Wednesday, December 28, 2011
La genética viene corriendo.
Quiero confesarles que una de las profesiones que me hubiese gustado ejercer es la de biólogo genetista, quizás sea tarde para hacerlo, pero mi sueño sigue ahí. Algunas veces me veo en un laboratorio experimentando con ratones para descubrir algo así como qué pasa con los cerebros de los ratoncitos rechazados por las madres en su edad temprana.
Una investigación que acabo de leer dice que los ratoncitos rechazados no tienen muy desarrollado el área de un gen cerebral que permite recibir el glycocorticoid y que sufrirán más para enfrentar el stress cuando éste se presente. El glycocorticoid ayuda a prevenir la formación de hormonas estresantes, incluso en los seres humanos. Cuando el rechazo ocurre se bloquea el gen, dicen los expertos, lo que hace difícil enfrentar momentos de gran tensión.
La genética se esta desarrollando a pasos agigantados y se predice que en diez años, todos tendremos nuestra información genética computarizada, así sabremos, sí se trata de un cáncer, por ejemplo, cómo mutan los genes que están envueltos en el proceso y conoceremos, también, cómo tratar a cada uno de los pacientes que padecen el mal.
La escritora de ciencia, Lone Frank, acaba de publicar un libro titulado “My beautiful genome”. En su texto, ella recueda que antes las computadoras eran unas inmensas máquinas que estaban en manos de entes especializados y que la revolución se dio con las PC portátiles que casí todos podemos tener a disposición actualmente. Además, los precios de acceso eran astronómicos. Lo mismo ocurre con los precios de la secuencia genética de un ser humano. En el 2001, cuando este proyecto comenzó, quien deseaba conocer la secuencia de sus genes debía pagar alrededor de 40 millones de dólares. Hoy sabemos que los chinos están haciendo el proceso por alrededor de diez mil dólares.
Contar con nuestra información genética no equivale a tener una bolita de cristal donde podremos ver qué enfermedad nos atacará a los cuarenta o sí moríremos a los 65 años víctimas de un paro cardíaco. Los genes son piezas informativas que interactuan de manera muy dinámica en un determinado medio ambiente y de ninguna manera controlan la vida.
Los seres humanos somos la vasija de toda esa información que se calcula en unos 25 mil genes. Hoy son pocos los expertos que pueden hacer una buena lectura de un mapa humano. Los doctores no están aún preparados para hacer un análisis de una secuencia genética, precisa Frank.
En el futuro los médicos serán 'técnicos en servicio' porque toda la información disponible estará en los servidores de internet, donde, además, todos podrán debatir cómo enfrentar ésta u otra enfermedad. Los médicos sabrán un poco más de lo que el paciente sabe sobre una enfermedad. Actualmente, son pocos los consejeros genéticos que existen, pero ésta es una carrera que esta en aumento.
En cada momento, los grupos científicos de búsqueda descubren algo nuevo en cualquier parte del mundo. En Iceland descubrieron que una variante del gen ZFHX3, localizado en el cromosoma 16, significativamente incrementa el riesgo del tipo más común de hemorragia cerebral, que no es fatal, pero puede gradualmente destruir tejido cerebral que lleva hacia la demencia. Con una lectura correcta de los genes podremos enfrentar mejor el problema y dejaremos de lado la predicción tradicional de cualquier análisis de colesterol.
En algún lugar del mundo se realizó un análisis de más de 110 mujeres y se dedujo que tienen el potencial y letal gen BRCA2 que al mutar desarrolla cáncer al seno con un 75% de posibilidades, estas damas andan caminando tranquilas, ignorando lo que les podría ocurrir en un futuro no muy lejano, felizmente la información se entregó a las autoridades de salud donde se realizó el estudio.
Nosotros los seres humanos tenemos genes que no son saludables, variantes que la evolución ha usado para crear diversas formas. Mutaciones y alteraciones que son una garantía que la evolución y la adaptación ocurrió.
Las enfermedades más comunes que golpean a la población mundial son la diabetes, el cáncer, los problemas cardiovasculares, principalmente, pero resulta complejo explicar cada uno de los males porque una serie de genes están envueltos en cada uno de ellos y todo ese proceso no está bien entendido, Además, existe también una multitud de factores ambientales que están en juego.
La epigenética
Por encima de la genética está la epigenética que no es otra cosa que todo lo extraño y maravilloso que la genética no puede explicar. Es en este campo donde casí todo el místico encuentro entre lo que se hereda y el medio ambiente se realiza. Pero ¿en qué consiste ese entrejuego, y cuándo y dónde exactamente ocurre? Aqui es donde las cosas se comienzan a poner más dificiles.
Epi es un prefijo griego que significa 'encima' o 'sobre' la genética. El concepto fue inventado en 1942, por el biólogo británico, Conrad Waddington, para describir cómo las experiencias y circunstancias de un organismo pueden hacer que su material genético actúe diferente. En el tiempo, antes que el código genético fuera incluso revelado, fue todo ideas y teorías. Ahora, el campo de la epigenética está abocada a la investigación de cómo los genes se expresan, esto es, cuánto más o cuánto menos proteína están permitidas a producir, en que tiempo, y en que células. Estos son los cambios en la función de genes que ocurren sin mutación en la secuencia genética.
Sin embargo, hasta hace poco, muchos científicos creían que la epigenética no era relevante para los adultos y que estaba solamente restringido para embriones, donde se programaban los genes para el resto de la vida orgánica. Después de todo, una simple celula puede desarrollar hasta un organismo completo. Dependiendo también en cual célula está permitido ser activado, cada celula adquiere una identidad, con una función correspondiente, las cuales están definidas por el grupo de proteínas que los genes de la célula produce, como sí fuera una orquesta en la cual todos los músicos tiene el mismo pentagrama al frente de ellos, pero los violines, el triándulo y el bombo, y todo el resto toca una parte distinta.
Para clarificar un poco más, los científicos sugieren tomar, por un instante, una célula del hígado y otra del cerebro. El hígado usa una bateria de enzymas para quebrar las toxinas que uno consume cuando come y bebe, el mismo que debe ser removido de la sangre. No hay razón para que nuestro pobre hígado produzca las más refinadas células para nuestro sistema nervioso. Esas células están inactivadas en el hígado. En el cráneo, sin embargo, las células cerebrales están libres de recoger la basura, por lo que esos genes especializados en quebrar el alcohol o la grasa están relegadas a un eterno descanso.
El programa epigenético del cuerpo organiza la división del trabajo. Esto es restringiendo o permitiendo a un simple gen realizar todo lo necesario. Recientemente los cientificos han descubierto que la epigenetica reprograma todo desde la cuna hasta la tumba, presumiblemente en todo el organismo.
Si uno piensa esto desde la perspectiva evolucionaria, es completamente entendible que esos ajustes puedan darse. Presumiblemente, el programa epigenético es una herramienta que nosotros hemos desarrollado, porque esto prueba mejores posibilidades para sobrevivir. Este es un mecanismo de adaptación que puede cambiar al individuo en concordancia con los requerimientos en el cambio de ambiente. El ingenioso mecanismo de restringir y permitir puede incluso ser considerado como una personal e individual capacidad de evolucionar.
Thursday, December 22, 2011
Picasso y el nacimiento del cubismo.
Todos tenemos un momento en la vida que nos marca para siempre. Pablo Picasso tuvo uno de esos momentos cuando tenía 17 años. Una abuela y su nieta murieron sorprendidos por un rayo que cayó repentino. Era de noche cuando llegó el médico o la persona que debía practicar la autopsia. A la luz de unas velas, el encargado tomó una sierra y partió en dos las cabezas de las occisas para determinar que les había ocurrido con exactitud. Pablo Picasso terminó enfermo luego de esa terrible experiencia gótica, aunque muchos creen que de allí viene su arte de pintar dos rostros. El artista malagueno creía que así, además, podía conocer más el carácter de una persona.
La terrible experiencia la vivió Picasso en Horta de Ebro, a donde fue siguiendo a su amigo Manuel Pallarés, quien huía del llamado a prestar el servicio militar. En las montañas de Cataluña era fácil evadir la milicia. En este pueblo, el genio andaluz paso seis meses pintando la naturaleza y, por supuesto, pintó a quienes vivían en la zona.
Sin embargo, hubieron otros momentos que marcaron a Picasso, quizás todo empezó el 25 de octubre de 1881, a las 11.15 de la noche, cuando nació. Al ser liberado del vientre materno, el recién nacido no pegó el grito acostumbrado. Pasaron algunos segundos, hasta que uno de sus tíos le tiró el humo del cigarrillo que fumaba directamente a las fosas nasales, recién ahí el pequeño lanzó el grito que daba cuenta de su presencia en este mundo.
Permítanme una digresión. Para los budistas aquí comienza la vida, cuando sucede una demora, dicen, que es un espíritu muy grande quien viene a ocupar el cuerpo del recién nacido. Digo esto también para darme algo de fortaleza. Cuando nací no lancé el grito de todo neonato, debieron darme varias nalgadas para reaccionar. Esto me lo contó mi abuela, quien vio todo el desenlace de mi nacimiento desde una ventana y quien lloraba a cada nalgada que el doctor lanzaba fue ella.
Luego, volviendo a Picasso, debo decir que otro momento que lo marcó fue sin duda la muerte temprana de su hermanita menor. Pablo Picasso la había dibujado lozana y bella diez días antes de su deceso. Conchita murió de difteria cuando apenas tenía siete años.
Pablo Picasso pasó su infancia en su natal Málaga, de allí junto a su familia fue a vivir a Barcelona. Siendo su padre su primer maestro de dibujo y pintura, a Picasso su trabajo de niño no se le puede catalogar como tal, él ya tenía todos los conocimientos de un artista de taller. De Barcelona su familia decide enviar a Pablo Picasso a Madrid, valiéndose de la ayuda de todos los familiares, pero algo ocurre con el envio que se le corta de manera repentina y el artista pasará a vivir en la capital española como un bohemio. Es la primera vez que Picasso enfrenta la pobreza y la miseria.
