Sunday, September 22, 2013

Manos milagrosas.

“Yo leo para crecer, creyendo firmemente que quien soy ahora y seré en cinco años depende de dos cosas: de la gente con quien me reuna y los libros que lea”. Es más o menos lo que dice la coreógrafa estadounidense, Twyla Tharp, en su encantador libro titulado 'Creative Habits' (Hábitos creativos).
Lo que dice Tharp lo suscribo porque lo estoy sintiendo y viviendo. Aunque la expresión no debemos tomarla de manera literal. Evidentemente si tenemos un mentor con quien analizamos y discutimos la vida, el asunto cambia. Pero eso de 'conocer gente' puede pasar también de la siguiente manera.
Acabo de ver la película 'Gifted hands' (Manos milagrosas, dice la traducción) y siento que conocí a alguien valioso. La pelicula cuenta la historia del neurocirujano estadounidense, Benjamin Carson. Reitero, encontrar no significa necesariamente que tienes que estar con la persona, frecuentarla, cenar o jugar a los naipes. No, aunque bien podría tratarse de eso también.
Al ver la película en la que se cuenta la vida de Carson descubrí algo, que al margen del dolor y el sufrimiento que uno sienta o viva, tenemos que seguir adelante. Se me ocurre las siguientes imágenes para graficar lo que digo: avanzar como sí fueramos un pequeño barco de vela en el mar enfrentando una tempestad o una vela que da luz y no se apaga ante el paso de un fuerte viento.
Uno debe de hacer el esfuerzo de seguir pese a la adversidad.
Ben Carson, como ustedes conocen, es un neurocirujano afroamericano, con raíces muy pobres, sin padre, la madre se separó del marido bigamo, la madre era analfabeta, pero sabia. La madre supo dar a sus hijos (Ben tiene un hermano ingeniero) el empuje que ellos necesitaban para salir adelante.
'You can do it better', es lo que siempre les decía la mamá. Bastó eso, tú lo puedes hacer mejor, para que sus hijos avanzaran pese a los obstáculos que se les presentaba.
Sabemos que ser un afroamereicano en los Estados Unidos en la época de los 60 fue difícil (sin olvidar claro esta los años anteriores) Carson se debió enfrentar al rechazo sútil de sus compañeros blancos y de algunos de sus profesotres racistas (pocos a Dios gracias) quienes al ver sus buenas calificaciones estudiantiles renegaban de los padres blancos. “Debería darles verguenza que este chico les gane a sus hijos”, dijo alguna vez una de sus profesoras en un acto de clausura del año escolar.
Y una vez más notamos que el asunto intelectual no es cuestión de piel, sino de grandes deseos de superarse. Con fortaleza (se nutrió con buenas lecturas y estuvo rodeado de gente buena) uno puede llegar a la meta que se ha trazado. Pasando, claro esta, por el simple hecho de 'aceptarse'. Aceptar lo que somos o tenemos es vital.
Una digresión importante.
Hace poco leí la biografia de Steve Jobs, el extinto creador e innovador de la gran parte de la tecnología que usamos en este momento, y descubri algo adicional: cuando uno se pone a lamentarse de las cosas feas que tenemos (las tenemos todos) nos paralizamos. Al paralizarnos dejamos que el buen devenir de nuestras vidas fluyan por el cauce normal. Parece una perogrullada, sí, pero ¿cuántos se han puesto a pensar en lo que acabo de escribir con un hondo sentido de realidad? Lo hago aquí con el deseo de ayudar.
Les decía que leí la biografia de Jobs y me enteré que fue adoptado por una joven pareja de californianos que no podían concebir uno propio. Sus verdaderos padres engendraron a Steve muy jóvenes -inmaduros- y aún sin casarse. Con unos abuelos maternos de ascendencia alemana que no aceptaban a un progenitor de ascendencia siria e hijos fuera del matrimonio, el asunto se le hizo terrible para el niño recién nacido. Jobs se enteró que era adoptado y sufrió por eso. No aceptaba el hecho de que sus padres se separaran de él de la manera como lo habían hecho. Jobs se estancó en ese sufrimiento, se revolcó en ese dolor, con rabia y pena. Se fue a la India para buscar a un gurú que le ayudara a 'limpiar' esa pena tremenda y ese sufrimiento lacerante. Hizo después meditación budista Zen en California (no tiene nada de malo que lo haya hecho, les estoy contando todo esto por lo que pasaré a decirles luego) En esta búsqueda, Jobs quizás encontró la fuerza positiva necesaria que había perdido, la fuerza positiva que le permitió hacer frente a la fuerza negativa que lo amarraba y no lo dejaba crecer. Lo que aprendió en la India y con la meditación que realizó en el budismo Zen pudo llegar a aceptar su realidad, sin buscar explicaciones culposas y punitivas consigo mismo. Aceptar, sin buscar explicaciones definitivas (nunca las hay) compadecerse de él y de los demás, perdonar y estar focalizado en el presente, fue lo que permitió a Steve avanzar, ser quien todos reconocemos que es. Ojo, creo estar especulando bien, lo prueban sus inventos deseados y soñados, aunque quizás no completó todos, porque la muerte lo truncó, pero quién puede contra la muerte (es también algo que hay que aceptar) Hasta hoy no he encontrado una bibliograía que hable acerca del “despertar” de Steve Jobs. ¿Cuándo y cómo lo hizo de manera definitiva? No lo sé con certeza, para mi será una incógnita. Lo que sabemos es que avanzó. Tal vez no exista tal libro, el que hable de su misticismo, de su superación de la pena y el sufrimiento, pero lo que les digo resultará suficiente.
