La selección peruana de fútbol perdió ante su similar de
Chile por 3 goles a cero, en un partido amistoso jugado en la ciudad chilena de Valparaíso. El resultado pudo ser diferente si el Paolo Guerrero no
falla el penal que pateó a los 20 minutos, es lo que dijo el entrenador del equipo inca.
De hecho que el resultado pudo ser distinto. El encuentro
pudo quedar 3 a 1, por ejemplo. Aquí no voy a discutir lo que afirma el DT. Lo
que quiero comentar ahora son una serie de hechos que han sido practica
constante de los equipos peruanos en torneos internacionales.
Tras la pésima ejecución del penal, el once peruano comenzó
su debacle. Eso es verdad. Luego de ese penal, el equipo empezó a ahogarse en dudas
y equivocaciones, luego vino el gol del rival, el equipo pasó al temor y las
equivocaciones siguieron. Vino el segundo gol y el equipo entró en pánico. Se
notó lo que afirmó con la expulsión de Reinaldo Cruzado.
No sé qué pasó en la mente de los jugadores peruanos, pero
trataré de imaginarlo. Si el mejor jugador del campo tira un penal de la manera
que lo hizo, los jugadores pensaron: “pucha, ya falló Guerrero, si él es el
mejor aquí, yo que no juego en un equipo extranjero, seguro que voy a meterme
en más líos” Y zas, vino el primer gol
del equipo rival. Los pensamientos siguieron creciendo y los jugadores se
dejaron ganar por el pensamiento negativo. “Ya nos metieron uno, ojalá no venga
el otro” y cuando un pensamiento negativo se desata, nada lo para. Uno puede a
llegar a tener mil pensamientos negativos en un minuto y uno no lo nota.
La expulsión de Cruzado dio cuenta que el equipo andaba ya
sumido en una gran cantidad de dudas y temores.Toda aggresión es una evidente
muestra de temor e impotencia. Aunque el jugador contrario provoque (el chileno
Medel ‘fue por lana y salió trasquilado’), uno tiene que concentarse y no debe
responder como lo hizo el centrocampista peruano, pero ante una mente llena de
temor, el ataque fue un simple acto reflejo. “Me defiendo antes que me mate”.
Lo que ocurrió en Valparaíso me trae a la memoria dos hechos
similares. Perú jugaba con Polonia en un mundial de fútbol. De pronto una
falla de José Velásquez, el más fuerte del equipo, y toda la oncena entró en pánico.
Polonia que no era más que Perú entonces goleó por 5 a cero.
Perú juega las eliminatorias a un mundial, Jean Ferrari que
pasaba por un gran momento juega junto a Chemo del Solar. El último brillaba en
España, todas las pelotas pasaban por el filtro del volante. Ferrari se deja
intimidar por eso y en vez de avanzar con la pelota, prefiere dársela al Chemo, quien pierde el balón y Ecuador nos mete el primer tanto. Perú jugaba de visita,
el equipo se desmorona. Me arriesgo a imaginar el pensamiento de ese momento: “Si
Chemó fallo, en cualquier momento fallo yo”. Ferrari ya más abajo andaba culpándose
por haber retrasado el balón y así comenzó también su debacle como el
futbolista que estuvo destinado a ser. Jamás volvió a brillar.
Alianza Lima jugó aquella vez como ningún equipo peruano y
le ganó a Estudiantes de la Plata por 4 a 1 y se perfilaba como el equipo que pudo
ganar la Copa Libertadores en el 2010, pero los futbolistas peruanos no lo pueden creer y
piensan que sólo fue una noche mágica. No se sienten merecedores de lo que han
logrado, vuelven a jugar y llenos de dudas y temores terminan mal la
competencia. El equipo de ensueño de aquella noche limeña, se disuelve. El
zorrito Aguirre quien fue la sensación con sus tres goles de antología, va a
jugar en México y vuelve sin conquistar nada. (En nuestra mente tiene que
quedar el buen recuerdo, Aguirre debió aprender a hacer suyo un pensar ‘si hoy
lo hice, lo puedo volver a hacer cuando me tenga fe. Lo voy a recordar para
hacerlo siempre, yo puedo, esta es una prueba de lo que puedo llegar a dar’) Tenía que
machacársele eso en la cabeza. Tenía que ser una impresión cerebral imborrable.
