Tuesday, April 29, 2014

Las adicciones y la meditación curativa.

Mi buen amigo Jaime me llamó para confesarme que era un adicto a la cocaína. Me sorprendió con lo que me decía. Me dijo también que yo era la primera persona de su entorno que sabía de su dependencia. Aunque parezca raro, me gustó la confianza. Pero valgan verdades, no supe cómo actuar para ayudarlo. Nunca más volvió a tocarme el tema, nunca más volvimos a encontranos y dialogar a solas. Luego ocurrió su lamentable deceso. Una sobredosis de cocaína le produjo un paro cerebral. Desde entonces me vengo preguntando ¿por qué Jaime se volvió adicto? Recuerdo que le dije que no entendía lo que le ocurría. Conocía a sus padres, eran seres bondadosos. La madre lo adoraba, el padre también. Recuerdo que el papá siempre estaba presente alentando a su hijo en los torneos deportivos, en el trabajo era su ferviente admirador. Para el papá, Jaime era el mejor. Muchos lo envidiaban por su talento.

Sin embargo, Jaime no se creyó la historia.

Traté de hacer memoria. Una novia, Cristina, la recuerdo bien, le había iniciado en las drogas. Ambos habían comenzado a tener sexo cuando estaban muy jóvenes y ella siguió inmediatamente después con la cocaína. Fue ella quien le motivó a probar. El aceptó. Ella se volvió dependiente porque en el círculo que se movía conoció a otros drogadictos, hasta que un día rompió el compromiso para poder estar junto a un vendedor de drogas. Jaime no lo soportó, le dolió que Cristina le dejara por un ‘pobrediablo’. Entonces se trató de responder consumiendo más, llamando a Cristina para drogarse juntos, hasta que también se volvió un dependiente. Lo peor es que ella no cedió y prefirió al otro. Se rompió todo entonces y mi buen amigo terminó atado al consumo. Pienso que eso marcó el inicio de su temprana partida.

Con lo que le pasó a Jaime, ahora siempre tengo una pregunta rondando en mi cabeza ¿cómo ayudar a un adicto? No importa que tipo de adicción se presente: alcohol, drogas, depresión, miedo inventado, sufrir, sexo, entre otras muchas más. Con el paso del tiempo se han ido sumando más preguntas ¿qué hay detrás de cada problema? ¿cómo rescatar a un naúfrago?. ¿Cómo evitar que se hunda  en las aguas fétidas o sea devorado por las fieras que esperan impacientes en ese remolino?

Hoy gracias a internet descubrí los consejos de la hermana Shivani de la Hermandad Espiritual Bhrama Kumaris, y les adelanto, es lo mejor que he oído. Ella dice que una adicción obedece a un intento de llenar un vacío interior. Se trata de una desconexión emocional que requiere cura. El adicto llena el vacío con la sustancia que consume, la que sea. La sustancia es la medicina que le ofrece felicidad perdida, claro, se engaña, por esa razón el adicto cada vez consume más y más y muchas veces sucumbe.


Cuando existe esa desconexión emocional, la persona es incapaz de poder crear su propia felicidad interna, tiene una imagen negativa de sí misma y va perdiendo el autocontrol. Como genera un sentir negativo, recibe –con la preocupacion de los demás- un sentir igual de negativo.

Para curar ese vacío, esa falta de felicidad verdadera, esa herida invisible y sangrante, Shivani recomienda meditar.

Créanme, cuando escuché a la hermana Shivani por primera vez me pareció interesante, pero la he vuelto a oír más de diez veces para familiarizarme con lo que sugiere y me ha parecido genial.

Voy a comenzar por el principio. Las adicciones casi siempre se producen por un problema o un mal entendido con nuestros padres. Hay padres que al no estar presentes crean un vacío inmenso en un niño. Otros padres, pese a estar presentes, obran mal y maltratan a los hijos con palabras o acciones, crean entonces el vacío y la desconexión emocional. Casi siempre el hijo se pregunta ¿por qué mi padre me trata así, es que acaso no soy su hijo? Comienza a generarse entonces un primer problema afectivo que tiene mucho que ver con una baja autoestima. Muchos padres llegan a humillar a sus hijos y en ese caso el vacío se hace más profundo.

