Thursday, October 30, 2014

Positivo ¿cómo?


Uno tiene que aprender el buen hábito de ser positivo poniendo el foco de atención en lo mejor, olvidando los errores, dejando de mirar los ladrillos feos o dañados de la pared que hemos construído, es lo que dice el monje budista Ajahn Brahm (1).

Y tiene razón teniendo en cuenta su propia experiencia. Para construir su gran monasterio en Australia, Ajahn Brahm tuvo que aprender a ser constructor y debido a su falta de experiencia, la pared que levantó presentó fallas muy visibles. El monje perfeccionista deseaba tirar abajo lo que construyó porque los ladrillos mal sentados eran evidentes a primera vista. Hasta que un día, luego de seguir con el castigo psicológico, un visitante del monasterio le hizo cambiar de opinión cuando alabó el esfuerzo de haber levantado el alto muro sin contar con la ayuda de expertos.

Ajahn Brahm insistió: ‘¿es qué acaso no ves los dos ladrillos horrorosos que saltan a la vista?’

-Quien mira sólo esos ladrillos olvida los más de dos mil ladrillos bien puestos- fue la respuesta sabia del visitante.

¿No es acaso un muro la representación evidente de nuestra vida? Todos los seres humanos hemos cometido equivocaciones y no por ese motivo debemos ir por el mundo castigándonos, poniendo el dedo en la herida hasta que vuelva a sangrar. ¿Por dos, tres o más ladrillos mal sentados vamos a tirar todo por la borda? NO.

Tenemos que cambiar el mal hábito de fijarnos siempre en el error sí deseamos ser positivos. La negatividad es eso: ‘mirar sólo en lo incorrecto’. Ser positivo es simple, hay que poner el foco de nuestra atención precisamente en el otro lado. Tenemos que buscar lo mejor.

La gente con hábitos negativos suele decir: ¿Qué sí algo malo ocurre, qué sí la pared se cae pronto?
El positivo hará un pequeño cambio: ¿Qué sí algo lindo ocurre, que sí la pared se mantiene enhiesta?
Para llegar a eso tenemos que haber transitado por el cambio. ¿Cómo? Les confesaré mi secreto.

*Sientate a respirar con calma y observa qué sientes y piensas. No juzgues, sólo mira. Primero busca la calma y la tranquilidad con absoluta humildad. ‘Abdica, sé rey de ti mismo’, dice el poeta. Amate: imagina que tu corazón es una fresa, báñalo con chocolate tibio. Debes ser paciente y tener compasión de ti mismo. Sé compasivo contigo sin caer en el desamparo y la desesperanza. Sé curioso. Ten fe. Cree. Todo puede cambiar. Sonríe. Tú también mereces estar alegre y en paz. Respira, respira, que el tigre furioso se vuelva un gatito faldero. Acaricíalo una y otra vez. Tienes que domesticar a tu fiera interna. Tú puedes, claro que puedes. Sigue sin desmayo. Ojo, no te aferres a nada, todo es pasajero, pero debes volver a hacer el ejercicio hasta que se haga una costumbre. El buen hábito hay que repetirlo hasta que se impregne en lo más profundo de tu ser. Hazlo tuyo. No desmayes. Eres el único pensador en tu mente.
Y perdona(te), ten la disposición de hacerlo aunque no sepas cómo. El perdón acaba con el re-sentimiento. Y como lo saben, el resentimiento es pasar y repasar el dedo por la herida a cada rato.

Para aclarar más el tema. El mayor problema que tenemos los humanos es la vocación de apego a lo negativo, a lo feo. Y es tan fuerte esa vocación que nos cuesta soltarnos. Cambia, cambia, cambia, podemos implorar sin obtener respuestas de cambio. Y se preguntarán ¿por qué? Claro, porque nos cuesta despegarnos de nuestra pésima costumbre enraizada en lo más íntimo de nuestro ser. Hay que arrancar el baobad -decía el principito- antes que crezca y destruya nuestro mundo.