Pero bueno, necesitamos también trabajar a ese nivel.
El equipo peruano no va al mundial y el hincha sufre.
En el último mundial se han visto cosas que los futbolistas peruanos
y los dirigentes incas involucrados en el deporte rey no han visto y no se han esforzado por
tratar de entender. Lo que le ocurrió a algunos equipos de fútbol en esa justa
mundial nos tiene que servir a nosotros, más a nosotros que vamos intendando
ganar la pelea y queremos llegar a un mundial.
En la última justa mundial, Brasil tenía un equipo sin
delantera, el mejor delantero de Brasil es el peruano Paolo Guerrero. La defensa
brasilena era lo mejor del equipo, pero sin atacantes no iban a tentar ser
campeones mundiales. Era una ilusión. No importa, así se lanzaron a la
competencia, engañados por sus dirigentes. El DT hizo su parte y tercamente
siguió apostando por ese equipo que se veía sin posibilidades de ser. Además, el
peso del pasado glorioso lo resienten los propios jugadores. Apelaron a un
Neymar que está lejos de ser Pelé, Rivelino o Tostao. Sin embargo, los equipos
contrarios se dejaron intimidar por ese pasado. Las interpretaciones al revés. Chile
enfrenta a Brasil y pierde por algo de lo que digo y por un poco de mala
suerte. Colombia siendo entonces más equipo que Brasil se intimida también y
cuando decide salir a ganar ya es tarde y pierde el encuentro.
Cada vez que avanza, Brasil muestra sus lados flacos. Juega
con Alemania y el equipo teutón sale a arrasar. Con un gol tempranero logra que
los brasilenos entren en dudas y en equivocaciones, Se desata el pánico en la
verdeamarella y el resultado es el esperado: la mayor goleada que le han dado a
Brasil en su propia casa y en un mundial. El Maracanzano será un mal recuerdo, pero
la goleada será de antología.
Alemania llega a la final.
Argentina avanza sin convencer, tienen a Messi, el mejor
jugador del mundo, pero no brilla como se espera. Pero la mentalidad futbolera
argentina es distinta a la brasilera. Si llegaron a donde llegaron, ellos creen
y lo creen realmente que se merecen ser campeones mundiales. Sin muchos méritos,
pero ahí están. Ellos felices.
Alemania sale a tratar de arrasarlos, pero se encuentran con
la respuesta inmediata de los sudamericanos. Alemania entiende que Argentina no
es Brasil y juega con cuidado y respeto. Los germanos ganan finalmente porque fueron
un equipo más compacto y porque trabajaron de manera inteligente. Tienen de
todo en su concentración, equipos de psicólogos, observadores y analistas, un
cuerpo técnico que se nutre de mucha tecnología. Y seguramente más
profesionales.
Así es como tenemos que trabajar con el equipo peruano.
Cambiando la idea de temor en los jugadores, haciéndoles entender que todos –sobre
todo ellos- pueden ser ganadores. Hay que trabajar. Hay que practicar más tiros
de penales, tiros libres, dormir mejor, no trasnochar, alimentarse bien y creer.
Dedicarse a la tarea de tener confianza. Hay que hacerles entender -aquí pongo
mi interés- que los jugadores tienen que entender que cuando uno falla, los demás
están para socorrer al que falló, sin asumir las fallas del otro. Y quien falló
tiene que darse cuenta que lo que pasó obedece a una desconcentración del
momento, que lo que sigue es otro momento y tienen que recordar que el fútbol se
juega por 90 minutos, a veces les dan cinco minutos más de tiempo adicional y
que en ese transcurso hay que hacer el esfuerzo hasta quemar el último
cartucho. Si no pueden con las piernas, tienen el espíritu de lucha. Si antes,
una noche, una tarde, algunos minutos jugaron de manera mágica, ustedes lo pueden
volver a hacer, lo que tienen es que poner ganas y seguir, seguir. Hay que
meter el gol, como sea.
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