Para Rosario Sheen, agradecido
Al terminar de ver “Los siete
samuráis” tuve un bono especial, fui invitado a ver y oír una
entrevista con el maestro japonés Akira Kurosawa. El director de
cine habla de todo, de sus inicios como asistente de director, de sus
cientos de guiones escritos, de su afición a beber sake, de su amor
por los clásicos de la literatura, de la censura japonesa, de la
guerra en la que fue excluído de participar y de sus consejos para
ser un buen director de cine.
Es un bono especial que ofrece el combo
que tiene The Criterion en su excelente colección de películas
clásicas. Para un hispano parlante como yo fue algo complicado tener
al sensei Akira Kurosawa hablando en japonés, mientras leía las
traducciones en inglés de todo aquello que decía. Pero no le perdí
la cuenta, Kurosawa debe de haber fumado alrededor de diez
cigarrillos a lo largo de la entrevista de más de una hora, mientras
bebía un vaso con té helado y sonreía recordando una serie de
aspectos de su vida.
Sentado durante la entrevista es
difícil imaginarlo alto como era, pero se ve inmenso. Tras sus
enormes lentes que lo caracterizan se esconden esos ojos rasgados con
algo adicional, no son oscuros, tienen el gris que según Kurosawa
parece venir de un remoto pariente ruso. Juega con el cigarrillo
entre sus dedos, ríe y exhibe los dientes chuecos que caracterizan
también a muchos japoneses.
Habla de su deseo fallido de ser
pintor, de su amor por los cuadros de Cezanne. Cuenta que sólo se
exhibieron sus dibujos que hizo antes de filmar sus peliculas, las
mismas que le servían para visualizar mejor lo que deseaba hacer. Y
los dibujos los hizo mientras esperaba a los miembros de su equipo de
filmación en el lobby de algún hotel. 'No entiendo como alguien se
puede tomar una ducha de una hora o más', dice. 'A mí me bastan
unos minutos'.
Cuando buscó trabajo se decidió por
ser asistente de director y no cree que el hecho de que su hermano
haya sido narrador de películas mudas, haya influenciado en su
contrato. (Como recuerdan, su hermano mayor Heigo se suicidó. Al
parecer no pudo lidiar con el cambio y con la falta de empleo). Habla
un poco de su influencia, pero no menciona el incidente del terremoto
aquel, cuando su hermano lo llevó a ver el Tokio devastado, donde se
veían los cuerpos sin vida de quienes habían fallecido durante
aquel sismo, ni tampoco comenta que ese hecho le sirvió para
enfrentar con determinanción el miedo.
En sus inicios se dedicó a escribir
guiones, Kurosawa no recuerda cuantos, pero se dedicó a ese trabajo
porque necesitaba pagar los tragos de sake y la comida que consumía.
Siempre iba a comer, pedía a cuenta del pago que venía en camino y
cuando el cheque llegaba terminaba sin completar su deuda, entonces
tuvo que decicarse a trabajar más. En ese inicio aprendió todos los
secretos que se necesitan para ser un buen director, incluso aprendió
a editar. Detrás de cada director aprendió viendo sus errores. A
Kurosawa le sorprendía como algunos de sus jefes no aprovechaban la
enorme cantidad de imágenes que el momento ofrecía. El viento que
soplaba entre los árboles, por ejemplo.
Pasó a ser director cuando le
ofrecieron un aumento y él estuvo en el grupo que aceptó la
promoción. A Kurosawa le molestaba la censura japonesa, estricta e
ignorante en algunas oportunidades. Muy parametrada en lo japonés.
Después de la guerra, los estadounidenses abrieron las puertas,
comenta el director.
Hablando de la guerra, Kurosawa dice
que no creía que Japón ganaría la misma. Los generales y todo lo
que tenían en la cabeza y en el gesto daba cuenta de eso, concluye.
No sirvió en la guerra, no fue llamado a combatir. Cuando se
presentó -recuerda- los amigos de su padre, quien fue instructor del
Ejército, le dijeron que no sólo en la pelea él podía contribuir
con el país. Así que no vistió el uniforme nipón. Por esa razón,
nunca hizo un film de guerra, comenta.
Los filmes de Kurosawa gustan afuera de
su patria, pero él señala que no hizo nada para conquistar
audiencias. 'Me dedico a contar, los problemas que hay afuera son los
mismos que existen aqui también, son problemas del mundo', precisa.
Su mirada atenta del cine de afuera y
el cine japonés le hizo descubrir algo, que al cine de su país le
faltaba 'dinámica' es la palabra que usa. Se refería a la acción
que dispara la historia, el inicio de un film japonés de su tiempo
era lento y había que moverlo más desde la introducción.
Además, Kurosawa decía que seguía
sus instintos, jamás buscaba una receta. 'Yo creo que en el cine aún
no se ha hecho lo que hacían los grandes escritores de la
literatura, Dostoevsky, por ejemplo. Yo tenía a Dostoevsky en mi
espalda, nunca podíamos hacer lo que hizo en el cine'.
