Thursday, March 31, 2011

'Amorcito corazón'.


El corazón me dolía todos los días. Ya llevaba dos semanas con el malestar. El dolor se manifestaba como pequeños mordiscos que iban del pecho al costado izquierdo, del diafragma a la espalda. Algunas veces se focalizaba bien y otras veces cambiaba de posición, muy rápido. Mi expresión era de cansado. ¿Dónde vi este tipo de rostro?, me pregunté. Al profundizar se me venía el rostro triste de mi padre en los últimos días de su existencia. Me dolía el pecho un poco más al recordar a mi padre convaleciendo solo, hasta que se le fue la vida. Sin embargo, seguía con mis cosas: leyendo, escribiendo, trabajando, algunas veces metiéndome a la cocina para preparar una sopa a la minuta. Se me antojaron mondongos al estilo madrileño, luego un arroz tapado con atún, pasas aceitunas, cebollas, alverjitas y zanahoria picada, todo para no hacerle caso a mi corazón que sufría. Sé que cocinar calma los nervios y me metí a la cocina. Pero me sentía afligido. ¿Y por qué no voy al hospital?, me pregunté. Porque detesto los hospitales. Mi padre murió en uno de ellos. Meditaba, pero no podía completar mi meditación. Mi alma me decía que algo no marchaba como debía, además, siempre sentí a alguien extraño parado junto a mi, ¿esperándome sin prisa?.
Hasta que me dije: ‘el jueves que no trabajas, te vas al hospital’, y así lo hice. Fui al hospital caminando, con el firme objetivo de obtener una cita para consultar al médico, el que me tocara. Jamás imaginé que me iba a quedar hospitalizado, como me quedé.
‘Parece una tontería’, es el título de un relato escrito por el gran Raymond Carver, donde se relata la muerte repentina de un niño, justo cuando va a celebrar un año más de vida, pero yo no había pedido ningún pastel para celebrar un cumpleaños, mucho menos me había puesto a hornear uno, pese a andar interesado en la cocina. Me preocupaba eso sí dejar de atender a mis sobrinos. Conociéndolos se iban a saltar el almuerzo, después de regresar del colegio y sí comían iban a freír huevos y la comida la iban a poner fuera de su alcance.
Había ido caminando al hospital por espacio de una hora, agobiado por un dolor tonto y constante que me tenía cojudo. Ahora creo que no era mi hora, así me lo decían los seres que me acompañaron durante los momentos que dedicaba a la meditación. Ahora que lo veo, ellos no querían llevarme, me estaban alentando a buscar ayuda. Nunca pude encontrar mi karma durante aquellos días que el dolor me agobiaba, me sentía más bien asustado y no queria morir. Al llegar a la ventanilla del hospital presenté algunos papeles para renovar mi admisión y solicitar la anhelada cita.
-Se te venció el plazo –me dijo María en español. La conocía, sé que es de Puerto Rico y sé que es muy atenta con todos. Al verla, creí que la suerte estaba conmigo, claro que sí.
-Así es –contesté. -Y quisiera una cita, si es posible para hoy-. Me atreví.
-Para hoy y por qué para hoy? Me dijo entre sorprendida y jovial.
-Porque tengo un dolor en el pecho que ya lleva cinco días y no me deja- Mentí, el dolor llevaba ya más de dos semanas.
-Cinco días y recién vienes?- dijo María abriendo un poco más sus ojos detrás de sus anteojos de carey. Se paró y me pidió esperar mientras salía de la oficina.
Fui al hospital caminando porque pensé que mi vida sedentaria me estaba afectando. Del trabajo a la casa, con auto a la puerta, cenar, ponerse a escribir, leer, meditar, ver alguna película. Necesitaba ejercitar mis piernas. Entonces caminé. No me sentí cansado, sí abochornado, el día invernal había amanecido algo caliente. El sol brillaba y el cielo se veía celeste.
De pronto apareció María Simmons con la doctora Barbara Keber y junto a ellas una enfermera con una silla de ruedas. Habían estado leyendo toda mi información y la doctora con inteligencia sugirió que me internaran inmediatamente. A ellas en primer lugar les debo mi vida.
-Siéntate, te vas a emergencia. Tu historia familiar, tu padre murió con un paro cardiaco, tu hermano y su corazón, en cualquier momento te pasa algo –me conminó la señora María.
-No, no se preocupe, puedo caminar. Estoy caminando hace una hora.
