Sunday, November 30, 2014

El amor según Alice Munro.

El amor se construye de diversas formas. No importa si una de las partes involucradas se esta hundiendo, siempre hay alguien que viene al rescate. Es lo que pienso nos dice la escritora canadiense Alice Munro en su volumen de cuentos titulado ‘Odio, Amistad, noviazgo, amor, matrimonio’. El título es malo, los relatos son interesantes, tienen el sello evidente de la ganadora del premio Nobel de Literatura 2013.

Si me hubiesen pedido titular el libro, hubiese sugerido ‘Las formas del amor’. Tal vez me hubiese arriesgado a titular el libro como ‘Floreros’. Lo digo porque en los floreros se ponen las flores y las flores siempre se asocian al amor. Pero bueno, ya el libro se publicó con el título mencionado y ya nadie podrá cambiar eso.

Para redondear la idea del primer párrafo les debo decir que en el cuento titulado ‘Puente flotante’-donde hablo del rescate del amor- Jinny se está muriendo con un cáncer- de pronto recibe el beso atrevido de un adolescente. El atrevimiento le toma por sorpresa y le da una dimensión nueva, siente una compasión alegre de sí misma y le produce un burbujeo de tierna hilaridad que se apodera de todas sus heridas. Diré algo adicional acerca de este relato cuando me sumerja un poco más en la inmensidad del libro.

Alice Munro reúne nueve relatos para darnos una serie de versiones de lo que en su mundo narrativo significa el amor. Las historias tienen internos y pequeños vasos comunicantes entre cada uno de ellos que sirven para dar mayor cohesión al total y hacerlo uno solo. El amor es no sólo llegar a la cumbre, es aprender a preservarlo, dice la escritora y para su realización nos muestra los distintos atajos o caminos.

En el primer relato, que es el mismo que da título a todo el libro, Munro dice que sí Cupido dispara su flecha de amor siempre dará en el blanco. No importa sí alguien se interpone o sí alguien trata de mofarse del mismo. Cupido nunca falla. Evidentemente la escritora canadiense nunca usa la figura de Cupido disparando su flecha -lo digo por efectos didácticos- pero es lo que en esencia trata de contarnos.

Ella sabe, sin duda, que en el inconsciente colectivo las historias tienen mucho de mito romántico, pero como es una escritora seria, busca los mejores mecanismos para no caer en ese facilismo melodramático. Al leerla creo reconocer los extraños caminos que recorre el amor cuando trata de alcanzar el blanco. Para que me entiendan mejor pasaré a desmenuzar un poquito el relato en mención.

Al inicio vemos a Johanna Parry tratando de llevar un juego de muebles a una zona alejada del Canadá. Desea embarcar los bienes en el servicio de trenes, ella será la encargada de recoger los enseres cuando arribe primero al lugar, por lo tanto, ella compra también un boleto de pasajera. El encargado de la estación se sorprende, primero con la persona y después con el pedido, los muebles deben llegar en buen estado. El encargado explica a la enigmática mujer todo el recorrido del tren para llegar a su destino. Comenzamos a ver cómo la escritora nos conduce al camino extraño del amor. Johanna es una mujer sencilla, va a comprar un vestido donde deja salir como por descuido la idea de que va a casarse. Tras comprar los boletos y el vestido nuevo, la vemos que se encuentra con su empleador. Trabaja en la casa del señor McCauley, quien no le toma importancia, la ve y no repara en ella. El señor mencionado es suegro de ken Boudreau, quien vive lejos del pequeño pueblito de Ontario. Ken ha sido piloto de aviones en la Segunda Guerra mundial y es viudo de la hija del señor McCauley. La dama muere por causas desconocidas, dejando una hija. Sabitha es la hija y ella vive con el abuelo. Johanna Parry se ha complicado la vida con los vecinos por pequeñas tonterias, uno de ellos es el zapatero del pueblo quien a su vez tiene una hija, Edith. Edith es lista, muy lista y es también amiga de Sabitha. Sabitha es una chica despierta, pero no tiene la inteligencia de su amiga. El padre escribe a su hija quejándose de no tener dinero y estar enfermo. Sabitha contesta las misivas por la exigencia de Johanna, quien a su vez escribe al padre agradeciendo algunas gentilezas. Por su parte Ken escribe a su ex suegro pidiéndole que venda sus muebles y le envie el dinero. El señor McCauley no mueve un dedo en torno al pedido, porque sabe que Ken le debe mucho dinero. Las cartas caen en manos de las amigas y Edith decide empezar un juego malvado de mensajes cambiados entre Ken y Johanna. Nos enteramos que Johanna es huérfana, que vivió en un orfanato, que trabajo en la casa de una anciana bondadosa que le dejó dinero y qué cuando ocurrió eso, los deudos la echaron. Ella llega entonces a casa del señor Mc Cauler para cuidar también a Sabitha. Los demás familiares alertan al abuelo del rápido crecimiento de la niña y deciden enviarla a un internado. Antes las amigas han estado enviando cartas. Edith escribía y Sabitha hacía los envios por el correo. Hasta que Johanna decide tomar cartas en el asunto de los muebles y enviárselos a Ken. El suegro se entera después de la partida de Johanna a quien acusa de hurto. Cuando Johanna llega al pueblo olvidado donde vive Ken se hace cargo de la situación y le pide tomar algunas acciones. El agónico Ken recuperado de una terrible enfermedad acepta todas las sugerencias de la recién llegada que lo ha cuidado con dedicación. Cuando el senor McCauler muere, la nieta vuelve al pueblo a enterrar a su abuelo, lo hace también el ex yerno quien viene acompañado de su mujer Johanna y de su pequeño hijo. Edith se queda sorprendida y teme que la descubran, decide no ver a su amiga, ella recibe las noticias por el lado de su madre, quien le refiere que también esta el pequeño Omar. Al estar escribiendo Edith decide terminar su notas así: qué nos reserva el destino a mí o a ti.

