Monday, September 5, 2011
Kafka, Auster y la vocación de escribir.
Leer y escribir son los dos consejos más recurrentes que escuchamos quienes deseamos cumplir el sueño de escribir. No dejo de lado un consejo que sugiere copiar a los grandes maestros del género, por lo menos en algunas ideas. Alguien dice, robar, usando el mejor sentido del término. Sin duda, a esa lista se suman otras que van desde mirar y escuchar en los lugares públicos, en un restaurante, en la cola de una tienda, esperando un avión o viajando en un tren o donde uno se encuentre, porque donde uno agudice el ojo o el oído, siempre encontraremos algo digno de contar.
No recuerdo dónde escuché la historia siguiente: Un escritor al salir de su casa y pasar por un supermercado vio a una mujer y un niño de cinco años comprando alimentos a los 2.30 de la mañana. Lo que sorprendió al escritor fue ver a un niño tan pequeño, despierto y caminando en la madrugada, cuando se suponía debería estar durmiendo. Lo que vino después fue un cuento maravilloso. No deseo ahondar en el relato en sí, porque no lo leí.
Sin embargo, sugiero hacer un pequeño ejercicio con algunas preguntas: ¿quién era esa mujer, era la mamá o una simple mujer despreocupada al cuidado de un menor? La mujer, ¿era una secuestradora o una madre soltera que se escapaba de un novio ebrio que la golpeaba y temía que maltratara al niño?. Con las respuestas, todos podemos lograr una historia distinta.
A la larga lista de consejos para escribir, deseo sumar una más, traducir. Es lo bueno de aprender un idioma más. Cuando uno traduce, aprende. Traduciendo se conjugan, además, los dos consejos iniciales, leer y escribir.
Hace algunos años empecé a leer en inglés. Entre esos libros iniciales estuvo 'Brooklyn Follies', escrito por el estadounidense Paul Auster. Lo más difícil es traducir títulos, 'folly' significa locura, tontería, estupidez, por eso prefiero dejar el título como está. En la novela, Auster recrea una pequeña historia maravillosa acerca de la vida -al final- de Frank Kafka. La misma fue escrita por el escritor catalán Jordi Sierra i Fabra quien hizo del checo un cartero. La historia es real, la niña existió, la han buscado muchos años, nadie la encontró. (Vease “Kafka y la muñeca viajera”).
La pequeña historia es una delicia. Uno aprende a contar con esta novela. Está tan bien estructurada que uno descubre (poniendo atención en el relato) que Tom -el personaje principal- cambiará cuando se encargue de cuidar a su sobrina. Al principio, Tom es un tipo desubicado. De pronto ingresa en escena la hermana estúpida del personaje que se despreocupa de su propia hija y se dedica a hacer disparates con su vida. Cuando leí la historia en su primera parte, supe que Tom cambiaría cuando asumiera la responsabilidad de cuidar a su sobrina. Uno lo puede sentir. Y deseaba ver cómo Auster lograría el cambio, la madurez del personaje. Ese cambio debe ser creíble, porque nadie cambia de la noche a la mañana, menos un desubicado. El cambio debe ser gradual y necesario para la propia historia. Pero aquí, no deseo hablar de la novela, deseo hablar sólo de un pedacito de la novela, pedacito que intentaré traducir a mi estilo. Les decía que en 'Brooklyn Follies' uno puede leer un diálogo donde se menciona una pequeña parte de la vida del genial escritor checo Frank Kafka.
Mi ejercicio de traductor
-Kafka es tu escritor favorito.
-Yo creo que sí. Del siglo veinte, sin duda.
-¿Por qué no hiciste tu tesis acerca de él?
-Porque fui un estúpido. Y porque se supone debí ser un 'americanista'.
-El escribió 'Amérika', no es cierto?
-Ajá. Qué tonto.¿Por qué no pensé en eso?
-Yo recuerdo su descripción de la estatua de La Libertad. En reemplazo de una tea, la niña vieja está sosteniendo y levantando una espada en sus manos. Una imagen increíble. Eso hace reír, pero al mismo tiempo eso asusta porque te sorprende. Como algo que viene de un mal sueño.
