula ‘Violeta (Parra) se fue al cielo’. Al comentar la historia de la chilena dije “yo conozco el lado feo de las calles por las que ella transitó”. Una persona muy querida me respondió: “Si querido, ojalá nunca vuelvas a ese lugar de nuevo”. LLenándome de valor, descendí por un rato y de ese pantano de mi alma arranqué esta flor... Un detalle adicional, dicen que Rimbaud escribió “El barco ebrio” a los 17 años, había terminado de leer a Julio Verne. Yo no estuve ebrio cuando -tras sacarme la piel- me sumergí en el fango donde vive Leviathan.

Tuesday, September 23, 2014

Con la escritora Annie Proulx en ‘Wyoming’.



Me pasó algo sorprendente con la escritora estadounidense Annie Proulx. Después que la leí no pude compenetrarme con otros cuentistas. Pasaron algunos meses para no tenerla muy presente y poder reconciliarme con otros narradores. La fuerza de su narración es tremenda, te ata como lector.

Annie Proulx saltó a la fama luego que uno de sus cuentos se hiciera película y ganara algunos premios de la Academia de Hollywood. La autora de ‘Brokeback mountain’ es una experta buceadora en la mente de sus personajes. Ella se sumerge hasta lo más profundo del alma humana para sacar una joya valiosa y ofrecerla a sus lectores. Hoy la podemos leer en español gracias a la reciente publicación de sus relatos en un libro titulado “Wyoming”.



Entre sus relatos favoritos esta “Nadando en el barro” y es precisamnete el que abordaré en esta oportunidad. El cuento fue publicado primero en la revista The New Yorker, en junio de 1998. No sé si la traducción del título al español de cuenta exacta de lo que Annie Proulx quiso decir cuando publicó su historia titulada ‘The mud bellow’. Como dice el mismo título, el cuento es una exploración más abajo del fango.

De ese fango del que algunas veces sale bien parado Diamond Felts, cuando un toro arisco lo tira del lomo. Felts es un muchacho de 23 años, quien desoyendo a su madre decide convertirse en un cowboy de los torneos para vaqueros del medio oeste estadounidense. Pero ¿qué hay detrás de esa decisión? ¿Por qué un joven quiere someterse a una prueba tan difícil?

Annie Proulx nos da una respuesta. La narración no es breve, comienza en el momento que Felts va a tratar de permanecer por muchos segundos en el lomo de un toro salvaje que ya es una leyenda por su mal genio. Al momento que los ayudantes abren las portezuelas de la caja-celda donde tienen inmóvil al cornudo en espera de la orden del cowboy que cree estar cómodo, la escritora decide comenzar su relato desde el principio. Diamond Felts esta trabajando en un lugar donde crían ganado, al final de la jornada y por diversión de los dueños se les pide a los nuevos trabajadores probar suerte con la monta de toros nada dóciles. El pequeño Felts sorprende a los ganaderos de este pueblo de Wyoming cuando permanece en el lomo del toro más allá del tiempo límite esperado y cuando sale despedido del animal aterriza de pie en el piso. El talento innato demostrado es prueba suficiente para que quienes ven la hazaña del pequeno joven lo alienten para que se haga profesional. Felts recuerda que la única vez que montó un toro fue cuando su padre lo llevó a cabalgar caballitos en un carrusel. Después de aquel día le comenta a su madre que se hará vaquero de competencias. Su madre desea verlo en la universidad, porque el rodeo es para chicos de abajo. Felts deja su casa y comienza su aventura. Con la pierna rota vuelve a casa, ahí descubrimos que su madre esta sola, ella vive con su hermano menor quien dice haberlo visto cuando el toro lo tiraba. La madre es muy opresiva con Diamond, no permite que su hijo se tome libertades, mucho menos que hable lisuras. Lo que le duele es que ella lo llame renacuajo. Es la madre quien lo lleva a conocer a un ex cowboy lisiado en su propósito de sacarlo de las competencias. El joven sigue desoyendo, pero recuerda algo muy feo que su padre le dijo cuando este dejó la casa y a su madre. Poco a poco ese enojo lo irá ganando y actuará con agresividad incluso con la esposa de una de sus colegas, quien como su madre osa llamarlo enano. La vida de Diamond Felts es la vida de un cowboy que pasa dificultades, pero persiste hasta encontrar algo. Ya lo han revolcado en el fango, pero no ha llegado a tocar fondo. Cuando volvemos al inicio sabemos que ese final esta próximo. El cowboy es sarandeado como una toalla. Cuando ocurre, el castigo del cowboy es doloroso, pero no es tan doloroso para Diamond, quien tratando de encontrar respuestas llama a su madre para preguntrarle, qué quiso decir su padre con lo que le dijo aquella vez que dejó la casa. Es el momento en el que entendemos por que este muchacho se ha sometido al castigo.