Picasso se hace llamar así a partir de 1901 cuando cambia su apellido paterno Ruiz por el materno de Picasso, que en París comenzará a sonar mejor junto a los Matisse, Rosseau y Poussin. Rodeado de muchos artistas en la ciudad luz, Picasso emprenderá diversos períodos hasta descubrir el cubismo junto a Georges Braque. Es el año de 1908 cuando los hermanos Wright pudieron volar su aeroplano, los artistas antes mencionados empezaron también a explorar similares caminos en su pintura. A Picasso se le atribuye la frase 'sí los aviones pueden volar, entonces el espacio puede ser reinventado'. El cubismo es fácil y complejo como un ajedrez en tres dimensiones, es lo que se llama también la dinámica del arte.
Apelando un poco a mi imaginación se me ocurrió hacer ficción con el descubrimiento del cubismo y tal hallazgo pudo haberse dado sin buscarlo con profundidad, sólo observando con ojo de artista. Veamos.
Pablo Picasso estaba sin dinero, se sentía solo, triste y sin talento. Sentado en su estudio saboreaba un pan con jamón y cebollas que había conseguido después de pintar un retrato y cambiarlo por comida. A punto de tirar todo por la borda (todo digo refiriéndome a la idea loca de suicidarse que se cruzó por su mente) Pablo Picasso descubrió el primer paso para desarrollar el cubismo. El pan con jamón le sabía a suela de zapato en el frío Paris. Comía porque tenía que comer. Su joven amante, una prostituta llegada de Grenoble, lo había abandonado por un viejo con dinero. Al pensar en ella la odio tanto como se estaba odiando. En su mesa tenía de todo, desde su comida, un vaso de vino que parecía vinagre, hasta las hojas de un viejo diario. Lo había guardado en su mesa de trabajo porque allí estaba el rostro de una dama con la que había comenzado a soñar. Tomó el diario con una mano y reparó en una pequeña historia que aparecía en el extremo superior derecho. Picasso leyó la nota y se conmovió hasta el llanto, pero al bajar la mirada se dio con la fecha de publicación y se dio cuenta, con desagrado, que su emoción resultaba tardía. El hecho trágico tenía un mes de ocurrido y él se estaba recién conmoviendo ahora. Dejó el pedazo de pan que tenía en una mano y la dejó en la mesa, tomó el papel con ambas manos, lo arrugó con fuerza, disgustado. La hoja se convirtió en una bola deforme y la tiró al cesto de basura, no con la destreza de los basquetbolistas, por cierto. Pablo Picasso estaba de malas, no encestó. Ni siquiera atinaba con su puntería y maldijo su mala suerte. Algo lo movió a levantarse y caminar hasta la cesta. Recogió el papel arrugado y descubrió que se estaba tratando de deshacerse de la mujer con la que había empezado a soñar. Tomó el papel entre sus manos y trató de reparar el amasijo. La foto de su amada tenía que ser conservada, pensó. Planchó el papel con la palma de sus manos, sin lograr su cometido, lo hizo en varias oportunidades. Así estuvo un par de minutos hasta que volvió a la mesa a terminar de tres mordiscos el pan con jamón, la cebolla que había caído, la recogió y terminó saboréandola como nunca lo había hecho.
Cuando levantó la mano para observar el papel del diario, vio a su amada, pero el papel no se había quedado del todo liso, el papel seguía tratando de tomar su forma desalineada, los zurcos no se pudieron borrar. Picasso miró lo que veía con ojo de artista, con ojo de curioso, con ojo de descubridor. La imagen de su amada tenía diversas perspectivas, dependiendo como Picasso movía la cabeza o la hoja del diario. Mierda! exclamó al momento de estrellar la palma de su mano en su frente. Esas líneas y zurcos le dieron al artista español la idea de empezar una nueva forma de trabajo. Una forma que hoy en el mundo artístico se conoce como cubismo.
Tuesday, November 22, 2011
Gato negro y el pacto de Shindo.
'Kuroneko' es una palabra que no está en el diccionario español. Quizás no signifique nada para muchos, pero dice bastante para los cinéfilos, sobre todo para quienes son amantes del cine japonés clásico.
'Kuronero' es una de las tantas películas dirigidas por Kaneto Shindo (Hiroshima 1912, felizmente, al hacer un search en internet, no hay ninguna noticia referida al deceso del prolífico director) .
Si hacemos la traducción del título debemos comenzar a hablar de 'Gato negro'.
Shindo dirigió el film en 1968. Son apenas 99 minutos de imágenes en blanco y negro donde se relata la historia de dos mujeres violadas y asesinadas en el Japón feudal. Un grupo de samurais llega a una casa donde la suegra y la nuera están comiendo lo poco que han conseguido durante aquellos días de guerra. Hambrientos de hambre y deseo, los guerreros se lanzan a tomar todo por la fuerza. Al final dejan la pequeña casa rural en llamas, sin remediar por el destino de las mujeres ultrajadas.
El incendio es voraz y deja todo en cenizas, salvo a las dos mujeres, quienes yacen enteras y sin vida en un rincón de aquello que fue su última vivienda. Un gato negro se acerca hasta los cadáveres y lame la sangre seca que tienen en el cuello. El director pone especial énfasis en la cabeza del miníno donde se ve sus ojos encendidos y siniestros.
Después de toda esta desgracia contada con imágenes- los samurais no conversan, solo emiten algunos gruñidos- pasamos al inicio de una fábula de horror, narrado con un hondo sentido poético, en una atmósfera fantasmagórica. Son los maullidos de un gato los que nos muestran el camino hacía lo desconocido. Las mujeres han realizado un pacto siniestro para vengarse de todos los samurais que pasen cerca del lugar donde murieron.
Cuenta el cineasta mexicano Guillermo del Toro, que vio esta película a los diez años y que la misma le causó un daño psicológico. Sin embargo, ésta y la película 'Onibaba' del mismo Shindo, están entre las diez películas que más le han gustado a lo largo de su vida.
Kaneto Shindo empezó su carrera de director a los 39 años, antes se había dedicado a escribir los guiones para otros directores, entre los que destacó su mentor Kenji Mizogushi (en alguna oportunidad escribí algo de su película 'Ugetzu', la misma que sirvió al escritor mexicano Carlos Fuentes para escribir su cuento titulado 'Aura').
Cuenta Shindo que el sueño de director siempre le interesó, aunque debió iniciarse en otro campo del cine de aquellos años. Luego se especializó en el drama, pues durante la guerra y antes que su natal Hiroshima fuera bombardeada, se dedicó a leer los 43 tomos que tienen que ver con la forma de hacer drama. Luego se interesó en robar todos los guiones de cine que encontraba en el baño (el suave papel de arroz se usaba para otros menesteres en aquel momento de escasez) y comenzó a estudiar todo lo referente a cómo escribir los guiones. Hasta que escribió 'Mi amada esposa', la misma dedicada a su esposa fallecida. Estando tan involucrado con la historia y siendo asistente de director deseó dirigirla, pero la industria japonesa no se lo permitió. Habían, además, delante de Shindo otros asistentes pugnando con cumplir su objetivo de dirigir, pero él ya tenía la aprobación de sus colegas. Fue entonces que creó una empresa de cine independiente donde comenzó su carrera.
Shindo señala que su gran producción se debe a que ha podido vivir largo tiempo, su mentor apenas murió cuando tenía 58 años, aunque cuando lo recuerda siempre lo ve como a el hombre viejo y sabio que fue. Sobre Mizogushi, Shindo tiene un buen documental.
Volviendo a 'Gato negro', donde la suegra y la nuera están acabando con todos los samurais a quienes terminan degollando, la historia se complica, cuando el hijo pasa de ser un simple guerrero a samuraí y recibe el encargo de terminar con quienes están ocasionando tal masacre. Shindo dice que una historia tiene eso precisamente, un inicio, un conflicto y un final. Al final tenemos que atar todos los puntos para tener una historia bien contada. Claro que en las historias del director hay algo más, la atmósfera siniestra que en este caso está llena de bambues que sin duda representan el Japón de siempre.
Las películas más conocidas de Kaneto Shindo son La isla desnuda, Los niños de Hiroshima, Postcard, Onibaba y Kuroneko. Hace apenas unos meses atrás, el actor puertorriqueno Vinicio del Toro presentó una retrospectiva del cine de Shindo en su tierra natal. Antes había conversado con el director nipón de quien es un admirador y le preguntó qué había intentado hacer en su película 'La isla desnuda'. El director le dijo al actor lo que siempre sostuvo: el diálogo nada tiene que ver con el cine, son las imágenes las que deben decir todo en este campo, por eso se permitió experimentar cómo sería eso y filmó a una pareja de japoneses en una isla.
Shindo ha dirigido alrededor de cincuenta películas y él dice que de cada cinco hay una buena. “Esa buena te permite pagar las deudas y seguir haciendo más películas”. Bueno, tengo una deuda con el director nipón, creo que la próxima película que veré será 'Onibaba'.
Sunday, November 6, 2011
Junot Díaz y los consejos para desenmascarar un personaje.
'Ysrael' es uno de los cuentos escritos por el dominicano Junot Díaz que se suma a mi lista de relatos que más me gustan. Lo leí en varias oportunidades y cada vez que lo hice le encontré cosas que hacían del mismo un relato encantador, digno de cualquier antología.
