Thursday, November 13, 2014

Lo negativo de lo positivo.


Mi buen amigo Carlitos me llamó para contarme que se iba a cenar con una compañera de trabajo. Me decía que había hilado muy fino para lograr que la cita se concretara. Escogió un restaurant caro, hizo las reservaciones por internet, se cortó el pelo largo, se compró una camisa de seda, zapatos para no ir con zapatillas, se puso su perfume caro y como todo un caballero fue a recogerla. En el colmo del optimismo, Carlitos se veía en la cumbre. La mujer soñada y deseada caería a sus pies. La veía suplicando: “nunca me abandones, papito”.

-La azotaré con el látigo de mi cariño- dijo en tono sensual, muy pícaro.

Reímos con lo que planeaba.

Anoche me llamó, Carlitos se arrepentía de haber hecho semejante gasto de dinero, de tiempo y de energía. Hoy no iría a trabajar, temía enfrentar a la dama en cuestion. Al principio en la cena, la invitada se sintió agradecida, pidió lo más exótico y caro del menú y tras unas copas de vino comenzó a contar que se sentía muy sola y desdichada. Mi buen amigo se relamía los labios, no por el buen sabor del tinto que pidió, evidentemente.

-Yo también estoy solo- fue lo que comenzó a decir Carlitos. Y tuvo que alargar una servilleta con delicadesa. Ella tenía lágrimas acumuladas en sus ojos.

-Sabes? Qué bueno que me hayas invitado, tenía tantas ganas de contarle a alguien lo que me ocurre- siguió ella.

Carlos pensó que el esfuerzo debería ser el de ella y no de él. Se calló y paró las orejas.

No fue lo que mi buen amigo quería oír. La amiga estaba enamorada del jefe –del jefe de ambos. Era la amante a escondidas y con lo vivido –según el amante- era suficiente. Ella tenía que dejarlo en paz. El deseaba casarse con la hija del dueño de la compañia y ‘por una debilidad pasajera, no iba a dejar pasar la gran oportunidad’.

Parecía el argumento de una de esas pésimas telenovelas que se pasan por los canales mexicanos y me limité a escuchar.

Carlos había ido a la cita con el mayor optimismo, diría mejor, con una expectativa irreal y sobre-dimensionada. Se había subido a la rama más elevada de su imaginación y cuando le tocó enfrentar la realidad tuvo una caída estrepitosa, ni siquiera tenía las hojas de donde sujetarse. De frente pasó al piso duro y concreto y allí se estrelló.

Todo esto me hizo pensar en el tema de ser positivo. ¿Ser positivo ayuda realmente?

La psicóloga Gabriele Oettingen, profesora también de la universidad de New York, acaba de publicar el libro titulado ‘Rethinking Positive Thinking’, donde evidentemente plantea repensar el optimismo desmedido de pensar de manera positiva.

En los Estados Unidos, dice Oettingen, el positivismo exagerado falla incluso en los mensajes políticos y tiene información para sustentar lo que dice. Cuando un líder político plantea grandes expectativas a futuro comenzando su mandato, siempre se choca con la cruda realidad al final del mismo. Los niveles de desempleo caen y no es sólo el caso del presidente Barack Obama, quien llegó a plantear su optimismo inicial incluso en un libro titulado la ‘Audacia de la esperanza’, es el problema de muchos ex presidentes.

Cuando vemos los concursos de personas que buscan perder peso, quienes menos peso pierden son los más optimismas, precisa la psicóloga. Sucede lo mismo con quienes están tratando de dejar de fumar o dejar un mal hábito. Los más optimistas pierden. Lo positivo se vuelve un boomerang. Quien no alcanza lo deseado vuelve a caer en el hoyo de la depresión.

Ella y su equipo han medido las reacciones de muchas personas sometidas a una prueba para alcanzar una meta y han descubierto que los niveles de presión sanguínea de los más optimistas baja. La relajación que sienten les corta la energía del esfuerzo que necesitan para lograr con éxito lo que buscan y muchos se quedan en el intento.

Si la investigación se quedaba allí no ayudaría demasiado, por esa razón la psicóloga Oettingen y su equipo decidieron buscar mecanismos que ayuden a la gente a dar los pasos necesarios para conseguir sus deseos. Fueron veinte años de observación e implementación de un ejercicio que nos lleva a la acción motivadora.

Todos tenemos sueños y metas que deseamos cumplir, por lo tanto primero comenzamos con un deseo y con un objetivo a alcanzar. Si nuestras expectativas son extremas y sobredimensionadas como las de mi buen amigo Carlitos, terminaremos como él, no deseando salir de la cama, ni querirendo enfrentar la situación. Por lo tanto, a un deseo hay que contrastarlo, compararlo y confrontarlo. Es la parte más difícil, pero es necesaria. Cuando una mira desde diversos ángulos puede superar con más facilidad los obstáculos que se presenten. Y aquí uno tiene que ir hasta lo más profundo de la situación. Ser objetivo, verdadero y claro es lo que más ayuda. Cuando se haya visualizado bien los obstáculos uno tiene que poner en acción un plan. Veamos el ejemplo siguiente:

W-O-O-P

Wish o deseo. Quiero dejar de fumar
Overcome o meta a cumplir. Mejorar mi salud, respirar mejor, vivir más.
Obstáculo. Mi apego al mal hábito, mi dejadez, mi ansiedad y miedo. Me castigo por no poder dejar el cigarrillo, etc.
Plan. Comenzar con observar mi ansiedad y mi miedo. Dejar el primer cigarrillo de la mañana y el de la noche para comenzar. Juntarme con personas que no fuman. Premiarme con cada logro. Replantear todo de acuerdo a los avances. El como es importante.

Este esquema de ejercicio da resultados, créanme, ayuda mucho.

No se puede parar porque da un compromiso. Un compromiso con uno mismo.

Mi ejemplo:
Deseo terminar todos los libros de cuentos que tengo y no he leído.
Objetivo. Conocer cuentistas nuevos, ampliar mis concomientos.
Obstáculos… son demasiados libros y me da pereza, no sé por donde empezar. No tengo tiempo (ajá, y cómo para estar en Facebook tienes tiempo?)
Plan… leer un cuento por noche.

Lo que me sorprende es que he leído y releído y pronto podría escribir un libro con crítica de cuentos de muchos autores. Además, descubrí algunos cuentos geniales. A veces he leído dos cuentos para evitar quedarme con un estilo. (Uno descubre que va ganando mucho en el proceso).

Bueno, no quiero dejar a mi amigo Carlitos tan decepcionado y solo. A él le di un mensaje adicional que también me ha funcionado.

No hay nada mejor que ir preparado para lo peor. No hay nada mejor que un escudo protector que te construyes en la víspera. Escudo imaginario, claro esta. Si de pronto ves el ’golpe’ que viene a causar daño, pues levantas el brazo y si viene la ‘espada lacerante’ pones el escudo en tu pecho y evitas el ataque. Lo que venga no te creará fastidio, pena, dolor, ni sufrimiento. El sufrimiento y dolor del otro es tremendo, muy autodestructivo y en su ceguera y malestar quiere destruir al otro. Compadécete.

Ojalá Carlitos vaya a trabajar mañana.

Lo último, hay que reírnos mucho de nuestros deseos exagerados.

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