Jobs, como Carson, como Martin Luther King Jr. debieron aceptar su condición de 'marginados' y avanzar. Siempre que hablo con alguien que no se ubica en el presente y no se acepta, le digo ¿te imaginas a Luther King Jr. blanco? No, no podemos separarlo de su esencia. Necesitamos que fuera quien fue y apareció en el momento que lo necesitabamos. Jobs también pasó por ese trance. Aceptándose nos pudo dar lo que ahora tenemos en la mano.
Todos venimos con un buen propósito en la vida, tenemos que descubrir cuál es ese propósito. Cuesta, no es una linea recta. En el caso de Jobs, sus padres fueron una circunstancia, su misión era otra. En el caso de Luther King Jr. su raza, su color fue importante para luchar por la igualdad. Ambos descubrieron su razón de existir y a eso se abocaron. Ganó la humanidad. Es lo que ahora sucede también con Carson.
Benjamin Carson, neurocirujano.
No les quiero dejar sin la historia de Ben Carson. Les recomiendo ver su historia en 'Gifted hands'.
La película no sólo cuenta la vida de este neurocirujano de manos afortunadas para la cirugía cerebral, también sirve para aprender a hacer algunas historias y llevarlas al cine.
La película comienza con el doctor Carson en el quirófano, esta a punto de realizar una de sus cirugías complicadas, ahí recibe la llamada telefónica urgente con un caso mucho más complicado: siameses unidos por el cerebro que necesitaban ser separados para poder sobrevivir. Los padres han buscado a Carson porque saben que es el mejor. El galeno no niega la dificultad y el riesgo de la cirugía, uno de los bebés o ambos pueden morir. Sin embargo, tras pensarlo y analizarlo, acepta el reto.
Con ese gancho y tratando de conocer qué es lo que hizo Carson para ayudar a estos siameses alemanes (ver caso de Patrick y Benjamin Binder) no nos separaremos de la historia.
Y vamos en un flashback hacía el año de 1961, cuando Ben Carson era materia de burla de sus compañeros de clase pues no podía componer una pequeña historia de 40 palabras. Desde el año citado avanzaremos para resolver el misterio al final y en orden.
Vamos observando los esfuerzos de la madre por dar a sus hijos una educación que ella no ha tenido, se ha casado a los 13 años y cuando el hijo mayor tiene 8, descubre que el marido es un bigamo. Tras el divorcio se queda con la casa y es la responsable de sus dos pequeños. Debe trabajar limpiando casas y cuidando bebés y se siente desfallecer. En su trabajo descubre a un hombre rico, quien le pide ordenar su biblioteca. La mujer se sorprende de la cantidad de libros, muchos de los cuales han sido leídos ya por su propietario. Cómo. Dejando de ver televisión. Entonces decide cortar las horas de televisión de sus hijos y les da sólo 3 programas como opción. Felizmente los chicos no tenían tantos programas basura como ahora. Ellos escogen ver el programa de pruebas de conocimientos. La madre va más allá. Cada semana, sus hijos deben de leer un libro y escribir sobre eso. Los chicos se van dando cuenta de sus limitaciones en cultura general, deciden escuchar música clásica y visitar museos. Cuentan también con profesores que los alientan y educan.Y van creciendo. Por las malas juntas escolares, Carson casi tira su futuro por la borda. Arrepentido y con voluntad de enmienda, Ben va a la universidad, estudia medicina y decide ser uno de los muchos internistass que buscan ser neurocirujanos en el John Hopkins University. Sólo son seleccionados tres. Pasa la prueba y en una emergencia, corriendo el riesgo de fallar, realiza una operación al cerebro que resulta exitosa. Desde aquel momento comenzará su carrera de cirujano. A la lectura, suma su amor a la música clásica, es un cristiano creyente y adventista y gusta de jugar billar en sus ratos libres. Es también sacudido por la desgracia cuando su esposa pierde a los mellizos que estaban en camino y es por esa razón que acepta el reto de seprarar a los siameses.
Sus pasiones musicales, su observación y todo lo que aprendió en su vida le dan la idea de cómo separar a los bebés. En la sala de operación se convierte en una suerte de director de orquesta, con neurocirujanos, cardiólogos, anastecistas, cirujanos plásticos, enfermeras y técnicos, a su cargo, decide operar. Una operación quirúrgica de más de 22 horas que resulta un éxito. ¿Quiere vivir la emoción? Vea la película.

No comments: