Monday, September 26, 2011

Cómo enfrentar las penas.


Todos tenemos una forma de enfrentar las penas, más aún la pérdida de un ser querido. Cuando mi padre murió, me encerré en un cuarto vacío, tiré un colchón al piso y preferí dormir de día, para leer de noche y vigilar por la seguridad de mi madre, mi hermana y mi hermano menor. Mi hermano Guille estaba casado y vivía con su familia no muy lejos de casa. Hoy me sorprendo de todo eso: mis hábitos cambiados, velar mi pena de noche, leyendo cuanto libro cayera en mis manos. Estaba sin trabajo y no me interesé en buscarlo, hasta que mi madre -con la enteresa y haciendo uso de su fuerza de leona que la caracteriza- me dio las armas que necesitaba entonces para salir de mi dolor, de mi duelo. Me empujó. Las mujeres, siempre las mujeres, mucho más fuertes que los hombres.
Acabo de leer algo que me recordó aquel mal momento por el que pasé y por el que pasan muchas familias en algún momento de sus vidas.
Aquí en los Estados Unidos, Nina Sankovitch se propuso un proyecto que muchos lectores y escritores encuentran envidiable, leer un libro diario a lo largo de un año. Trataba con su propuesta de revitalizar su entusiasmo por la vida después de la muerte de su hermana mayor, quien había fallecido víctima de un cáncer extraño.
Sankovitch inició el proyecto el año 2008, después de tres años de negarse a aceptar su dolor. Estaba más involucrada en actividades que incluían cuidar a sus cuatro hijos, su esposo y ser la hija que apoyaba a sus acongojados padres. A los tres años de ocurrido el deceso de su querida hermana, Anne Marie, Nina decidió salir del remolino en el que estaba envuelta, en aquel momento se dio cuenta que no había tratado de enfrentar su propio dolor y se propuso tomar un año leyendo cuanto libro cayera en sus manos.
De su experiencia salió un libro de memorias titulado “Tolstoy and the purple chair: My year of magical reading”. Las memorias exploran los efectos que dejó el fallecimiento de la hermana, los libros que leía y el propio viaje para recuperar un buen sentido de entendimiento y propósito. Ella dice que confió en los libros para responder la implacable pregunta de por qué ella merecía vivir y cómo debería hacerlo.
Con la ayuda de su esposo, ella buscó una silla confortable del color morado para dedicarse a leer en un rincón especial de su casa. Ella consiguió los libros de las bibliotecas, las tiendas y aceptó las recomendaciones de sus amigos. Agregó a su proyecto, la tarea de escribir un comentario de 500 palabras a la mañana siguiente y publicarlas en su web site, readallday.org.
Su propósito de lectura no fue mostrar sus habilidades de buena lectora de 300 páginas en cuatro horas, lo que buscó fue crearse un horario y una disciplina para mantenerse activa. La tarea fue estricta, Nina no debía leer ningún libro que ya había leído y sólo debia leer un libro por autor. A sus manos llegaron entonces libros de literatura moderna, novelas clásicas, biografías y ensayos de autores de diversas partes del mundo.
Al comienzo de su trabajo, Nina agonizaba en su pena y en la culpa que sentía por estar viva, mientras su hermana ya no estaba, pero mientras iba avanzando en su tarea de leer y comentar, ella iba obteniendo la calma suficiente para desenredar sus ideas profundas y salir del remolino en el que había caído. Al final, ella leía con profundo significado acerca de cómo uno se relaciona con otro, con el mundo y con uno mismo, encontrando al final que había alegría en el hecho de estar vivo, incluso sin tener a su hermana al lado.
Al final, Nina Sankovitch da con el punto central de su año de lectura, de que ella no puede cambiar el hecho de la desaparición temprana de su hermana, pero se da cuenta de que cuando pase el golpe inicial de la pérdida y el período de pena que sigue, ella podrá elegir cómo responder.
El lector de las memorias se convierte en el testigo de ese dolor agonizante y luego en el aliado de un viaje satisfactorio donde Nina aprende a disfrutar de la alegría de vivir. La vida puede ser apreciada sólo entendiendo los roles que juegan pérdida y pena, precisa Sankovitch y que alguno de esos entendimientos pueden venir del examen que nosotros hacemos de la experiencia humana contenida en los libros.
Quizás esa también fue mi búsqueda, y la pregunta que más rondaba mi cabeza fue por qué mi padre se había ido tan temprano, por qué sí era un hombre justo, por qué. Lamentablemente yo sólo me quedé en la pregunta y no me decidí a dar el siguiente paso para seguir viviendo. Creo que el mérito de las memorias de Nina Sankovitch es que las haya escrito y de ahora en adelante se convierten en un ejemplo a seguir para enfrentar los duelos.

