Tuesday, November 19, 2013

El miedo y la esperanza


“El miedo es la perdida de la esperanza', dicen quienes lo han observado de cerca. Al sentir miedo, uno pierde la esperanza y sucumbe, entonces el miedo instalado a su entera libertad crece y se descontrola.
Hace algunos años, me había quedado sin trabajo y contaba sólo con una pequeña suma de dinero en mi billetera de cuero repujado. Había dispuesto como gastar el dinero en un mes, lo calculé así en mi esperanza de volver a trabajar. Tuve temor que la billetera desapareciera, temí que me robaran lo poco que tenía. Es lo que pensé al acostarme. Hice algunas cosas más sin prestar atención, andaba muy preocupado. Cansado fui a dormir.
Al día siguiente un amigo me llamó, deseaba presentarme a alguien a quien le podía ofrecer mis servicios. Al ponerme los pantalones noté que mi billetera no estaba en el bolsillo. La noche anterior había temido un robo, recordé. ¿Me pudieron haber robado la billetera mientras dormía? ¿Quién? Y ahora, ¿cómo sobreviviría? ¿Qué pasaría sí la persona con quien debía reunirme en el transcurso de la mañana no aceptaba mis ofrecimiento? ¿De dónde sacaría dinero para sobrevivir? Cada vez mi miedo fue en aumento. Dinero, dinero, dinero. Y lo estaba perdiendo.
Cuando contaba con mucho dinero en el bolsillo tenía un lugar donde solía esconderlo: una antigua caja de zapatos. En mi desesperación me dirigí hacía el rincón donde supuse podría estar mi billetera. Vaya sorpresa. Ahí estaba. ¿En qué momento lo puse ahí? ¿Me desperté en la madrugada como un sonámbulo para guardar mi dinero en mi caja de tesoros?.
Mirando el asunto en perspectiva digo, estuve actuando con el piloto automático. Necesitaba descansar, mejor aún, necesitaba ver y analizar mi historia.
Si observan con detenimiento, el miedo tiene su suspenso, un suspenso que nos vuelve adictos muchas veces. No lo notamos, pero vuelvan a leer mi experiencia. Somos unos adictos a consumir miedo por el suspenso que nos provoca. No hay duda que cada uno tiene su particular interés y cada momento ofrece uno que resulta especial. Mi miedo a no trabajar y no ganar dinero. Mi miedo a no ser productivo. El miedo personal y el colectivo. Mi miedo a no ser alguien valioso para la sociedad. Mi miedo desesperanzado que me lanza al vacío, a la nada y me estrella contra esa nada. Mi miedo actuando en un mismo escenario, yo el director, yo el personaje, incluido en ese temor esta el público que se come las uñas.
La escritora estadounidense Karen Thompson Walker lo explica mejor al hablar del mismo tema en un video de Youtube titulado “Qué nos puede enseñar el miedo”.
La autora de la novela 'The age of miracles', cuenta la historia de los marinos del barco Essex, el mismo que se hundió en los mares del sur.
Era el año de 1819, el barco Essex había llegado hasta la zona más alejada del océano buscando capturar ballenas. Lo intentaron con un cachalote, pero este se defendió, golpeó la nave de madera con tal fuerza que perforó parte de la cubierta, creo un agujero por donde se comenzó a filtrar el agua. El barco se hundió algunos horas más tarde. Los veinte marinos tuvieron que abordar tres botes para salvarse. Tenían algunas artefactos de navegación, poca agua, muy poca comida.
Estaban muy lejos de Chile, muy lejos de Australia. Cuando comenzaron a ver las posibilidades de encontrar tierra firme, se les presentó tres alternativas: ir a la Isla Marquesa y enfrentar a los caníbales, dirigirse a Hawai enfrentando las tormentas de la temporada o alcanzar las costas de Sudámerica.
Escogieron la peor, navegar la ruta más larga. Cuando el agua y la comida comenzaron a escasear y tierra firme se hacía cada vez más lejana, la incertidumbre comenzó a tomar cuerpo, el miedo y su enorme energia negativa empezó a moverse desde lo más profundo de esas mentes. No deseban morir como simples bocados de caníbales, ¿habían escuchado tales historias o alguno de los marinos la soltó por el temor?.
Cuando dos naves que navegaban cerca rescataron a los pocos marinos, dos meses después del siniestro del Essex, los sobrevivientes habían llegado a ser víctimas de sus propios temores: para sobrevivir habían comido la carne de sus compañeros muertos.
Si los marinos hubiesen remado sin temor -dice Herman Melville- hubiesen llegado a Tahiti, pero se dejaron vencer por el miedo. Les repito, el miedo es la perdida de la esperanza.
Karen Thompson Walker dice que el miedo es la historia que nos contamos, el miedo es parte de nuestra inmensa imaginación que comienza en nuestra niñez y nos sigue hasta los últimos días de nuestra existencia. El miedo es el relato a futuro. Es la historia que nos contamos porque tiene un inicio, un gran conflicto y un desenlace. Todos debemos convertirnos en buenos lectores de la propia historia que nos vamos contando. Ella cita a Vladimir Nabokov quien recomienda leer bien, con un hondo sentido artístico y con mente de científico. El discernimiento correcto nos dará la verdad.
Porque el miedo es eso también, la fuerza que nos permite navegar hacía lo desconocido con esperanza. Qué si en nuestro planeta no hubiesemos contado con visionarios quienes navegando a contracorriente y con la peor tormenta conquistaron sus propios temores. Sin ellos seguiríamos tal vez haciendo fuego con pedernales, peleando por un pedazo de comida y tal vez destrozándonos unos a otros para ver cuál es la carne que nos permitirá sobrevivir. (No voy a negar que a veces nos comportamos así, pero como verán es el miedo aún reinante el que nos hace caníbales).
Muchas veces tememos que nuestros miedos se hagan realidad y de contarnos tanto esa historia fallida se hace realidad. ¿Por qué? Porque sólo nos fijamos en lo que nos asusta. Como los marinos del Essex que temiendo morir en las manos de los caníbales, terminaron ellos mismos convertidos en caníbales. ¿Qué terrible lectura de sus propios temores, no es cierto?
Es como la novia que hace todo con el deseo de no perder al marido. (La historia la podemos contar al revés, el esposo con la esposa). De pronto, la unión se rompe, por qué. Pues precisamente porque nuestro miedo mal entendido nos ha engañado y nos ha ganado. Nos ha dado una interpretación incorrecta. Nos queda descubir la historia que nos contamos, observar eso es lo que también se presenta como alternativa. Observa tus temores. El miedo es una energía y esa energía la podemos capitalizar para crear, para crecer.
Para terminar quiero contarles algo final, mientras caminaba hace unos días en la calle descubrí un letrero que decía: 'Happines depends in the quality of your thoughts'. La felicidad depende de la cualidad de tus pensamientos. ¿Cuál es la historia que nos contamos?
Contémonos una buena historia y sí se nos presenta una mala, observemos, descubramos que se esconde en el fondo, quizás nos lleve a buen puerto.

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