Ajahn Brahm cuenta -en una de sus presentaciones- el caso de dos monjes amigos que tras morir y de acuerdo a la tradición budista vuelven a la vida. Es un premio que nos reencarnemos en otro ser humano, pero en este caso hay algo adicional, precisa. Uno de los monjes trasciende y va al cielo, en el cielo busca a su amigo y no lo encuentra, ‘quizás debido a un karma no resuelto el otro monje aún esta en la tierra y se haya reencarnado en otro ser humano’, piensa el primero, por esa razón y teniendo en cuenta que ya es un semidios, el monje regresa a la tierra a buscar a su amigo. Pero vaya sorpresa, no lo encuentra entre los humanos, tampoco entre los animales. Cansado va a descansar en el campo, en el campo donde se prepara el suelo para las nuevas plantas, los agricultores arrojan estiércol. En los residuos fecales, el monje creo ver algo. Ajá, ahí esta su amigo convertido en un gusano. Aprovechando sus poderes trata de rescatarlo.

-Amigo, vamos al cielo- le implora.
-¿En el cielo hay estiércol?- contesta el ahora gusano.
-No, el cielo es el cielo, el lugar más maravilloso que te puedas imaginar.
-Imposible, aquí todo esta caliente, duermo bien, tengo mi comida a la mano y sin mayor esfuerzo.
El monje insiste sin convencer al amigo que se niega a dejar su falsa zona confortable.

Ajahn Brahm vuelve a la carga. Los malos hábitos son todas las prisiones que (nos) atrapan para no cambiar. Y lo dice también con conocimiento de causa. El monje trabajó con los detenidos en algunas prisiones de Australia rehabilitándolos. Cambiando su foco de atención, haciendo que ellos pongan más atención a los buenos ladrillos que sentaron en su pared de vida y –grata noticia- los casos de internos reincidentes disminuyó considerablemnte. Las estadísticas le dan la razón.

La libertad asusta, dice el líder de la sociedad budista de la zona oeste de Australia, y los internos tienen miedo de vivir la vida en libertad, por la responsabilidad que exige. Es más fácil asumirse víctima y culpar a los otros. “Ellos tienen, yo no tengo”, se quejan algunos. ¿Quienes tienen qué tienen y, sí lo tienen, lo disfrutan? ¿No será que quieren más? Hacerse la víctima también es un mal hábito, señala. No por tener más cosas materiales eres feliz, quizás seas infeliz por el temor de perderlo. ‘Mío, mío, mío’ y no lo comparto con nadie. A la avaricia se suma el egoísmo, el miedo y si miramos más a fondo descubriremos cosas más feas: odio, soledad, preocupación.

Vamos -pide Ajanh Brahm- bajen la velocidad, dejen de correr para alcanzar y lograr más cosas en el tiempo más breve, tomen más tiempo para disfrutar. La gente corre y no se detiene a mirar el presente. Cuando miramos con detenimiento vemos con más claridad y mayor profundidad. Asume el buen cambio. Tú también puedes, tienes ese derecho.

-----------

(1) Ajahn Brahm nació en Londres, ganó su escolaridad para estudiar en la Universidad de Cambridge, Física Teórica, fue maestro de escuela por un año y viajó a Tailandia donde fue alumno del monje Ajahn Chah en la escuela tradicional budista Theravadan. Cuando se ordenó monje, el joven Peter Betts pasó a llamarse como se le conoce hoy en día. Fue invitado a Sidney donde trabaja desde hace muchos años atrás. Viaja por el mundo dando consejos a reyes y presidentes. En Singapur es considerado patrón espiritual budista.

Fue el primero en ordenar monjes mujeres en Australia, situación que generó un arduo debate entre los budistas más tradicionales. Ajahn Brahm cuenta historias de todo tipo durante sus presentaciones y habla también de malos monjes budistas, como el caso de un líder sangara en Tailandia, quien siendo el segundo y en espera de la muerte del líder espiritual, acusó falsamente de comunista a quien lo  iba a dirigir. Movido por los celos y por la treta orquestada, el acusador llegó a convertirse luego en el líder de esa comunidad, pero apenas al día siguiente de su ordenación sufrió un accidente automovilístico. En la embestida vehicular, el único fallecido fue el monje acusador, no se reportaron heridos. El gobierno tailandés revisó el caso del acusado y determinó que le habían infundado cargos y lo liberó.

El líder encarcelado y puesto en libertad comentó que había pasado los días más felices de su vida en prisión: tuvo más tiempo para meditar y observar más detalles con claridad y profundidad. Lo que según Ajahn Brahm significa que las cárceles no necesitan tener paredes, hay algunas prisiones de las que no se pueden huir. Hay pocos que pese a que se ven encerrados son libres, la libertad bien entendida es maravillosa.

No comments: