Sunday, December 8, 2013

Thanksgiving in Chinatown. (Ficción)


Mirando su reloj mi madre parecía perderse en el tiempo. Nos dejó un noviembre. Fue la noticia contradictoria y terrible de aquel 'día de acción de gracias'.
Thanksgiving es la fiesta de los inmigrantes, de los verdaderos inmigrantes, de los que venciendo adversidades acaban de llegar a los Estados Unidos. Son los que sienten, en realidad, lo que sintieron quienes llegaron aquí en el famoso barco Mayflower, en 1607.
Los primeros inmigrantes sintieron en primer lugar el impacto de llegar a tratar de conocer lo desconocido, les costó integrarse, aprender a aprovechar las oportunidades que les ofrecía la tierra en aquel momento y relacionarse con quienes vivían en esta parte del mundo.
Los primeros inmigrantes conocieron lo que se siente realmente cuando le ganaron la batalla al primer enemigo: el hambre. Luego supieron agradecer la hospitalidad de quienes les ofrecieron un buen plato de comida. Se instauró entonces el 'día de acción de gracias'.
Han pasado cientos de años, hoy soplan otros vientos. Hoy no son los barcos los que nos traen a esta parte del mundo. Muchos vienen en avión, autobús o sencillamente cruzan la frontera caminando en busca de oportunidades. Algunos venimos sólo cargando nuestros sueños y como armas traemos nuestros brazos y nuestro empeño. Nuestro cerebro nos va enseñado bien a estar atentos para capear el temporal, el que se presente. Al hablarles de los inmigrantes les estoy hablando de mi y de mi familia. Mi padre cruzó la frontera a pie, se hizo ciudadano después de casarse con una puertorriqueña, pagándole una buena suma de dinero -antes se podía- hoy, con los atentados terroristas del 9/11, las cosas han cambiado. Mi padre supo aprovechar la oportunidad y ni bien estuvo casado hizo los trámites para que yo -su último vástago- viniera a vivir en su compañía. Lo logró sólo conmigo, porque era menor de edad, mis hermanos tuvieron que seguir sus pasos y tras cruzar la frontera viven con nosotros. ¿Y qué fue de mi madre? Se preguntarán. Mi viejita querida. Les diré que murió en el intento de cruzar la frontera. Es lo que pasa con los inmigrantes, no todos logran lo que buscan. Se ahogó al cruzar el río Grande y para más desgracias su cuerpo se perdió sin que pudieramos rescatarlo hasta el día de hoy. Es triste lo que ocurrió con mi madre, siento un tremendo nudo de dolor en la garganta. Es como si tuviera atragantado un hueso o una espina. El tiempo en este caso me ayuda a convivir un poco con el dolor.
Nos costó integrarnos desde entonces, más a mis hermanos que a mí. Mis hermanos vieron cuando la desgracia se ensañó con mi madre. Si su venida estuvo programada para dos días, ellos se tomaron casi un mes. Estuvieron buscando a mi madre primero y escondiéndose de la 'Policía de Fronteras' después. Cuando llegaron tuvimos una mezcla de sentimientos, daba gusto verlos sanos. No reímos, lloramos. Nuestras lágrimas deben de haber llegado hasta aquel río. Luego tuvimos que afrontar la pérdida irreparable de mi madre como si nos hubieran arrancado las piernas. Nos costó salir del pozo en el que caímos. Pero lo logramos, aunque debo decir que en ellos el reto fue mayor. Dicen que la vieron estirar la mano en un gesto de despido, de adiós para siempre. Yo me consuelo pensando que la tengo aún en mi pueblo, que esta preparando la venida, a veces su sonrisa se dibuja en el rostro de alguien y suspiro. Hemos ido caminando, dando frente al futuro, el que se presente. Mi hermano mayor, cansado del frío, se mudó a California. Los demás nos hemos quedado aquí en Jamaica, Nueva York. Mi padre, mi hermano y yo. Hemos ido superando el rechazo que sentimos primero por no tener la piel clara, no hablar el idioma y porque nos gusta beber cervezas, oír nuestra música estridente y llorar recordando a quienes dejamos en nuestro barrio, en nuestro país. Borrachos nos abrazamos y lloramos por lo que perdimos, eso les causa extrañeza a quienes viven en esta parte de los Estados Unidos desde hace algunos pocas generaciones. Yo les digo que así somos los inmigrantes, así fueron tal vez algunos de los que vinieron en 1607, pero, no me entienden. Poco a poco hemos logrado amigos, nuestros jefes nos aprecían porque reconocen que podemos hacer lo que ellos se niegan a hacer. A mi me tiene sin cuidado eso de barrer, limpiar baños, incluso aprendí a cambiar la pila del reloj que luce en mi muñeca. Cosa que les sorprende y maravilla a la vez.
-¿Dónde aprendiste a arreglar relojes? Me preguntan.
-Aquí- les respondo sonriendo. -¿Acaso no tenemos que cambiar las horas de los relojes en verano y primavera?.
Cuando llega la fecha de acción de gracias, el tercer jueves del mes de noviembre, nosotros no reparamos en el tiempo, nos damos a beber sin importarnos lo que digan quienes viven aquí.
Sin embargo, cuando el señor Ernaut, nuestro cliente, nos invitó, decidimos guardar las formas. Su invitacion nos sorprendió. Nos invitó a cenar con él y su esposa. Aceptamos. Conocíamos poco de él. Le habiamos ofrecido nuestros servicios, mi padre le construyó la pequeña tienda de arte en Chinatown, mi hermano ebanista también ayudó y yo le hice el diseño arquitectónico. Nos debía una última cuota y creímos que la cena por Thanksgiving sería el momento de nuestra recompensa. Nuestro anfitrión es fotógrafo, sin hijos y tiene una esposa prostada en una silla de ruedas a causa de una enfermedad que le ha quitado hasta el habla. Mi hermano decía que nos había tomado cariño 'como si fueramos sus hijos'. Con mi padre y mi hermano se entendían a medias, soy yo quien les ayudaba a mantener una conversación precisa.
-What time is it? Me preguntó cuando arribamos a su casa.
El señor Ernaut vestía saco azul, camisa blanca y corbata michi roja. Su pantalón a rayas blancas y azules decían que se sentía muy 'americano'. Su pelo cano parecía asentado con gomina, su nariz le da un toque aguileño.
- Las 3.55 minutos, exactamente- respondí. Le observé arquear una ceja, la izquerda. Sus ojos tienen un tono verdoso. La cita era a las cuatro y pese a que conocía poco a nuestro anfitrión pude notar que se veía sorprendido con nuestra puntualidad.
El señor Ernaut pendulea la cabeza de manera tenue. Nos señaló el closet junto a la puerta de ingreso para guardar nuestras chaquetas gruesas. La temperatura afuera empezaba a descender. En la casa había fuego avivado en la chimenea.
La esposa estaba junto a su marido, sentada en su silla de ruedas. Tenía pintura regada en los labios y en la cara, alguien le había espolvoreada algo rosado -el marido quizás. Su mirada gris estaba absorbida en un punto del piso a corta distancia. Tras el saludo sin estrechón de manos, él empujó la silla y la dejó junto a la mesa del comedor. Todos nos sentamos, cuando nuestro anfitrión nos indicó los asientos, exhibiendo la palma de la mano derecha hacia el cielo raso. La mesa estaba arreglada, aunque no invitaba a comer. Le faltaba el detalle femenino, era evidente. Mi padre agradeció la invitación y entregó nuestros presentes: alfajores peruanos, un panetón italiano con pasas y una botella de vino australiano, tinto para más detalles.
El señor Ernaut agradeció. Nos atendió como siempre, con un inglés simple y puntual.
-Do you want this?.
Nos sirvió a cada uno preguntándonos si deseabamos esto o aquello. En inglés, claro.
No hubo charla, estuvimos formalitos, sentados en una sillas con el asiento muy bien acolchado. El olor de la comida no me estimulaba el apetito. El olor de la leña quemándose en la chimenea sí que avivaba mis recuerdos: el cerdo ahumado que mi madre gustaba servir en alguna fiesta patronal.
-Debimos traer el pavo- dijo mi hermano luego de saborear el plato que nuestro anfitrión nos brindó. El pavo tenía un relleno desabrido, al puré de papas le faltaba sal y la ensalada de verduras parecia haber sido ensopada con una botella de aceite de olivo.
Reímos cuando mi hermano hizo el comentario del pésimo sabor del pavo.
-What did he say? Preguntó el señor Ernaut tratando de indagar por qué reíamos.
Le contesté que estabamos agradecidos con la gentileza y no sabíamos que fuera un buen cocinero.
-I never cook. Always I buy my food-. Dijo preciso.
“Sí cocinara usted ¿la cosa sería fatal?” Pensé.
Si no hubiese sido por el panetón y los alfajores yo no hubiese llevado un buen bocado al estómago. El vino aplacó nuestra desazón. Luego me negué cortés a aceptar el café negro que nuestro anfitrión sirvió. La esposa estuvo como 'convidada de piedra', sentada a un costado del marido, quien le daba de comer en la boca. Rechazó la primera cucharada. Un palmazo del marido, fuerte en la cabeza, la puso receptiva a los siguientes. Nos miramos, con disimulo. Ella masticó despacio, aunque tomó su café a grandes sorbos, pese a estar muy caliente. Pensé en mi madre y una lágrima se acercó a mis ojos. Hubiera deseado a mi madre viva, no importaba en que estado.
En la sala de estar, nos sentamos en sillones muy confortables, muebles del viejo estilo Luis XV, de tapizado azul con bordes dorados de madera. El señor Ernaut luego de avivar aún más el fuego de la chimenea nos mostró algunas de sus fotos que habían logrado ganar algunos premios, se veían simples. Novedosas para la época, supongo. Había una foto titulada 'Time' que se parecía un poco a un cuadro del pintor español Dalí. Según información del viejo fotógrafo, el artista catalán se lo había copiado.
Pasé las fotos en blanco y negro sin mostrar demasiado interés. Sólo reparé en algunos desnudos.
-She is my wife- fue el escueto comentario de nuestro anfitrión. Su esposa estaba joven, sonreía, tenía los bustos levantados hacia arriba, se ayudaba con las manos para realzar la expresión. Fue una mujer rellenita, a la moda de antes, hermosa.
-What time is it?- Me volvió a preguntar y respondi dando la hora precisa. Me intrigaba con esa pregunta. Cuando le referí la hora, parecía no creerme y trataba de ver la hora con su mirada concentrada en mi reloj pulsera.
-Time for my wife's pills- dijo.
Nos dejó en la salita por un espacio breve de tiempo y volvió con un vaso con agua y un par de pildoras en la mano que le ofreció a su esposa.
Cuando fue a dejar el vaso regresó con un par de cuadros. Nos mostró los mismos muy satisfecho.
Mi hermano hizo un comentario sarcástico. 'Esto foto la toma cualquiera ahora con esas camaritas de moda'.
Se veía el arco chino de Chinatown de noche, en uno, y la fiesta del dragón chino, en otro. Ambas fotos en blanco y negro.
Nuestro anfitrión le dio los cuadros a mi padre. Mi padre los observó mordiéndose cualquier comentario.
-For you this picture for only nine hundred-. Dijo.
Mi padre no entendió bien y le dije que ese cuadro valía 900.
Nuestro anfitrión reiteró que su trabajo costaba más, pero siendo nosotros.
-Too much- respondí siguiendo aquello que pensaba era una broma.
-This is your last opportunity- insistió algo fastidiado.
-No, we don't want it. Novecientos era el monto que el señor Ernaut nos adeudaba.
Para que dije eso, nuestro anfitrión se encrespó y comenzó a proferir palabras que lo despintaban como una persona normal. A los 'fuck' se sumó los 'fucking inmigrants'. Nos insultó.
-Encima se vienen a burlar de mi invitación- dijo en un español nítido. -Ustedes me pagan los novecientos o llamo a la policía.
-Sorry, pero eso no es arte, eso parece mi trabajo artístico cuando tenía once años- porfió mi hermano el ebanista, sorpendido, burlón.
-No, esto es arte, inmigrante ignorante. Qué fucking you know about art?. Me pagan o llamo a la policía reportando indocumentados- terció con muy mal genio, confundiendo su inglés con el español.
Estabamos sorprendidos, nunca sospechamos que mister Ernaut hablara español.
Nuestro anfitrión se acercó una vez más a la chimenea y tomando uno de los atizadores de metal escarbó el fuego avivándolo. Luego volvió y esgrimiendo lo que tenia en la mano como sí fuera una espada pretendió hablar.
-Señor Ernaut podemos llegar a un acuerdo, por favor?
-No. Detesto a la gente mal agradecida- Miré a mi hermano y él hizo un gesto tenue con las manos, como disculpándose conmigo. Sus comentarios negativos acerca del pavo habían molestado a nuestro anfitrión.
-Permítame llegar a un acuerdo con usted -dije notando una vez más que su mirada se perdía en mi muñeca donde mi Omega ofrecía un brillo extraño. -Nosotros le vamos a pagar los 900 por sus trabajos artísticos, pero espere, por favor... ¿qué le parece si mientras juntamos el dinero, usted acepta en parte de pago mi reloj que cuesta cinco mil dólares? Mentí.
Nuestro anfitrión pareció calmarse. Posó dulcemente sus ojos en mi brazo y observó con fascinación cómo me iba quitando la prenda.
Se lo ofrecí y en un acto que me hacía ver como un hipnotizador frente a un paciente en trance, le acerqué el reloj a la cara. Buscó un asiento donde sentarse, pero desistió. Dio un paso y se acercó a mi lado, tomó mi reloj en sus manos, caminó hasta donde estaba sentada su esposa, le buscó el brazo y cerró la correa plateada del reloj pulsera. En el brazo de la anciana, debajo de la manga larga de su blusa, había como siete relojes. Ella esbozó una sonrisa, cambiando por primera vez su expresión de momia disecada. Entonces mister Ernaut levantó la mano de su esposa y le dio un tierno y caballeroso beso ahí en el dorso.
Jamás pensé que mi reloj comprado en Chinatown, por apenas cuarenta dólares, nos iba a sacar de semejante apuro. Nuestro anfitrión no nos pagó lo que nos debía, pero sí se quedó con mi reloj barato. Hace casi un año que ocurrió todo esto. Ernaut no era descendiente de ingleses inmigrantes, era un vasco de segunda generación, hijo de un hombre enriquecido durante los primeros años de Franco. Sus abuelos habían sido vendedores de esclavos en Cuba. Lo he ido averiguando poco a poco. Jamás esperamos que vuelva a invitarnos a cenar. Tenemos la remota esperanza que algún día nos pague lo que nos debe.
Este Thanksgiving iremos a celebrar en la casa de unos amigos peruanos. Nos han pedido que nosotros llevemos el pavo horneado. Nos emborracharemos, sin duda. Será la celebración de estar juntos, Mi madre -la recuerdo- creo que vi su mirada en el rostro de la señora Ernaut.
El tiempo, el tiempo, siempre se encarga de evocarnos algo y poco a poco nos obliga a aceptar algunos hechos por tristes que sean.

Sunday, November 24, 2013

La dopamina, el miedo y la adicción.



Hay miedos naturales y miedos creados. Los primeros están inscritos en nuestros genes, los segundos son creados por las malas experiencias pasadas. Para probar el miedo que viene inscrito en nuestro inconsciente, los científicos soltaron un gato en un laboratorio de ratas. Los pequeños roedores nunca habían visto a un minino, pero ni bien vieron al intruso se pusieron muy nerviosos y corrieron, quizás temiendo por sus vidas. La misma prueba se hizo con seres humanos, en un lugar del polo norte se soltó a una víbora, los esquimales que nunca se habían topado con este ser reptante, ni bien la vieron, se pusieron muy alertas, como temiendo algo feo. Algo internamente les decía 'hay una amenaza, aléjense de aquí”.
Los miedos creados, qué les puedo decir de los miedos creados. Cada uno de nosotros tiene su miedo particular y estos son miedos que vienen y se generan a lo largo de nuestra experiencia vivencial. Dicen que el miedo a hablar en público es el que encabeza la lista.
Yo que he sido un miedoso incluso de pasar por debajo de una escalera, tengo un especial interés por el tema. Así que al ubicar el libro titulado: 'The fear project', me lancé a conocer qué es lo que Jaimal Yoguis escribió. Yoguis es un joven corredor de olas que tuvo que aprender a vencer su miedo y enfrentarse a los 'mavericks', las grandes olas de una zona de San Francisco, en los Estados Unidos.
En su búsqueda, Yoguis no sólo nos cuenta su historia personal, sino que nos refiere una serie de estudios que se han hecho en el mundo para tratar de explicar qué es el miedo. Además, se metió al agua con nadadores, estuvo muy cerca de los paracaídistas, y entrevistó a psicólogos, neurólogos y también monjes budistas que le han permitido ampliar su conocimiento al respecto y transmitirlo.
El miedo es la principal fuente de superstición y una de las principales fuentes de crueldad, nos dice Yoguis citando al filósofo inglés Bertrand Russel.
Para entender el miedo hay que ir en un viaje hacía atras y remontarnos a nuestros ancestros reptantes que poco a poco ganaron la posición erecta de la que hoy gozamos. Ahí en nuestra amígdala cerebral se almacenó nuestro miedo primario que nos ha permitido evolucionar y sobrevivir como especie. Desde entonces la amígdala no se cansa de hacer su trabajo. Pero en nuestra evolución hemos ido ganando más cerebro y aún parece que no terminamos de entender ese inmenso cableado de neuronas y sinapsis que tenemos, sobre todo en la parte frontal, sistema que nos hace seres racionales y pensantes.
Al experimentar miedo no sólo la amigdala comienza su trabajo, también se suman el hipocampus, la corteza frontal, el tálamo y el hipotálamo que se juntan con la glándula pituitaria para enviar señales que viajan a una velocidad sorprendente por todo el circuito cerebral que hemos ido creando a lo largo de nuestra evolución.
Al referirse Yoguis a su forma de vencer el miedo observé algo interesante, todos los seres que poblamos este universo somos parecidos en muchos detalles. Somos materia desconocida en un 70 por ciento aproximadamente. Lo es nuestra vía láctea, un cuerpo humano es básicamente agua en ese porcentaje, el océano de nuestra tierra tiene también ese proporción. En ese 70 por ciento aún no hemos descubierto lo que podemos encontrar. El océano sigue siendo un misterio en una serie de aspectos, las olas dan cuenta de su movimiento, de su sentir, digamos. Si esas olas las trasladamos a nuestro organismo, son también inmensas formas de energía que tratan de reventar en la playa, no nos podemos oponer a eso, tampoco enfrentarlas, sí eso ocurre nos veremos arrastrados y revolcados, es mejor dejarse llevar, correr en la cresta de cada una de ellas.
Los miedos aparecen y desaparecen, si tú les tomas demasiado en cuenta se pueden volver agresivos, destructores. Si tu peleas contra ellos te hunden en lo más profundo. Sólo sí tú ves a las olas como visitantes que van y vienen, volverán a su origen, serán agua una vez más.
Y hay un detalle adicional, los miedos como las olas pueden darnos un momento motivador y sí antes el miedo nos previno de lo malo que puede ocurrir, hoy podemos verlo como los impulsores de algo que nos lleve a alcanzar cierto bienestar.
Por eso vemos a los surfistas gozando de lo que hacen, pero hay que ser conscientes que gozo y adicción tiene un componente de más que hay que tomar en cuenta, el último sobra. Al parecer hay algunos surfistas que caen en adicción y ahí rompen una barrera de equilibrio. Se vuelven dependientes de la dopamina.
La dopamina es un neurotransmisor que se expande por todo el cerebro y se origina en la parte más interna del mismo, en esa región que compartimos con nuestros ancestros desde 200 millones de años atrás.

La dopamina.