Lo que inteligentemente se planteó Alice Munro se cumple: el amor tiene sus recovevos, llega aunque tenga que transitar caminos extraños.

En el relato ‘Puente flotante’, Munro nos habla del amor inmaduro. Jinny de 26 años esta casada con un hombre de 42, pero que no le da su lugar pese a que ella se está muriendo de cáncer. Es más, el marido parece estar interesado en dar un paso adelante en la eventualidad de que ocurra lo peor. Pero hay algo sorprendente, Jinny siempre interesará a los hombres ‘menores’ (la edad cronológica no dice siempre la edad real), por esa razón ella despierta el interés de un ‘chicos’ y uno de 17 años la besa con tierna pasión.

En ‘Los muebles de la familia’ se habla de los amores secretos que se dan en la familia. Este relato tiene un par de vasos comunicantes con el primer relato, porque evidentemente se habla de muebles y de una hija nacida de un amor pecaminoso, quien es dada en adopción. (No hay amor pecaminoso, uso el vocablo sólo con el propósito explicativo).

‘Consuelo’ da cuenta de un amor que se acaba tras el suicidio sin despedida, ni nota explicativa y que tiene como final de despedida el contacto de la mujer con las cenizas del esposo, es el alivio que ella siente, es como darle la mano y el adiós al momento de esparcir lo que queda de él. Este relato se comunica con ‘Puente flotante’ porque en el  mismo, la mujer con cáncer (¿Jinny recuerdan?) piensa que alguna vez ella tendrá que hacer lo mismo con su esposo que es mucho mayor, pero la vida tiene esas cosas extrañas (se lee en ese relato), es ella quien se está muriendo con una enfermedad terminal.

‘Ortigas’ es un relato hermoso. Muchas veces nuestros amores infantiles irrealizados nos dejan una incógnita sorprendente. ¿Qué hubiese pasado sí me casaba con ella, la que veía al ir a la escuela, la que salía corriendo al recreo con su cabello corto y que alguna vez bailó conmigo en una fiesta del vecindario?. Cuando los caminos se abren y discurren diferentes, por más que los juntes en algún momento, irremediablemente se vuelven a abrir.

‘Poste y viga’ habla de las confusiones del amor. Una cosa es el amor amical otra el amor de pareja. Ambos son importantes para una vida sana en sociedad.

‘Lo que se recuerda’ es el relato de una canita al aire, increíblemente ese ‘pequeño mal paso’ hace que el amor verdadero se sostenga por siempre. ¿Quién no recuerda a la compañerita de salón de clases universitarias que se convirtió en un tormento pasajero y que se calmó tras un encuentro casual?

‘Queenie’ habla del amor que te pierde. Te saca de casa, te hace decir ‘chau’ y ese ‘chau’ es para siempre.