-¿Qué? Abrió una vez más los ojos María. -Siéntate rápido que te me caes en cualquier momento- insistió amable.
Para que pelear pensé y me senté en la silla. No deseaba sentirme enfermo, porque esa es la idea de quienes te ven al pasar. “Pobre muchacho, tan joven y enfermo”, parecen decir quienes te miran al pasar. Lastima es lo que menos me gusta en esta vida. Pero opté por olvidar el asunto conversando con la enfermera que me condujo a la sala de emergencia. Asi olvidé mirar a quienes me miraban. Y fue preciso porque era el momento de pensar más en mí que en los demás.
En emergencia me esperaba ya lista una enfermera y una auxiliar de enfermería. Me pidieron que me sacara la ropa para usar una bata que todos los pacientes del hospital estan obligados a usar. La bata es fea, pero practica para los exámenes que te necesitan hacer. Una cama blanca y limpia me esperaba en la habitación y una sola habitacion para mí. Me intimidó ver los monitores, además de entre las conexiones en la pared destacaba el del oxígeno. Fue lo primero que me pusieron al echarme en la cama, una pequeña manguerita va directo a tus fosas nasales y al instante tú sientes el olor del oxígeno puro. Respiré profundo. Meditando me acostumbré a respirar pausado, profundo y con calma. Me sacaron sangre, me tomaron una placa radiográfica en cuestión de minutos. Medité un poco tratando de calmarme. Mi padre, en mis oídos, me cantaba una canción del grupo mexicanoLos Panchos. Con esa voz suave y melodiosa, mi padre me cantaba “Amorcito Corazón”. Se lo había escuchado algunas veces. No recordaba la letra con precisión, pero al tararearla era igual. En el silencio de mi meditación se escuchaba el ritmo de la máquina que media mis latidos, de un parlante se escuchaba la llamada cosntante a uno u otro doctor. Los pasos de los médicos y enfermeras era constante, rápido, pero silente, yo le percibía porque estaba en calma. Mi piel me dolía solo donde me habían dado los pinchazos iniciales y mi brazo sintió la presión que hizo el medidor de mi presión arterial. No había nada anormal a primera vista. El dolor en mi pecho estaba ahí, atento, acechando.
Me dijeron que los exámenes iban a seguir. Necesitaban tres pruebas para estar seguros de la buena marcha de mi corazón. La segunda resultó algo elevada a los estandares que los especialistas en salud juzgan normal y la tercera subió aún más. Me lo explicaron simple: ‘cuando tu corazón está en peligro segrega una sustancia que avisa de la posibilidad de un paro cardíaco, nosotros lo medimos al sacarte la sangre’. Caray, entonces ando con el músculo tratando de fallar, pensé. Más tarde, una doctora me dijo que tenían que hacerme pruebas adicionales, pero no en el hospital por lo que me dijo que sería necesario un trasladado a un nosocomio más equipado. Acepté. Ya estaba ahí y quería curarme del mal que fuera.
Vaya, pero sí solo vine por un chequeo y para que me quitaran el dolor en el pecho, se lo dije a la doctora. Supe siempre que tenía una angina, pero pensé que podía controlar el mismo con mi buen ánimo, con meditación y hacienda un poquito de ejercicio. Pero al parecer mis genes estaban demandando una manito. Me dijeron que pasaría la noche en el hospital y que al día siguiente me llevarían a otro lugar. Tenía que estar en el hospital para que los médicos siguieran monitoreando mis latidos. Antes debí firmar la autorización que decía que iba a pasar a otro hospital a la mañana siguiente. Más tarde dejé la sala de emergencia y me llevaron a una habitación del segundo piso. Bromeé con la enfermera diciendo que no quería dejar emergencia donde Soledad y Marta me habían tratado tan bien. No me gustaba eso, porque me hacían sentir su preocupación y sí eso se hacía evidente yo iba a encariñarme con el hospital, cuando lo lógico era que salga lo mas rápido posible. Bueno, iba por buen camino, mi hermana estaba conmigo. Marta me acompañó hasta el segundo piso y me dejó ahí cuando supo que me habían colocado todos los cordones que necesitan colocarte para monitorear tu cuerpo y tu salud. Era una habitación pequeña, con dos camas y un baño, me pusieron junto a la ventana desde donde podía ver la sombra de los árboles. Recordé al escritor peruano Julio Ramon Ribeyro aferrándose a la vida para ver como renacían las hojas después del invierno. Aquella noche pensé ‘mañana veré con más detalles los árboles que me dan sombras’. Al costado de mi cama estuvo un señor de 93 años. Supe que no me iba a pasar nada malo, porque sabía que mi abuelo estaba junto a mí (mi abuelo murió a los 95). Me enteré de la edad de mi vecino de habitación al día siguiente, cuando un señor bastante mayor llego a verlo y me dijo ‘mi padre sale hoy’. Me sorprendió oír a aquel señor decir que su padre era quien estaba ahí, pues el visitante se veía bastante mayor, entonces pregunté ‘How old is your father? Y me contestó ‘ninety three’. Le habían cambiado el pequeño marca paso que tenía en el pecho. Cuando pensé que mi abuelo me estaba cuidando, lo hice para llenarme de pensamientos positivos. No sé con exactitud, pero pensé que mi abuelo me lo había enviado para decirme que todo iba a salir bien. CONTINUARA…

Thursday, March 24, 2011

Mordidas de lobos. Una historia de lobistas.