No tengo los pormenores de cómo Annie Proulx llegó a escribir este relato. No sé si sólo lo exploró o alguien le contó algunos pormenores. Pero usando la imaginación puedo llegar a verla pensando y preguntándose, por qué los jóvenes cowboys se tienen que arriesgar a montar los toros salvajes y verse expuestos a la posibilidad de salir disparados, romperse los huesos o morir. Ella encontró una respuesta, quizás no sea del todo cierto, pero es una excelente aproximación.

Brokeback mountain y Wyoming.

Lo que sí conozco es cómo la escritora estadounidense escribió ‘Brokeback mountain’. Ella dice que le gusta observar. Así que un día vio a un cowboy retirado de más de 60 años mirando a dos jóvenes que bebían y jugaban en un bar. ‘Esa mirada’ le picó la curiosidad. No fue una mirada cualquiera, esa mirada tenía un significado mayor. No fue un vistazo o una ojeada, era algo más. Ella trató de entender el significado profundo de esas pupilas dilatadas y allí se sumergió para pescar algo. De tanto estar buceando pudo llegar a tocar el fondo y entonces la pesca se hizo fácil. Supo entonces que se trataba de un homosexual, fue así que decidió escribir su relato traducido también como ‘En terreno vedado’.

El cuento -llevado al cine y traducido al español como ‘El secreto de la montaña’- es una de los trece relatos que forman parte del libro ‘Wyoming’, publicado por editorial Lumen. De este relato se ha escrito bastante y ha dado pie a que la escritora sea reconocida en el mundo entero. Aunque la historia no es precisamnete la mas leída por los pobladores del estado de Wyoming, como bien lo reconoce Proulx. El tema de la homofobía, la falsa moral y todo lo ‘feo’ que se pone al descubierto no ha sido muy tomado en cuenta.

Todos en todas las partes del mundo quieren sólo que se de a conocer lo arreglado y bonito de la fachada de sus casas, jamás quiere nadie que se hable de lo mas íntimo, por más que alguien lo haga con sentido humano y universal.

Nunca Annie Proulx dio a conocer una receta para escribir cuentos, ella suele decir que para escribir bien, hay que leer bastante y lo que si tengo presente es que ella suele decir que ‘el lugar es el que dirige el relato’. Cuando tú llegas a conocer un lugar llegas a saber a que se dedica la gente, de que se habla, cuales son sus costumbres y su historia y … (esto es mío) puedes ir a fondo sin necesidad de visitar sus casas.

Los guías de turismo recomiendan ir a Wyoming los últimos días del mes de julio. Es la temporada más caliente del año y es donde uno puede gozar de la naturaleza en todo su esplendor. Se puede visitar la capital Cheyenne si uno viene desde Denver – Colorado, estado con el que colinda al sur. Y siguiendo hacía el oeste en línea muy horizontal visitar Saratoga.

Para ser más preciso, Bird Cloud es el lugar donde vive Annie Proulx. Ella construyó su casa a su gusto precisamente en ese lugar. Ella vive allí desde 1995. Alguna vez Proulx contó que decidió ese lugar luego de andar presiguiendo a uno de los personajes de su novela ‘Postcard’ (Tarjeta postal) para no cometer el error de John Steinbeck, quien al escribir ‘Las viñas de la ira’ situó a sus personajes en un lugar donde jamás había ocurrido algo parecido a lo que contó. Bueno, el lugar donde ella vive es paradísiaco. Se trata de un rancho que se edificó al pie de peñasco por donde transcurren las aguas de un río caudaloso en épocas de lluvia y según sé el viento ruge como fiera invisible.



Wyoming es un estado casi despoblado, menos de 600 mil personas viven en un territorio que tiene 360 millas de largo por 280 millas de alto, pero sorpendentemente tiene el mayor porcentaje de suicidios en los Estados Unidos. Pero no se preocupen por eso, dice Proulx, si desean conocer una zona sorprendente, visiten el lugar. La cantidad de residuos fósiles y la tierra en constante ebullición, pareciera darnos cuenta que el pasado esta todavía ahí presente, al alcance de la mano.