Cuando somos niños, el llanto es una forma de buscar la atención de nuestros padres. Cuando vamos creciendo ese llanto ya no se presenta con lágrimas o berrinches, se manifiesta de otra manera. La adicción es eso, la nueva forma de llamar la atención de nuestros padres. El llanto interno que se exhibe con máscara.

Caer en la adicción toma distintos caminos. A veces comienza como diversión, obedece a la falsa creencia de que sí los demás lo hacen porque no lo voy a hacer yo. Si tenemos la herida que sangra y sentimos cierto alivio con cualquier estimulante y lo notamos, podemos caer profundo. Una herida que sangra necesita de cierta medicina, la sustancia que usamos se convierte en la medicina que gradualmente va tomando fuerza y nos ata. Pero resulta evidente: despertamos a un monstruo.

En nuestras relaciones siempre existe el cuidado y la preocupación de quienes nos rodean. Y todos pensamos -cuando hay un caso de adicción- ¿cómo puedo ayudar al que sufre?. En casos de adicción, tenemos que conocer la dinámica interna del problema, de lo contrario haremos peor o más difíciles las cosas.

Recuerden, todo cambia cuando hay una adicción. El dependiente cambia de comportamiento, se torna irritado, siempre anda malhumorado, incluso su diálogo se vuelve distinto. Quienes están alrededor notan y ven la diferencia, pero el involucrado no está consciente de lo que ocurre por esa desconexión que experimenta. La persona gradualmente pierde el autocontrol. Trata de cambiar, pero no puede. Entonces viene la frustación. A la creencia de ‘soy débil’, se suma la depresión, viene el castigo y cada vez la persona se hunde en la dependencia. Como se siente vacío, busca algo para reconfortarse, entonces requiere su dosis.

El ‘mañana cambio’ nunca llega y se reemplaza por el ‘creo que no podré salir nunca de esto’. La autoestima baja y el castigo sube. La herida interna sangra y duele más.

Una persona que no es consciente de lo que ocurre a su alrededor no puede generar felicidad interna, quererse se vuelve imposible.

Los padres, los familiares, los amigos desean ayudar, pero como estan pegados de cerca y no conocen la dinámica del problema, crean -con sus comentarios y actos- más dolor y pena. Quienes tratan de ayudar, ante la ayuda no atendida, suman impotencia, enojo y odio. Y disparan aún más lejos el mal sentir del dependiente, quien se reafirma en la falsa creencia de ser alguien que no vale.  Olvidamos entonces nuestro rol de ayuda y en vez de rescatar al dependiente lo hundimos más hondo.

¿Por qué ocurre la adicción? Nos preguntamos cuando nos toca un caso cercano. Lo reiteramos por la desatención infantil que nos acompaña. Cuando crecemos, el niño sufrido viene con nosotros. Si hubo una desatención y encima se sumaron gritos, castigos, humillación, el niño ya adulto llorará de otra manera. Pero ahora se suma algo más, el deseo de vengarse de quien le infringuió ese dolor.

“Ahora voy a castigar a mi padres, porque creo que mi padres son reponsanbles por el dolor que siento. Por gritarme, por no creer en mí. Ahora le devolveré la preocupación”. Es la idea que merodea inconsciente en la mente del dependiente. Cuando alguien le recuerda que el padre está preocupado, éste contesta, ‘me gusta que mi padre sufra, ahora le toca a él. Ahora es tu turno por todo lo que me hizo antes’. Y esa es una respuesta no consciente.

Todos castigamos a nuestros padres de una u otra forma. Respondemos en igual proporcion a lo que recibimos siempre. ‘Tú me hiciste llorar, ahora te toca llorar a ti. Mira lo que me hiciste sentir’. En la mente se genera el pensamiento de, ‘ahora dejame herirte’. Pero reitero, el involucrado no es consciente que esta generando ese pensamiento.

Los padres entonces se van a sentir terribles y piensan que fallaron. ‘Cómo es que está ocurriendo todo esto, piensan, si nosotros deseamos lo mejor para ellos’.

Y los dependientes se siguen hundiendo en la falsa creencia de ‘mi viejos fueron malos’.  Pierden la buena imagen de ellos mismos y con esa imagen negativa, generan vibraciones negativas y reciben lo mismo. Esta cosa horrible es lo que soy, piensan. No es verdad, pero no lo entienden.