Los políticos necesitan mucho dinero para financiar sus campañas proselitistas y muchos de ellos no escatiman esfuerzos, ni ponen demasiados reparos cuando se trata de obtener fondos. Algunos usan el dinero y sí se establece que la fuente tenía mala reputación o era un dinero mal habido, sencillamente optan por devolverlo poniendo la cara de “yo no sabía”.
En las elecciones peruanas que se realizan cada cinco años debemos poner mucha atención en todo lo referente al financiamiento que tienen los candidatos, sin olvidar que a lo largo de esos cinco años se pudieran haber ido tejiendo compadrazgos en la eventualidad futura de llegar al poder. Sí algo se descubre habrá que ponerlo en evidencia.
En medio del político y los hombres de negocios hace poco apareció con fuerza la figura del lobista, el concertador, el nexo que muchas veces une a estos dos agentes del desarrollo. Indudablemente hay muchos lobistas con buenos escrúpulos y hay los que tratan de llegar a la cumbre pisoteando las cabezas de quienes se le pongan en el camino, no importa sí en el trayecto les muerden los lobos.
En los Estados Unidos el lobista mas ‘conspicuo’ que se conoce es Jack Abramoff, de quien se dice habría logrado US $10 millones de dólares por concertar una cita del presidente de Malasia con el ex presidente estadounidense George W. Bush, en un momento que la coyuntura política era desfavorable para el mandatario asiático, así lo dicen quienes han seguido de cerca los movimientos del lobista.
Abramoff purgó prisión durante cuatro años, acusado de fraude y conspiración, pero guardó silencio acogiéndose al Artículo Quinto de la Constitución de los Estados Unidos. Su compromise de guarder silencio lo hizo además frente a la comisión del Congreso presidida por el senador John McCain. Fue un alivio para algunos congresistas, pues el parlamento estadounidense no investigó con profundidad a algunos beneficiarios del dinero que llegó a manos de Abramoff vía su socio Michael Scanlon y fue a financiar algunas campañas de políticos republicanos y demócratas.
El dinero es importante para promover la carrera o la permanencia de un político en cualquier parte del mundo. Aquí en los Estados Uidos se comenta que los políticos gastan más tiempo en llamadas telefónicas tratando de conquistar a sus seguidores de apoyarlos económicamente que en labores legislativas que signifiquen mejores leyes para todos. Al final eso de ‘todos’ se mide de otra manera: hay que legislar para los ricos porque en el futuro los políticos serán los futuros ricos de un país y no tiene sentido legislar en contra, no es cierto?.
En Perú, algunos lobistas pretendieron seguir los pasos de Abramoff, supongo, y también fueron cogidos en el interín de sus fechorías. Ahí están los personajes que se involucraron en el caso conocido como los ‘petroaudios’, que felizmente salieron a la luz gracias a una interceptación telefónica, que a mi manera de ver es válida siempre y cuando se use para salvaguardar el interés de una nación, no el interés de unos cuantos que sólo buscan lucrar. Abramoff, como los lobistas peruanos, siguieron el mismo patrón de procedimiento y fueron cogidos durante sus comunicaciones telefónicas o vía internet, donde han puesto en evidencia una patología psicológica digna de una novela de suspenso e intriga.