Sin embargo, quiero adelantarles algo, 'Ysrael' es un cuento tremendo, duele cuando uno termina de leerlo. La primera vez que lo leí me dejó una sensación extraña, no leí nada más aquel día. Lo estuve pensando por varias horas. Al llegar a casa, después de un día de trabajo agotador, aquella noche, volví a leerlo para hacerlo mío. Tal vez no dormí bien, no lo recuerdo, quizás soñé algo respecto al trabajo de Junot Díaz y sentí un poco de envidia sana. El ahora escritor estadounidense había logrado consagrarse con tan sólo ese cuento; desde entonces, los críticos pensaron que era una promesa.
'Ysrael' es un cuento que estimula a escribir.Y para quienes soñamos con hacerlo, esos cuentos son vitales. Resulta difícil hablarles de un cuento a quienes no lo han leído, pero mi objetivo es motivarlos a buscar el relato para que lo lean y me puedan seguir en lo que deseo contarles. Quienes lo han leído tendrán una pequeña oportunidad para confrontar sus ideas y tal vez tengan la bondad de contestarme y ampliar aún más lo que pueda decir del relato.
Cuando leí 'Ysrael' no pude dejar de pensar en los ocho consejos sencillos e importantes dados por Kurt Vonnegut cuando habló acerca de cómo escribir un cuento. Al leer el relato uno siente que a Junot Díaz le bastó esos consejos para sentarse a escribir su historia. Como lector, uno agradece, porque está aprovechando el tiempo. Desde Estados Unidos, los latinos regresamos a nuestra tierra y la sentimos en su esencia, palpamos su escasez, su pobreza y nos vemos comprometidos a hacer algo para recuperarla, pacificarla y hacerla vivible.
Junot Díaz al escribir sobre su natal República Dominicana nos da una mental y real fotografía del lugar. Basta este pequeño párrafo para sentir el caribe. “A la mañana siguiente los gallos cantaban estridentemente. Rafa vació la ponchera en la hierba y fue a buscar nuestros zapatos al patio, cuidando de no pisar los granos de cacao que había puesto la tía a secar. Rafa fue al fogón y volvió con un cuchillo y dos naranjas. Las peló y me dio una. Cuando oímos a la tía toser en la casa nos pusimos en camino”.
El cuento no tiene un solo personaje a seguir, son dos hermanos que van a buscar a otro, ese otro es 'Ysrael'. Junto a los hermanos, dos menores de edad, el lector se convierte en un cómplice de lo que harán. Junto a esos niños vamos tras 'Ysrael' y así lo sabemos desde el primer párrafo del relato.
¿Quiénes son esos hermanos? Son dos pequeños dominicanos quienes viven junto a su madre, pues el padre los dejó para tentar algo de buena suerte en los Estados Unidos. Allá en el norte, el progenitor los olvidó y ellos viven resentidos con esa falta de cariño, haciendo una vida con limitaciones, apoyados por los familiares de la provincia. Es en la provincia donde vive 'Ysrael' y es a donde los muchachos van en el verano. Allí, Rafa, el mayor, con apenas 12 años, le dirá a su hermano menor, Junior, de apenas 9 añitos, que desea visitar a Ysrael. El pequeño es quien nos narra la historia.
Y aquí viene el tercer punto del que habla Vonnegut, los personajes a seguir deben querer algo, aunque sea conseguir un vaso con agua para saciar su sed. En este caso desean ver a Ysrael. La curiosidad nos empuja a seguir el relato, ¿por qué Rafa está tan interesado en visitar a Ysrael? Junot Díaz sabe que no debe saciar nuestra curiosidad de una manera tan rápida, por esa razón opta por presentarnos a los hermanos. Rafa es un chico resentido, con un despertar sexual temprano y agresivo. Usa a las chicas de su edad para vengarse de sus limitaciones y su pobreza. Junior es muy pequeño y aún no comprende a su hermano cuando habla de chochas y totos.
Díaz cumple con lo que plantea Vonnegut, paso a paso nos va revelando a los personajes para ir llevándonos con calma hacia el desenlace de la acción. Es recién aquí que el escritor nos revela algo de Ysrael, quien siendo un bebe sufrió un ataque de un cerdo que trató de devorarle la cara, pelandóselo como si fuera una naranja, razón por la cual debe usar una careta. Nadie le ha visto la cara, pero dicen que es fea, tan fea que al verla uno vomita. Eso estimula la curiosidad enfermiza de Rafa quien desea investigar eso. Rafa no duerme, preguntándose cómo será esa cara, al día siguiente indaga con su tío acerca de Ysrael, y éste no le despeja la duda. Entonces se lanza a hacer lo que busca, pasando por una serie de obstáculos, hay que recordar que es difícil alcanzar la gloria, pues siempre el camino hacía la conquista está lleno de malos sabores.
Un cuento, según Vonnegut, siempre debe comenzar muy cerca del final. Y en ese momento busca centrarse Junot Díaz para relatar su historia. El escritor se centra en la acción que persigue, que no es otra que quitarle la máscara a Ysrael. Como lectores, nos convertimos en entes pasivos y nos dejamos seducir por la idea de ver cómo quedó el rostro de ese pequeño, luego de la salvaje mordida que le propina ese cerdo hambriento.
Hay algo de sádico en esa acción y es el consejo sexto que da Kurt Vonnegut a quienes desean escribir un buen cuento. Voy a parar un rato aquí para decir algo respecto a los dos consejos finales dados por el autor de 'A man without a country'.Vonnegut recomienda que hay que escribir para complacer a una sola persona, aquí no entraré en detalles, pues existen algunos escritores que toman esto como algo personal, sólo escriben para ellos. Y el último consejo de Vonnegut es dar la mayor cantidad de información posible para que el lector sepa qué es lo que está pasando, por qué, dónde y cuándo, antes que una cucaracha coma la última página de nuestro relato y el lector entienda de qué trata aquello que hemos escrito.
Vuelvo ahora al punto sexto, el mismo en el que paré hace apenas un ratito. 'Ysrael' es un cuento cruel porque sus personajes son crueles, por lo menos Rafa, quien es el que decide ver el rostro de un muchacho que sufrió una terrible mordida de un cerdo siendo un bebé. Si la obsesión de Rafa es ver la cara de Ysrael, usará lo que está en sus manos para lo que busca y qué es lo que tiene en sus manos, una botella. Junot Díaz nos muestra lo salvaje del acto infantil cuando el hermano mayor hace estallar la botella en la cabeza del enmascarado, haciendo que el disco del fondo salga disparado como un monóculo enloquecido. El lector cierra los ojos ante el impacto, pero los abre de inmediato para ver cómo es el rostro de Ysrael, con lo que cumple con su objetivo inicial, saber qué hay detrás de esa máscara. No les diré lo que vi, un poco para motivarlos a leer el relato, sólo les digo algo, lo que ven en la cara de Ysrael es un reflejo de lo que los muchachos son o llegarán a ser: tipos feos y malvados, a quienes nunca salvará cualquier cirugía estética a la que sean sometidos.
He leído un comentario muy interesante que dice que Rafa golpea a Ysrael por la envidia que siente. A los hermanos su padre sólo les envía cartas, mientras que a Ysrael su padre, quien también está en los Estados Unidos, le manda ropa cara y muy pronto lo llevará de nuevo al norte para someterlo a una cirugía estética que le permitara mejorar el aspecto de su rostro.
Todo eso lo cuenta el pequeño Junior como si fuera una experiencia terrible por la que tiene que pasar para convertirse en un hombre fuerte y pueda vivir, sin llorar, lejos del padre que los olvido y cerca de la madre que sufre todos los embates de la pobreza, pues será la única que tiene que velar por sus hijos, sin trabajo y sin dinero.
Perder la inocencia es un camino difícil en un mundo hostil y Junior lo enfrenta en varias oportunidades. Al ir junto a su hermano a desenmascarar a Ysrael debe emprender un viaje en bus sin dinero, donde, además, debe evitar a un pedófilo que intenta seducirlo, a un cobrador y chofer agresivo. Al ser expulsado de ese mundillo debe empezar a transitar un camino que lo puedo llevar hacia un submundo, donde el crimen puede ser la tabla falsa de salvación para sobrevivir.
Bueno, 'Ysrael' forma parte del libro titulado Negocios. Negocios es la traducción que se le dio al texto en honor al último relato, de los diez que conforman el mismo. Junot Díaz nació en Villa Juana, República Dominicana, el 31 de diciembre de 1968. En 1974 llegó a los Estados Unidos, como los críticos auguraron, en el 2008 ganó el premio Pulitzer con su novela titulada “La breve y maravillosa vida de Oscar Wao”. Hoy es profesor de Literatura en la Massachusetts Institute of Technology MIT.
Thursday, October 20, 2011
Un novelista sacrílego en Venecia.
La producción de Arturo Pérez Reverte sigue pródiga. Este 27 de octubre saldrá a la venta en España, 'El puente de los asesinos', la sétima novela referida a las aventuras del capitán Diego Alatriste.
Recuerdo que después de haber leído 'El sol de Breda' me tocó viajar a Valencia, España, para dirigirme desde allí a la bella capital holandesa. En esa oportunidad abordé un autobús que me llevó a lo largo del mar Mediterráneo, entramos a Barcelona y de allí cruzamos toda Francia, para salir arriba, en Bélgica, desde donde debíamos pasar por Breda para llegar a Amsterdam. Lo que equivale a decir que el capitán Alatriste estuvo a mi lado, mostrándome parte del escenario donde le tocó pelear. Aunque la llanura de Breda contrastaba con lo que había leído en la historia recreada por el escritor español, creador de tan agerrido y valiente personaje.
Después de mi aventura, debo reconocer que no he seguido de cerca lo que andaba haciendo el capitán, tampoco he leído mucho a Pérez Reverte, a quien lo dejé dibujando a ese tipo que resultó siendo un 'Pintor de batallas', una de sus novelas que poco tiene que ver con Alatriste. Sin embargo, debo decir que después de leer 'La piel del tambor', Pérez Reverte se convirtió en uno de mis escritores favoritos. A 'La tabla de Flandes' le siguió 'El club Dumas', 'Territorio Comanche', 'La reina del Sur' y no he dejado de ver algunas de las entrevistas que Pérez Reverte ha dado en su largo recorrido por el mundo.