La dopamina es la sustancia que nos proporciona placer. Cuando la dopamina emerge como una chispa genera un fuego increíble por todo nuestro cerebro. Lo que en ese momento sentimos es lo que hemos decidido llamar: felicidad. La antorcha que buscamos para que nos alumbre.
Por eso la dopamina es también conocida como la sustancia motivadora de todo ser humano.
La dopaminma nos da esas sensaciones cuando por ejemplo olemos el pan recién salido del horno, oímos una pieza musical que nos agrada, llegamos a la cima de una montaña y conquistamos nuestro sueño.
La dopamina nos motiva y nos enseña a conocer nuestras habilidades y también nos hace ser más aventureros.
Las drogas nos dan caminos más cortos para alcanzar la felicidad, por eso apelamos a la cafeína, a la nicotina, la cocaína. Cuando consumimos estos estimulantyes incrementamos nuestro nivel de dopamina. El sexo nos da dopamina y el incremento es de 100 a 200 unidades más.
Se sabe, por estudios realizados, que la cocaína da alrededor de 350 unidades más de dopamina y los consumidores del crystal meth llegan a alcanzar mil 250 unidades más. Pero cuidado, el cerebro no esta capacitado para soportar ese tamaño de dopamina en su estructura. La dopamina hace que uno se vuelva eufórico y pierda el miedo, pero cuando viene el bajón, el adicto se siente deprimido, paranoico y violento. Es algo así como caer de un avión sin paracaídas. Además, la droga destruye el sistema natural de receptores de dopamina que tenemos en el cerebro. El adicto puede recuperarse, pero habrán ya quemado regiones cerebrales irremplazables..
Yoguis sugiere que cada uno de nosoros debería buscar fuentes o caminos saludables de dopamina. Sin lanzarnos en ese tobogan autodestructivo que no sabemos hasta donde nos conduce. El ejercicio, la meditación, por citar algunos.
A la dopamina se suma el cortisol que es una hormona que también esta envuelta en la respuesta del miedo, el stress y la ansiedad. Para que veamos rápidamente el papel que juega esta sustancia basta observar que cuando no hay una buena producción cerebral de la misma, se afecta la digestión, la inmunidad del organismo, el sexo, el crecimiento, el sueño. En una mujer incluso afecta la posibilidad de salir embarazada, sí lo desean.
Ahora, ¿por qué hay algunas personas que se quedan traumatizadas mientras otros conquistan sus metas pese a sentir miedo?, pregunta Yoguis. Su búsqueda de la respuesta lo llevó a observar un trabajo científico interesante, en un rincón oculto del cerebro es donde los seres humanos almacenamos nuestra memoria. Será alcanzar la lotería cuando la definamos con precisión dónde se esconde. Cuando una memoria se consolida ahí como un ladrillo de cemento, no hay nada que lo frene. Aunque se están probando proteínas sintéticas inhibidoras que evitan la consoilidación de la memoria y ha dado resultado 60 días después. Vale decir, al inyectar esta sustancia en el cerebro de un pecesito -goldfish para ser preciso y que se conoce que tienen fama de memorioso- esto olvida la mala ocurrencia.
Para no cansar con tanta información, Yoguis dice que el miedo es necesario. Nos hace huir cuando hay algo que nos puede poner en riesgo de sobrevivir. Y agrega: lo mejor para combatir el miedo es recordar que el cerebro esta haciendo su trabajo: nos esta enviando señales de amenazas y nos quiere mantener alertas ante la eventualidad.

Tuesday, November 19, 2013

El miedo y la esperanza


“El miedo es la perdida de la esperanza', dicen quienes lo han observado de cerca. Al sentir miedo, uno pierde la esperanza y sucumbe, entonces el miedo instalado a su entera libertad crece y se descontrola.
Hace algunos años, me había quedado sin trabajo y contaba sólo con una pequeña suma de dinero en mi billetera de cuero repujado. Había dispuesto como gastar el dinero en un mes, lo calculé así en mi esperanza de volver a trabajar. Tuve temor que la billetera desapareciera, temí que me robaran lo poco que tenía. Es lo que pensé al acostarme. Hice algunas cosas más sin prestar atención, andaba muy preocupado. Cansado fui a dormir.
Al día siguiente un amigo me llamó, deseaba presentarme a alguien a quien le podía ofrecer mis servicios. Al ponerme los pantalones noté que mi billetera no estaba en el bolsillo. La noche anterior había temido un robo, recordé. ¿Me pudieron haber robado la billetera mientras dormía? ¿Quién? Y ahora, ¿cómo sobreviviría? ¿Qué pasaría sí la persona con quien debía reunirme en el transcurso de la mañana no aceptaba mis ofrecimiento? ¿De dónde sacaría dinero para sobrevivir? Cada vez mi miedo fue en aumento. Dinero, dinero, dinero. Y lo estaba perdiendo.
Cuando contaba con mucho dinero en el bolsillo tenía un lugar donde solía esconderlo: una antigua caja de zapatos. En mi desesperación me dirigí hacía el rincón donde supuse podría estar mi billetera. Vaya sorpresa. Ahí estaba. ¿En qué momento lo puse ahí? ¿Me desperté en la madrugada como un sonámbulo para guardar mi dinero en mi caja de tesoros?.
Mirando el asunto en perspectiva digo, estuve actuando con el piloto automático. Necesitaba descansar, mejor aún, necesitaba ver y analizar mi historia.
Si observan con detenimiento, el miedo tiene su suspenso, un suspenso que nos vuelve adictos muchas veces. No lo notamos, pero vuelvan a leer mi experiencia. Somos unos adictos a consumir miedo por el suspenso que nos provoca. No hay duda que cada uno tiene su particular interés y cada momento ofrece uno que resulta especial. Mi miedo a no trabajar y no ganar dinero. Mi miedo a no ser productivo. El miedo personal y el colectivo. Mi miedo a no ser alguien valioso para la sociedad. Mi miedo desesperanzado que me lanza al vacío, a la nada y me estrella contra esa nada. Mi miedo actuando en un mismo escenario, yo el director, yo el personaje, incluido en ese temor esta el público que se come las uñas.
La escritora estadounidense Karen Thompson Walker lo explica mejor al hablar del mismo tema en un video de Youtube titulado “Qué nos puede enseñar el miedo”.
La autora de la novela 'The age of miracles', cuenta la historia de los marinos del barco Essex, el mismo que se hundió en los mares del sur.
Era el año de 1819, el barco Essex había llegado hasta la zona más alejada del océano buscando capturar ballenas. Lo intentaron con un cachalote, pero este se defendió, golpeó la nave de madera con tal fuerza que perforó parte de la cubierta, creo un agujero por donde se comenzó a filtrar el agua. El barco se hundió algunos horas más tarde. Los veinte marinos tuvieron que abordar tres botes para salvarse. Tenían algunas artefactos de navegación, poca agua, muy poca comida.
Estaban muy lejos de Chile, muy lejos de Australia. Cuando comenzaron a ver las posibilidades de encontrar tierra firme, se les presentó tres alternativas: ir a la Isla Marquesa y enfrentar a los caníbales, dirigirse a Hawai enfrentando las tormentas de la temporada o alcanzar las costas de Sudámerica.
Escogieron la peor, navegar la ruta más larga. Cuando el agua y la comida comenzaron a escasear y tierra firme se hacía cada vez más lejana, la incertidumbre comenzó a tomar cuerpo, el miedo y su enorme energia negativa empezó a moverse desde lo más profundo de esas mentes. No deseban morir como simples bocados de caníbales, ¿habían escuchado tales historias o alguno de los marinos la soltó por el temor?.
Cuando dos naves que navegaban cerca rescataron a los pocos marinos, dos meses después del siniestro del Essex, los sobrevivientes habían llegado a ser víctimas de sus propios temores: para sobrevivir habían comido la carne de sus compañeros muertos.
Si los marinos hubiesen remado sin temor -dice Herman Melville- hubiesen llegado a Tahiti, pero se dejaron vencer por el miedo. Les repito, el miedo es la perdida de la esperanza.
Karen Thompson Walker dice que el miedo es la historia que nos contamos, el miedo es parte de nuestra inmensa imaginación que comienza en nuestra niñez y nos sigue hasta los últimos días de nuestra existencia. El miedo es el relato a futuro. Es la historia que nos contamos porque tiene un inicio, un gran conflicto y un desenlace. Todos debemos convertirnos en buenos lectores de la propia historia que nos vamos contando. Ella cita a Vladimir Nabokov quien recomienda leer bien, con un hondo sentido artístico y con mente de científico. El discernimiento correcto nos dará la verdad.
Porque el miedo es eso también, la fuerza que nos permite navegar hacía lo desconocido con esperanza. Qué si en nuestro planeta no hubiesemos contado con visionarios quienes navegando a contracorriente y con la peor tormenta conquistaron sus propios temores. Sin ellos seguiríamos tal vez haciendo fuego con pedernales, peleando por un pedazo de comida y tal vez destrozándonos unos a otros para ver cuál es la carne que nos permitirá sobrevivir. (No voy a negar que a veces nos comportamos así, pero como verán es el miedo aún reinante el que nos hace caníbales).
Muchas veces tememos que nuestros miedos se hagan realidad y de contarnos tanto esa historia fallida se hace realidad. ¿Por qué? Porque sólo nos fijamos en lo que nos asusta. Como los marinos del Essex que temiendo morir en las manos de los caníbales, terminaron ellos mismos convertidos en caníbales. ¿Qué terrible lectura de sus propios temores, no es cierto?
Es como la novia que hace todo con el deseo de no perder al marido. (La historia la podemos contar al revés, el esposo con la esposa). De pronto, la unión se rompe, por qué. Pues precisamente porque nuestro miedo mal entendido nos ha engañado y nos ha ganado. Nos ha dado una interpretación incorrecta. Nos queda descubir la historia que nos contamos, observar eso es lo que también se presenta como alternativa. Observa tus temores. El miedo es una energía y esa energía la podemos capitalizar para crear, para crecer.
Para terminar quiero contarles algo final, mientras caminaba hace unos días en la calle descubrí un letrero que decía: 'Happines depends in the quality of your thoughts'. La felicidad depende de la cualidad de tus pensamientos. ¿Cuál es la historia que nos contamos?
Contémonos una buena historia y sí se nos presenta una mala, observemos, descubramos que se esconde en el fondo, quizás nos lleve a buen puerto.