En la edición que leí, el último cuento se titula ’Ver las orejas del lobo’, del cuento se ha hecho una película que se titula ‘Lejos de ella’, me quedo con este segundo título. Habla del amor en su última etapa ¿Hay última etapa? Ella sufre de Alzheimer, el esposo la interna en un hogar de adultos enfermos para su mejor cuidado, pero allí, ella se interesa por un paciente aquejado de lo mismo. El marido sufre en silencio por lo que observa, recuerda sus engaños y correrías con algunas damitas y resiste con estoicismo, con amor. Cuando el paciente del que se ha enamorado su mujer abandona el centro, el esposo decide tomar la identidad del otro para seguir gozando del amor de su adorada esposa, que cada vez se va sumiendo en la oscuridad sin regreso.

Sunday, November 23, 2014

A la sombra de la higuera.


A la sombra de un árbol se han contado muchas historias y a la sombra de una higuera se han escrito algunas muy antiguas. En la Biblia, Marcos refiere el de la higuera sin frutos que molestó a Jesús quien andaba hambriento y que el buen cronista recogió para dejar a los cristianos desconcertados hasta hoy. Me arriesgo a decir que sólo se trató de un fastidio expresado en voz alta.

Más tarde, en la Biblia también, Lucas contó otra historia de la higuera, sacando del contexto a Jesús y dando al árbol una nueva oportunidad para dar frutos. Había que abonarla y esperar hasta la próxima primavera.

El orientalista alemán, Gustav Wiel, recogió en Egipto “la historia de los dos que soñaron” que Paulo Coelho tomó con astucia para escribir “El alquimista’. Conociendo la historia del alemán jamás he podido leer con agrado lo escrito por el brasilero. La historia de Wiel la he leído muchas veces en la antología de literatura fantástica hecha por el argentino Jorge Luis Borges.

La recuerdan sin duda, bajo una higuera, un hombre de El Cairo cae rendido y duerme. En sueños recibe el mensaje de ir a Persia-Isfaján donde el heraldo le dice que encontrará su fortuna. Al llegar cansado a Isfaján vuelve a dormirse rendido en una mezquita, pero en la casa vecina se produce un robo, los ladrones huyen al ser vistos por los vecinos que gritan por ayuda. Al único que detienen es al visitante extranjero que luego es llevado ante el juez. Este opta por contar la verdad y el juez ríe porque él también sueña y nunca cree en la insensatez de que bajo una higuera en una vieja casa de El Cairo pueda haber un tesoro enterrado. El detenido entiende que la casa egipcia es realmente su casa, vuelve y precisamente encuentra lo escondido que lo vuelve rico.

Annie Proulx también escribió un relato nada creíble de una árbol que es adoptado por una familia huérfana de hijos y que comienza a ser alimentado como un ser humano, convirtiéndose luego en un ser caníbal que comienza a desaparecer a todo aquel que se asoma a sus ramas.

Sin duda hay más historias, pero acabo de leer por tercera vez el relato ‘Isaac y su higuera’ y sigo encantado. Angeles Mastreta ha encontrado una bonita forma de narrar sus historias. Cuentan que cuando su hija enfermó, la escritora mexicana le relataba cuentos a su pequeña mientras se recuperaba, de esa experiencia nació ‘Mujeres de ojos grandes’.

No hay nada más tierno que contarle cuentos a un niño o a alguien y es precisamente lo que hace Mastreta en su libro titulado ‘Maridos’ donde Julia Corzas juega ajedrez con su tercer esposo y tras cada jugada le va contando historias. El cónyuge seducido por la voz de su mujer sueña que algún día ella le cuente la historia de los dos.

En ese conjunto de relatos que se leen con rápidez por la agilidad de la narración, el que destaca -desde mi punto de vista- es ‘Isaac y su higuera’. Alguien dirá, olvidas el relato titulado ‘Cana’ donde se habla precisamente de una cana indiscreta y primeriza en el pubis de una de los cónyuges. Se sumará alguien más a decir y por qué no el relato que cuenta del reloj olvidado en un hotel tras un encuentro sexual pasajero de una pareja. O del juanete odioso que parece un volcán en los pies de una mujer bella. Otro podría decir que le encantó la fortaleza de esas mujeres que tras alumbrar, criar, educar y ver casados a los hijos, casi abuelas –ahora sí- se lanzan a cumplir su sueño de ser ingeniera o médico. Y de ese marido insensato que llega a ver a su mujer durante la difícil labor de parto para quejarse de haber tenido un día inimaginable.