Tomado y traducido en parte de la revista The Writer.

Sunday, September 18, 2011

El Barcelona, el fútbol y el Perú del cholo Sotil.


El Barcelona goleó 8 a 0 al Osasuna y se sacó el clavo de los dos empates anteriores y seguidos.
El cuadro 'culé' arrasó de la mano de Xavi Hernández y de sus jugadores que tienen una talla deportiva que no se mide con un centímetro común y corriente. Xavi incluso marcó un gol de gran factura, hizo lo propio el ‘cuaje’ Villa y Leo Messi se sumó con los suyos, al igual que Cesc Fábregas, quien parece haber jugado siempre en ese equipo que dirige Pep Guardiola.
El entrenador precisamente debe de haber 'cuadrado’ a sus pupilos tras los partidos anteriores, pues tras estar arriba en el marcador, terminaron igualando, lo que dejó una sensacion de fastidio en sus seguidores, acostumbrados a los triunfos constantes del equipo catalán.
Al parecer el equipo acostumbrado a ganar comenzó a compadecerse de sus rivales y les perdonó la vida, por decirlo de alguna manera. Entonces Pep Guardiola debió salir a ‘guapear’ a los miembros de su escuadra. A los ajos y cebollas del técnico al día siguiente de sendos empates, los jugadores asintieron el golpe y los jalones de oreja y salieron encorajinados a ganar, le pusieron así el toque final de pimiento que el equipo necesitaba. Leyendo lo que ocurre en España con el equipo vasco, recordé lo que pasa con el equipo peruano. Porque como quiero recordarles, soy peruano. Cuando el Barza juega recuerdo al equipo mágico de Cueto y Uribe, de Cubillas y Sotil, y los del Barcelona deben recordar también todo lo que aportó ‘el cholo’ a como juega hoy ese equipo azulgrana, sino hay que preguntarle a Johan Cruff, quien seguro lo recuerda con precisión. ‘El cholo’ Sotil, pese a su indisciplina, llevó a Barcelona el juego cortido y de picardía, el mismo que gusta y encanta a quienes amamos al fútbol, gusta y encanta más todavía cuando ofrece resultados positivos. Pero, al parecer, el cuadro catalán se contagió también de un problema por el que pasa el fútbol peruano que juega bien y bonito y siempre pierde. ¿Por qué? Porque en nosotros creo –hablo de los peruanos- existe mucha compasión con el rival (sino pregúntenle a la Historia de Miguel Grau y su compasión con el equipo vencido, durante una Guerra, que al final devino en una derrota nacional. No por su culpa, claro. Grau actuó bien y se ganó un lugar en el corazón de los marinos del mundo). Claro que el fútbol no es una guerra, aunque muchos hinchas piensen lo contrario.
Pero nadie podrá negar que al fútbol se ha llevado también preceptos bélicos que pueden servir para obtener una victoria. Quizás Pep ha leído ‘El Arte de la Guerra’, de Sun Tzu, y conozca muy bien eso de que ‘la estrategía es ganar, la táctica jugar al toque y aprovechar los huecos que deja el contrincante desordenado para atacar’. Al Madrid le juegan de otra manera, ‘lo irritan y como lo conocen de arrogante, fomentan su egoísmo’. Mou, tal vez haya leído también el libro, pero no lo ha comprendido del todo.
Volviendo al terreno de juego, recuerdo también que una vez jugaba Universitario de Deportes en algún lugar de Perú, Arrelucea - otro petiso genial, cuando se lo proponía- hizo un gol de antología. Se llevó a quienes le salieron a marcar, al arquero incluído, llegó al arco, paró la pelota, se tiró al piso y la metió con la cabeza en la línea del arco desguarnecido. Para mí fue un gol soberbio, como hincha me sentí precisamente hinchado de orgullo, mi equipo propinaba una goleada histórica de 5 a 0 y de visita. Sin embargo, vino el árbitro corriendo, se paró frente al jugador que celebraba y sacó la tarjeta amarilla. Se castigó un gol que se vio ofensivo en un deporte que se pretende sea leal. ¿Es leal el fútbol competitivo que se juega a ganar? Pregunto.
Hoy cuando leo que el Barza arrasó 8 a 0 se me viene a la mente eso de ser compasivo. No sé si Pep Guardiola haya meditado acerca del tema cuando habló con sus jugadores, no sé si lo hizo ahora que lograron una victoria aplastante. En este caso, hemos visto al Osasuna como el pobre equipo español que no resiste el vendaval del fútbol que mostraron los llamados ‘culés’. No por nada los otros equipos españoles se quejan del potencial del Barcelona y del Real Madrid por lo que significan también económicamente. ¿Y ahora no será que despertaron en el Barza ese afán de ganar bien para evitar que esos pequeños Davids heridos saquen la onda, lancen el látigo y obtengan por lo menos un empate?. No, no, ahora no habrá empates. Hoy acostumbrados a ganar querran ganar arrasando. Y la compasión ¿sera necesaria en este caso?
El fútbol no entra en filosofías religiosas, es un deporte, vale, dirán los españoles. Más fuerte lo podría gritar un portugués arrogante, irritado con lo que ocurre con su equipo, cuando de jugar con el Barza se trata.
No sé si Pep Guardiola reflexionó en lo que les vengo exponiendo. Y a los peruanos ¿qué les podemos decir? Salgamos a jugar bonito, pero metiéndole el zapatazo que a veces se necesita para que la pelota se meta en el arco contrario, por qué como recordarán “sí los arcos fueran laterales, Perú sería el campeón del mundo”.
Eso parece que estuvo pasando con el Barza que se apoderaba de la pelota, de la cancha y se estaba olvidando de que había que metarla para ganar. Ahora que despertó, goleó, tal vez lo siga haciendo.
Ahora saltándome un poco más el charco de mis ideas diseminadas, preguntó ¿qué dirá de todo esto Markarián?
Un detalle adicional, empecé esta nota mencionando a Xavi Hernández y no es por nada, acabo de leer que unió a su hobby de navegar en su barco algo más, buscar setas en el bosque de cataluña. Pep Guardiola dice ‘sí él se dedica a buscar hongos en sus ratos libres, no sólo estamos hablando de un buen jugador, estamos hablando también de un buen hombre’. La última, ¿cuál será el pasatiempo de Guardiola, tal vez leer bien a Sun Tzu?.

Tuesday, September 13, 2011

Soy falso, hay testigos.