Cuando en un resquicio de lucidez, los dependientes tratan de cambiar esa imagen negativa de sí mismos y optan por ir al psicólogo, se alegran por el hecho de encontrar a alguien que les escucha y respeta y les agrada que no les esten pasando el dedo en la herida que sangra. Ahí es donde se ven como personas valiosas y están felices de no ser cuestionados, ni acusados de nada. Eso es lo que quiere un adicto, que lo vean como persona buena y valiosa.

Hay que entender que ellos toman lo que toman porque es la medicina que los reconforta por ahora.
No es la sustancia lo que le esta causando el problema, el lío obedece a una desconexión interna que sienten consigo mismo. Se han desconectado de la experiencia de la felicidad.

Es evidente que quien esta contento y lleno de alegría jamás buscará estimulantes afuera.

Ojo, no se puede quitar la medicina antes de curar la herida que causa la adicción mientras no se cure la herida que sangra. Es la única medicina que tienen. Pero hay que recordar, todos somos dichosos en esencia, pero con el stress, la falta de pausa, los enojos, la rabia, el odio y las preocupaciones de la vida nos hemos alejado de nuestro océano de paz. Por eso es necesario volver a las fuentes, recargarnos de manera positiva, meditar.

Cómo meditar.

La meditación se presenta aquí como la gran ayuda. Primero debemos borrar la creencia de que ‘mis padres no me querían y obraron mal’. Tenemos que reemplazar ese pensamiento por el de “mis padres querían lo mejor para mi”. “Ellos me querían fuerte en un mundo muy deshumanizado”. “Ellos tal vez sufrieron el doble y sobrevieron”. Tenemos que hacer el esfuerzo de enraizar ese pensamiento en lo más profundo de nuestro cerebro. Luego podemos sumar el amor y la compasión. ¿Cómo? Un ejemplo para graficar la compasión y el amor es, imagínemos a un bebé que se golpea y se hace una herida en el dedo. Una madre opta por llevarse el dedito de su hijo a la boca con amor. Desea que esa herida cicatrice lo más rápido posible y que el dolor pase ya. Ese mismo amor y compasión tenemos que ser capaces de generar en nuestro interior para nosotros mismos. *Hay que suavizar el dolor con bondad y cariño hasta que se diluya. Tenemos que ser conscientes que eso no ocurrirá como un milagro repentino. Toma tiempo. Tenemos una herida sangrando que tenemos que cuidar y proteger.  Hay que contemplar eso con valentía, callar la conciencia negativa, hasta que logremos encontrar la felicidad perdida. Centrémonos en lo bueno, en la gratitud de vivir, por ejemplo. Tenemos que volver a nuestra raíz, todos somos puros en la esencia, en el centro de nosotros, lo dicen todos los que han estudiado esto: todos tenemos paz, alegría, amor, luz, compassion y perdón. Las falsas creencias nos han hecho olvidar lo mejor de nosotros. Debemos volver a sumergirnos en ese océano de bondad y paz. Eso se logra en silencio, observando, aceptando sin juzgar todo lo que viene a la mente. Perdonando, primero a nosotros y luego perdonando a los demás.

Hay que reconectarnos con la esencia. Somos seres consciente, puros y llenos de felicidad. Esa es nuestra esencia. Hago un hincapie en esto: Nuestro estado de ser y estar contento no depende de nada por fuera, por dentro somos mejor que un diamante. Debemos tomar control de la esencia, sin juzgar, aceptando, entendiendo la pena y el dolor. Ahora el deseo de curarse tiene que darse con la vibración del amor.

Epílogo

El caso de Jaime me desconcertó porque sus padres habían sido maravillosos. Y me sigue desconcertando porque no encuentro respuestas. Lo de Cristina lo pude ver mejor. Su padre abandonó a su familia. La madre y sus hijos se quedaron en la orfandad, vivían en un cuchitril y llegaron a mendigar comida muchas veces. Cuando la madre consiguió un marido, este vino con una doble intención, hasta que violó a la menor. Cuando Cristina le contó a su madre lo ocurrido, ella le pidió callar. Que lo que pasó no se lo contara a nadie, le dijo. La madre temía que la mendicidad que habían sufrido se repitiera, tener un proveedor de un plato de sopa todos los días era lo mejor para ella y los suyos. Cristina se sintió desamparada doblemente: por su padre que se fue y por su madre que no la socorría. Le dolía ver que su madre siguiera acostándose con el padrastro como si no hubiese pasado nada. En la mente de Cristina  comenzó a gestarse el vacío. Cuando conoció a Jaime y tuvieron un sexo sano, ella creyó encontrar la paz, pero pronto esa paz se rompió con las drogas que probó. A las drogas y el sexo se sumó la promiscuidad. Además, ella comenzó entonces a golpear a Jaime, pero éste jamás le respondió, temía dañarla, era más fuerte. Quien sí la humillaba y la agredía fisicamente era el vendedor de pacotilla. Ella se sentía sucia, fea, una cualquiera y para ‘calmar’ su mente que la torturaba buscaba castigo. Cuando el fulano la golpeaba, ella se sentía ‘feliz’.