Insisto, me quedo con ‘Isaac y su higuera’ no sólo porque trata precisamente de lo que vengo escribiendo, las historias que se gestan debajo de un árbol sin frutos o con higos, sino por los más matices que me da.

Es una historia que se gesta en oriente, en el Líbano, donde Isacc se enamora de una mujer hermosa, pero sabe que ‘esa joya tiene que engarzarse en oro y no en baratija’. Resignado se despide en la higuera y parte a México, donde su amigo del alma espera. A Benjamín le cuenta de ella. Este amigo del alma tiene la posibilidad de volver al Líbano y por fortuna del destino conseguir a la dama. Esther tiene una hermana menor a quien deja comprometida con la esperanza de llevarla con ella. Los viajes sólo se hacían entonces por barco. En el recorrido, el amigo muere, pero logra escribir un último pedido: Isaac debe desposar a la dama. Se cumple entonces con el sueño del primero. Envejecen y pierden contacto con oriente, el sueño de Esther de contar con su hermana no desmaya. La nieta se convierte en una especialista del medio oriente y se compromete con un joven, quien resulta ser el nieto también de la hermana menor, Abigail. Se cumple entonces con todos los deseos. Abigail recuerda a Isaac, Esther le dice, es verdad, mi marido es el mismo hombre que se despidió en la higuera.

El relato es redondo y esta escrito con buen pulso.

Para terminar, yo también tenía un tesoro. Un árbol, claro. Un ciruelo agrio. Hoy, a la distancia, sus frutos me saben dulces.

Thursday, November 13, 2014

Lo negativo de lo positivo.


Mi buen amigo Carlitos me llamó para contarme que se iba a cenar con una compañera de trabajo. Me decía que había hilado muy fino para lograr que la cita se concretara. Escogió un restaurant caro, hizo las reservaciones por internet, se cortó el pelo largo, se compró una camisa de seda, zapatos para no ir con zapatillas, se puso su perfume caro y como todo un caballero fue a recogerla. En el colmo del optimismo, Carlitos se veía en la cumbre. La mujer soñada y deseada caería a sus pies. La veía suplicando: “nunca me abandones, papito”.

-La azotaré con el látigo de mi cariño- dijo en tono sensual, muy pícaro.

Reímos con lo que planeaba.

Anoche me llamó, Carlitos se arrepentía de haber hecho semejante gasto de dinero, de tiempo y de energía. Hoy no iría a trabajar, temía enfrentar a la dama en cuestion. Al principio en la cena, la invitada se sintió agradecida, pidió lo más exótico y caro del menú y tras unas copas de vino comenzó a contar que se sentía muy sola y desdichada. Mi buen amigo se relamía los labios, no por el buen sabor del tinto que pidió, evidentemente.

-Yo también estoy solo- fue lo que comenzó a decir Carlitos. Y tuvo que alargar una servilleta con delicadesa. Ella tenía lágrimas acumuladas en sus ojos.

-Sabes? Qué bueno que me hayas invitado, tenía tantas ganas de contarle a alguien lo que me ocurre- siguió ella.

Carlos pensó que el esfuerzo debería ser el de ella y no de él. Se calló y paró las orejas.

No fue lo que mi buen amigo quería oír. La amiga estaba enamorada del jefe –del jefe de ambos. Era la amante a escondidas y con lo vivido –según el amante- era suficiente. Ella tenía que dejarlo en paz. El deseaba casarse con la hija del dueño de la compañia y ‘por una debilidad pasajera, no iba a dejar pasar la gran oportunidad’.

Parecía el argumento de una de esas pésimas telenovelas que se pasan por los canales mexicanos y me limité a escuchar.

Carlos había ido a la cita con el mayor optimismo, diría mejor, con una expectativa irreal y sobre-dimensionada. Se había subido a la rama más elevada de su imaginación y cuando le tocó enfrentar la realidad tuvo una caída estrepitosa, ni siquiera tenía las hojas de donde sujetarse. De frente pasó al piso duro y concreto y allí se estrelló.

Todo esto me hizo pensar en el tema de ser positivo. ¿Ser positivo ayuda realmente?

La psicóloga Gabriele Oettingen, profesora también de la universidad de New York, acaba de publicar el libro titulado ‘Rethinking Positive Thinking’, donde evidentemente plantea repensar el optimismo desmedido de pensar de manera positiva.