Uno, algunas veces, se pone en el pellejo de otro para ver o imaginar lo que puede ocurrir con nosotros mismos. Pérez Reverte fue un buen periodista quien a lo largo de 21 años estuvo metido en donde se producían guerras o conflictos muy violentos. Después de haber visto lo que deseaba ver, para saber lo que ocurría, después de haber sido tocado por la vida, como él lo refirió alguna vez, se retiró para dedicarse a escribir aquello que ya había venido madurando. Algo que también es mi sueño anhelado. Aunque suene irónico conmigo mismo, yo aún no me he retirado del periodismo, pero tampoco he publicado algo que me represente.
Pérez Reverte conoció al ex líder libio Moamar Kadafi y al ex dictador iraquí Sadam Hussein. Para el entonces corresponsal de guerra, Kadafi era un tipo estrafalario, daba cierta lástima, pero Hussein era un verdadero hijo de puta, a quien le dio gusto verlo colgado de una cuerda. Aunque el escritor dice -sin tapujos- que así también le hubiese gustado ver a George Bush. Me da más miedo un malvado con poder que un ignorante estúpido con poder, a este último lo puedes matar sin que se de cuente porque muere.
Pérez Reverte fue un joven mochilero que se lanzó a la aventura de vivir, casi sin medir las consecuencias. Se hizo periodista para ir a las zonas de conflicto y mirar, mirar para conocer de cerca por qué la gente pelea a muerte, deseaba conocer al hombre como es, al hombre que puede matar por un pedazo de pan o un poco de agua. Allí conoció el lado oscuro de los hombres, ese lado oscuro que los malvados manipulan. Cuando el hombre carece de cultura, no discierne.
El escritor español dice que en la guerra el hombre se despeja de su humanidad, en la guerra tú sabes quién es el malo y quién es el bueno. El malo te dispara, el bueno es quien está a tu lado. En la paz, tú no sabes quién es el bueno. Tú reconoces a los canallas en la guerra, en la paz se camuflan. Con cultura y memoria tenemos que saber quienes son esos que dividen y matan. Hoy se oculta el sufrimiento y el dolor. No existe y no sé qué seres estamos creando para el futuro.
Pérez Reverte reconoce, sin embargo, el gran aporte de la mujer. Incluso en la guerra, tú puedes ver la dignidad de la mujer y relata el caso de una mujer católica quien habiendo perdido a su único hijo deambula por un lugar donde una bala puede acabar con su vida, porque sabe que su religión jamás le podría perdonar el acto de acabar su vida con sus propias manos.
En una entrevista le preguntaron a Perez Reverte cómo fue el paso del periodista al escritor y el refirió que siempre fue un buen lector. La literatura me ayuda a ordenar el mundo. Con los libros proyecto lo que deseaba ser, amar las mujeres que quise amar, odiar al que se merece, en fin. Hoy vivo en miles de mundos, me vengo de mis enemigos. Escribo porque me hace feliz y vivo aquello que no pude vivir. Soy un cazador que va al acecho de cosas para aprehender. A menudo cuando escribo resuelvo mis propios conflictos. Escribiendo resolví muchas dudas. Además siempre ando escribiendo el mismo libro, es como sí amueblara una casa grande o sembrara el mismo campo.
Y ¿Cuáles son los temas que más le obsesionan a Pérez Reverte?, le preguntaron también, y él escritor español dudó, aunque luego indicó, tengo 4 grandes cosas que me obsesionan y habló de dos. 1- Porque un niño de diez años muere y un hombre malvado y canalla sobrevive 100 años, rico y dejando una gran fortuna para su gran descendencia. 2- Porque tanto frío y cómo nos defendemos de ese frío, qué hacemos para consolarnos de ese frío.
En 'La piel del tambor' el escritor español precisó que trató de dar cuenta del consuelo que le queda al hombre moderno para defendese del horror. En la novela son esos héroes que se juntan para defender algo digno. El futuro será de héroes individuales en un mundo de tontos que no saben ver, los pocos concientes contra los inconcientes, vaticina.
Pérez Reverte desea envejecer con dignidad, no como un estúpido que cree que la vida es tomar dos copas y manejar un auto de lujo. Sabe que la vida es una amenaza de finales que uno quiere aplazar, aunque puntualiza que la vida es magnífica y horrorosa a la vez. Cuanto más tienes te vuelves más vulnerable y lo defiendes, una hija por ejemplo.
Respecto al éxito es algo que agradece porque le permite decidir con quien sentarme a la mesa a tomar una copa. Si el presidente le invita puede decirle no, porque el pan se lo gana solo.
El éxito de la serie del capitán Diego Alatriste parece estar asegurada, el escritor se vuelve sacrílego, pues deja a su personaje central en una iglesia veneciana, la basílica de San Marcos, para ser preciso, dándole el encargo de asesinar al duque de Venecia, en plena misa de nochebuena, el año de 1627. Aunque el poeta Francisco de Quevedo tiene sus reparos, Alatriste confía en salir victorioso. Para contar esta parte de la historia, llena de intrigas, conspiraciones y espías, Pérez Reverte visitó la ciudad italiana en varias oportunidades, aprovechando las épocas frías de navidad y le ha dado a su historia ese toque trepidante que necesita. Hoy tendremos la oportunidad de reencontrarnos con el colega y con el capitán después de muchos años. Si antes nos acompañó a Breda, quizás en un futuro nos guíe a lo largo del gran canal a bordo de una góndola.
Wednesday, October 12, 2011
Mi abuelo el chacarero
Mi abuelo apareció en la puerta de la casa, apoyado en su bastón con la mano derecha, mientras mi madre lo sujetaba del brazo izquierdo para evitar que se cayera. Alrededor de trece años que no veía a mi abuelo. Estaba flaco, parecía un tronco seco, lento, pero vivo. El sol quemaba, pero mi abuelo estaba con una chompa de lana. Mi madre y sus hermanas lo habían rescatado de la muerte. Un mes aproximadamente en cama, hasta que abrió los ojos y pidió un poco de agua para beber, porque tenía los labios secos. Me dio mucho gusto verlo, me acerqué a él con los ojos vidriosos, lo besé y al abrazarlo sentí su cuerpo lleno de fibras, no es por nada, pero se había dedicado por más de 70 años a trabajar en el campo, como un agricultor. Tenía 85 años y digo que dedicó más de setenta años a sembrar la tierra de granos y cosechar, porque trabajó desde niño. No le gustaba el apelativo de agricultor, prefería el de chacarero, sonaba más cercano a lo que le gustaba hacer: chacras. El rendía culto a Dios y era un alfarero de la tierra, solo que era un alfarero vital. Ahí estaba mi abuelo otra vez frente a mi, era un tronco arrancado a la muerte para mi felicidad y la de mis familiares. Mis raíces estaban a mi vista. Las raíces que sin darme cuenta yo también me había encargado de cuidar. Mi abuelo me besó al verme y en ese beso sentí su profunda gratitud, su inmenso amor. No lo sabía entonces, lo sé recién ahora que han pasado muchos años desde que todo eso ocurrió.
Tenía apenas ocho años cuando mi abuelo me pidió que lo acompañara a la iglesia. Se había convertido al evangelio y debía visitar el templo todos los domingos. La semana anterior había estado bebiendo hasta el amanecer, llegó a casa cuando el sol despuntaba, nadie lo esperaba despierto. Si alguno de sus hijos lo escuchó llegar, abandonó la casa en seguida. Mis tíos detestaban verlo borracho. Era muy agresivo con ellos. Todos, incluso mi abuela, prefería no verlo en ese estado. Cuando lo oía en la cocina, ella se envolvía en la frazada, dentro del mosquitero y se hacía la dormida. Se hacía la dormida cuando escuchaba: “Rosa Elvira, Rosa Elvira, dónde escondiste los huevos”. Ella ya los tenía seguros en su escondite secreto para evitar que cayeran en las manos de mi abuelo, porque sí él deseaba se comía los que encontraba. A él, sin embargo, parecía no importarle los juegos con los que lo envolvía mi abuela. Enceguecido por el alcohol y la cólera, no podía ver más allá de sus narices. Al no encontrar lo que buscaba, iba a la huerta, se metía al gallinero, espantaba a la gallina que estabna ovando, algunas veces la gallina ovadora defendia su nido a picotazos- y de allí mi abuelo salía con dos huevos como trofeo. Herido por los picotazos y con los huevos en las manos, se acercaba a un árbol de naranjos, cogía dos frutos y se preparaba un 'batidito', aunque los huevos olieran mal, cerraba la nariz y de un tanganazo, tan, se pasaba el trago amargo, pero nutritivo. Era el clásico desayuno de todos las mañanas alcohólicas.
Inmediatamente se iba tratar de aprovechar lo que le ofrecía el campo. No fue una vida fácil. Más aún cuando habían diez hijos a los que alimentar, cuidar y dar una oportunidad de vida, la que sea, la que un chacarero podía ofrecer. El abuelo quería darles más, pero no sabía cómo y dónde encontrar lo que soñaba. Entonces bebía y bebía sin control. Al principio, interesado sólo en pasar un buen rato con los amigos, olvidar las penas, hablar de las mujeres conquistadas o soñadas, las pesadillas, la falta de oportunidad, se llevaban algunas copas a la boca, después fueron botellas. Después cuando el alcohol surtia su terrible efecto, recordar pequeñas rencillas, discutir, pelear, romperse la nariz a golpes, arrancarse un diente, tal vez dos, fue tema común. Luego no quedaba más que seguir alentando al demonio que exigía más fuego, no buscaba agua para saciarse, sino alcohol para encenderse. Todos los días, era igual. Los fines de semana, el asunto de beber era más exigente.