“Soy falso, hay testigos”.
Así comencé un relato que no sé cómo seguir.
¿Quién podría confesar algo tan íntimo? ¿Un valiente o un cobarde?.
¿Quién podría ser el antagonista? ¿Alguien tal vez más falso que detesta mirarse al espejo?. No sé, el proceso creativo y el trabajo constante irá moldeando la historia.
La acción determina quién es quién. Siempre había escuchado esta afirmación literaria, pero nunca había profundizado en la misma. Hasta hoy que escuché un ejemplo que me aclaró el asunto.
Si alguien encuentra a un gatito desválido en plena calle y lo toma entre sus manos con cariño, lo acaricía y remeda su maullido, diremos que se trata de alguien que ama a los animales. Pero sí encontramos a alguien que en vez de acariciar al miníno le da una patada, diremos que se trata de un desalmado. La acción determina entonces quién es realmente el personaje.
Aprendí algo más, lo que el personaje lleva en el bolsillo determina también de quién se trata. No es lo mismo el bolsillo de un millonario sí lo comparamos con el bolsillo de un pordiosero. A las tarjetas de crédito del primero, quizás se oponga una pequeña tarjeta con la imagen de una santa o un Cristo, en el caso del segundo. Quizás en el caso del primero veamos las llaves de un auto deportivo, mientras que en el caso del segundo, sólo se vean monedas que han sido recogidas de entre las limosmas que se dejan en la canasta de una iglesia. Me acabo de mirar al bolsillo y descubrí algunas cosas que con sutileza dicen 'este eres tú'.
A la acción que determina quién es el personaje, se suma el concepto del lugar donde se desarrolla la acción. Sí una novela o un cuento es básicamente conflicto, el lugar donde se desarrolla la acción sirve para aumentar ese conflicto. Si un personaje se encuentra subiendo una montaña, el esfuerzo por alcanzar la cima es un detalle que enriquecerá la historia. Sí el personaje está en el desierto, su lucha con la arena, el calor, la sed y el cansancio hará que la historia se enriquezca hasta límites insospechables.
En la pequeña novela “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway, veremos a un pescador luchando contra la inmensidad del mar y todos los seres que pueblan esas aguas para salvar su inmenso pez espada. A sus pocas fuerzas, se le opondrá las olas constantes que golpean su bote y tratan de hundirlo, los tiburones que en gran número llegan a arrebatarle su presa, el cansancio que intentará doblegarlo. Ante la adversidad veremos a ese hombre tratando de probar que no es un tipo cualquiera. En su lucha, aunque no gane la presa, habrá ganado algo más importante como persona: el valor de saberse un luchador a largo y ancho de todos sus fibras. Un pescado, por muy grande que sea, nunca se podrá comparar a la grandeza alcanzada en esta historia.
Lo que usemos también debe prestarse al relato, no en vano Chejov decía 'si aparece una pistola en escena, en algún momento tendrá que dispararse'. Sino ocurre nada con esa arma, el lector se quedará como burlado, pues le negamos la posibilidad de escuchan el bang! del disparo.

Tres escritores, tres experiencias.

Lo que uno vivió también determina lo que en el futuro se escribirá, más aún sí esas experiencias ocurrieron en la niñez o han sido trágicas y traumáticas. Es el caso de tres escritores estadounidenses.
Ray Bradbury, autor de 'Las criaturas del tiempo olvidado', dice que vivió muchos años escribiendo pequeñas historias hasta que logró escribir una que lo hizo feliz y realizado. Siendo niño y mientras se bañaba en un lago de Michigan su amiga murió ahogada y lo que es más, Ray nunca pudo ver su cuerpo rescatado. Esa experiencia lo acompañó por años, hasta el día que logró escribir “El lago' donde recreaba dramáticamente la historia que le tocó vivir. La historia fue llevada al cine y me encantó.
Paul Auster contó alguna vez que siendo un niño scout salió con su patrulla al campo. Mientras estaban preparando el campamento comenzó a llover, asi es que corrieron al bosque para lograr alcanzar leños secos que les permita hacer fuego que los mantuviera calientes y les posibilitara hacer el té. Justo cuando se hallaba junto a uno de sus compañeros cumpliendo la tarea, cayó un rayo que fulminó a quien estaba a su derecha. ¿Por qué él y no yo? Es una de las preguntas que Auster se repite. Desde entonces, ese amigo va con Auster a donde sea y a veces le va soplando las ideas que pone en sus historias.
Darin Strauss es otro de los escritores quien en sus memorias 'Half a Life: A Memoir' confesó que había matado sin intención a una adolescente el primer día que consiguió salir a manejar el auto que sus padres le habían obsequiado. Desde entonces esa joven no se ha ido de su lado. El escritor ha insistido en esa dualidad y escribió también una novela dedicada a los hermanos Chang y Eng, conocidos siameses chinos que trabajaron en algunos circos estadounidenses, exhibiendo sus cuerpos pegados para poder sobrevivir. El espectáculo los anunciaba como algo nunca visto. Sin duda, los hermanos se convirtieron en uno suerte de alter ego del escritor. Hay que recordar que cuando uno de los Cheng murió, el otro sólo espero con resignación su partida. “Cuando uno mata, uno va muriendo con quien mata”, dice el escritor.