Para conocer más del caso Abramoff en los Estados Unidos, debo hablar del documental dirigido y escrito por Alex Gibney que se titula ‘Casino Jack and the United States of money’ (hay también una película titulada Jack Casino, protagonizada por Kevin Spacey). El trabajo documental pone al descubierto la red de lobistas que se formó en el Congreso de los Estados Unidos con Jack Abramoff a la cabeza. Junto a este republicano soñador y creyente acérrimo del liberalismo de mercado estuvieron otros profesionales, los mismos que desde muy jóvenes habían abrazado la causa republicana que tuvo un buen liderazgo bajo el mandato del extinto presidente Reagan.
Abramoff gracias a su gran poder de convencimiento logró tejer una red de lobistas que se encargó de recolectar la ayuda financiera para favorecer a algunos congresistas republicanos. En un primer momento no había razón para favorecer a los contrarios, porque no se buscaba fortalecer a los mismos, aunque después con un objetivo distinto los fondos llegaron a manos de las campañas de unos pocos parlamentarios demócratas.
Abramof no escatimaba esfuerzos y sí era posible obtener dinero de algunos magnates petroleros rusos de oscura reputación iba tras ellos y usando jets privados traían el dinero directamente a Washington desde Moscú. Por sus servicios Abramoff y su equipo cobraba honorarios elevadísimos que se repartieron luego en algunos miles para algunos congresistas. El lobista y su grupo creó, además, paraísos fiscales fuera de los Estados Unidos e hizo que algunos políticos de una isla asiática pagara honorarios exhorbitantes para operar sus talleres de costura burlando leyes de todo tipo, pues a la isla llegaban inmigrantes de diversas partes de Asia que se convertían en obreros mal pagados y a quienes se les exigia vivir en la isla hasta pagar la inversión de su llegada al lugar.
Sin embargo, la caída de Abramoff fue una casualidad, fue una pequeña ola que estuvo a convertirse en un tsunami. Fue apenas un caso que los antiguos nativos americanos trataron de esclarecer pues habían visto que su posibilidad de subsistencia económica estaba a punto de colapsar. Los indios americanos tenían permiso de abrir casinos en algunas zonas de los Estados Unidos que de la noche a la mañana se cerraban porque una ley estatal lo establecía. La forma de operar era interesante, ojalá no la copien en Perú. En un primer momento se daban los permisos de operación de los casinos en algunos estados, más tarde haciendo uso de algunos lobistas se buscaba que los protestantes de algun grupo de la zona pusiera el grito al cielo y clamara por acabar con esos focos de perdición, se oía el reclamo de los últimos y se cerraba el establecimiento comercial. Entonces aparecía la figura del lobista para ayudar a los indios bajo la promesa de lograr una ley en el Congreso. En el parlamento habían congresistas que podían filtrar unos artículos delo que se debatía entre gallos y media noche (En Perú alguna vez escuché nombrar a este tipo de parlamentarios como ‘pirañas’, pues mordian de a poquito) logrando lo que se buscaba, pero en el caso estadounidense el asunto de las leyes para favorecer los casinos de los indios de algunos estados no procedió. Entonces vino la exigencia de quienes habían pagado fuertes sumas y quien estaba a la cabeza de todo esto fue Jack Abramoff.
El caso parecía simple, altos pagos de primeros nativos americanos contra lobistas del congreso, pero cuando se comenzó a investigar y seguir el dinero (que es como se hace este tipo de investigación), el dinero llegaba a las manos de las campanas de algunos congresistas y podían ensuciar a los llamados líderes de buena reputación. La manzana podrida estaba a punto de acabar con toda la canasta de manzanas rojitas y había que cortar el asunto por lo más sano, como el caso amerita, casi siempre. Suena gracioso, pero así se resuelven las cosas en muchas partes del mundo, pues sí se llega a la verdadera cabeza, nos hundimos todos (falacia que se argumenta siempre).
Cuando se oyó las comunicaciones que establecieron Abramoff y Scanlon se comenzó a ver la magnitud del desastre, un tsunami que iba a remecer el congreso estadounidense. Pero en el mismo se dejaba ver la falta de escrúpulos de los lobistas, sobre todo cuando se referían a los primeros americanos, los llamaban con los peores adjetivos y se regocijaban de quitarles el dinero, porque según su parecer no era algo que los atormentaba, se sentían orgullosos de ello y lo gritaban a voz en cuello por la línea telefónica. Una vez más los pobres indios caían en la celada. Ese dinero fue a las manos de algunos congresistas desesperados en financiar sus carreras políticas para permanecer en el capitolio y seguir gozando de lo que les daba un escaño en Washington.