Thursday, November 7, 2013

El amor empieza en la carne (Comentario)

El escritor peruano Juan Ochoa López definió su novela 'El amor empieza en la carne' como un thriller amazónico. El termino thriller se ha puesto de moda, no hay duda, pero la historia no sólo nos da el suspenso que nos emociona, nos trae mucho más, como les iré contando.
Para comenzar les diré que la novela aborda un triángulo amoroso que pone en contrapunto a una mujer joven, su amante y un marido muerto. Ese ingrediente de marido muerto que vuelve a la vida le da un sabor mágico y cómico a la novela. ¿Dónde puede ocurrir el hecho de que un marido muerto vuelva a la vida? En Comala o en un rincón de Mexico, responderán algunos. Rulfo se aparece en un momento en la historia, claro, pero Juan Ochoa nos recuerda de inmediato que lo que nos narra ocurre en la selva sorprendente de Perú, en ese lugar que llamamos Amazonía.
Tampoco se trata de doña Flor y sus dos maridos, no, aquí tenemos a Erlita, viuda del viejo Eustaquio Vásquez, que tras la perdida trata de rehacer su vida con el también joven Juan Nephtalí con quien ya estuvo engañando a su marido en vida.
Eustaquio sabe leer los mensajes ocultos que la selva ofrece, el viejo descubre -antes de morir- que su mujer le esta engañando con otro, pues una vibora se ha metido a su cama y tras revelarle lo que ocurre le clava los colmillos filudos y llenos de veneno, razón por la que deja este mundo.
Desde el más allá, el viejo Eustaquio tramará su venganza sobrenatural, entonces decide aparecerse en el camino de su rival vivo. Juan, quien procede de Lima, ya conoce algunos misterios de la selva, defenderá entonces su felicidad presente recurriendo a la espiritualidad mágica de la selva y sus curanderas. Juan cree sentir amor por Erlita de quien ya ha probado su carne -como reza el titulo- y sabe que cuando eso ocurrió todo empezó para su gozo y calvario.

Vayamos a la novela.

La primera página no me gusta. Me cuesta ver a los miembros del jurado del premio Julio Ramón Ribeyro del Banco Central de Reserva del Perú leyendo la entrada. Pienso que pudieron parar ahí y dejar la historia al costado, pero que bueno, hicieron su trabajo y leyeron todas las 177 páginas del libro.
Veo al jurado leyendo la primera página y los veo dudar, pero de pronto creo que se les ocurrió abrir el libro al azar y donde abrieron se encontraron con algo sorprendente.
Jugué también con el libro y me di con la página en donde Ochoa nos cuenta la lucha de los perros salvajes contra los sajinos o jabalíes. A estos cerdos con colmillos y de carne exquisita, el escritor los muestra invadidos de demonios, cuando los perros los persiguen también los exorcizan, los demonios huyen, suben a los maldecidos árboles lupuna.
Se me ocurre pensar en los hobbits peleando con los trolls o los goblins camino a la montaña. Juan Ochoa es un escritor insertado en la sociedad y el mundo globalizado y sin duda debe de haber gozado del mundo creado por Tolkien y recreado por Jackson, pues en esta parte de la historia no dejé de ver algo de eso.
Convencido que tenemos una novela interesante, se me ocurre volver a leer la historia desde el principio.
Juan Ochoa entra a puntillas a la selva y se agarra de una pequeña hormiga traviesa. El la llama curuhinse (con esa vocal final le quita la dulzura del sonido con que yo conozco al insecto curuhuinsi).
Precisa el escritor que escogió su entrada inicial copiando lo que hacen escritores que lo han precedido, Hernández y Rumrill, quienes comienzan sus historias con animales.
Lo cierto es que si pasamos esa primera página, entramos a un mundo mítico, mágico, donde Juan se pule al mostrar el lado erótico con el que siempre hemos imaginado a la selva y su gente.
Juan Ochoa nos lleva a su mundo de la mano de una mujer: Erlita. Una mujer oriunda de la zona y usa el lenguaje como su mejor recurso.
Describe un engaño, una infidelidad, y lo hace de una forma poética, salvaje, animalesca, aunque ese salvajismo se torna tierno. Cito: “Ascendí a ella y noté que seguía temblorosa, aunque dispusta y anhelante. Los jaguares negros bajaron del cielo para meterse en mi alma y en mi boca. Los saludé y los dejé pasar, denme furezas, tigres, como antes”.
No sé cuantas veces leyó Juan Ochoa 'La divina comedia' pues pienso que usa la historia de Dante como un pilar importante para construir su mundo de ficción y -ahora- con mano segura nos invita a ir a la conquista de Erlita y de su selva.
El libro esta lleno de historias, una novela tiene que ser eso, un cúmulo de historias que se van enlazando de manera inteligente para poder atrapar al lector. Juan nos sumerge en ese mundo y juntos vamos a ver a los delfines bufeos, a la serpiente yacumama. Y hay otras historias destacables, les hablé de Juan Rulfo quien también se filtra en esta historia, viene provisto de una máscara desde el purgatorio, se me antoja que el autor de Pedro Páramo anda por ahí. Rulfo llega a beber con Juan una cerveza, se queja del calor y tras hablar de su mundo, Juan el personaje de la novela, le cuenta del suyo: la selva enmarañada que aún no muestra sus palacios porque estan cubiertos de vegetación. Rulfo debe irse y al irse se descubre, es Eustaquio.
Y quién es Eustaquio, nos vamos preguntando. Juan el escritor nos cuenta su historia. Es un tipo que caza y tráfica con pieles, pero también es un ladrón, un mentiroso, con ese gramófono antiguo convence a un dios de la selva para llevarse a su hija, a quien luego abandona por vieja y es entonces cuando decide buscar a la joven y bella Erlita.
Hay varios Juanes en la historia, primero esta el Juan escritor, después esta el Juan personaje y en seguida están los juanes de la selva que hablan de la historia de Juan el bautista, quien como sabemos históricamente murió decapitado y de quien sirven su cabeza en bandeja de plata. Los juanes de arroz envuelto en una hoja de bijao se sirven para celebrar la fiesta de San Juan en toda la selva.
Juan Ochoa comenta que el personaje se llama Juan por toda la historia de la selva y de ninguna manera es su alter ego.
Antes de leer “El amor empieza en la carne' había visto y oído la conferencia que dio Jorge Luis Borges acerca de la pesadilla y lo que el escritor argentino dijo en aquella oportunidad cayó como anillo al dedo para comentar lo siguiente.
Borges dice que los salvajes piensan que sus sueños son episodios de la vigilia. Si alguien sueña que mata a un tigre, cuando despierta piensa que su alma mató a la fiera. Y agrega, los niños y los salvajes se parecen cuando hablan de sus sueños. Cuenta que su sobrino le contó un sueño. El niño estaba perdido en un bosque, pero de pronto descubre un claro, en el lugar hay una casa, en la casa una puerta y por esa puerta sale Borges. El niño se interrumpe en el relato onírico y pregunta, a proposito tío, qué hacías ahí?
Borges agrega que la ficción es la memoria del sueño, y quienes cuentan un sueño -lo escriben diríamos aquí- dan cuenta de todo lo extraño y maravilloso que puede ser un sueño. Cita luego al antiguo senador Boecio quien dice que en todo sueño hay un espectador y otro detrás de este. El espectador ve una carrera de caballos en el coliseo y ve como los caballos llegan a la meta. Tras este espectador hay otro observador, es Dios, quien de un solo vistazo ve todo el sueño: la partida, las vicisitudes de la carrera y la llegada. A nosotros se nos permite en sueños, como sí fueramos un pequeño dios, ver todo.
Lo que deseo decir aquí es que Ochoa nos ha sumergido en su sueño, su vistazo mágico hecho libro, y como somos seres humanos tenemos que hacer el esfuerzo grato de leerlo en cada página. Al concluir nos ha convencido, ese sueño parece real.
Que un muerto llegue del otro mundo -digamos- que hable con los animales y las plantas, todo eso nos parece real porque Ochoa nos ha convencido de eso.
Por ratos sufre, sobre todo cuando trata de explicarnos algo con su prosa. Recuerdo que eso pasa cuando nos habla del manchari (manyari, dice el escritor) que no es otra cosa que susto, pero su lengua recobra su riqueza cuando el escritor decide jugar con las palabras. ¿Cómo andan sus dientes señor caimán? ¿Qué dicen los resfríos señor tucán?
El escritor se permite todo y nosotros los lectores aceptamos eso. De pronto, en esa selva intrincada de sorpresas, donde las almas viajan traspasando todo a una velocidad inmedible, donde las curanderas y el gran soñador que es Juan el personaje piensa que su vida esta siendo una pesadilla y desea despertar, busca la magia, la magia de las plantas, de los ríos, de los animales, ahora viene un circo, qué es la vida a veces si no es un circo, y ahí es donde esta el domador de serpientes quien le extiende una mano.
Es lo que hace Juan Ochoa al escribir su libro, extendernos la mano para invitarnos a leer. Gozarán con la historia y el lenguaje.
Juan, has escrito un libro lindo, felicitaciones.
  

Sunday, November 3, 2013

El Tao.