Algo inolvidable.

Si a mí me preguntaran qué me impactó, no sabría que contestar con exactitud. Cuando tenía 10 años, un hermano de un compañero de clases murió ahogado. Lo había visto antes pasar a galope en el caballo alazán de su padre y me asustó verlo cabalgar “a pelo”, temí que se cayera. Murió cuando trató de cruzar el río. No pudo llegar a la otra orilla porque el agua lo arrastró y desapareció su cuerpo por varios días. Cuando fui a la casa de los deudos, en una mesa velaban su ropa: un pantalón y una camisa, como sí su cuerpo se hubiera esfumado. Hasta que algunos días después lo encontraron algunos kilómetros río abajo. Nunca vi su cuerpo, lo enterraron cuando yo estaba en la escuela, dando el examen de división de decimales.
A los 10 años también, una vecina enloqueció y fue atada a una de las columnas del patio de su casa. Ahí la vi atada con cadenas. La joven de un poco más de 25 años estaba desnuda, se despojaba de sus vestidos cada vez que la vestían. A mi corta edad la escuché llamarme con descaro y me sorprendió la seducción grosera que salió de su boca, eso me perturbó y a veces suelo escucharla. No sé cuánto tiempo ella permaneció atada y loca. Algunos meses después la vi pasar vestida en compañía de sus padres. Iba cabisbaja, en actitud penitente. Supe luego que iba a misa. Un brujo la sanó, chupó su espalda y logró sacar de entre sus costillas algunos gusanos que a decir del chamán le producían el severo trastorno. Después de curada, no duró en el pueblo. Desapareció, voló a Lima, dejando para siempre la selva mágica que la habia hechizado. En la capital peruana se convirtió en enfermera. Nunca más volví a verla.
Mi padre me recordaba algo que pasó con un primo suyo, cuando desoyó a su padre. Yo lo había visto morir a mis escasos seis años, aunque no lo recuerdo con exactitud. Mi padre lo recreaba algunas veces. El joven de 17 años había decidido ir de cacería con un amigo, pese a la negativa del tío Abel. Cuando los dos muchachos se encontraron comenzaron a pelear con el arma, porque ambos querían llevarla al hombro, ostentosos. El primo de papá olvidó que ya había cargado el arma y mientras se jaloneaban, uno de los dos soltó el seguro y luego en la pequeña disputa jaló el gatillo, los perdigones de la escopeta salieron y alcanzaron muy cerca el cuerpo del joven, quien murió desangrado, llorando porque no deseaba morirse.

Monday, September 5, 2011

Kafka, Auster y la vocación de escribir.