Este fue un episodio duro y difícil para el pueblo que confió en sus elegidos, pero una vez más los elegidos negaban a sus electores conocer el caso hasta la última consecuencia. Evidentemente el destape de este grupo de lobistas trabajando en el congreso puso fuera de carrera política a algunos congresistas, uno de ellos estuvo dedicado en alguna oportunidad a participar en un concurso de de baile llamado ‘Dancing with the stars’ que se propala por una cadena importante de televisión en los Estados Unidos.
Cuando el poder se reviste solo de dinero, olvidando su mandato de legislar para el bienestar de todos, se enturbia, se ensucia, se corrompe y apesta. Abramoff purgo prision de cuatro años acusado de fraude y conspiración, al salir con libertad condicional trabajó en una pizzeria de Baltimore. Quienes interactuaron con él dicen que se trata de una persona inteligente. Hice un search en Google para ver qué hacía hoy Jack Abramoff en los Estados Unidos, sus pasos por la capital del estado de Maryland es lo último que se consigna.

Tuesday, March 15, 2011

Canción triste para Alicia.


Pobre Alicia, sigue enferma
Fue violada a los 42 años
Y como buena católica se negó a abortar
Tuvo un hijo con un pequeño retraso
Se sintió fea, pecadora, sucia
Y acudió una vez más a la iglesia
Iba a comulgar todos los domingos
Guardando su secreto
Hasta que un día encontró ayuda
Bendito padre Augusto!!!
El cura le dio comida, abrigo
Y envió al muchacho al colegio
-No te preocupes de él- dijo con una amplia sonrisa.
-Tendrá un futuro aquí- agregó tirándole de los cachetes
Alicia se sintió aliviada, protegida
Agradeció a Dios
Pero el maldito demonio se cruzó una vez más en su camino
Benito fue creciendo
Y el padre Augusto fue escalando
De párroco pasó a Obispo director
Puso a Benito a seguir sus pasos en el seminario
En el internado lo violó
Bendito padre Augusto!!!
Pobre Alicia, sigue enferma
La violación del hijo le dolió mucho más
Que la afrenta que sufrió
El muchacho fue expulsado acusado del peor de los pecados
Mentir
Benito fue cayendo en el pozo oscuro de su mente
Y terminó para decirlo sin tapujos, loco
Alicia no sabe a donde ir
Tiene miedo de dar una vez más con el demonio
Bendito padre Augusto!!!
Han pasado veinte años del ultraje de Alicia
Y sigue su caminar por el calvario
Alicia sigue enferma
Hay que buscar a alguien que ayude a Alicia
Ojalá el Señor escuche a Alicia
Que lleva cargando no sólo su cruz
Ella vive encerrada en el segundo piso de su casa
Protegida por su muchacho
Que lleva oyendo no sólo voces y pasos
Del demonio que se acerca
Y como buen hijo teme que a su madre le pase lo peor
Cansada y sufrida está la pobre Alicia.

Tuesday, March 8, 2011

Los héroes anónimos de la guerra sucia.


Hay algunas personas que nacen con un destino trazado y por más que hagan lo que hagan siempre se darán con lo que tienen que hacer en cualquier momento de su vida, aunque ésta este en peligro. Es el caso del artesano Guillermo Catácora, quien fue testigo principal de dos hechos que marcaron dos épocas o periodos de gobierno de nuestra vida republicana, dos hechos que se necesitaban conocer en nuestra historia.
Cuando Catácora estaba recluído en el penal de Lurigancho, en Lima, ocurrió la matanza de casi todos los acusados por terrorismo detenidos en lo que entonces se conoció como el pabellón industrial. Aquel amanecer del 19 de junio de 1986, durante el primer gobierno de Alan García, algunos policías que ingresaron a develar el motín tomaron la justicia en sus manos y liquidaron a todos los rendidos de un balazo en la cabeza, pero hubo uno que ‘haciéndose el muerto’ logró salvarse, Efraín Ticona Condori.
El mismo ex senderista que se paró de entre los cadáveres para caminar y buscar ayuda entre los internos comunes, encontró en Guillermo Catácora al interno que lo socorrió, lo escondió durante las requisas policías que siguieron a la matanza y lo ayudó a huir del penal vestido de trabajador penitenciario por la puerta principal, logrando con ello burlar definitivamente a la muerte.
La historia es verdadera y hoy Efraín Ticona Condori prefiere el anonimato porque está arrepentido de todo aquello que signifique abrasar causas que tengan que ver con matar o liquidar al otro, así lo cuenta el periodista Ricardo Uceda en su libro “Muerte en el Pentagonito, los cementerios secretos del Ejército Peruano".