-Sabio es quien conoce a los hombres, y clarividente quien a sí mismo se conoce. Tiene fuerza quien vence a otros, pero sólo es fuerte quien a sí mismo se vence. Rico es quien sabe contentarse con lo que posee. Hombre de carácter y voluntad es quien obra con energía.
-Lo difícil se acomete por lo más fácil, lo grande se realiza comenzando por lo pequeño. En el mundo, las cosas difíciles se hacen siempre comenzando por lo fácil y las cosas grandes comenzando por lo pequeño,
-La caminata de mil millas se comenzó por un paso.
-La gente, con frecuencia, estropea la obra cuando está ya para terminarla, si tuviera tanto cuidado al fin como al principio, no estropearía sus negocios.
-El camino del cielo es no simpatizar con nadie, sino estar siempre de parte del hombre bueno.
-Puedes doblegarte exteriormente, si en tu interior permaneces recto como el acero.
-Aprende de la paciencia del agua, quieta en el recipiente y muy activa cuando corre, así puede alcanzar la cumbre.
-Hay que ser como el agua en la acción, como el espejo en la quietud y como el eco en el responder.
-Aprende del espejo, a nadie despide a nadie acoge ; refleja sin quedarse con nada. Así vence las cosas y no recibe daño de ellas.
-La gente no va a mirarse en el agua que corre, sino en el agua quieta. Sólo la quietud puede aquietar a todos en la quietud.
-Si el agua quieta es diáfana, cuánto más lo será el espíritu.
-Los cisnes no necesitan bañarse todos los días para conservar su blancura, el cuervo no se tiñe para conservar su color. A lo auténtico nada le cambia.
-Si desde lo pequeño se mira lo grande, no es posible llegar a verlo en su totalidad; si desde lo grande se mira lo menudo, no es posible verlo claro.
-Estando lleno de miedo, los ojos turbados, tu espíritu difícilmente podrá dar en el blanco.
-A nadie se le coge si no es en la trampa de aquello que está aficionado.
-Tengo oído que quien gusta alabar a la cara, gusta también denigrar a la espalda.
-Con la calma se reprime la precipitación.
-Nunca te apoyes en las armas, apoyarse en las armas es ir a la muerte.
-Lo curvo se endereza, lo torcido se rectifica, lo hueco se llena, lo viejo se renueva, lo poco se logra, lo mucho se embrolla.
-Al pájaro le basta una rama de la vasta selva para hacer su nido, de toda el agua de río el topo sólo toma lo necesario para llenar su estómago.
-La gente dirime y enjuicia por prurito de ostentación...El que es valeroso no es alardoso.
-La virtud zozobra en la fama y la sabiduría se va en los debates. Por la fama se agreden unos a otros, y la sabiduría es su arma de combate.
-Hacemos de nuestra propia persona lo esencial y queremos que los demás se ajusten a nuestro compas... Los que para mi son útiles son inteligentes, e idiotas los que no me sirven. Lo que para mi es viable es honroso e ignominioso lo que no es hacedero para mí. Trasladamos la verdad a nuestras propias conveniencias.
-Para los hombres las distinciones y diferencias del es y no es, verdadero y falso, vida y muerte, honra y deshonra, riquezas y pobreza, antipatías y aversiones son las cosas que le traen perturbado en su interior y sufriendo en el exterior, guerras y anarquía con todos los males que ellas traen.

-Meterse en asuntos que no le atañen se llama acaparamiento, intervenir en todo sin mirar ni mucho ni poco es charlataneria..............

NO ES FáCIL
Ofrecer disculpas
Comenzar de nuevo
Reconocer un error
Recibir consejos
Ser considerado
Soportar el éxito
Seguir probando
Abandonar los malos hábitos
Perdonar y olvidar
Salir de la rutina
Sacar provecho de lo poco
Mantener una norma elevada
Descubrir el lado bueno de las cosas
Aceptar una reprensión merecida
Amar aun a sus enemigos.
*****

Saber lo que quieres es el primer paso para lograrlo
La gente NO tiene que usar la mente para torturarse
Hay que reemplazar un mal pensamiento con uno bueno
El agua quieta es diáfana, cuánto más lo será el espíritu
La caminata de mil millas se comenzó por un paso
Lo difícil se acomete por lo más fácil
Nunca te apoyes en las armas
Apoyarse en las armas es ir a la muerte.
Tiene fuerza quien vence a los otros,
pero sólo es fuerte quien a mismo se vence
Ser hombre bueno, es fácil; ser justo, es difícil.
-Todos tenemos un niño adentro. Consolemos a ese pequeño.
-Vea lo bueno. No solamente las desgracias.
-Todo inicio es difícil. Póngase plazos.
-Disfrute la vida. Busque hacer cosas divertidas (busque placer en lo que realiza).
-Busque lo mejor. No se aferre a lo desagradable.
-Sea responsable de sus actos. No culpe a otros.
-Arroje sus mitos. No existen fuerzas misteriosas.
-Elévese, no se rebaje. Juegue a su favor, no en contra.
-Recuerde las victorias. Alabe sus triunfos.
-Levante el ánimo. Consiga un éxito fácil (pequeñas tareas o actividades).
-Sea perseverante.
-Si te sorprendes menospreciándote, cambia de dirección.
-Busca el diálogo contigo mismo. Concilie. No se tire palos.
-Ten FE. Las cosas se logran con esfuerzo y disciplina.
-Actua por convicción. No espere que alguien te susurre al oído.
-Juzgate y acéptate tal y cual eres. Juzgarnos con normas sobrehumanas, es rebajarnos. (Es la excusa para darnos por vencidos)
-Sigue probando.
-Aprende a sacar provecho de lo poco.
-Descubre -siempre- el lado bueno de las cosas.
-Desafie los malos pensamientos. Piense en alternativas positivas.
-Hay que cuidar la mente tanto más que el cuerpo. No hay que usar la mente para torturarse.
-Si te comparas y te sientes mal. Piensa en los que están peor que tú.
-Saber lo que quieres es el primer paso para obtenerlo.
-Busca armonía. Todos somos parte de un rompecabezas o una sinfonía (No hay bueno, ni malo).

Sunday, October 20, 2013

La historia caliente de 'Chico y Rita'.


“Caliente” -dicho con un sentido sensual y pícaro- es la palabra que puede definir mejor la película española 'Chico y Rita'. También podemos usar otras palabras, sin duda, tales como: deliciosa, hipnótica, romántica, dulce, sencilla, desfachatada, musical; ésta última sobre todo es muy complementaria a la historia animada para adultos.
La película de Fernado Trueba y Javier Marsical es una historia de amor animada y contó además con la colaboración especial de Tono Errante, quien fue la bisagra especial entre Trueba y Mariscal.
La cinta obtuvo el galardón a la mejor película de animación en los Premios Europeos del cine, la mejor película de animación de los premios Goya del 2010 y la nominación al premio Oscar de la Academia.
La historia comenzó a gestarse en el 2000, según opinión de Trueba, 'en esa época Chavi – se refiere a Javier Mariscal- comenzó una serie de bocetos de las calles, las casas y la arquitectura de La Habana en general que después se vio reflejada en la película'.
Ambos, Trueba y Mariscal, trabajaron juntos en un documental “La calle 54' y es ahí donde el esfuerzo conjunto realmente empezó.
'Chico y Rita' cuenta la historia de amor tormentosa de sus protagonistas. Es una pareja a quienes les cuesta encontrar la felicidad. Muchas veces se buscan y al encontrarse se repelen. Al ver la película los espectadores nos sentamos a esperar y a desearles lo mejor, que se junten.
'Rita es una mulata bella, se trata de una cantante cubana de los años 50 que tiene un gran dominio de la escena, todo lo llena', dice Chavi. 'Ella es alguien pasional a quien el amor se le escurre siempre de las manos'.
Chico es un mulato talentoso, bastante inmaduro e inocente a decir del director español. Chico es un pianista muy virtuoso y es el alter ego de Bebo Valdez, el gran pianista cubano que apenas acaba de dejarnos en marzo de este año, allá en Estocolmo, muy lejos de su tierra calurosa, al cumplir 92 años.
La película es animada, pero se hizo con actores. Primero se filmó las actuaciones y luego se le pidió a los animadores que dibujaran sobre las imágenes, dándole así la apariencia buscada. 'Se hizo esto para evitar que los dibujantes le dieran su propia interpretación a lo que deseabamos', comenta Trueba.
'Resulta difícil hacer que doscientos dibujates parezcan una sola, como es lo que al final se ve en la película' señaló Errando. Sin duda, el marco, la paleta de color estuvo a cargo de Chavi Mariscal.
Ver La Habana y Nueva York recreado en esta pelicula es una belleza. Además, se jugó mucho con el contraste, el calor de la isla salta en el color y el frío de la ciudad de los rascacielos se siente al momento de llegar a verla.
'Chavi conoce La Habana como la palma de su mano', dice Trueba, 'en la cabeza de él, la capital de la isla esta diseñada casi de manera topográfica'.
Al trabajo animado hay que sumarle el gran amor a la música cubana que sienten ambos españoles. Los cubanos de aquella época marcaron la historia musical en los Estados Unidos. En el país del norte, todos deseaban bailar cha cha chá, rumba, conga, mambo y ese ingrediente especial se siente a lo largo del film.
A los Estados Unidos emigraron los grandes músicos cubanos de entonces y pese a dar lo mejor de si, siempre fueron mirados como por debajo, todo eso debido al racismo existente. En la película vemos al percusionista Chano Pozo quejándose del maltrato con su pecualiar estilo. 'Nosotros tenemos que entrar por detrás y mear en un sitio separado al de los demás', comenta en uno de los diálogos. En la pelicula se recrea su muerte. Habiendo tantas historias de su deceso, los creadores de la película lo hacen morir tras una discusión que tiene que ver con drogas y dinero.
A decir de Trueba, la música fue un reto especial. 'Podíamos usar lo existente, pero al discutir la idea, decidimos por algo nuevo y novedoso. Pedir a otros músicos talentosos de ahora que interpreten la música de los talentosos de ayer: Charlie Parker, Dizzie Gillispie, Tito Puente, no es fácil. Cuando un músico tiene su estilo y su propia voz musical, es difícil ponerlo en los zapatos de otro, pero el final fue sorprendente y se oye en la pelicula'.
Para revivir la voz de Nate King Cole, por ejemplo, los encargados de 'Chico y Rita' pidieron a su hermano Freddy, aún con vida, que interpretará una canción. El resultado esta en la cinta. Ahí vemos a Nate king Cole cantando, claro, pero con la voz de su hermano.
El gran Tito Puente esta ahí también, pero quien realmente toca como él es Amadito Valdez, un también excelente timbalero cubano.
La participación de Bebo Valdez es lo que conmueve. 'Cada vez que Chico toca el piano, es en realidad Bebo tocando', dice el director. Cuando terminaron de editar la película, Trueba viajó a Málaga, donde entonces vivía Bebo Valdez. Ahí el músico cubano vio la película y lloró agradecido.
'Bebo creo que entendió que gracias a la película, la gente iba a oír su música después de que nos haya dejado'. (Es verdad, antes de escribir esta nota, estuve escuchando 'Ay mamá Inés', en la versión de la orquesta de Bebo y ahora suena en el fondo 'Lamento cubano' con el piano jazzeado del cubano).
Me quedo con las historias que se meten dentro de la historia. Mientras Chico va camino a Nueva York, se queda dormido y sueña con Humprey Bogart, quien le dice “Sam tócame algo”, es en el preciso momento que Ramón, el companero de viaje, el amigo, el promotor, el traidor, le dice a Chico que están llegando a los Estados Unidos. Para sacar de escena al Bogart de 'Casablanca' no hay otra idea mejor que disparar contra él. Siendo eso un sueño, el asunto es creíble.
Y otra de las ideas muy simpáticas dentro de la película es el uso de Marlon Brando, el actor estadounidense es captado por el lente de un paparazzi justo cuando esta besando a Rita en algún rincón de la ciudad de los rascacielos. La foto sale publicada en los diarios y es eso lo que ve Chico al leer las noticias al día siguiente, es eso precisamente lo que lo mueve a aceptar una propuesta de tocar con Dizzie Gillespie en París, dejándola a su suerte. En la historia vemos también a Charlie Parker y otros virtuosos musicales de esa época.
En la película también hay una crítica muy interesante del gobierno cubano de Castro. Cuando los barbudos ganan la revolución, Chico se sorprende cuando le prohiben tocar el jazz y el bebop géneros musicales del que es gran cultor.
-¿Por qué? Pregunta sorprendido.
-Porque esa música es del enemigo imperialista- le contestan sus colegas.
Todos los músicos han sido reunidos y deben dejar su libre talento musical para trabajar algo que solo desean los llamados 'revolucinarios'.
Chico decide entonces dejar de tocar y dedicarse a una tarea alejada de su brillo musical: sacarle el 'brillo' a los zapatos de los turistas. Hasta que felizmente es descubierto, cuando andan buscando al gran pianista, que esta vivo aunque él diga “quien dijo que yo estaba vivo”.
Ahí empezamos a ir hacia lo que buscamos inconcientemente como espectadores, que Chico sea feliz junto a su amada Rita.