Se embarazó y Jaime la ayudó con los abortos, pero como la agresión de ella hacia él fue en aumento, Jaime tomó distancia, pero la usaba como excusa para seguir drogándose.

Hasta que murió por una sobredosis. De ella no sé nada, ojalá haya encontrado ayuda. Ella debe buscar la verdadera felicidad en su interior, como todos.

Friday, April 18, 2014

Gabo, la muerte y sus doce cuentos.


Gabriel García Marquez era un mago genial, uno de esos seres talentosos que saben mover muy bien sus manos para camuflar los conejos o las palomas. Cuando liberaba a sus pequeños seres escondidos en las mangas o en los sombreros uno recibía una lluvia refrescante en una tarde calurosa de feria en un antiguo auditorio y quien lo veía -quiero decir leía- aplaudía ‘a rabiar’ como lo haría un niño alegre sacudido por la sorpresa.

En sus “Doce cuentos peregrinos’, GGM nos dice que se tratan de cuentos extraviados, que tras un trabajo de ocho meses febriles vuelven a aparecer en forma de un libro. Vaya piadosa mentira, lo que en realidad Gabo nos cuenta en este libro de relatos es todo aquello referido a la muerte. Y lo hace advirtiendo desde el principio, aunque el detalle se pierda de vista. La muerte esta observada y tratada en muchos de sus formas, desde el sueño, la pesadilla, hasta la muerte absurda, la sorpresiva, sin dejar de tocar la del presagio y hasta la violenta que se da por propia mano o por mano ajena.

En el prólogo García Márquez comienza dando una explicación, el libro está escrito para niños que deseen convertirse en escritores. Al releerlo en conjunto uno se da cuenta que lo que nos dice el autor es verdad, los cuentos son exquisitos, pero están planteados de una forma tan didáctica que estimula a seguir sus consejos.

Me explicaré mejor y me entenderán mas si siguen mi relato.

Les dije que García Márquez es un mago y es cierto. Empieza contándonos su propio sueño. Un día asiste a un entierro junto a sus amigos, al final cuando todos se despiden, él se tiene que quedar, alguien le dice que es el único que no puede irse, entonces comprende que morirse es no estar más con los amigos. Contándonos este sueño, GGM nos alerta con su magía escondida: ‘voy a hablar de la muerte. Es la premisa en este libro’. Pero por ese artificio genial de mago que sabe su trabajo nos saca de ese punto y nos refiere otros detalles interesantes. Nos dice que entre libro y libro sin saber qué camino tomar y para mantener las manos calientes, escribía crónicas periodísticas. Por entonces también se dedicó a escribir relatos. Logró reunir sesenta y cuatro, dos llegaron a ser publicados y algunos tuvimos la suerte de leerlos (una verdad a medias, pienso) Gabo habla de ‘El verano feliz de la señora Forbes’ y de ‘El rastro de tu sangre en la nieve’. El deseaba que todos los cuentos tuvieran una unidad de tono y estilo, comenta.

Escribir un cuento es una tarea titánica como escribir una novela, dice el autor colombiano, en el primer párrafo de una novela hay que definir estructura, ritmo, longitud y el carácter de los personajes. Lo demás es el simple placer de escribir a solas. Pero en el cuento, si la historia no fragua, no fragua. Así que García Márquez sugiere volver a comenzar el relato desde otro camino o tirar el escrito a la basura.