La participación de Catácora no termina ahí, él fue uno de los héroes anónimos que permitió descubrir donde se habían enterrado los cuerpos de los estudiantes y un profesor de la Cantuta, asesinados por el grupo Colina, creado en el Ejército Peruano (EP) y comandado por el mayor Enrique Martín Rivas, grupo que fue creado bajo el comando del general Nicolás de Bari Hermoza Ríos.
En el libro de Uceda no hay un héroe sobre el que gire la historia. En lo escrito por el periodista, ex director de la revista SI, más bien el hilo conductor está trazado bajo la figura de un antihéroe, el suboficial Jesús Sosa, conocido con el apelativo de ‘Bazán’ y después muy promocionado por la prensa con el alias de ‘Kerosene’, por su pecualiar estilo de desaparecer –quemando- los cuerpos que había liquidado.
Sosa ocupa más de la mitad del libro de cerca de 500 páginas y Uceda lo ha investigado desde que se enroló en el EP en los inicios del año 1982, cuando entonces gobernaba Fernando Belaunde Terry y cuando se inicio el terrorismo más despiadado de América Latina, encabezada por Sendero Luminoso (SL), cuyo cabecilla fue Abimael Guzman Reinoso, un siniestro profesor universitario. Como saben, Ayacucho fue el pimer escenario de la guerra sucia y a donde fue enviado el joven y aún inexperto suboficial Sosa.
A Ayacucho llegó Sosa después de la desaparición trágica de su madre, quien murió en un accidente automovilístico lejos de su natal Motupe, en Lambayeque, al norte del país. El accidente ocurrió al sur de Perú y a Sosa le tocó recoger los restos destrozados de su progenitora para llevarlos hasta su lugar de origen. Para Uceda, lo ocurrido con la madre marcó al suboficial de una manera tremenda y fue tal vez debido a este hecho tan desgarrador que Sosa se convirtió en un tipo tan desalmado y asesino. Sosa no dudaba al momento de apretar el gatillo en la cabeza de cualquier detenido sí sobre el mismo pendía la acusación de terrorista y esta acción siempre lo hacía cuando la víctima caminaba dándole la espalda y estaba maniatado. A esos cuerpos, Sosa los aprendió a desaparecer valiéndose no de gasolina, sino de kerosene, combustible que se adhería al cuerpo y se acababa al mismo tiempo que la víctima se hacía polvo, a decir del suboficial y según investigación de Uceda.
En el libro también tenemos al galán de la historia y ese papel estuvo a cargo del mayor EP Rivas, quien vivió acalorados triángulos amorosos con las suboficiales del grupo, entre las que destacó la suboficial Mariela Barreto, quien luego apareció asesinada y quemada totalmente porque se supuso en el grupo (mal como lo veremos) que fue una de las que dio las pistas para descubrir los cuerpos de los desaparecidos de La Cantuta. Sin embargo, cuando la Barreto protagonizó una pelea con una de sus compañeras por el romance que vivía con Rivas, felizmente abortó una operación de aniquilamiento que bien puso significar el asesinato del político Yehude Simons.
Pero dejemos a estos antihéroes para ir a buscar y rescatar a esos héroes anónimos que los peruanos hemos dejado desamparados y en el olvido debido a que en algún momento abrazaron causas de ideología extremista. Guillermo Catácora fue comunista, incluso viajó a la China en 1968 para seguir una especial capacitación y perfeccionar su técnica de hacer granadas. Estuvo preso en varias oportunidades y durante su reclusión, alejado de los grupos de izquierda, socorrió a uno de los senderistas que se libró de ser aniquilado con un disparo en la cabeza después de rendirse en una revuelta del penal de Lurigancho.
En la cárcel, Guillermo Catácora conoció a Justo Arizapana, quien también había militado en un grupo extremista y quien gozando de una libertad provisional y habiendo violado la misma para no volver a prisión fue testigo presencial de lo ocurrido con los cuerpos de los estudiantes y de un profesor de La Cantuta, en un pasaje desolado de una zona conocida como Cieneguilla. Ahora dedicado a la recolección de cartón Arizapana descansaba de su labor y dedicándose a cuidar su patrimonio que le agenciaba 200 soles diarios pudo ver como un grupo de militares removió y escondió los restos de lo que dedujo se trataba de los desaparecidos de La Cantuta.