Mi abuelo estaba envuelto en ese círculo de fuego que al principio abraza, pero no quema, pero cuando quema te ciñe en esas brasas, hasta marcarte el alma con fuego. Alguna vez, alguien se animó a entrar en ese círculo, hablar de aquello que pareció una broma y dijo: “hay otra fuente de la que uno puede beber, el agua es libre y corre para todos, incluso para los campos que se quedan sin lluvia y dejan de florecer”. Palabras simples, aprendidas tal vez de paporreta, como de loro que repite. Pero siempre hay una oreja que se arrima y quiere oír, entonces oye el crepitar del fuego. La necesidad de aplacar el fuego que se extiende y ya comienza a chamuscar. Mi abuelo se animó a apoyarse en lo que oía. Quiso beber y se acercó a ese torrente que venía hacía sus sentidos todavía perturbados.
Mi abuelo comenzó a ir a un templo, que no era otra cosa que una casa alquilada donde se oía a alguien hablar, aconsejar, leer. Era el lugar donde todos cantaban y por ratos callaban concentrados, pidiendo ser fuertes ante la cobardía de vivir. Pedían abrir los ojos para encontrar un camino distinto y también rogaban perdón por aquello que se ofrecía y no se cumplía. Mi abuelo ofreció ir al templo todos los domingos y comenzó fallando. Se sentía solo, se veía haciendo el ridículo, se escuchaba ofreciendo algo que jamás cumpliría. Se veía sin amigos. Veía como sus amigos se divertían, abrazados bailando la danza del fuego y acostumbrado a esa falsa luz, deseaba volver. Bañarse con el agua, esa agua que no era agua porque quemaba al entrar y después te encendía por dentro. Esa agua que por ratos te hacía ver fuerte, sin temores, conquistando lo inconquistable. Luego de pasado el hechizo, cuando mi abuelo conversaba con el campo al que pedía ser dadivoso con él y los suyos, cuando le pedía que el grano dejado en sus entrañas fecundara, se multiplique, mi abuelo se enfrentaba a otro tipo de miedo. Veía todo lo que había visto la noche con sus amigos y se preguntaba por dónde y cómo salir de la pesadilla. Porque hay que ser claro, mi abuelo tenía un ojo que podía ver por un resquicio, aunque lo que veía no lo comprendía del todo.
Un día mi abuelo llegó a casa, mientras mi madre católica, sentada en un mueble de la sala, rogaba ante el cuadro de un corazón de Jesús, que cuidara de su padre, entonces mi abuelo pidió que yo lo acompañara aquella mañana de domingo. Mi madre me abrigó bien porque parecía que iba a llover y me dijo que debía acompañar a su padre, quien iba a algún lado. Cuando salimos a la calle, el sol brillaba como nunca, las nubes habían corrido más rápido que de costumbre dejando un cielo diáfano. Entonces con mi abuelo nos encaminamos hacía el norte. El viejo sabía hacía donde, yo apenas era su compañía. Acortó sus pasos para estar al ritmo de los mios, cuando vio que yo no podía alcanzarlo -zancada tras zancada- Llegamos a una casa donde mi abuelo fue recibido con abrazos y sonrisas. Aquel día lo llamaron 'hermano' y a mi 'hermanito'. Una mujer muy tierna me estampó un beso en la mejilla y me pidió que la siguiera y eso hice. Aquel día comenzaron a contarme las historias que ella decía estaban ocultas en un libro que al abrirlo y leerlo convertía las palabras en imágenes. Qué magia sorprendente. Así me enteré de Moisés zurcando bebito y en una canasta el río Nilo, separando el océano en dos y subiendo a las montañas para recibir de las manos de Dios unos mandatos que eran para seguirlos todos. Después vino Noé y su arca donde vivieron en paz y por cuarenta días el ciervo y el león, el aguila y el conejo. También se acercó aquellos domingos matutinos Jonás y luego descubrí cómo había hecho para entrar al estómago de una inmensa ballena y salir luego totalmente cambiado. Sin duda mi abuelo estaba entrando también en un estómago extraño y estaba aterrado. De allí saldría cambiado. Quizás resucitado, pues hoy sé que todo héroe -y mi abuelo lo fue- tiene que pasar por ese mundo oscuro para emerger con una visión distinta, nueva, clara y más segura. Ahí en ese lugar, una mujer de la que olvidé su nombre, me enseñó a amar las historias encerradas en los libros. Esa mujer me enseñó que al abrir un libro uno cae en un mundo de magia que deslumbra y sirve como lumbrera para continuar todos los caminos. Esa fue la contribución secreta y nunca conocida que a mi abuelo le fue encomendada, desde la raíz de la tierra para que me moldeara.
El transitar de mi abuelo no fue como el camino rápido e invisible que traza una flecha que al dejar el arco viaja hasta dar con su destino. Mi abuelo tuvo un camino por ratos zigzagueante. Un día lo vi conversando con un tipo que resultó siendo el hijo de su hermano, lo que es lo mismo que decir mi tío. Decían que había llegado de una ciudad más grande a construir una iglesia. Una iglesia distinta a donde mi abuelo se dirigía cada domingo. Mi tío quería que su iglesia algerbara a uno de los suyos. Con ese argumento ''construiré una iglesia para que uno de los míos sea testigo del amor que le profeso a los demás”, mi tío convenció a mi abuelo, quien terminó pasándose de la iglesia pentecostal y de domingo, a la adventista y sabatina. Asi que de pronto los domingos que fueron de fiesta, pasaron a ser los sábados. Sin embargo, como todo niño fui feliz. Tenía dos días para celebrar al terminar la semana. En las reuniones sabáticas -así la llamaban- me siguieron contando historias y ahora supe de la existencia de José y sus hermanos, soñé con la posibilidad de ser tan fuerte como Samson, cabalgar sobre el lomo de los leones, luego de domarlos, como lo hizo Daniel y poco a poco fui descubriendo el Cantar de los cantares.
Precisamente cuando cumplí los once años comencé a sentir el despertar que sienten todos los chicos y hablé con mi madre. Ya no deseaba ir a celebrar los sábados. Mis amigos hablaban de ir a conquistar las chicas, hacer la primera comunión, en fin, tenía que empezar a vivir. Mi madre le comunicó mi decisión al abuelo, quien aceptó sin chistar. El ya habia cumplido con lo suyo. Su fe estaba cimentada y su debilidad de caer en los brazos del alcohol se habían alejado por completo. Sin saber, los dos nos habíamos fortalecido.
Mi abuelo vivió en casa muchos años. Un día, otro de sus hijos decidió que era tiempo de cuidar de su padre y se lo llevó de casa. A sus 95 años, luego de leer y cantar sus alabanzas al Senor, mi abuelo se sintió mal. Cuando lo trasladaban al hospital expiró. Es lo que dicen... Se cobijo en los brazos del doctor que lo acompañaba. Nunca vi su cadáver, me resistí a eso. Para mi, mi abuelo nunca murió, vive en mí, como seguramente yo vivo en su recuerdo intemporal e infinito.
Monday, September 26, 2011
Cómo enfrentar las penas.
Todos tenemos una forma de enfrentar las penas, más aún la pérdida de un ser querido. Cuando mi padre murió, me encerré en un cuarto vacío, tiré un colchón al piso y preferí dormir de día, para leer de noche y vigilar por la seguridad de mi madre, mi hermana y mi hermano menor. Mi hermano Guille estaba casado y vivía con su familia no muy lejos de casa. Hoy me sorprendo de todo eso: mis hábitos cambiados, velar mi pena de noche, leyendo cuanto libro cayera en mis manos. Estaba sin trabajo y no me interesé en buscarlo, hasta que mi madre -con la enteresa y haciendo uso de su fuerza de leona que la caracteriza- me dio las armas que necesitaba entonces para salir de mi dolor, de mi duelo. Me empujó. Las mujeres, siempre las mujeres, mucho más fuertes que los hombres.
Acabo de leer algo que me recordó aquel mal momento por el que pasé y por el que pasan muchas familias en algún momento de sus vidas.
Aquí en los Estados Unidos, Nina Sankovitch se propuso un proyecto que muchos lectores y escritores encuentran envidiable, leer un libro diario a lo largo de un año. Trataba con su propuesta de revitalizar su entusiasmo por la vida después de la muerte de su hermana mayor, quien había fallecido víctima de un cáncer extraño.
Sankovitch inició el proyecto el año 2008, después de tres años de negarse a aceptar su dolor. Estaba más involucrada en actividades que incluían cuidar a sus cuatro hijos, su esposo y ser la hija que apoyaba a sus acongojados padres. A los tres años de ocurrido el deceso de su querida hermana, Anne Marie, Nina decidió salir del remolino en el que estaba envuelta, en aquel momento se dio cuenta que no había tratado de enfrentar su propio dolor y se propuso tomar un año leyendo cuanto libro cayera en sus manos.
De su experiencia salió un libro de memorias titulado “Tolstoy and the purple chair: My year of magical reading”. Las memorias exploran los efectos que dejó el fallecimiento de la hermana, los libros que leía y el propio viaje para recuperar un buen sentido de entendimiento y propósito. Ella dice que confió en los libros para responder la implacable pregunta de por qué ella merecía vivir y cómo debería hacerlo.
Con la ayuda de su esposo, ella buscó una silla confortable del color morado para dedicarse a leer en un rincón especial de su casa. Ella consiguió los libros de las bibliotecas, las tiendas y aceptó las recomendaciones de sus amigos. Agregó a su proyecto, la tarea de escribir un comentario de 500 palabras a la mañana siguiente y publicarlas en su web site, readallday.org.