El escritor refiere que sus hijos le dan un cuaderno de notas. Ahí va anotando una serie de historias y escribe un centenar de  relatos. De pronto el cuaderno con los relatos se pierde, tras la búsqueda desesperada, GGM llega a la conclusión que han sido tirados a la basura. Pero recordando algunos vuelve a reescribir treinta, de ese buen número el escritor fue desechando y se quedó con dieciocho . El que nunca cuajó es el de sus funerales, precisa. Doce tomaron aliento por una serie de razones, porque se trata de latinoamericanos en Europa y porque se aparecían como fantasmas de la memoria. Y dice más, los recuerdos falsos resultaban convenientes para suplantar la realidad. (Los escritores siempre cuentan sus cosas personales camuflándolas con inteligencia. Más adelante les daré algunas muestras de lo que digo. Esta es una de ellas, GGM las agrupa en un libro cuando se da cuenta que todas tienen como eslabón que las une: la muerte. Es entonces que, como cocinero con experiencia entiende que su sopa esta lista. Claro que al contarnos la historia del extravío nos saca del punto principal, nos hace olvidar la muerte y las historias se leen como las cosas que les ocurre a los latinos en Europa, sean quienes sean, presidentes, putas o magos).

Revisemos cada cuento.

En ‘Buen viaje, señor presidente’ el autor nos habla del hombre que se salva de morir lejos de casa. Es un ex presidente quien esta a punto de morir, sí, pero de tristeza. Alejado de su país y sus quehaceres. Ese hombre honesto –como pocos politicos- se ve aquejado por un problema en la columna. Lo operan y pagando sus deudas con el anillo matrimonial de viudo y con el reloj de leontina regresa a su país, donde rehace su trabajo y vuelve a vivir. Logra burlar a la muerte.

En ‘La santa’ se aborda el peregrinar de un hombre que busca absolución. Se siente culpable de la muerte de su esposa. La hija sobrevive, pero muere también a los siete años. Cuando van a construir una represa, el padre desentierra a sus seres queridos y descubre que el cuerpo de su hija esta fresco once años después de su deceso. La culpa es así, siempre merodea desde el ayer. García Márquez nos cuenta aquí su experiencia en el cine italiano, lugar donde aprende mucho de la estructura narrativa, las escenas y la premisa de cada historia. En este relato une a su personaje tratando de buscar al Papa Albino Luciani quien además muere por causas extrañas.

En ‘El avión de la bella durmiente’ el lenguaje hace el nudo que ata la historia al conjunto, el escritor piensa que la bella toma las pastillas para morir y trata de responder una interrogante, ¿no es acaso la muerte una suerte de sueño profundo y bello? Este cuento es, además, una semilla para el relato que el escritor viene explorando, aquí se gesta, pienso, ‘Historia de mis putas tristes’. Es evidente hasta en la evocación del libro que siempre fascinó al premio Nobel: ‘Las bellas durmientes’ de Yasunari Kawabata. En el vuelo, el narrador se complace observando a la bella.

En ‘Me alquilo para soñar’, el tema refiere que la muerte te encontrara tarde o temprano y a veces es un sacudón brutal. Recuerdan la mujer colombiana que le dice al narrador que abandone Viena, es la misma que muere en La Habana, Cuba, cuando en el malecón un maretazo estampa el carro que ella maneja contra un edificio de varios pisos. La muerte merodea y sí busca a uno y no lo encuentra, pareciera ser que se sacia con el otro. Este cuento ofrece un detalle adicional, Gabo pinta muy bien al poeta chileno, Pablo Neruda, cuando lo describe moviéndose ‘por entre la gente como un elefante inválido, con un interés infantil en el mecanismo interno de cada cosa, pues el mundo parecía un inmenso juguete de cuerda con el cual se inventaba la vida'. Este relato es muy didáctico, tiene muy bien establecido esos tres puntos narrativos y se los puede ver con claridad, se da cuenta del hecho inicial y violento en la capital cubana y se muestra un detalle adicional, el anillo de serpiente. Entonces se comienza por el principio, la visionaria de los sueños en Viena, su aparición en Barcelona con Neruda y el final trágico de La Habana.