Sunday, October 13, 2013

A la luz de una vela (Algo acerca del budismo Zen)


-Un perro puede ser buda? Pregunta el joven discípulo.
-Mu- responde el maestro budista.
Este es una de las koans más famosas en el budismo Zen y tiene otras traducciones, usaré esta que es personal. Un koan es un enunciado, una pregunta que genera una gran duda. Sorprende porque lo que se dice es o parece ilógico, absurdo, vanal. 
Con el enunciado, un maestro puede llegar a saber el grado de progreso de su alumno y darse cuenta del momento de su despertar.
Hay muchos koans, quizás uno también famoso sea este
-Cuál es el sonido de dos manos?
-El aplauso.
-Entonces, cuál es el sonido de una mano?
… Para pensarlo, no es cierto?
Lo que he aprendido de los koans es que te ayudan a fijar tu mente en un solo punto. Todos sabemos que la mente tiene como función principal pensar y lo hace sin parar. Es como la función de un manantial inagotable de donde brota agua en cada momento, así es la mente humana.
Sin embargo, con la meditación uno puede llegar a tener control de los pensaminetos. Control en el sentido de no dejarse ganar por una mente que piensa y piensa a borbotones y hace que cada uno de nosotros actue sin gobierno propio. Los budistas suelen graficar una mente descontrolada con la imagen de unos monos saltando por doquier haciendo lo que se les viene en gana. Y haciendo de nosotros unos meros seguidores de los monos*.
Meditando hay que poner primero nuestra atención en el acto de respirar, poco a poco podremos ir viendo el comportamiento descontrolado de esos monos que se descuelgan de la mente y hacen lo que se les antoja.
Muchos critican la meditación y lo hacen en muchos casos por desconocimiento. Como nunca han puesto atención a sus pensamientos desconocen de lo que hablo. No es tan fácil precisar la mente en la respiración, precisamente por culpa de nuestros pensamientos descontrolados. Además, al descontrol se junta también el cuerpo humano en sus distintas zonas. Mientras tratamos de fijar nuestra atención mental, de pronto descubrimos que nos pica aquí, nos duele acá y es entonces cuando perdemos el foco de atención. Meditar es un reto, más todavía al principio.
Lo que acabo de ver es que dándole a la mente un koan en que pensar, la mente calmada (con la respiración inicial, sin duda) llega a fijarse mejor y de pronto le forzamos (uso este término un poco para graficar lo que les digo) a que la mente observe un koan.
Los budistas Zen dicen que cada uno de nosotros debería buscar un koan en el que pensar siempre.
Acabo de descubrir que el koan que se presta mejor en mis meditaciones es el siguiente
*Un alumno viene con una vela encendida.
El maestro al verlo, le pregunta
-De dónde procede la luz de esa vela?
El alumno que ha logrado cierto grado de crecimiento y va camino a despertar apaga la vela y contesta
-Maestro, le respondo sí usted me dice a dónde se fue la luz que acabo de soplar.
Cuando leí el enunciado, llamó mi atención, Cuando medito es lo que viene a mi mente.
Lo que hago es sentarme o acostarme a respirar hasta lograr cierto control de mis pensamientos. En cuanto noto que voy por buen camino, 'fuerzo' a mi mente a ahondar en el diálogo de maestro y alumno, en ese que acabo de contarles: La luz de la vela.
Es difícil enunciar las respuestas, porque en el grado de concentración que uno logra al meditar, las respuestas suelen ir más allá de la vela, más allá de la luz. Uno entra en un viaje sorprendente de aclaración infinita. Hay que forzar a la mente a hacer el viaje, a intentar esa iluminación.
Satori es el término con el que describen los budistas Zen a este proceso. Uno ve más allá de lo que perciben nuestros sentidos. Y no sólo es calma lo que se encuentra, es luz, entedimiento, sabiduría.
Sé que muchos critican la meditación porque se ha puesto tan de moda, que todos se acercan a ella, sólo para buscar paz, calma. Lo logran, claro, pero en cuanto haya algo que provoca y da la voz de alarma, ese sentimiento de calma y paz se trastoca, se hace irrespirable.
En esto hay charlatanes, sin duda. Y con el sufrimiento y el dolor ajeno se están llenando los bolsillos.
Ojalá yo no este pecando de ser uno de ellos. En mi esencia sé que no es así. Mi propósito es ayudar.
Leyendo algunos ensayos de D. T. Susuki encontré explicaciones que aclaran lo que les vengo diciendo.
Satori es la esencia del budismo Zen y consiste en adquirir un nuevo punto de vista de la vida y de las cosas en general. Para llegar a la esencia tenemos que renunciar a nuestros hábitos ordinarios de pensamiento y tenemos que ir allá pese a las dificultades, venciendo tormentas que se presenten.
Satori puede ser definido también como una intuitiva vista dentro de la naturaleza de las cosas en contradicción de la lógica y el analítico entendiemiento de todo eso. Le vamos a dar a la mente un nuevo mundo, el mismo que no se puede percibir con nuestra mente confundida y dualística a la que estamos acostumbrados. Cuando se logra el satori, la satisfación es más amplia que el dar con la solución de un problema matemático, es amplísimo, revolucionario, purificante y exacto. Si tú tratas de encontrar a Buda (Buda no es el gordito al que el mundo comercial nos ha acostumbrado a ver, no), tú debes mirar dentro de tu propio naturaleza, por eso uno tiene las ayudas de las koans, las repeticiones y los preceptos que suelen dar los maestros. Pero hay que ir más allá, de lo contrario sólo estaremos inmersos en la recopilación de información que sirve para decir sé de esto y de aquello.
Para hallar el satori hay caminos (budismo para mi es también camino para alcanzar algo) que pueden resultar sorprendentes. Están las koans y están los pequeños detalles que se pueden llenar de hondo significado.
Un ser humano busca su camino mordiendo una rama.
-¿Cómo es posible que haya llegado ahí?
Tiene que contestar, debe de hacerlo gritando.
El ser humano que en este caso es un monje no puede dejar de sonreír por lo absurdo del enunciado, es entonces que suelta la rama y encuentra su satori.
Un hecho que también me ha dado que pensar es el siguiente.
Hay un inmenso lago que tiene sus aguas muy quietas, de pronto una piedra cae en el medio de la misma y genera pequeñas olas que van haciendo un sin número de circunferencias.
¿Quién tiró la piedra, cuál fue el propósito de que tirara la piedra?.
Bueno, recuerdan cómo suena una sola mano.
Denle un chasquido a su dedo pulgar y medio y quizás logren alcanzar una respuesta.

*Cuando hablo de controlar a los monos que saltan por doquier no estoy hablando de bloquear, de cortar o de hacer el esfuerzo para terminar con sus acciones, no. De lo que hablo aquí es de observarlos con atención, con aceptación, con hondo sentido compasivo. Son nuestros propios monos y suelen tener ese comportamiento por nuestra propia falta de paciencia. Saltan alocadamente porque representan nuestra ira, nuestra envidia, el odio, la ansiedad y tantas otras cosas negativas que sentimos y experimentamos.
Los budistas lo descubrieron hace más de 2,500 años atrás.
Ahora, en la Universidad de Stanford, en California, EE. UU. el neurocirujano Phillipe Goldin esta observando el cerebro a través de los aparatos de Resonancia Magnética (MRI) y descubrió que cuanto más nos resistimos a ver esos pensamientos negativos (esos monos de los que vengo hablando), la gente sufre y se estresa más. La prueba va más allá, el doctor Goldin le pide a sus colaboradores dentro de la máquina de MRI que sólo observen y acepten lo que ven con atención, aceptación y mucha compasión.
Es como si estuvieramos viendo una película proyectada en el ecran. Nuestra película, sin duda.
Cuanto más nos resistimos a aceptarlos, esos monos se vuelven más furiosos y saltan hasta crearnos líos tremendos. Cuando los miramos compasivamente, aceptan que los hemos desnudado y poco a poco van asumiendo un comportamiento más aceptable. Digamos que los hemos amaestrado.

