Mi buen amigo Carlitos me llamó para contarme que se iba a
cenar con una compañera de trabajo. Me decía que había hilado muy fino para
lograr que la cita se concretara. Escogió un restaurant caro, hizo las
reservaciones por internet, se cortó el pelo largo, se compró una camisa de seda,
zapatos para no ir con zapatillas, se puso su perfume caro y como todo un
caballero fue a recogerla. En el colmo del optimismo, Carlitos se veía en la
cumbre. La mujer soñada y deseada caería a sus pies. La veía suplicando: “nunca
me abandones, papito”.
-La azotaré con el látigo de mi cariño- dijo en tono sensual, muy pícaro.
Reímos con lo que planeaba.
Anoche me llamó, Carlitos se arrepentía de haber hecho semejante gasto de dinero, de tiempo y de energía. Hoy no iría a trabajar, temía
enfrentar a la dama en cuestion. Al principio en la cena, la invitada se sintió
agradecida, pidió lo más exótico y caro del menú y tras unas copas de vino
comenzó a contar que se sentía muy sola y desdichada. Mi buen amigo se relamía
los labios, no por el buen sabor del tinto que pidió, evidentemente.
-Yo también estoy solo- fue lo que comenzó a decir Carlitos.
Y tuvo que alargar una servilleta con delicadesa. Ella tenía lágrimas acumuladas
en sus ojos.
-Sabes? Qué bueno que me hayas invitado, tenía tantas ganas
de contarle a alguien lo que me ocurre- siguió ella.
Carlos pensó que el esfuerzo debería ser el de ella y no de
él. Se calló y paró las orejas.
No fue lo que mi buen amigo quería oír. La amiga estaba
enamorada del jefe –del jefe de ambos. Era la amante a escondidas y con lo
vivido –según el amante- era suficiente. Ella tenía que dejarlo en paz. El deseaba
casarse con la hija del dueño de la compañia y ‘por una debilidad pasajera, no
iba a dejar pasar la gran oportunidad’.
Parecía el argumento de una de esas pésimas telenovelas que
se pasan por los canales mexicanos y me limité a escuchar.
Carlos había ido a la cita con el mayor optimismo, diría
mejor, con una expectativa irreal y sobre-dimensionada. Se había subido a la
rama más elevada de su imaginación y cuando le tocó enfrentar la realidad tuvo
una caída estrepitosa, ni siquiera tenía las hojas de donde sujetarse. De
frente pasó al piso duro y concreto y allí se estrelló.
Todo esto me hizo pensar en el tema de ser positivo. ¿Ser
positivo ayuda realmente?
La psicóloga Gabriele Oettingen, profesora también de la universidad de New York, acaba de publicar el libro titulado ‘Rethinking
Positive Thinking’, donde evidentemente plantea repensar el optimismo desmedido
de pensar de manera positiva.
En los Estados Unidos, dice Oettingen, el positivismo
exagerado falla incluso en los mensajes políticos y tiene información para
sustentar lo que dice. Cuando un líder político plantea grandes expectativas a
futuro comenzando su mandato, siempre se choca con la cruda realidad al final
del mismo. Los niveles de desempleo caen y no es sólo el caso del presidente
Barack Obama, quien llegó a plantear su optimismo inicial incluso en un libro
titulado la ‘Audacia de la esperanza’, es el problema de muchos ex presidentes.
Cuando vemos los concursos de personas que buscan perder
peso, quienes menos peso pierden son los más optimismas, precisa la psicóloga.
Sucede lo mismo con quienes están tratando de dejar de fumar o dejar un mal hábito.
Los más optimistas pierden. Lo positivo se vuelve un boomerang. Quien no
alcanza lo deseado vuelve a caer en el hoyo de la depresión.
Ella y su equipo han medido las reacciones de muchas
personas sometidas a una prueba para alcanzar una meta y han descubierto que
los niveles de presión sanguínea de los más optimistas baja. La relajación que
sienten les corta la energía del esfuerzo que necesitan para lograr con éxito
lo que buscan y muchos se quedan en el intento.
Si la investigación se quedaba allí no ayudaría demasiado,
por esa razón la psicóloga Oettingen y su equipo decidieron buscar mecanismos
que ayuden a la gente a dar los pasos necesarios para conseguir sus deseos.
Fueron veinte años de observación e implementación de un ejercicio que nos
lleva a la acción motivadora.
Todos tenemos sueños y metas que deseamos cumplir, por lo
tanto primero comenzamos con un deseo y con un objetivo a alcanzar. Si nuestras
expectativas son extremas y sobredimensionadas como las de mi buen amigo
Carlitos, terminaremos como él, no deseando salir de la cama, ni querirendo enfrentar
la situación. Por lo tanto, a un deseo hay que contrastarlo, compararlo y
confrontarlo. Es la parte más difícil, pero es necesaria. Cuando una mira desde
diversos ángulos puede superar con más facilidad los obstáculos que se presenten.
Y aquí uno tiene que ir hasta lo más profundo de la situación. Ser objetivo,
verdadero y claro es lo que más ayuda. Cuando se haya visualizado bien los obstáculos
uno tiene que poner en acción un plan. Veamos el ejemplo siguiente:
W-O-O-P
Wish o deseo. Quiero dejar de fumar
Overcome o meta a cumplir. Mejorar mi salud, respirar mejor,
vivir más.
Obstáculo. Mi apego al mal hábito, mi dejadez, mi ansiedad y
miedo. Me castigo por no poder dejar el cigarrillo, etc.
Plan. Comenzar con observar mi ansiedad y mi miedo. Dejar el
primer cigarrillo de la mañana y el de la noche para comenzar. Juntarme con
personas que no fuman. Premiarme con cada logro. Replantear todo de acuerdo a
los avances. El como es importante.
Este esquema de ejercicio da resultados, créanme, ayuda mucho.
No se puede parar porque da un compromiso. Un compromiso con
uno mismo.
Mi ejemplo:
Deseo terminar todos los libros de cuentos que tengo y no he
leído.
Objetivo. Conocer cuentistas nuevos, ampliar mis
concomientos.
Obstáculos… son demasiados libros y me da pereza, no sé por
donde empezar. No tengo tiempo (ajá, y cómo para estar en Facebook tienes
tiempo?)
Plan… leer un cuento por noche.
Lo que me sorprende es que he leído y releído y pronto podría
escribir un libro con crítica de cuentos de muchos autores. Además, descubrí
algunos cuentos geniales. A veces he leído dos cuentos para evitar quedarme con
un estilo. (Uno descubre que va ganando mucho en el proceso).
Bueno, no quiero dejar a mi amigo Carlitos tan decepcionado
y solo. A él le di un mensaje adicional que también me ha funcionado.
No hay nada mejor que ir preparado para lo peor. No hay nada
mejor que un escudo protector que te construyes en la víspera. Escudo
imaginario, claro esta. Si de pronto ves el ’golpe’ que viene a causar daño,
pues levantas el brazo y si viene la ‘espada lacerante’ pones el escudo en tu
pecho y evitas el ataque. Lo que venga no te creará fastidio, pena, dolor, ni
sufrimiento. El sufrimiento y dolor del otro es tremendo, muy autodestructivo y en su ceguera
y malestar quiere destruir al otro. Compadécete.
Ojalá Carlitos vaya a trabajar mañana.
Lo último, hay que reírnos mucho de nuestros deseos exagerados.
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