Dice que se sintió liberado cuando
filmó “El ángel borracho” en 1948, donde cuenta la historia de
un médico alcohólico tratando de curar a un asesino yakusa enfermo
de tuberculosis. Ya entonces trabajó con Toshiro Mifune, quien pese a
no ser el personaje central, se roba el show al hacer de villano.
Mifune pasó a convertirse en el Marlon Brando del cine japonés. Los
críticos dicen, que el período en que Kurosawa trabajó junto a
Mifune fue su época más productiva, algunos dicen, 'Kurosawa fue el
corazón, Mifune el cuerpo'.
En 1950 vino 'Rashomon' que al año
siguiente ganaría el premio 'León de Venecia' y lanzaría al cine
japonés y a Akira Kurosawa al mundo occidental. En los Estados
Unidos, esta película se convirtió en un éxito de taquilla desde
la primera semana.
Kurosawa continua valorando la
literatura, le encantaba leer 'La Guerra y la Paz', de Leon Tolstoi.
'Siempre hay que buscar en la naturaleza humana. Hago que mis films
parezcan interesantes porque busco en la esencia de nuestro ser'. Hay
que recordar que Kurosawa llevó al cine japonés las historias de
William Shakespeare. (Vease 'Trono de sangre', con Mifune como actor
principal y Oguni en la elaboración del guión)
Mientras era asistente de director,
Kurosawa vio que el director con quien filmaba “La saga de los
vagabundos” desperdiciaba imágenes que luego él incorporaría en
“Los siete samuráis”.
Con todo su historia personal, Kurosawa
hijo de un descendiente de samurai, instructor de soldados, se lanzó
en 1957 a filmar su clásica pelicula. Una de las más influyentes de
la historia y una de las 10 películas más recordadas en nuestro
planeta. El guión se hizo a cuatro manos, Kurosawa recuerda con
cariño a uno de ellos, Hideo Oguni, de quien dice que era muy bueno
a la hora de resolver una situación. 'Lo veias descansar en un
rincón y de pronto, se levantaba y decía esta es la idea que va a
trabajar para esta secuencia y así era'.
En 'Los siete samurais', Kurosawa
vuelve a usar la naturaleza como elemento de su film, las escenas de
la batalla final en plena lluvia dan cuenta de eso. Era tal la
meticulosidad del director, que no le gustaba -por ejemplo- usar la
vestimenta nueva de los personajes. Unas semanas antes de rodar la
película, Kurosawa ordenaba que los personajes usarán las ropas y
las envejecieran, quería además que cada uno de ellos se viera y
sintiera tras la vestimenta.
La música fue también vital para este
film, cada personaje tiene un tema especial. Además, los guionistas
tuvieron la consideración de delinear a cada uno de ellos de manera
precisa. Hay el personaje que desea pulir su técnica con la espada,
esta el conocedor de la guerra y el budismo zen y esta una vez más
Mifune, quien no siendo precisamente un guerrero, tiene dentro de él
a un guerrero (Kurosawa jugando su propio papel en el actor)
Como recordarán, la historia
transcurre en la época del Japón feudal, cuando una comunidad
campesina va en busca de algunos samurais desempleados para que les
ayuden a defender sus cultivos de arroz después de las cosechas,
pues al inicio de la historia, uno de los agricultores escucha a los
cabecillas fascinerosos decir que volverán cuando se haya recogido
el grano milenario japonés.
Kurosawa gustaba rodar con tres cámaras
en distintas posiciones, quería aprovechar el máximo de tomas de un
solo tiro y le daba la oportunidad al actor de desenvolverse
libremente sin prestar atención a una sola cámara. Kurosawa solía
decir, 'esto es lo que deseo en esta escena' y el actor tenía que
mostrar su talento sin conocer toda la historia. Ahí, en ese preciso
momento.
En la última parte de la entrevista a
Kurosawa se le pide algún consejo para los nuevos directores y el
sensei dice: “Que aprendan de todo, pero por encima de todo que
escriban guiones para que aprendan la estructura de una historia, que
aprendan a ver la columna vertebral de una película. Con una página
por día, tendrán al cabo de un año, 365 páginas. Para eso basta
papel y lápiz. Lean y recuerden, la lectura te da el soporte, el
recuerdo es necesario para crear. Lean, lamentablemente ahora la
gente no lee”.
Akira Kurosawa recibió un Oscar
honorífico de Hollywood en 1990, Steven Spielberg y George Lucas no
se quisieron perder la ocasión histórica, ambos le entregaron la
estatuilla el día de su cumpleaños. Kurosawa había nacido el 23 de
marzo de 1910, aquel día cumplía 80 años. Toda la gente
involucrada en el mundo del cine le dio una ovación merecida. De
pie.
Akira Kurosawa nos dejó el 6 de
setiembre de 1998. Su último film fue 'Madaduyo', con el mismo
completó la dirección de 30 películas. Aún recuerdo sus palabras.
'A los artistas déjenlos libres que hagan lo que desean hacer'.
No comments:
Post a Comment