En ‘Sólo vine a hablar por teléfono’ se cuenta como una persona puede vivir en un infierno. Recuerdan, la mexicana María de la Luz Cervantes al regresar de Zaragosa a Barcelona, sufre la avería de su coche, se sube a un bus viejo donde se cambia la ropa mojada –estaba lloviendo-. El vehículo va a un hospital de enfermos mentales, la pobre mujer es confundida por una de ellas y termina recluída en esa versión del averno. Pierde la comunicación con el esposo y termina enloqueciendo. Hasta que en su búsqueda logra el contacto, cuando ya es tarde. Es el relato que me apasiona, la vida es un viaje que te puede llevar por sendas extrañas sin que tú lo desees.

En ‘Espantos de Agosto’, GGM nos dice que el morir es acostarse en un lugar y despertarse en otro. Para eso usa el recurso de Ludovico quien descuartiza  a su amada y se hace devorar por sus propios perros. No hay temor en lo que relata y no puede existir eso para contar el paso de un mundo a otro mundo. Eso es tan placentero como acostarse a dormir en la propia cama y abrir los ojos acostado en otro lecho.

En ‘Maria dos Prazeres’ se cuenta que la cita con la muerte no avisa y lo que es mas, la muerte se parece en mucho al amor. En la historia, el escritor comienza así: “El hombre de la agencia funeraria llegó tan puntual…” La brasileña Maria, vendida a los catorce años por su madre, ahora vieja y retirada del meretricio había estado soñando que se iba a morir, pero el sueño resultó mentiroso, porque al final ella termina liándose con un joven que le propone hacer lo que ella había hecho durante toda su vida. En sus planes estaba descansar en el Panteon de Montjuic, lejos del mar porque no quería aparecer flotando como esos ataúdes que vió flotando en el río Amazonas, en el Manaos de su recuerdo.

En ‘Diecesiete ingleses envenados’ una mujer que hace penitencia por años, tras enviudar decide ir a ver al Papa, pero lo que ve es la muerte, primero de un ahogado y después de ese grupo de muchachos que terminan intoxicados y muertos en ese hotel antiguo donde no se porqué designios del destino decide abstenerse de comer. Ella deseaba confesarse con el pontífice, pero éste estaba tan ocupado que no iba a darse tiempo para una mujer venida de Riohacha, Colombia, por lo que al final ella decide que lo mejor es rezar a Dios de frente y sin intermediarios.

En ‘Tramontana’ el escritor sí cree en los presagios de muerte. Sí en 'Maria dos Prazeres' no funcionó, en este relato sí funciona y da razones. Un muchacho se resiste a visitar Cadaqués con sus amigos que lo conminan a ir porque tiene temor de los vientos de tierra que soplan sin compasión. El narrador entiende al muchacho por lo que ha vivido, pues ha visto al retirado capitán de barco suicidarse por un gran temporal de tierra y así lo cuenta. Cuando el que cuenta la historia deja Barcelona, se entera que el muchacho asustado se ha lanzado del  vehículo en el que lo han subido a la fuerza, en la desesparación de huir lo que logra es acabar con su vida.

En ‘el verano feliz de la señora Forbes’ se trata del miedo que puede llegar a matar. El narrador es un niño y cuenta como junto a su hermano menor traman matar a su institutriz severa y alcohólica haciéndole beber un vino sedimentado. Cuando ella muere realmente, ellos se sienten muy culpables, uno de ellos dice: “tengo miedo de tener miedo” y creen que la policía les echará el guante, pero lo que la realidad les dice es que la mujer ha muerto a cuchilladas por lo que parece ser un amante anónimo. La muerte es también temor.

En ‘La luz es como el agua’, GGM advierte del poder de la poesía, sobre todo con los niños, porque la poesía mal entendida puede llegar a matar. Totó y Joel deseaban regalos asociados al mar estando en la mediterránea capital española. Un día cuando los padres dejan solos a los niños, ellos deciden abrir los grifos y llenar la vivienda de agua donde deciden navegar en sus botes. Si la luz es como el agua terminan electrocutados junto a sus demás compañeritos del colegio que se han dado cita en la casa.