Tuesday, October 1, 2013

El sensei Akira Kurosawa.




Para Rosario Sheen, agradecido

Al terminar de ver “Los siete samuráis” tuve un bono especial, fui invitado a ver y oír una entrevista con el maestro japonés Akira Kurosawa. El director de cine habla de todo, de sus inicios como asistente de director, de sus cientos de guiones escritos, de su afición a beber sake, de su amor por los clásicos de la literatura, de la censura japonesa, de la guerra en la que fue excluído de participar y de sus consejos para ser un buen director de cine.
Es un bono especial que ofrece el combo que tiene The Criterion en su excelente colección de películas clásicas. Para un hispano parlante como yo fue algo complicado tener al sensei Akira Kurosawa hablando en japonés, mientras leía las traducciones en inglés de todo aquello que decía. Pero no le perdí la cuenta, Kurosawa debe de haber fumado alrededor de diez cigarrillos a lo largo de la entrevista de más de una hora, mientras bebía un vaso con té helado y sonreía recordando una serie de aspectos de su vida.
Sentado durante la entrevista es difícil imaginarlo alto como era, pero se ve inmenso. Tras sus enormes lentes que lo caracterizan se esconden esos ojos rasgados con algo adicional, no son oscuros, tienen el gris que según Kurosawa parece venir de un remoto pariente ruso. Juega con el cigarrillo entre sus dedos, ríe y exhibe los dientes chuecos que caracterizan también a muchos japoneses.
Habla de su deseo fallido de ser pintor, de su amor por los cuadros de Cezanne. Cuenta que sólo se exhibieron sus dibujos que hizo antes de filmar sus peliculas, las mismas que le servían para visualizar mejor lo que deseaba hacer. Y los dibujos los hizo mientras esperaba a los miembros de su equipo de filmación en el lobby de algún hotel. 'No entiendo como alguien se puede tomar una ducha de una hora o más', dice. 'A mí me bastan unos minutos'.
Cuando buscó trabajo se decidió por ser asistente de director y no cree que el hecho de que su hermano haya sido narrador de películas mudas, haya influenciado en su contrato. (Como recuerdan, su hermano mayor Heigo se suicidó. Al parecer no pudo lidiar con el cambio y con la falta de empleo). Habla un poco de su influencia, pero no menciona el incidente del terremoto aquel, cuando su hermano lo llevó a ver el Tokio devastado, donde se veían los cuerpos sin vida de quienes habían fallecido durante aquel sismo, ni tampoco comenta que ese hecho le sirvió para enfrentar con determinanción el miedo.
En sus inicios se dedicó a escribir guiones, Kurosawa no recuerda cuantos, pero se dedicó a ese trabajo porque necesitaba pagar los tragos de sake y la comida que consumía. Siempre iba a comer, pedía a cuenta del pago que venía en camino y cuando el cheque llegaba terminaba sin completar su deuda, entonces tuvo que decicarse a trabajar más. En ese inicio aprendió todos los secretos que se necesitan para ser un buen director, incluso aprendió a editar. Detrás de cada director aprendió viendo sus errores. A Kurosawa le sorprendía como algunos de sus jefes no aprovechaban la enorme cantidad de imágenes que el momento ofrecía. El viento que soplaba entre los árboles, por ejemplo.
Pasó a ser director cuando le ofrecieron un aumento y él estuvo en el grupo que aceptó la promoción. A Kurosawa le molestaba la censura japonesa, estricta e ignorante en algunas oportunidades. Muy parametrada en lo japonés. Después de la guerra, los estadounidenses abrieron las puertas, comenta el director.
Hablando de la guerra, Kurosawa dice que no creía que Japón ganaría la misma. Los generales y todo lo que tenían en la cabeza y en el gesto daba cuenta de eso, concluye. No sirvió en la guerra, no fue llamado a combatir. Cuando se presentó -recuerda- los amigos de su padre, quien fue instructor del Ejército, le dijeron que no sólo en la pelea él podía contribuir con el país. Así que no vistió el uniforme nipón. Por esa razón, nunca hizo un film de guerra, comenta.
Los filmes de Kurosawa gustan afuera de su patria, pero él señala que no hizo nada para conquistar audiencias. 'Me dedico a contar, los problemas que hay afuera son los mismos que existen aqui también, son problemas del mundo', precisa.
Su mirada atenta del cine de afuera y el cine japonés le hizo descubrir algo, que al cine de su país le faltaba 'dinámica' es la palabra que usa. Se refería a la acción que dispara la historia, el inicio de un film japonés de su tiempo era lento y había que moverlo más desde la introducción.
Además, Kurosawa decía que seguía sus instintos, jamás buscaba una receta. 'Yo creo que en el cine aún no se ha hecho lo que hacían los grandes escritores de la literatura, Dostoevsky, por ejemplo. Yo tenía a Dostoevsky en mi espalda, nunca podíamos hacer lo que hizo en el cine'.
Dice que se sintió liberado cuando filmó “El ángel borracho” en 1948, donde cuenta la historia de un médico alcohólico tratando de curar a un asesino yakusa enfermo de tuberculosis. Ya entonces trabajó con Toshiro Mifune, quien pese a no ser el personaje central, se roba el show al hacer de villano. Mifune pasó a convertirse en el Marlon Brando del cine japonés. Los críticos dicen, que el período en que Kurosawa trabajó junto a Mifune fue su época más productiva, algunos dicen, 'Kurosawa fue el corazón, Mifune el cuerpo'.
En 1950 vino 'Rashomon' que al año siguiente ganaría el premio 'León de Venecia' y lanzaría al cine japonés y a Akira Kurosawa al mundo occidental. En los Estados Unidos, esta película se convirtió en un éxito de taquilla desde la primera semana.
Kurosawa continua valorando la literatura, le encantaba leer 'La Guerra y la Paz', de Leon Tolstoi. 'Siempre hay que buscar en la naturaleza humana. Hago que mis films parezcan interesantes porque busco en la esencia de nuestro ser'. Hay que recordar que Kurosawa llevó al cine japonés las historias de William Shakespeare. (Vease 'Trono de sangre', con Mifune como actor principal y Oguni en la elaboración del guión)
Mientras era asistente de director, Kurosawa vio que el director con quien filmaba “La saga de los vagabundos” desperdiciaba imágenes que luego él incorporaría en “Los siete samuráis”.
Con todo su historia personal, Kurosawa hijo de un descendiente de samurai, instructor de soldados, se lanzó en 1957 a filmar su clásica pelicula. Una de las más influyentes de la historia y una de las 10 películas más recordadas en nuestro planeta. El guión se hizo a cuatro manos, Kurosawa recuerda con cariño a uno de ellos, Hideo Oguni, de quien dice que era muy bueno a la hora de resolver una situación. 'Lo veias descansar en un rincón y de pronto, se levantaba y decía esta es la idea que va a trabajar para esta secuencia y así era'.
En 'Los siete samurais', Kurosawa vuelve a usar la naturaleza como elemento de su film, las escenas de la batalla final en plena lluvia dan cuenta de eso. Era tal la meticulosidad del director, que no le gustaba -por ejemplo- usar la vestimenta nueva de los personajes. Unas semanas antes de rodar la película, Kurosawa ordenaba que los personajes usarán las ropas y las envejecieran, quería además que cada uno de ellos se viera y sintiera tras la vestimenta.
La música fue también vital para este film, cada personaje tiene un tema especial. Además, los guionistas tuvieron la consideración de delinear a cada uno de ellos de manera precisa. Hay el personaje que desea pulir su técnica con la espada, esta el conocedor de la guerra y el budismo zen y esta una vez más Mifune, quien no siendo precisamente un guerrero, tiene dentro de él a un guerrero (Kurosawa jugando su propio papel en el actor)
Como recordarán, la historia transcurre en la época del Japón feudal, cuando una comunidad campesina va en busca de algunos samurais desempleados para que les ayuden a defender sus cultivos de arroz después de las cosechas, pues al inicio de la historia, uno de los agricultores escucha a los cabecillas fascinerosos decir que volverán cuando se haya recogido el grano milenario japonés.
Kurosawa gustaba rodar con tres cámaras en distintas posiciones, quería aprovechar el máximo de tomas de un solo tiro y le daba la oportunidad al actor de desenvolverse libremente sin prestar atención a una sola cámara. Kurosawa solía decir, 'esto es lo que deseo en esta escena' y el actor tenía que mostrar su talento sin conocer toda la historia. Ahí, en ese preciso momento.
En la última parte de la entrevista a Kurosawa se le pide algún consejo para los nuevos directores y el sensei dice: “Que aprendan de todo, pero por encima de todo que escriban guiones para que aprendan la estructura de una historia, que aprendan a ver la columna vertebral de una película. Con una página por día, tendrán al cabo de un año, 365 páginas. Para eso basta papel y lápiz. Lean y recuerden, la lectura te da el soporte, el recuerdo es necesario para crear. Lean, lamentablemente ahora la gente no lee”.
Akira Kurosawa recibió un Oscar honorífico de Hollywood en 1990, Steven Spielberg y George Lucas no se quisieron perder la ocasión histórica, ambos le entregaron la estatuilla el día de su cumpleaños. Kurosawa había nacido el 23 de marzo de 1910, aquel día cumplía 80 años. Toda la gente involucrada en el mundo del cine le dio una ovación merecida. De pie.
Akira Kurosawa nos dejó el 6 de setiembre de 1998. Su último film fue 'Madaduyo', con el mismo completó la dirección de 30 películas. Aún recuerdo sus palabras. 'A los artistas déjenlos libres que hagan lo que desean hacer'.