-Entonces, tú has leído a Kafka.
-Algo. Las novelas y quizás una docena de cuentos. De eso hace mucho tiempo, cuando tenía tu edad. Pero las cosas acerca de Kafka es que él siempre está contigo. Cuando tu profundizas en su trabajo, nunca lo olvidas.
-Tú ¿has chequeado sus diarios y sus cartas? ¿Leíste sus biografías?
-Tú me conoces, Tom. No soy una persona sería.
-Una lástima. Cuánto más aprendes acerca de su vida, su trabajo se vuelve más interesante. Kafka no sólo era un buen escritor, como sabes, fue un hombre increíble. ¿Alguna vez has oído la historia de la muñeca?
-No que me acuerde.
-Ah, entonces prestame atención. Te ofrezco esto como una primer adelanto de la evidencia por la ayuda de mi caso.
-No estoy seguro de seguirte.
-Es muy simple. El punto es que deseo probar que Kafka fue realmente una persona extraordinaria...¿Por qué empiezo con esta historia en particular? No lo sé. Pero incluso cuando Lucy apareció ayer en la mañana, no fui capaz de quitarme esto de la cabeza. Debe haber una conección en algún lado. Todavía no puedo llegar a entender cómo, pero pienso que hay un mensaje en esto para nosotros, algún consejo acerca de cómo supuestamente tenemos que actuar.
-Mucho preámbulo, Tom. Deja eso y dime la historia.
-Estoy diciendo disparates de nuevo, no es cierto? Toda esta luz brillante, todos estos carros, todo esto corriendo a lo largo a 80 kilómetros por hora. Mi cerebro está explotando, Nathan. Me siento preparado, listo para nada.
-Bueno. Ahora dime la historia.
-“Esta bien. La historia. La historia de la muñeca... Es el último año de la vida de Kafka y él está enamorado de Dora Diamant, una joven de apenas 19 ó 20 años quien se ha ido lejos de su familia judía en Polonia y ahora vive en Berlín. Ella tiene la mitad de la edad de Frank, pero ella es la primera que le da el coraje para salir de Praga -algo que él ha estado esperando por años- Ella se convierte en la primera y única mujer que vive con él. El llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la siguiente primavera. Pese a su salud deteriorada, pese a la condición social en Berlín: falta de comida, alboroto político, la peor inflación en la historia alemana. Pese a la certeza de saber que él no estará por mucho tiempo en el mundo.
“Cada tarde, Kafka va afuera a caminar en el parque. No muy seguido, Dora va con él. Un día, ellos se toparon de casualidad con una niña llorando, destrozaba con su llanto. Kafka le preguntó qué es lo que pasaba y ella le dijo que había perdido a su muñeca. El inmediatamente comenzó a inventar una historia para explicar lo que pasaba. 'Tu muneca sólo se ha ido de viaje', dijo. 'Como lo sabes?' preguntó la niña. 'Porque ella me ha escrito una carta', La niña entró en sospecha. ¿Tienes la carta contigo? El rebuscó en sus bolsillos y dijo 'lo dejé en mi casa, pero te lo traeré mañana'. El fue muy convincente, que la niña no supo qué pensar. ¿Podía ser posible que este hombre misterioso le estuviera diciendo la verdad?.
“Kafka fue directamente a casa a escribir la carta. Se sentó en su escritorio y como Dora lo miraba, ella se dio cuenta de la seriedad y la tensión que él desplegaba como cuando estaba escribiendo sus propios relatos. El no estaba tratando de engañar a la nina. Esto era un verdadero trabajo literario y él estaba determinado a conseguir lo mejor. Sí él lograba una bella y persuasiva mentira, eso iba a servir para evitar la perdida que la niña tenía realmente. Una falsedad, pero una verdad creíble de acuerdo a las reglas de la ficción.