Su propósito de lectura no fue mostrar sus habilidades de buena lectora de 300 páginas en cuatro horas, lo que buscó fue crearse un horario y una disciplina para mantenerse activa. La tarea fue estricta, Nina no debía leer ningún libro que ya había leído y sólo debia leer un libro por autor. A sus manos llegaron entonces libros de literatura moderna, novelas clásicas, biografías y ensayos de autores de diversas partes del mundo.
Al comienzo de su trabajo, Nina agonizaba en su pena y en la culpa que sentía por estar viva, mientras su hermana ya no estaba, pero mientras iba avanzando en su tarea de leer y comentar, ella iba obteniendo la calma suficiente para desenredar sus ideas profundas y salir del remolino en el que había caído. Al final, ella leía con profundo significado acerca de cómo uno se relaciona con otro, con el mundo y con uno mismo, encontrando al final que había alegría en el hecho de estar vivo, incluso sin tener a su hermana al lado.
Al final, Nina Sankovitch da con el punto central de su año de lectura, de que ella no puede cambiar el hecho de la desaparición temprana de su hermana, pero se da cuenta de que cuando pase el golpe inicial de la pérdida y el período de pena que sigue, ella podrá elegir cómo responder.
El lector de las memorias se convierte en el testigo de ese dolor agonizante y luego en el aliado de un viaje satisfactorio donde Nina aprende a disfrutar de la alegría de vivir. La vida puede ser apreciada sólo entendiendo los roles que juegan pérdida y pena, precisa Sankovitch y que alguno de esos entendimientos pueden venir del examen que nosotros hacemos de la experiencia humana contenida en los libros.
Quizás esa también fue mi búsqueda, y la pregunta que más rondaba mi cabeza fue por qué mi padre se había ido tan temprano, por qué sí era un hombre justo, por qué. Lamentablemente yo sólo me quedé en la pregunta y no me decidí a dar el siguiente paso para seguir viviendo. Creo que el mérito de las memorias de Nina Sankovitch es que las haya escrito y de ahora en adelante se convierten en un ejemplo a seguir para enfrentar los duelos.
Tomado y traducido en parte de la revista The Writer.
Sunday, September 18, 2011
El Barcelona, el fútbol y el Perú del cholo Sotil.
El Barcelona goleó 8 a 0 al Osasuna y se sacó el clavo de los dos empates anteriores y seguidos.
El cuadro 'culé' arrasó de la mano de Xavi Hernández y de sus jugadores que tienen una talla deportiva que no se mide con un centímetro común y corriente. Xavi incluso marcó un gol de gran factura, hizo lo propio el ‘cuaje’ Villa y Leo Messi se sumó con los suyos, al igual que Cesc Fábregas, quien parece haber jugado siempre en ese equipo que dirige Pep Guardiola.
El entrenador precisamente debe de haber 'cuadrado’ a sus pupilos tras los partidos anteriores, pues tras estar arriba en el marcador, terminaron igualando, lo que dejó una sensacion de fastidio en sus seguidores, acostumbrados a los triunfos constantes del equipo catalán.
Al parecer el equipo acostumbrado a ganar comenzó a compadecerse de sus rivales y les perdonó la vida, por decirlo de alguna manera. Entonces Pep Guardiola debió salir a ‘guapear’ a los miembros de su escuadra. A los ajos y cebollas del técnico al día siguiente de sendos empates, los jugadores asintieron el golpe y los jalones de oreja y salieron encorajinados a ganar, le pusieron así el toque final de pimiento que el equipo necesitaba. Leyendo lo que ocurre en España con el equipo vasco, recordé lo que pasa con el equipo peruano. Porque como quiero recordarles, soy peruano. Cuando el Barza juega recuerdo al equipo mágico de Cueto y Uribe, de Cubillas y Sotil, y los del Barcelona deben recordar también todo lo que aportó ‘el cholo’ a como juega hoy ese equipo azulgrana, sino hay que preguntarle a Johan Cruff, quien seguro lo recuerda con precisión. ‘El cholo’ Sotil, pese a su indisciplina, llevó a Barcelona el juego cortido y de picardía, el mismo que gusta y encanta a quienes amamos al fútbol, gusta y encanta más todavía cuando ofrece resultados positivos. Pero, al parecer, el cuadro catalán se contagió también de un problema por el que pasa el fútbol peruano que juega bien y bonito y siempre pierde. ¿Por qué? Porque en nosotros creo –hablo de los peruanos- existe mucha compasión con el rival (sino pregúntenle a la Historia de Miguel Grau y su compasión con el equipo vencido, durante una Guerra, que al final devino en una derrota nacional. No por su culpa, claro. Grau actuó bien y se ganó un lugar en el corazón de los marinos del mundo). Claro que el fútbol no es una guerra, aunque muchos hinchas piensen lo contrario.
Pero nadie podrá negar que al fútbol se ha llevado también preceptos bélicos que pueden servir para obtener una victoria. Quizás Pep ha leído ‘El Arte de la Guerra’, de Sun Tzu, y conozca muy bien eso de que ‘la estrategía es ganar, la táctica jugar al toque y aprovechar los huecos que deja el contrincante desordenado para atacar’. Al Madrid le juegan de otra manera, ‘lo irritan y como lo conocen de arrogante, fomentan su egoísmo’. Mou, tal vez haya leído también el libro, pero no lo ha comprendido del todo.
Volviendo al terreno de juego, recuerdo también que una vez jugaba Universitario de Deportes en algún lugar de Perú, Arrelucea - otro petiso genial, cuando se lo proponía- hizo un gol de antología. Se llevó a quienes le salieron a marcar, al arquero incluído, llegó al arco, paró la pelota, se tiró al piso y la metió con la cabeza en la línea del arco desguarnecido. Para mí fue un gol soberbio, como hincha me sentí precisamente hinchado de orgullo, mi equipo propinaba una goleada histórica de 5 a 0 y de visita. Sin embargo, vino el árbitro corriendo, se paró frente al jugador que celebraba y sacó la tarjeta amarilla. Se castigó un gol que se vio ofensivo en un deporte que se pretende sea leal. ¿Es leal el fútbol competitivo que se juega a ganar? Pregunto.
Hoy cuando leo que el Barza arrasó 8 a 0 se me viene a la mente eso de ser compasivo. No sé si Pep Guardiola haya meditado acerca del tema cuando habló con sus jugadores, no sé si lo hizo ahora que lograron una victoria aplastante. En este caso, hemos visto al Osasuna como el pobre equipo español que no resiste el vendaval del fútbol que mostraron los llamados ‘culés’. No por nada los otros equipos españoles se quejan del potencial del Barcelona y del Real Madrid por lo que significan también económicamente. ¿Y ahora no será que despertaron en el Barza ese afán de ganar bien para evitar que esos pequeños Davids heridos saquen la onda, lancen el látigo y obtengan por lo menos un empate?. No, no, ahora no habrá empates. Hoy acostumbrados a ganar querran ganar arrasando. Y la compasión ¿sera necesaria en este caso?
El fútbol no entra en filosofías religiosas, es un deporte, vale, dirán los españoles. Más fuerte lo podría gritar un portugués arrogante, irritado con lo que ocurre con su equipo, cuando de jugar con el Barza se trata.
No sé si Pep Guardiola reflexionó en lo que les vengo exponiendo. Y a los peruanos ¿qué les podemos decir? Salgamos a jugar bonito, pero metiéndole el zapatazo que a veces se necesita para que la pelota se meta en el arco contrario, por qué como recordarán “sí los arcos fueran laterales, Perú sería el campeón del mundo”.
Eso parece que estuvo pasando con el Barza que se apoderaba de la pelota, de la cancha y se estaba olvidando de que había que metarla para ganar. Ahora que despertó, goleó, tal vez lo siga haciendo.
Ahora saltándome un poco más el charco de mis ideas diseminadas, preguntó ¿qué dirá de todo esto Markarián?
Un detalle adicional, empecé esta nota mencionando a Xavi Hernández y no es por nada, acabo de leer que unió a su hobby de navegar en su barco algo más, buscar setas en el bosque de cataluña. Pep Guardiola dice ‘sí él se dedica a buscar hongos en sus ratos libres, no sólo estamos hablando de un buen jugador, estamos hablando también de un buen hombre’. La última, ¿cuál será el pasatiempo de Guardiola, tal vez leer bien a Sun Tzu?.
Tuesday, September 13, 2011
Soy falso, hay testigos.
“Soy falso, hay testigos”.
Así comencé un relato que no sé cómo seguir.
¿Quién podría confesar algo tan íntimo? ¿Un valiente o un cobarde?.
¿Quién podría ser el antagonista? ¿Alguien tal vez más falso que detesta mirarse al espejo?. No sé, el proceso creativo y el trabajo constante irá moldeando la historia.
La acción determina quién es quién. Siempre había escuchado esta afirmación literaria, pero nunca había profundizado en la misma. Hasta hoy que escuché un ejemplo que me aclaró el asunto.
Si alguien encuentra a un gatito desválido en plena calle y lo toma entre sus manos con cariño, lo acaricía y remeda su maullido, diremos que se trata de alguien que ama a los animales. Pero sí encontramos a alguien que en vez de acariciar al miníno le da una patada, diremos que se trata de un desalmado. La acción determina entonces quién es realmente el personaje.
Aprendí algo más, lo que el personaje lleva en el bolsillo determina también de quién se trata. No es lo mismo el bolsillo de un millonario sí lo comparamos con el bolsillo de un pordiosero. A las tarjetas de crédito del primero, quizás se oponga una pequeña tarjeta con la imagen de una santa o un Cristo, en el caso del segundo. Quizás en el caso del primero veamos las llaves de un auto deportivo, mientras que en el caso del segundo, sólo se vean monedas que han sido recogidas de entre las limosmas que se dejan en la canasta de una iglesia. Me acabo de mirar al bolsillo y descubrí algunas cosas que con sutileza dicen 'este eres tú'.