Sunday, September 22, 2013

Manos milagrosas.

“Yo leo para crecer, creyendo firmemente que quien soy ahora y seré en cinco años depende de dos cosas: de la gente con quien me reuna y los libros que lea”. Es más o menos lo que dice la coreógrafa estadounidense, Twyla Tharp, en su encantador libro titulado 'Creative Habits' (Hábitos creativos).
Lo que dice Tharp lo suscribo porque lo estoy sintiendo y viviendo. Aunque la expresión no debemos tomarla de manera literal. Evidentemente si tenemos un mentor con quien analizamos y discutimos la vida, el asunto cambia. Pero eso de 'conocer gente' puede pasar también de la siguiente manera.
Acabo de ver la película 'Gifted hands' (Manos milagrosas, dice la traducción) y siento que conocí a alguien valioso. La pelicula cuenta la historia del neurocirujano estadounidense, Benjamin Carson. Reitero, encontrar no significa necesariamente que tienes que estar con la persona, frecuentarla, cenar o jugar a los naipes. No, aunque bien podría tratarse de eso también.
Al ver la película en la que se cuenta la vida de Carson descubrí algo, que al margen del dolor y el sufrimiento que uno sienta o viva, tenemos que seguir adelante. Se me ocurre las siguientes imágenes para graficar lo que digo: avanzar como sí fueramos un pequeño barco de vela en el mar enfrentando una tempestad o una vela que da luz y no se apaga ante el paso de un fuerte viento.
Uno debe de hacer el esfuerzo de seguir pese a la adversidad.
Ben Carson, como ustedes conocen, es un neurocirujano afroamericano, con raíces muy pobres, sin padre, la madre se separó del marido bigamo, la madre era analfabeta, pero sabia. La madre supo dar a sus hijos (Ben tiene un hermano ingeniero) el empuje que ellos necesitaban para salir adelante.
'You can do it better', es lo que siempre les decía la mamá. Bastó eso, tú lo puedes hacer mejor, para que sus hijos avanzaran pese a los obstáculos que se les presentaba.
Sabemos que ser un afroamereicano en los Estados Unidos en la época de los 60 fue difícil (sin olvidar claro esta los años anteriores) Carson se debió enfrentar al rechazo sútil de sus compañeros blancos y de algunos de sus profesotres racistas (pocos a Dios gracias) quienes al ver sus buenas calificaciones estudiantiles renegaban de los padres blancos. “Debería darles verguenza que este chico les gane a sus hijos”, dijo alguna vez una de sus profesoras en un acto de clausura del año escolar.
Y una vez más notamos que el asunto intelectual no es cuestión de piel, sino de grandes deseos de superarse. Con fortaleza (se nutrió con buenas lecturas y estuvo rodeado de gente buena) uno puede llegar a la meta que se ha trazado. Pasando, claro esta, por el simple hecho de 'aceptarse'. Aceptar lo que somos o tenemos es vital.
Una digresión importante.
Hace poco leí la biografia de Steve Jobs, el extinto creador e innovador de la gran parte de la tecnología que usamos en este momento, y descubri algo adicional: cuando uno se pone a lamentarse de las cosas feas que tenemos (las tenemos todos) nos paralizamos. Al paralizarnos dejamos que el buen devenir de nuestras vidas fluyan por el cauce normal. Parece una perogrullada, sí, pero ¿cuántos se han puesto a pensar en lo que acabo de escribir con un hondo sentido de realidad? Lo hago aquí con el deseo de ayudar.
Les decía que leí la biografia de Jobs y me enteré que fue adoptado por una joven pareja de californianos que no podían concebir uno propio. Sus verdaderos padres engendraron a Steve muy jóvenes -inmaduros- y aún sin casarse. Con unos abuelos maternos de ascendencia alemana que no aceptaban a un progenitor de ascendencia siria e hijos fuera del matrimonio, el asunto se le hizo terrible para el niño recién nacido. Jobs se enteró que era adoptado y sufrió por eso. No aceptaba el hecho de que sus padres se separaran de él de la manera como lo habían hecho. Jobs se estancó en ese sufrimiento, se revolcó en ese dolor, con rabia y pena. Se fue a la India para buscar a un gurú que le ayudara a 'limpiar' esa pena tremenda y ese sufrimiento lacerante. Hizo después meditación budista Zen en California (no tiene nada de malo que lo haya hecho, les estoy contando todo esto por lo que pasaré a decirles luego) En esta búsqueda, Jobs quizás encontró la fuerza positiva necesaria que había perdido, la fuerza positiva que le permitió hacer frente a la fuerza negativa que lo amarraba y no lo dejaba crecer. Lo que aprendió en la India y con la meditación que realizó en el budismo Zen pudo llegar a aceptar su realidad, sin buscar explicaciones culposas y punitivas consigo mismo. Aceptar, sin buscar explicaciones definitivas (nunca las hay) compadecerse de él y de los demás, perdonar y estar focalizado en el presente, fue lo que permitió a Steve avanzar, ser quien todos reconocemos que es. Ojo, creo estar especulando bien, lo prueban sus inventos deseados y soñados, aunque quizás no completó todos, porque la muerte lo truncó, pero quién puede contra la muerte (es también algo que hay que aceptar) Hasta hoy no he encontrado una bibliograía que hable acerca del “despertar” de Steve Jobs. ¿Cuándo y cómo lo hizo de manera definitiva? No lo sé con certeza, para mi será una incógnita. Lo que sabemos es que avanzó. Tal vez no exista tal libro, el que hable de su misticismo, de su superación de la pena y el sufrimiento, pero lo que les digo resultará suficiente.
Jobs, como Carson, como Martin Luther King Jr. debieron aceptar su condición de 'marginados' y avanzar. Siempre que hablo con alguien que no se ubica en el presente y no se acepta, le digo ¿te imaginas a Luther King Jr. blanco? No, no podemos separarlo de su esencia. Necesitamos que fuera quien fue y apareció en el momento que lo necesitabamos. Jobs también pasó por ese trance. Aceptándose nos pudo dar lo que ahora tenemos en la mano.
Todos venimos con un buen propósito en la vida, tenemos que descubrir cuál es ese propósito. Cuesta, no es una linea recta. En el caso de Jobs, sus padres fueron una circunstancia, su misión era otra. En el caso de Luther King Jr. su raza, su color fue importante para luchar por la igualdad. Ambos descubrieron su razón de existir y a eso se abocaron. Ganó la humanidad. Es lo que ahora sucede también con Carson.
Benjamin Carson, neurocirujano.
No les quiero dejar sin la historia de Ben Carson. Les recomiendo ver su historia en 'Gifted hands'.
La película no sólo cuenta la vida de este neurocirujano de manos afortunadas para la cirugía cerebral, también sirve para aprender a hacer algunas historias y llevarlas al cine.
La película comienza con el doctor Carson en el quirófano, esta a punto de realizar una de sus cirugías complicadas, ahí recibe la llamada telefónica urgente con un caso mucho más complicado: siameses unidos por el cerebro que necesitaban ser separados para poder sobrevivir. Los padres han buscado a Carson porque saben que es el mejor. El galeno no niega la dificultad y el riesgo de la cirugía, uno de los bebés o ambos pueden morir. Sin embargo, tras pensarlo y analizarlo, acepta el reto.
Con ese gancho y tratando de conocer qué es lo que hizo Carson para ayudar a estos siameses alemanes (ver caso de Patrick y Benjamin Binder) no nos separaremos de la historia.
Y vamos en un flashback hacía el año de 1961, cuando Ben Carson era materia de burla de sus compañeros de clase pues no podía componer una pequeña historia de 40 palabras. Desde el año citado avanzaremos para resolver el misterio al final y en orden.
Vamos observando los esfuerzos de la madre por dar a sus hijos una educación que ella no ha tenido, se ha casado a los 13 años y cuando el hijo mayor tiene 8, descubre que el marido es un bigamo. Tras el divorcio se queda con la casa y es la responsable de sus dos pequeños. Debe trabajar limpiando casas y cuidando bebés y se siente desfallecer. En su trabajo descubre a un hombre rico, quien le pide ordenar su biblioteca. La mujer se sorprende de la cantidad de libros, muchos de los cuales han sido leídos ya por su propietario. Cómo. Dejando de ver televisión. Entonces decide cortar las horas de televisión de sus hijos y les da sólo 3 programas como opción. Felizmente los chicos no tenían tantos programas basura como ahora. Ellos escogen ver el programa de pruebas de conocimientos. La madre va más allá. Cada semana, sus hijos deben de leer un libro y escribir sobre eso. Los chicos se van dando cuenta de sus limitaciones en cultura general, deciden escuchar música clásica y visitar museos. Cuentan también con profesores que los alientan y educan.Y van creciendo. Por las malas juntas escolares, Carson casi tira su futuro por la borda. Arrepentido y con voluntad de enmienda, Ben va a la universidad, estudia medicina y decide ser uno de los muchos internistass que buscan ser neurocirujanos en el John Hopkins University. Sólo son seleccionados tres. Pasa la prueba y en una emergencia, corriendo el riesgo de fallar, realiza una operación al cerebro que resulta exitosa. Desde aquel momento comenzará su carrera de cirujano. A la lectura, suma su amor a la música clásica, es un cristiano creyente y adventista y gusta de jugar billar en sus ratos libres. Es también sacudido por la desgracia cuando su esposa pierde a los mellizos que estaban en camino y es por esa razón que acepta el reto de seprarar a los siameses.
Sus pasiones musicales, su observación y todo lo que aprendió en su vida le dan la idea de cómo separar a los bebés. En la sala de operación se convierte en una suerte de director de orquesta, con neurocirujanos, cardiólogos, anastecistas, cirujanos plásticos, enfermeras y técnicos, a su cargo, decide operar. Una operación quirúrgica de más de 22 horas que resulta un éxito. ¿Quiere vivir la emoción? Vea la película.