El encanto de la zona, muy cerca a la Sierra Madre, es lo que cautivó a la escritora, quien después de estar viviendo en distintas partes de su país decidió asentarse en Bird Cloud. El rancho estuvo en venta, pero Proulx volvió a enamorarse y decidió seguir en su casa. Lo cierto es que su gran colección de libros –ella habla de más de cinco mil volúmenes- hace muy difícil el deseo de mudarse del lugar. Pero ella dice ‘sigo considerándome una gitana’ y tiene razón. Su padre es un franco canadiense que le acostumbró precisamente a eso, a mudarse constantemente.

Annie Proulx nació en Connecticut, estudió la escuela en Maine, estudió Historia en la universidad de Vermont, donde obtuvo altas calificaciones, pasó por Canadá y estuvo en Nuevo Mexico hasta que llegó a Wyoming.

Cuando uno escribe y descubre todo lo que tiene un lugar y quienes viven en ella -dice Proulx- es fácil poder sacarle todas las historias que uno desea. Uno observa y las historias aparecen en gran número, comenta. Precisamente en su libro de cuentos titulado ‘Wyoming’ notamos que Proulx tiene razón. En ese inmenso territorio casi virgen, sus pobladores cazan renos, se enfrentan a uno que otro grizzlie, crían ganados, a veces se animan por probar con algunos búfalos, montan toros, caballos, tienen que pagarle grandes sumas de impuestos al Estado porque el Estado es el verdadero dueño de esas tierras. El río crece, el viento destruye, la lluvia arrecía. La vida en un mundo duro es por consiguiente también duro. Los hombres pelean y algunas mujeres se tienen que pelear con los hombres para sobrevivir.

Detalles en torno a la vida de Annie Proulx

La madre de Annie Proulx fue pintora. Son cuatro hermanas.

‘Heart song’ fue su primer libros de cuentos. Fue publicado cuando la escritora tenía 53 años. Ganó el Premio Pulitzer. Tiene una novela traducida al español, Atando cabos, que también ha sido llevada al cine. Comenzó a escribir con las iniciales de su nombre E. A. Proulx.

Siempre le ha interesado el tema de los inmigrantes. ¿Por qué vienen, por qué se quedan? Y ¿por qué no se van pese a estar pasando lo peor?

Sus ancestros vinieron a América del Norte antes que llegaran los inmigrantes del barco Mayflower.

Estuvo tres veces casada. Nunca pensó ser escritora, pues se considera más lectora.

Le encanta trabajar sola, sin burocracía y sin la gente irrespetuosa que se encuentra en las oficinas. La vida de una escritora es perfecta para mi, dice, ‘puede escribir cuando deseo, si me despierto a las 3.00 a.m. escribo sí así lo deseo.

Le encanta el rodeo y tiene una gran colección de libros acerca del tema. Le encanta el tema de borrachos, pero no sólo en el rodeo hay borrachos, mi ex primer suegro lo fue, comenta.

No cree en los premios. “Los premios se crean en los Estados Unidos, hay gente que busca libros con una gran etiqueta”.

Sorprende cuando dice que es raro que lea ficción.

Para escribir Annie Proulx busca el lugar y tras hacer un investigación de la situación económica, cultural y se lanza a escribir. Le gusta escribir en tercera persona.

Para la escritora un cuento es una forma superior de literatura. Escribe el final primero. Siempre sabe a donde va. Sé como acabará y tengo una simple idea final que sostendrá todo.

Un cuento demanda mucho, hay que tener un gran conocimiento de la naturaleza humana y sus puntos particulares. En el cuento cada palabra cuenta y la puntuación dice mucho. No creo que haya cultivado un estilo, escribo como soy. Escribe a mano y soy capaz de escribir una historia 16 veces. Admira a Aidan Higgins de quien dice que es el mejor narrador, tiene un sin número de buenas oraciones.

El problema de los escritores es que son lectores muy pobres. La escritura viene de la lectura y la lectura es el mejor profesor para escribir.

A mi me sorprende mucho la imaginación, dice la escritora, quien escribió mucho acerca del tema.

Escribe desde el punto de vista de hombre. Siempre quise un hermano y los hombres siempre están haciendo cosas. Me gusta explorar su mundo, concluye.