“El próximo día, Kafka regresó al parque con la carta. La pequeña niña lo estaba esperando, y aunque ella no había aprendido a leer todavía, él le leyó la carta en voz alta. La muñeca estaba muy apenada, pero ella se estaba sintiendo cansada de vivir con la misma gente todo el tiempo. Ella necesitaba salir y ver el mundo, hacer nuevos amigos. Esto no significaba que ella no amara a la pequeña, sólo deseaba ver algo distinto, mientras ellas estaban separadas por un tiempo. La muñeca prometía que escribiría todos los días para mantenerle al tanto de sus actividades.
“Aquí es donde la historia comienza a romperme el corazón. Es demasiado sorprendente que Kafka se tome el trabajo de escribir primero una carta y más todavía que se comprometa a escribir una nueva carta todos los días. Con la única razón de consolar a esa niña pequeña, quien era una perfecta extraña para él, una niña con quien se topó accidentalmente una tarde en un parque. ¿Qué clase de hombre puede hacer eso? El se mantuvo escribiendo cartas por tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más brillantes que haya existido sacrificó su tiempo -su más precioso y cada vez más corto tiempo- componiendo cartas imaginarias de la muñeca perdida. Dora dijo que él escribió cada oración con una severa y puntillosa atención para cada detalle, con la prosa más precisa, divertida y profunda. En otras palabras, en la prosa de Kafka y cada día por tres semanas él fue al parque y leyó una nueva carta para la niña. La muñeca creció, fue a la escuela, comenzó a conocer otras personas,. Ella seguía dando cuenta de su amor por la niña, pero ella comenzó a mostrar ciertas complicaciones en su vida que hacían imposible para ella volver a casa. Poco a poco, Kakfa estaba preparando a la niña para el momento en que la muñeca desapareciera de su vida para siempre. El se esforzó para lograr un final satisfactorio, preocupado en la eventualidad de fallar y romper la magia que había logrado. Después de probar varias posibilidades, finalmente decidió casar a la muñeca. El describió al joven que se enamoró de ella, la fiesta de compromiso, el matrimonio en el país inventado, incluso la casa donde la muñeca y su esposo estaban viviendo. Luego, en la última línea, la muñeca se despide de su vieja y amada amiga.
“Ya en este punto, la niña no extraña a la muñeca. Kafka le había dado a la niña algo más, en esas tres semanas, él había logrado cambiar la tristeza por algo distinto. Ella tenía la historia y cuando una persona es afortunada de vivir dentro de una historia, dentro de un mundo imaginario, las penas del mundo desaparecen. Mientras una vive conectado a una historia, la realidad deja de existir”.
Lo que aprendí del ejercicio
Uno tiene todos los recursos posibles para el ejercicio de escribir, aunque nos inventemos cualquier historia, como lo hizo Jordi Sierra i Fabra y de quien Auster tomó prestada la historia y metió a Kafka en su novela e hizo que el autor checo también siguiera con su practica diaria de escribir en los momentos finales de su vida.
Muchas frases verbales son imposibles de traducir del inglés al español, claro. Esa frase por ejemplo del mal sueño con la estatua de la Libertad en el contexto 'it scares the shit out of you', puse 'esto te sorprende'.
Además, qué tiene que ver lo de Kafka con el personaje principal de la novela de Auster. Mucho. Esa niña extraña, es la sobrina que Tom empezará a cuidar y proteger, la niña que finalmente le ayudará a madurar, a no ser el folly (tonto) que es. No es cierto?.
Si ustedes leen la historia notarán que Tom le dice a Nathan: 'no sé qué tiene esto que ver con todo lo que ocurre'. En esta pequeña historia, Auster esta poniendo algo así como una 'cajita china' en su historia que representa -como saben- una caja más grande. Además es el momento cumbre de su historia, algo que hará de Tom un mejor ser humano y lo equiparará al gran escritor checo. Es un triunfo que a los ojos de quienes no saben ver, no significa nada, pero -para pocos- es un valor de humanidad que dice muchísimo. Ahí el mérito del autor estadounidense. No es fácil darle a alguien que está desarmado o no conoces, tu tiempo, el cuidado, la dedicación y el amor que necesita a cambio de nada, es algo que merece levantarse como la más bella estatua en cualquier parte del mundo.
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