En los Estados Unidos, dice Oettingen, el positivismo exagerado falla incluso en los mensajes políticos y tiene información para sustentar lo que dice. Cuando un líder político plantea grandes expectativas a futuro comenzando su mandato, siempre se choca con la cruda realidad al final del mismo. Los niveles de desempleo caen y no es sólo el caso del presidente Barack Obama, quien llegó a plantear su optimismo inicial incluso en un libro titulado la ‘Audacia de la esperanza’, es el problema de muchos ex presidentes.

Cuando vemos los concursos de personas que buscan perder peso, quienes menos peso pierden son los más optimismas, precisa la psicóloga. Sucede lo mismo con quienes están tratando de dejar de fumar o dejar un mal hábito. Los más optimistas pierden. Lo positivo se vuelve un boomerang. Quien no alcanza lo deseado vuelve a caer en el hoyo de la depresión.

Ella y su equipo han medido las reacciones de muchas personas sometidas a una prueba para alcanzar una meta y han descubierto que los niveles de presión sanguínea de los más optimistas baja. La relajación que sienten les corta la energía del esfuerzo que necesitan para lograr con éxito lo que buscan y muchos se quedan en el intento.

Si la investigación se quedaba allí no ayudaría demasiado, por esa razón la psicóloga Oettingen y su equipo decidieron buscar mecanismos que ayuden a la gente a dar los pasos necesarios para conseguir sus deseos. Fueron veinte años de observación e implementación de un ejercicio que nos lleva a la acción motivadora.

Todos tenemos sueños y metas que deseamos cumplir, por lo tanto primero comenzamos con un deseo y con un objetivo a alcanzar. Si nuestras expectativas son extremas y sobredimensionadas como las de mi buen amigo Carlitos, terminaremos como él, no deseando salir de la cama, ni querirendo enfrentar la situación. Por lo tanto, a un deseo hay que contrastarlo, compararlo y confrontarlo. Es la parte más difícil, pero es necesaria. Cuando una mira desde diversos ángulos puede superar con más facilidad los obstáculos que se presenten. Y aquí uno tiene que ir hasta lo más profundo de la situación. Ser objetivo, verdadero y claro es lo que más ayuda. Cuando se haya visualizado bien los obstáculos uno tiene que poner en acción un plan. Veamos el ejemplo siguiente:

W-O-O-P

Wish o deseo. Quiero dejar de fumar
Overcome o meta a cumplir. Mejorar mi salud, respirar mejor, vivir más.
Obstáculo. Mi apego al mal hábito, mi dejadez, mi ansiedad y miedo. Me castigo por no poder dejar el cigarrillo, etc.
Plan. Comenzar con observar mi ansiedad y mi miedo. Dejar el primer cigarrillo de la mañana y el de la noche para comenzar. Juntarme con personas que no fuman. Premiarme con cada logro. Replantear todo de acuerdo a los avances. El como es importante.

Este esquema de ejercicio da resultados, créanme, ayuda mucho.

No se puede parar porque da un compromiso. Un compromiso con uno mismo.

Mi ejemplo:
Deseo terminar todos los libros de cuentos que tengo y no he leído.
Objetivo. Conocer cuentistas nuevos, ampliar mis concomientos.
Obstáculos… son demasiados libros y me da pereza, no sé por donde empezar. No tengo tiempo (ajá, y cómo para estar en Facebook tienes tiempo?)
Plan… leer un cuento por noche.

Lo que me sorprende es que he leído y releído y pronto podría escribir un libro con crítica de cuentos de muchos autores. Además, descubrí algunos cuentos geniales. A veces he leído dos cuentos para evitar quedarme con un estilo. (Uno descubre que va ganando mucho en el proceso).

Bueno, no quiero dejar a mi amigo Carlitos tan decepcionado y solo. A él le di un mensaje adicional que también me ha funcionado.

No hay nada mejor que ir preparado para lo peor. No hay nada mejor que un escudo protector que te construyes en la víspera. Escudo imaginario, claro esta. Si de pronto ves el ’golpe’ que viene a causar daño, pues levantas el brazo y si viene la ‘espada lacerante’ pones el escudo en tu pecho y evitas el ataque. Lo que venga no te creará fastidio, pena, dolor, ni sufrimiento. El sufrimiento y dolor del otro es tremendo, muy autodestructivo y en su ceguera y malestar quiere destruir al otro. Compadécete.

Ojalá Carlitos vaya a trabajar mañana.

Lo último, hay que reírnos mucho de nuestros deseos exagerados.