Leer y escribir son los dos consejos más recurrentes que escuchamos quienes deseamos cumplir el sueño de escribir. No dejo de lado un consejo que sugiere copiar a los grandes maestros del género, por lo menos en algunas ideas. Alguien dice, robar, usando el mejor sentido del término. Sin duda, a esa lista se suman otras que van desde mirar y escuchar en los lugares públicos, en un restaurante, en la cola de una tienda, esperando un avión o viajando en un tren o donde uno se encuentre, porque donde uno agudice el ojo o el oído, siempre encontraremos algo digno de contar.
No recuerdo dónde escuché la historia siguiente: Un escritor al salir de su casa y pasar por un supermercado vio a una mujer y un niño de cinco años comprando alimentos a los 2.30 de la mañana. Lo que sorprendió al escritor fue ver a un niño tan pequeño, despierto y caminando en la madrugada, cuando se suponía debería estar durmiendo. Lo que vino después fue un cuento maravilloso. No deseo ahondar en el relato en sí, porque no lo leí.
Sin embargo, sugiero hacer un pequeño ejercicio con algunas preguntas: ¿quién era esa mujer, era la mamá o una simple mujer despreocupada al cuidado de un menor? La mujer, ¿era una secuestradora o una madre soltera que se escapaba de un novio ebrio que la golpeaba y temía que maltratara al niño?. Con las respuestas, todos podemos lograr una historia distinta.
A la larga lista de consejos para escribir, deseo sumar una más, traducir. Es lo bueno de aprender un idioma más. Cuando uno traduce, aprende. Traduciendo se conjugan, además, los dos consejos iniciales, leer y escribir.
Hace algunos años empecé a leer en inglés. Entre esos libros iniciales estuvo 'Brooklyn Follies', escrito por el estadounidense Paul Auster. Lo más difícil es traducir títulos, 'folly' significa locura, tontería, estupidez, por eso prefiero dejar el título como está. En la novela, Auster recrea una pequeña historia maravillosa acerca de la vida -al final- de Frank Kafka. La misma fue escrita por el escritor catalán Jordi Sierra i Fabra quien hizo del checo un cartero. La historia es real, la niña existió, la han buscado muchos años, nadie la encontró. (Vease “Kafka y la muñeca viajera”).
La pequeña historia es una delicia. Uno aprende a contar con esta novela. Está tan bien estructurada que uno descubre (poniendo atención en el relato) que Tom -el personaje principal- cambiará cuando se encargue de cuidar a su sobrina. Al principio, Tom es un tipo desubicado. De pronto ingresa en escena la hermana estúpida del personaje que se despreocupa de su propia hija y se dedica a hacer disparates con su vida. Cuando leí la historia en su primera parte, supe que Tom cambiaría cuando asumiera la responsabilidad de cuidar a su sobrina. Uno lo puede sentir. Y deseaba ver cómo Auster lograría el cambio, la madurez del personaje. Ese cambio debe ser creíble, porque nadie cambia de la noche a la mañana, menos un desubicado. El cambio debe ser gradual y necesario para la propia historia. Pero aquí, no deseo hablar de la novela, deseo hablar sólo de un pedacito de la novela, pedacito que intentaré traducir a mi estilo. Les decía que en 'Brooklyn Follies' uno puede leer un diálogo donde se menciona una pequeña parte de la vida del genial escritor checo Frank Kafka.