A la acción que determina quién es el personaje, se suma el concepto del lugar donde se desarrolla la acción. Sí una novela o un cuento es básicamente conflicto, el lugar donde se desarrolla la acción sirve para aumentar ese conflicto. Si un personaje se encuentra subiendo una montaña, el esfuerzo por alcanzar la cima es un detalle que enriquecerá la historia. Sí el personaje está en el desierto, su lucha con la arena, el calor, la sed y el cansancio hará que la historia se enriquezca hasta límites insospechables.
En la pequeña novela “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway, veremos a un pescador luchando contra la inmensidad del mar y todos los seres que pueblan esas aguas para salvar su inmenso pez espada. A sus pocas fuerzas, se le opondrá las olas constantes que golpean su bote y tratan de hundirlo, los tiburones que en gran número llegan a arrebatarle su presa, el cansancio que intentará doblegarlo. Ante la adversidad veremos a ese hombre tratando de probar que no es un tipo cualquiera. En su lucha, aunque no gane la presa, habrá ganado algo más importante como persona: el valor de saberse un luchador a largo y ancho de todos sus fibras. Un pescado, por muy grande que sea, nunca se podrá comparar a la grandeza alcanzada en esta historia.
Lo que usemos también debe prestarse al relato, no en vano Chejov decía 'si aparece una pistola en escena, en algún momento tendrá que dispararse'. Sino ocurre nada con esa arma, el lector se quedará como burlado, pues le negamos la posibilidad de escuchan el bang! del disparo.
Tres escritores, tres experiencias.
Lo que uno vivió también determina lo que en el futuro se escribirá, más aún sí esas experiencias ocurrieron en la niñez o han sido trágicas y traumáticas. Es el caso de tres escritores estadounidenses.
Ray Bradbury, autor de 'Las criaturas del tiempo olvidado', dice que vivió muchos años escribiendo pequeñas historias hasta que logró escribir una que lo hizo feliz y realizado. Siendo niño y mientras se bañaba en un lago de Michigan su amiga murió ahogada y lo que es más, Ray nunca pudo ver su cuerpo rescatado. Esa experiencia lo acompañó por años, hasta el día que logró escribir “El lago' donde recreaba dramáticamente la historia que le tocó vivir. La historia fue llevada al cine y me encantó.
Paul Auster contó alguna vez que siendo un niño scout salió con su patrulla al campo. Mientras estaban preparando el campamento comenzó a llover, asi es que corrieron al bosque para lograr alcanzar leños secos que les permita hacer fuego que los mantuviera calientes y les posibilitara hacer el té. Justo cuando se hallaba junto a uno de sus compañeros cumpliendo la tarea, cayó un rayo que fulminó a quien estaba a su derecha. ¿Por qué él y no yo? Es una de las preguntas que Auster se repite. Desde entonces, ese amigo va con Auster a donde sea y a veces le va soplando las ideas que pone en sus historias.
Darin Strauss es otro de los escritores quien en sus memorias 'Half a Life: A Memoir' confesó que había matado sin intención a una adolescente el primer día que consiguió salir a manejar el auto que sus padres le habían obsequiado. Desde entonces esa joven no se ha ido de su lado. El escritor ha insistido en esa dualidad y escribió también una novela dedicada a los hermanos Chang y Eng, conocidos siameses chinos que trabajaron en algunos circos estadounidenses, exhibiendo sus cuerpos pegados para poder sobrevivir. El espectáculo los anunciaba como algo nunca visto. Sin duda, los hermanos se convirtieron en uno suerte de alter ego del escritor. Hay que recordar que cuando uno de los Cheng murió, el otro sólo espero con resignación su partida. “Cuando uno mata, uno va muriendo con quien mata”, dice el escritor.
Algo inolvidable.
Si a mí me preguntaran qué me impactó, no sabría que contestar con exactitud. Cuando tenía 10 años, un hermano de un compañero de clases murió ahogado. Lo había visto antes pasar a galope en el caballo alazán de su padre y me asustó verlo cabalgar “a pelo”, temí que se cayera. Murió cuando trató de cruzar el río. No pudo llegar a la otra orilla porque el agua lo arrastró y desapareció su cuerpo por varios días. Cuando fui a la casa de los deudos, en una mesa velaban su ropa: un pantalón y una camisa, como sí su cuerpo se hubiera esfumado. Hasta que algunos días después lo encontraron algunos kilómetros río abajo. Nunca vi su cuerpo, lo enterraron cuando yo estaba en la escuela, dando el examen de división de decimales.
A los 10 años también, una vecina enloqueció y fue atada a una de las columnas del patio de su casa. Ahí la vi atada con cadenas. La joven de un poco más de 25 años estaba desnuda, se despojaba de sus vestidos cada vez que la vestían. A mi corta edad la escuché llamarme con descaro y me sorprendió la seducción grosera que salió de su boca, eso me perturbó y a veces suelo escucharla. No sé cuánto tiempo ella permaneció atada y loca. Algunos meses después la vi pasar vestida en compañía de sus padres. Iba cabisbaja, en actitud penitente. Supe luego que iba a misa. Un brujo la sanó, chupó su espalda y logró sacar de entre sus costillas algunos gusanos que a decir del chamán le producían el severo trastorno. Después de curada, no duró en el pueblo. Desapareció, voló a Lima, dejando para siempre la selva mágica que la habia hechizado. En la capital peruana se convirtió en enfermera. Nunca más volví a verla.
Mi padre me recordaba algo que pasó con un primo suyo, cuando desoyó a su padre. Yo lo había visto morir a mis escasos seis años, aunque no lo recuerdo con exactitud. Mi padre lo recreaba algunas veces. El joven de 17 años había decidido ir de cacería con un amigo, pese a la negativa del tío Abel. Cuando los dos muchachos se encontraron comenzaron a pelear con el arma, porque ambos querían llevarla al hombro, ostentosos. El primo de papá olvidó que ya había cargado el arma y mientras se jaloneaban, uno de los dos soltó el seguro y luego en la pequeña disputa jaló el gatillo, los perdigones de la escopeta salieron y alcanzaron muy cerca el cuerpo del joven, quien murió desangrado, llorando porque no deseaba morirse.
Monday, September 5, 2011
Kafka, Auster y la vocación de escribir.
Leer y escribir son los dos consejos más recurrentes que escuchamos quienes deseamos cumplir el sueño de escribir. No dejo de lado un consejo que sugiere copiar a los grandes maestros del género, por lo menos en algunas ideas. Alguien dice, robar, usando el mejor sentido del término. Sin duda, a esa lista se suman otras que van desde mirar y escuchar en los lugares públicos, en un restaurante, en la cola de una tienda, esperando un avión o viajando en un tren o donde uno se encuentre, porque donde uno agudice el ojo o el oído, siempre encontraremos algo digno de contar.
No recuerdo dónde escuché la historia siguiente: Un escritor al salir de su casa y pasar por un supermercado vio a una mujer y un niño de cinco años comprando alimentos a los 2.30 de la mañana. Lo que sorprendió al escritor fue ver a un niño tan pequeño, despierto y caminando en la madrugada, cuando se suponía debería estar durmiendo. Lo que vino después fue un cuento maravilloso. No deseo ahondar en el relato en sí, porque no lo leí.
Sin embargo, sugiero hacer un pequeño ejercicio con algunas preguntas: ¿quién era esa mujer, era la mamá o una simple mujer despreocupada al cuidado de un menor? La mujer, ¿era una secuestradora o una madre soltera que se escapaba de un novio ebrio que la golpeaba y temía que maltratara al niño?. Con las respuestas, todos podemos lograr una historia distinta.
A la larga lista de consejos para escribir, deseo sumar una más, traducir. Es lo bueno de aprender un idioma más. Cuando uno traduce, aprende. Traduciendo se conjugan, además, los dos consejos iniciales, leer y escribir.
Hace algunos años empecé a leer en inglés. Entre esos libros iniciales estuvo 'Brooklyn Follies', escrito por el estadounidense Paul Auster. Lo más difícil es traducir títulos, 'folly' significa locura, tontería, estupidez, por eso prefiero dejar el título como está. En la novela, Auster recrea una pequeña historia maravillosa acerca de la vida -al final- de Frank Kafka. La misma fue escrita por el escritor catalán Jordi Sierra i Fabra quien hizo del checo un cartero. La historia es real, la niña existió, la han buscado muchos años, nadie la encontró. (Vease “Kafka y la muñeca viajera”).
La pequeña historia es una delicia. Uno aprende a contar con esta novela. Está tan bien estructurada que uno descubre (poniendo atención en el relato) que Tom -el personaje principal- cambiará cuando se encargue de cuidar a su sobrina. Al principio, Tom es un tipo desubicado. De pronto ingresa en escena la hermana estúpida del personaje que se despreocupa de su propia hija y se dedica a hacer disparates con su vida. Cuando leí la historia en su primera parte, supe que Tom cambiaría cuando asumiera la responsabilidad de cuidar a su sobrina. Uno lo puede sentir. Y deseaba ver cómo Auster lograría el cambio, la madurez del personaje. Ese cambio debe ser creíble, porque nadie cambia de la noche a la mañana, menos un desubicado. El cambio debe ser gradual y necesario para la propia historia. Pero aquí, no deseo hablar de la novela, deseo hablar sólo de un pedacito de la novela, pedacito que intentaré traducir a mi estilo. Les decía que en 'Brooklyn Follies' uno puede leer un diálogo donde se menciona una pequeña parte de la vida del genial escritor checo Frank Kafka.
Mi ejercicio de traductor
-Kafka es tu escritor favorito.
-Yo creo que sí. Del siglo veinte, sin duda.
-¿Por qué no hiciste tu tesis acerca de él?