En ‘El rastro de tu sangre en la nieve’ GGM aborda la muerte lejos de casa y todo ocurre debido a un detalle que parece insignificante: un pinchazo de una espina en el dedo de una mujer en flor. Como inmigrante y viviendo fuera de casa, lo que más asusta es morirse sin que ninguno de tus familiares este cerca, no por miedo a morirse, sino por el temor de causar un dolor tan lejano. Es lo que le ocurre a la bella Nena Daconte, que termina desangrándose en un hospital de París. Ella viene regando su sangre desde Madrid, donde le ha ocurrido el nada ‘trivial’ pinchazo. Pero el escritor hace gala de su fuerza personal, porque la muerta se entrega con hidalguía y coraje a la muerte. Ella bromea. Si observamos con detenimiento, el escritor se descubre sutilmente, pues nos esta contando su versión adulta de ‘Hansel y Gretel’ quienes riegan migas de pan para que sí se pierden encuentren el camino*. GGM riega la sangre de la bella y joven esposa a lo largo de un trayecto en el que va acompañada de su esposo, quien maneja un auto Bentley deportivo. Es un muchacho inmaduro, que sacudido por las circunstancias madura. Según Gerald Martin, biógrafo de GGM, este cuento refiere un caso muy personal del escritor, cuando estando en Europa Gabo vio como una antigua enamorada perdió al bebe que gestaba. La relación se truncó a raíz de la perdida, se murió ese amor y creó en el escritor un gran sentimiento de culpa. GGM pasó un tormento similar en París, donde algunas veces debió urgar en la basura para comer, porque se había quedado sin dinero y siempre andaba a la espera de una ayuda económica que viniera de Colombia.

Volviendo a los relatos y para terminar, el primero comienza con el triunfo del personaje ante la muerte, pero como todos sabemos la muerte es una cancerbera incansable, al final termina llevándose lo mejor, a una mujer –GGM adoraba a las mujeres- joven y bella.


*Pienso que GGM le leía los relatos a sus hijos antes de que se durmieran y se fue familiarizando con algunos. Si “En el rastro de tu sangre en la nieve” usó la historia  de los chicos perdidos en el bosque, en ‘Del amor y otros demonios’ usó la historia de ‘Rapunzel’ para recrear lo que ocurrió en aquel antiguo convento colombiano. Escribí una nota desgranando este recurso del ahora extinto Gabriel García Márquez.

Thursday, April 10, 2014

'Reformar' la mente.

La mente es como cualquier terreno abonado, toda semilla que plantes en ese suelo crecerá. Por esa razón ten cuidado de lo que deposites ahí, si dejas semillas de ortigas pronto tendrás un campo lleno de plantas venenosas, pero si dejas semillas de maíz pronto tendrás las mazorcas muy cargadas de buenos frutos. Las semillas en la mente son sinónimos de pensamientos, si uno deja pensamientos negativos pronto cosechará odio, envidia, enojo, revancha, dolor. Pero si uno planta buenos pensamientos, uno recogerá paz, alegría, calma, amor, armonía.

Enunciar esto es muy fácil, lo más difícil resulta llevar a la practica este primer enunciado. Para tener éxito tenemos que ‘reformar’ nuestra mente. La mente humana es como una computadora. Lamentablemente viene programada ya con un paquete que esta contaminada por un gran número de virus. En la raíz de la mente existe una serie de creencias que se manifiestan en forma de pensamientos, acciones y sentimientos. Si los vemos con detenimiento, todo eso tienen un patrón de falsa realidad.

Muchos creemos que el enojo es natural y basados en eso tratamos de levantar nuestro gran árbol. Muchos pensamos: ‘cuando me enojo logro lo que quiero’. Quizás hemos tenido éxito en algunas cosas, pero no es una verdad absoluta. El éxito sirvió para abonar nuestra creencia y hemos reiterado nuestras acciones hasta cimentarlas en lo más profundo de nuestra conciencia. Sin embargo, en la esencia de nuestra conciencia lo que existe es pureza, alegría, profundo conocimiento y gran poder. De acuerdo a algunas creencias eso también significa, Dios, inteligencia primigenía, lo Supremo, Luz que nunca se apaga.

Darnos cuenta de esta verdad universal toma tiempo, requiere esfuerzo y nos exige paciencia. Para comenzar el camino de transformación tenemos que observar de manera natural, sin ponernos una exigencia que nos agote. Cuando uno se carga de conocimientos, uno debe implementar esos conocimientos y haciendo un esfuerzo necesario uno comienza el camino del gran cambio.

Es algo así como ir al médico, el especialista nos dice que tenemos un problema, nos prescribe una medicación y nos pide seguir sus consejos. Implementando sus consejos es que lograremos mejores resultados. Cuando mayor atención le pongamos a la implemantación mayor será nuestro beneficio.
Para ‘reformar’ nuestra mente, los que deseamos hacerlo tenemos que implemetar los consejos.
Meditar. 