Mi ejercicio de traductor

-Kafka es tu escritor favorito.
-Yo creo que sí. Del siglo veinte, sin duda.
-¿Por qué no hiciste tu tesis acerca de él?
-Porque fui un estúpido. Y porque se supone debí ser un 'americanista'.
-El escribió 'Amérika', no es cierto?
-Ajá. Qué tonto.¿Por qué no pensé en eso?
-Yo recuerdo su descripción de la estatua de La Libertad. En reemplazo de una tea, la niña vieja está sosteniendo y levantando una espada en sus manos. Una imagen increíble. Eso hace reír, pero al mismo tiempo eso asusta porque te sorprende. Como algo que viene de un mal sueño.
-Entonces, tú has leído a Kafka.
-Algo. Las novelas y quizás una docena de cuentos. De eso hace mucho tiempo, cuando tenía tu edad. Pero las cosas acerca de Kafka es que él siempre está contigo. Cuando tu profundizas en su trabajo, nunca lo olvidas.
-Tú ¿has chequeado sus diarios y sus cartas? ¿Leíste sus biografías?
-Tú me conoces, Tom. No soy una persona sería.
-Una lástima. Cuánto más aprendes acerca de su vida, su trabajo se vuelve más interesante. Kafka no sólo era un buen escritor, como sabes, fue un hombre increíble. ¿Alguna vez has oído la historia de la muñeca?
-No que me acuerde.
-Ah, entonces prestame atención. Te ofrezco esto como una primer adelanto de la evidencia por la ayuda de mi caso.
-No estoy seguro de seguirte.
-Es muy simple. El punto es que deseo probar que Kafka fue realmente una persona extraordinaria...¿Por qué empiezo con esta historia en particular? No lo sé. Pero incluso cuando Lucy apareció ayer en la mañana, no fui capaz de quitarme esto de la cabeza. Debe haber una conección en algún lado. Todavía no puedo llegar a entender cómo, pero pienso que hay un mensaje en esto para nosotros, algún consejo acerca de cómo supuestamente tenemos que actuar.
-Mucho preámbulo, Tom. Deja eso y dime la historia.
-Estoy diciendo disparates de nuevo, no es cierto? Toda esta luz brillante, todos estos carros, todo esto corriendo a lo largo a 80 kilómetros por hora. Mi cerebro está explotando, Nathan. Me siento preparado, listo para nada.
-Bueno. Ahora dime la historia.
-“Esta bien. La historia. La historia de la muñeca... Es el último año de la vida de Kafka y él está enamorado de Dora Diamant, una joven de apenas 19 ó 20 años quien se ha ido lejos de su familia judía en Polonia y ahora vive en Berlín. Ella tiene la mitad de la edad de Frank, pero ella es la primera que le da el coraje para salir de Praga -algo que él ha estado esperando por años- Ella se convierte en la primera y única mujer que vive con él. El llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la siguiente primavera. Pese a su salud deteriorada, pese a la condición social en Berlín: falta de comida, alboroto político, la peor inflación en la historia alemana. Pese a la certeza de saber que él no estará por mucho tiempo en el mundo.
“Cada tarde, Kafka va afuera a caminar en el parque. No muy seguido, Dora va con él. Un día, ellos se toparon de casualidad con una niña llorando, destrozaba con su llanto. Kafka le preguntó qué es lo que pasaba y ella le dijo que había perdido a su muñeca. El inmediatamente comenzó a inventar una historia para explicar lo que pasaba. 'Tu muneca sólo se ha ido de viaje', dijo. 'Como lo sabes?' preguntó la niña. 'Porque ella me ha escrito una carta', La niña entró en sospecha. ¿Tienes la carta contigo? El rebuscó en sus bolsillos y dijo 'lo dejé en mi casa, pero te lo traeré mañana'. El fue muy convincente, que la niña no supo qué pensar. ¿Podía ser posible que este hombre misterioso le estuviera diciendo la verdad?.