Fue Arizapana quien confió a Catácora la existencia de estas tumbas clandestinas y juntos decidieron contar lo que sabían al ex congresista Roger Cáceres Velásquez, quien en aquel momento presidía una comisión encargada de investigar la matanza, atribuida entonces a los miembros del grupo militar denominado Colina. El parlamentario se hallaba al final de su trabajo, presionado por la bancada fujimorista que trataba de bloquear cualquier esclarecimiento del caso, sin ninguna prueba que sustentara su trabajo.
Fue el parlamentario Cáceres Velásquez, quien pidió a Catácora y Arizapana que le dibujaran un mapa en el que se precisara el lugar de las tumbas, fue a su vez el congresista quien confió lo que sabía al honrado periodista Edmundo Cruz y a su acérrimo colega José Arrieta. Fueron los periodistas de la entonces revista SI, dirigida por Ricardo Uceda, quienes denunciaron la existencia de un lugar secreto donde se había incinerado los cuerpos de los desaparecidos de La Cantuta.
El mapa también tuvo su historia, a decir del investigador Uceda, pues una copia llegó a manos del vocero senderista El diario, el mismo que se imprimía en el distrito de Comas -al norte de Lima- después que Catácora y Arizapana hicieran una copia en su afán de que se conociera la verdad. Ambos no sabían que una copia del mapa se lo habían entregado a un simpatizante senderista, Juan Jara, quien lo llevó hasta la imprenta del antes citado diario y que no pudo ser publicado porque la policía detuvo a quienes imprimían el vocero senderista justo el día que se iba a dar la primicia.
El libro de Uceda está lleno de revelaciones y tiene un ritmo ágil y ameno que es difícil de parar cuando uno comienza a leer todo lo ocurrido. Este es sin duda un libro de cabecera para todo peruano y toda persona interesada en conocer como operar algunas fuerzas cuando se desencadena una guerra sucia. Lo que empezó SL fue un verdadero rompecabezas -al principio- y tomó por sorpresa a los institutos armados y la policía y el camino que recorrimos se fue llenando de sangre inocente, pero en ese contexto inhumano hubieron algunos peruanos que poniendo en riesgo sus vidas trataron de hacer o hicieron algo que verdaderamente era correcto.
Para ejemplo final, debo reconocer la infiltración inteligente de un abogado y suboficial del EP en las filas de los mal llamados abogados democráticos -declarados defensores senderistas- quien tuvo que salir del Perú porque sus jefes (un oficial) no tuvo el suficiente tino y sentido común de socorrerlo cuando el infiltrado pidió ayuda económica luego de haber sido herido en una manifestación. De un hospital público el oficial ordenó el traslado a un hospital militar poniendo en riesgo la vida del abogado y malogrando una excelente oportunidad para acabar con el terrorismo.
En la foto publicada se ve al artesano Guillermo Catácora, quien debió también dejar el Perú para evitar ser presa fácil de las malas acciones durante el gobierno de Alberto Fujimori, en la foto se ve de perfil al periodista Edmundo Cruz.

Tuesday, March 1, 2011

La revolución egipcia y las lecciones que dejó.


“La revolución egipcia es más importante que cualquier otra revolución en el mundo”, así lo han expresado orgullosos los pobladores de El Cairo, luego de haber logrado la renuncia del dictador Hosni Mubarak, quien gobernó Egipto por espacio de 30 años con una ‘mano muy dura’.
Pese a algunos conatos de violencia, lo que ocurrió en diversas partes de Egipto fue pacífico y duró tan sólo unos días, pues empezó el 25 de enero y terminó el 11 de febrero, con la huida de Mubarak por la puerta de servicio. (Sin embargo, no hay que olvidar algunos hechos ocurridos con anterioridad donde, además, se inmolaron algunos protestantes contra la dictadura).
Escuché a algunos analistas estadounidenses decir que lo que ocuría en El Cairo iba a terminar en junio, pues aún no se veía con claridad quienes o que agrupación política (religiosa) iba a ocupar el liderazgo que dejaría Mubarak. Dictadura que no fue tal a decir del vice presidente estadounidense, Joe Biden. Al parecer, Biden esperaba un mes más para ‘graduar’ a Mubarak como dictador, para él el sátrapa seguía siendo un bachiller.
La revolución egipcia o revolución de los jóvenes , como algunos analistas internacionales la han calificado, fue rápida y pacífica, pero por encima de todo fue nueva y original porque usó el internet y todas las redes sociales disponibles en la actualidad para movilizar a toda una nación y a mantener a todo el mundo pendiente de lo que ocurría en la plaza Tahrir o Plaza de la Liberación.