Muchos dicen que meditar es muy difícil, pero observando ese enunciado entendemos que eso también obedece a una falsa creencia. Todo inicio es difícil, basta con observar nuestro esfuerzo por ejercitarnos en un gimnasio para mantenernos saludables, el inicio es lo que nos hace pensar, mantenernos en el esfuerzo es lo que nos asusta. Esa responsabilidad nos llena de angustias. Nos alejamos del punto inicial y observamos la cumbre, el esfuerzo para lograr el ascenso es lo que nos produce vértigo. Pero no hay nada como inclinarnos con humildad y dar el primer paso.

Cuando implementamos la tarea de meditar, nadie nos exige hacerlo por media hora o cuarenta minutos, con cinco minutos iniciales bastan. Para meditar hay una serie de técnicas, las más comunes hablan de sentarse cómodo y seguir con calma la respiración armoniosa y la otra habla de repetir mantras o enunciados sencillos como por ejemplo OM SHANTI (Soy un ser de paz). Meditar no significa suprimir los pensamientos, esa tarea es imposible. Los seres humanos estamos hechos con una mente que tiene como tarea principal pensar. Pensar es su forma natural de ser. Bien, cuando se habla de meditar estamos hablando de entrenar la mente para poder clarificar nuestros pensamientos. En silencio, relajándonos con calma y paz podemos llegar a cambiar nuestros pensamientos negativos. Trabajando en la mente podemos cambiar la forma de pensar, actuar, sentir, cambiar las creencias y romper las raíces falsas enquistadas en lo mas íntimo de nuestra esencia.

Al reformar nuestro raíces, cambiarán nuestras creencias y nuestro pensamiento será más claro, por lo tanto nuestras acciones y sentires también mejorarán. Como notarán, ya no actuaremos de afuera hacía adentro. Nadie de nuestro entorno nos controlará. Reformando nuestra mente, actuaremos de adentro hacía afuera. Claro, habremos logrado también ganar en fuerza interior y positiva.

Mientras vamos avanzando en el entrenamiento de nuestra mente ‘salvaje’ poco a poco seremos capaces de plantar un nuevo pensamiento positivo en lo más profundo de nuestro inconsciente. Sabremos que hemos llegado a un buen punto del camino, cuando observemos que los pensamientos que nos oprimían bajaron de intensidad. Uno puede pensar alrededor de esos pensamientos negativos sin darles la importancia que antes tenían. Notaremos que esos malos pensamientos ya no nos dominan. Seremos capaces entonces de pensar de manera más positiva. Lo que equivale a decir: piensas mejor y ya no piensas en lo que usualmente pensabas. Los pensamientos negativos ya no se adhieren a ti, ahora uno es capaz de dejarlos que fluyan y discurran como agua, es más, el agua podrá evaporarse, diluirse con facilidad.

Meditando serás capaz de reconocerte como el guía de tu propio pensar, sentir y actuar. Ahora serás el master de ti mismo. Pero sin egoísmos. El silencio te llevará a lo más profundo de tu ser y podrás ver lo que todos los seres humanos tienen: gran conocimiento, pureza, alegría, perdón, paz.

Ahí en ese nivel es de donde todo fluye. Siendo capaz ahora de plantar un buen pensamiento habrás logrado ‘reformar’ tu computadora personal. Pero ahí no termina la cosa, uno tiene que seguir en el camino. El hecho de meditar se convierte en una necesidad, es algo así como comer. Todo ser humano necesita alimentarse para que el cuerpo mantenga su energía. Para que la mente se recargue, todo ser humano necesita meditar. Allí en la fuente es donde uno logra recargar su batería personal. Ojo, hablar de algo personal no es usual para quienes meditan. Uno entiende que cada uno de nosotros es parte de un todo. Nuestra energía viene del océano de luz del que todos venimos. Nuestra luz es apenas parte de la gran luminosidad que nos alumbra. Dios, la Fuente primigenía, el Supremo tiene que experimentarse como una realidad, dejando de lado la mera creencia aprendida.


Cuando experimentes la realidad divina lograrás el conocimiento, te gustará, lo entenderás, lo usarás y podrás recargarte las veces que lo necesites. Meditando.