“Kafka fue directamente a casa a escribir la carta. Se sentó en su escritorio y como Dora lo miraba, ella se dio cuenta de la seriedad y la tensión que él desplegaba como cuando estaba escribiendo sus propios relatos. El no estaba tratando de engañar a la nina. Esto era un verdadero trabajo literario y él estaba determinado a conseguir lo mejor. Sí él lograba una bella y persuasiva mentira, eso iba a servir para evitar la perdida que la niña tenía realmente. Una falsedad, pero una verdad creíble de acuerdo a las reglas de la ficción.
“El próximo día, Kafka regresó al parque con la carta. La pequeña niña lo estaba esperando, y aunque ella no había aprendido a leer todavía, él le leyó la carta en voz alta. La muñeca estaba muy apenada, pero ella se estaba sintiendo cansada de vivir con la misma gente todo el tiempo. Ella necesitaba salir y ver el mundo, hacer nuevos amigos. Esto no significaba que ella no amara a la pequeña, sólo deseaba ver algo distinto, mientras ellas estaban separadas por un tiempo. La muñeca prometía que escribiría todos los días para mantenerle al tanto de sus actividades.
“Aquí es donde la historia comienza a romperme el corazón. Es demasiado sorprendente que Kafka se tome el trabajo de escribir primero una carta y más todavía que se comprometa a escribir una nueva carta todos los días. Con la única razón de consolar a esa niña pequeña, quien era una perfecta extraña para él, una niña con quien se topó accidentalmente una tarde en un parque. ¿Qué clase de hombre puede hacer eso? El se mantuvo escribiendo cartas por tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más brillantes que haya existido sacrificó su tiempo -su más precioso y cada vez más corto tiempo- componiendo cartas imaginarias de la muñeca perdida. Dora dijo que él escribió cada oración con una severa y puntillosa atención para cada detalle, con la prosa más precisa, divertida y profunda. En otras palabras, en la prosa de Kafka y cada día por tres semanas él fue al parque y leyó una nueva carta para la niña. La muñeca creció, fue a la escuela, comenzó a conocer otras personas,. Ella seguía dando cuenta de su amor por la niña, pero ella comenzó a mostrar ciertas complicaciones en su vida que hacían imposible para ella volver a casa. Poco a poco, Kakfa estaba preparando a la niña para el momento en que la muñeca desapareciera de su vida para siempre. El se esforzó para lograr un final satisfactorio, preocupado en la eventualidad de fallar y romper la magia que había logrado. Después de probar varias posibilidades, finalmente decidió casar a la muñeca. El describió al joven que se enamoró de ella, la fiesta de compromiso, el matrimonio en el país inventado, incluso la casa donde la muñeca y su esposo estaban viviendo. Luego, en la última línea, la muñeca se despide de su vieja y amada amiga.
“Ya en este punto, la niña no extraña a la muñeca. Kafka le había dado a la niña algo más, en esas tres semanas, él había logrado cambiar la tristeza por algo distinto. Ella tenía la historia y cuando una persona es afortunada de vivir dentro de una historia, dentro de un mundo imaginario, las penas del mundo desaparecen. Mientras una vive conectado a una historia, la realidad deja de existir”.