Hay que precisar, sin embargo, que la revolución egipcia no se gestó de la noche a la mañana, tal y como la conocemos en la actualidad, primero se movilizó un grupo pequeño de profesionales que preparó el terreno para lograr todo aquello que sorprendió al mundo. Para lograrlo, quienes estaban inmersos en la tarea debieron aprender como funcionó con éxito otras protestas anteriores, la de Sudáfrica que llevó a Mandela al poder y la de Serbia que puso fuera del poder al genocida Milosevic. Es por esa razón que un grupo de jóvenes egipcios viajó a Serbia y aprendió la estrategía y la táctica que se usó en Belgrado para no responder la violencia con violencia.
Ahí, en Serbia, además, es que los jóvenes egipcios aprendieron a usar los mecanismos rápidos y efectivos que tenemos en la nueva era de la informática. Se buscó y colgó en los diversos portales que la internet ofrece las imágenes que mostraban el verdadero rostro de la dictadura y se alimentó el rechazo hacia Mubarak y su régimen corrupto. Por esa razón, todos en la tierra de Cleopatra vieron con indignación el comportamiento abusivo y criminal de la policía que golpeó y torturó a todo oponente político civil o a cualquier simple ciudadano de esa zona del mundo, obedeciendo, es evidente, las órdenes del dictador.
Esas imágenes fueron empujando a los egipcios a tomar algún tipo de acción, por eso los jóvenes profesionales que iniciaron esta revolución propusieron a sus compatriotas a reunirse en la plaza Tahrir el 25 de enero. Fue un simple llamado a través de las redes sociales. Los organizadores de la propuesta no sabían si iban a obtener alguna respuesta positiva, pero lo que ocurrió fue sorprendente y fue bien capitalizado.
En un momento de su llamado a la movilización y lanzada la propuesta pacífica para protestar, el gobierno dictatorial de Mubarak cortó los servicios telefónicos y el internet, pero para eso ya se tenía planeado otro tipo de comunicación, el volanteo preparado con antelación de acuerdo a lo aprendido en Serbia, el mismo que se trasmite de mano a mano y corre de boca a boca.
A lo que hicieron los jóvenes se sumó la Hermandad Musulmana que dividida en sus opiniones sobre el futuro político de Egipto aceptó el reto de acelerar el derrocamiento de Rosni Mubarak y acabar con su gobierno corrupto.
Sorprendió ver a los egipcios en las calles usando sus rezos cuando debían enfrentar una coyuntura difícil y lo más sorprendente y único fue ver a los policías del cerco de seguridad dando las espaldas por respeto a la gente que rezaba, sin mover un brazo para castigar a quienes arrodillados elevaban sus oraciones. Así, con astucia, los líderes dejaban de rezar y cruzaban junto a todos un cerco tendido en su contra, pues los policías habían iniciado un pequeño relajo. Durante las protestas contra Mubarak ningún grupo musulmán llevó agua para su molino tratando de capitalizar el control de la situación, quizás también porque lo ocurrido los tomó por sorpresa.
Cuando Mubarak alargó su agonía, pues el era el único que se negaba a ver que su gobierno se moría, y evitó presentar su renuncia en un mensaje a sus compatriotas, impacientó a quienes habían llegado a la Plaza de la Liberación para exigir que se fuera de una vez. En esa coyuntura ocurrió la violacion de una periodista estadounidense. A decir de algunos entendidos quienes perpetraron tal cobardía fueron algunos partidarios del dictador que se encontraban también en las inmdediaciones de los puntos de protesta tratando de frenar el cambio, que sin duda los dejaba sin sus gollerias y pequeños beneficios.
Ese fue un delito que trató de desfigurar el acto de la protesta egipcia frente al mundo, pero la salida rápida y por la puerta trasera (la clásica acción de los dictadores) acalló frente a todos la afrenta que sufrió Lara Logan.
Mubarak se fue dejando en manos de los militares el gobierno provisional que inmediatamente anunció el respeto a los cambios y que se iba a preparar para garantizar unas próximas elecciones libres y democráticas. Muchos tenemos la esperanza que no se confunda el asunto religioso con lo político y esperamos que no se borre con una mano lo que hizo bien la otra, pues ese es lamentablemente la lección historica que no aprendemos bien. Pues sí se luchó por la igualdad y la libertad habrá que seguir luchándose por eso. Todos somos seres humanos de un solo mundo.