Lo que aprendí del ejercicio

Uno tiene todos los recursos posibles para el ejercicio de escribir, aunque nos inventemos cualquier historia, como lo hizo Jordi Sierra i Fabra y de quien Auster tomó prestada la historia y metió a Kafka en su novela e hizo que el autor checo también siguiera con su practica diaria de escribir en los momentos finales de su vida.
Muchas frases verbales son imposibles de traducir del inglés al español, claro. Esa frase por ejemplo del mal sueño con la estatua de la Libertad en el contexto 'it scares the shit out of you', puse 'esto te sorprende'.
Además, qué tiene que ver lo de Kafka con el personaje principal de la novela de Auster. Mucho. Esa niña extraña, es la sobrina que Tom empezará a cuidar y proteger, la niña que finalmente le ayudará a madurar, a no ser el folly (tonto) que es. No es cierto?.
Si ustedes leen la historia notarán que Tom le dice a Nathan: 'no sé qué tiene esto que ver con todo lo que ocurre'. En esta pequeña historia, Auster esta poniendo algo así como una 'cajita china' en su historia que representa -como saben- una caja más grande. Además es el momento cumbre de su historia, algo que hará de Tom un mejor ser humano y lo equiparará al gran escritor checo. Es un triunfo que a los ojos de quienes no saben ver, no significa nada, pero -para pocos- es un valor de humanidad que dice muchísimo. Ahí el mérito del autor estadounidense. No es fácil darle a alguien que está desarmado o no conoces, tu tiempo, el cuidado, la dedicación y el amor que necesita a cambio de nada, es algo que merece levantarse como la más bella estatua en cualquier parte del mundo.