-Porque fui un estúpido. Y porque se supone debí ser un 'americanista'.
-El escribió 'Amérika', no es cierto?
-Ajá. Qué tonto.¿Por qué no pensé en eso?
-Yo recuerdo su descripción de la estatua de La Libertad. En reemplazo de una tea, la niña vieja está sosteniendo y levantando una espada en sus manos. Una imagen increíble. Eso hace reír, pero al mismo tiempo eso asusta porque te sorprende. Como algo que viene de un mal sueño.
-Entonces, tú has leído a Kafka.
-Algo. Las novelas y quizás una docena de cuentos. De eso hace mucho tiempo, cuando tenía tu edad. Pero las cosas acerca de Kafka es que él siempre está contigo. Cuando tu profundizas en su trabajo, nunca lo olvidas.
-Tú ¿has chequeado sus diarios y sus cartas? ¿Leíste sus biografías?
-Tú me conoces, Tom. No soy una persona sería.
-Una lástima. Cuánto más aprendes acerca de su vida, su trabajo se vuelve más interesante. Kafka no sólo era un buen escritor, como sabes, fue un hombre increíble. ¿Alguna vez has oído la historia de la muñeca?
-No que me acuerde.
-Ah, entonces prestame atención. Te ofrezco esto como una primer adelanto de la evidencia por la ayuda de mi caso.
-No estoy seguro de seguirte.
-Es muy simple. El punto es que deseo probar que Kafka fue realmente una persona extraordinaria...¿Por qué empiezo con esta historia en particular? No lo sé. Pero incluso cuando Lucy apareció ayer en la mañana, no fui capaz de quitarme esto de la cabeza. Debe haber una conección en algún lado. Todavía no puedo llegar a entender cómo, pero pienso que hay un mensaje en esto para nosotros, algún consejo acerca de cómo supuestamente tenemos que actuar.
-Mucho preámbulo, Tom. Deja eso y dime la historia.
-Estoy diciendo disparates de nuevo, no es cierto? Toda esta luz brillante, todos estos carros, todo esto corriendo a lo largo a 80 kilómetros por hora. Mi cerebro está explotando, Nathan. Me siento preparado, listo para nada.
-Bueno. Ahora dime la historia.
-“Esta bien. La historia. La historia de la muñeca... Es el último año de la vida de Kafka y él está enamorado de Dora Diamant, una joven de apenas 19 ó 20 años quien se ha ido lejos de su familia judía en Polonia y ahora vive en Berlín. Ella tiene la mitad de la edad de Frank, pero ella es la primera que le da el coraje para salir de Praga -algo que él ha estado esperando por años- Ella se convierte en la primera y única mujer que vive con él. El llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la siguiente primavera. Pese a su salud deteriorada, pese a la condición social en Berlín: falta de comida, alboroto político, la peor inflación en la historia alemana. Pese a la certeza de saber que él no estará por mucho tiempo en el mundo.
“Cada tarde, Kafka va afuera a caminar en el parque. No muy seguido, Dora va con él. Un día, ellos se toparon de casualidad con una niña llorando, destrozaba con su llanto. Kafka le preguntó qué es lo que pasaba y ella le dijo que había perdido a su muñeca. El inmediatamente comenzó a inventar una historia para explicar lo que pasaba. 'Tu muneca sólo se ha ido de viaje', dijo. 'Como lo sabes?' preguntó la niña. 'Porque ella me ha escrito una carta', La niña entró en sospecha. ¿Tienes la carta contigo? El rebuscó en sus bolsillos y dijo 'lo dejé en mi casa, pero te lo traeré mañana'. El fue muy convincente, que la niña no supo qué pensar. ¿Podía ser posible que este hombre misterioso le estuviera diciendo la verdad?.
“Kafka fue directamente a casa a escribir la carta. Se sentó en su escritorio y como Dora lo miraba, ella se dio cuenta de la seriedad y la tensión que él desplegaba como cuando estaba escribiendo sus propios relatos. El no estaba tratando de engañar a la nina. Esto era un verdadero trabajo literario y él estaba determinado a conseguir lo mejor. Sí él lograba una bella y persuasiva mentira, eso iba a servir para evitar la perdida que la niña tenía realmente. Una falsedad, pero una verdad creíble de acuerdo a las reglas de la ficción.
“El próximo día, Kafka regresó al parque con la carta. La pequeña niña lo estaba esperando, y aunque ella no había aprendido a leer todavía, él le leyó la carta en voz alta. La muñeca estaba muy apenada, pero ella se estaba sintiendo cansada de vivir con la misma gente todo el tiempo. Ella necesitaba salir y ver el mundo, hacer nuevos amigos. Esto no significaba que ella no amara a la pequeña, sólo deseaba ver algo distinto, mientras ellas estaban separadas por un tiempo. La muñeca prometía que escribiría todos los días para mantenerle al tanto de sus actividades.
“Aquí es donde la historia comienza a romperme el corazón. Es demasiado sorprendente que Kafka se tome el trabajo de escribir primero una carta y más todavía que se comprometa a escribir una nueva carta todos los días. Con la única razón de consolar a esa niña pequeña, quien era una perfecta extraña para él, una niña con quien se topó accidentalmente una tarde en un parque. ¿Qué clase de hombre puede hacer eso? El se mantuvo escribiendo cartas por tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más brillantes que haya existido sacrificó su tiempo -su más precioso y cada vez más corto tiempo- componiendo cartas imaginarias de la muñeca perdida. Dora dijo que él escribió cada oración con una severa y puntillosa atención para cada detalle, con la prosa más precisa, divertida y profunda. En otras palabras, en la prosa de Kafka y cada día por tres semanas él fue al parque y leyó una nueva carta para la niña. La muñeca creció, fue a la escuela, comenzó a conocer otras personas,. Ella seguía dando cuenta de su amor por la niña, pero ella comenzó a mostrar ciertas complicaciones en su vida que hacían imposible para ella volver a casa. Poco a poco, Kakfa estaba preparando a la niña para el momento en que la muñeca desapareciera de su vida para siempre. El se esforzó para lograr un final satisfactorio, preocupado en la eventualidad de fallar y romper la magia que había logrado. Después de probar varias posibilidades, finalmente decidió casar a la muñeca. El describió al joven que se enamoró de ella, la fiesta de compromiso, el matrimonio en el país inventado, incluso la casa donde la muñeca y su esposo estaban viviendo. Luego, en la última línea, la muñeca se despide de su vieja y amada amiga.
“Ya en este punto, la niña no extraña a la muñeca. Kafka le había dado a la niña algo más, en esas tres semanas, él había logrado cambiar la tristeza por algo distinto. Ella tenía la historia y cuando una persona es afortunada de vivir dentro de una historia, dentro de un mundo imaginario, las penas del mundo desaparecen. Mientras una vive conectado a una historia, la realidad deja de existir”.
Lo que aprendí del ejercicio
Uno tiene todos los recursos posibles para el ejercicio de escribir, aunque nos inventemos cualquier historia, como lo hizo Jordi Sierra i Fabra y de quien Auster tomó prestada la historia y metió a Kafka en su novela e hizo que el autor checo también siguiera con su practica diaria de escribir en los momentos finales de su vida.
Muchas frases verbales son imposibles de traducir del inglés al español, claro. Esa frase por ejemplo del mal sueño con la estatua de la Libertad en el contexto 'it scares the shit out of you', puse 'esto te sorprende'.
Además, qué tiene que ver lo de Kafka con el personaje principal de la novela de Auster. Mucho. Esa niña extraña, es la sobrina que Tom empezará a cuidar y proteger, la niña que finalmente le ayudará a madurar, a no ser el folly (tonto) que es. No es cierto?.
Si ustedes leen la historia notarán que Tom le dice a Nathan: 'no sé qué tiene esto que ver con todo lo que ocurre'. En esta pequeña historia, Auster esta poniendo algo así como una 'cajita china' en su historia que representa -como saben- una caja más grande. Además es el momento cumbre de su historia, algo que hará de Tom un mejor ser humano y lo equiparará al gran escritor checo. Es un triunfo que a los ojos de quienes no saben ver, no significa nada, pero -para pocos- es un valor de humanidad que dice muchísimo. Ahí el mérito del autor estadounidense. No es fácil darle a alguien que está desarmado o no conoces, tu tiempo, el cuidado, la dedicación y el amor que necesita a cambio de nada, es algo que merece levantarse como la más bella estatua en cualquier parte del mundo.
Wednesday, August 31, 2011
El cardenal es un buen tipo, me consta.
El cardenal Juan Luis Cipriani es una buena persona, me consta. Lo conocí cuando era obispo de Ayacucho. Una mañana llegué tarde al aeropuerto de Lima y perdí el vuelo que me llevaría a Huamanga. El entonces obispo me ayudó a comprar los pasajes y viajar a la ciudad que entonces comenzaba a ser el lugar pacífico de hoy y del futuro.
Se me había encomendado en el canal donde trabajé la misión de viajar a Ayacucho con un grupo numeroso de personas que retornaba a su tierra natal luego de haber estado en Lima, lugar al que llegaron huyendo de entre dos fuegos: la salvaje y cruel de los terroristas de Sendero Luminoso y la represora y arbitraria de las fuerzas del orden.
Era el director del 'noticioso', como a él le gustaba decir, don Carlos Miano. Un tipo de mal carácter, pero una persona de gran corazón. Al principio desconfiaba de mí y estuvo a punto de sacarme del grupo de reporteros que comandaba, pero con mi empeño y trabajo lo fui ganando. Un día me 'castigo' por algo que a su parecer estuvo mal, pero cuando se dio cuenta que él se había equivocado, me premió. Sus premios era sacarnos de la capital para mandarnos a provincias y respirar un nuevo aire.
Le habían llamado de un Organismo No Gubernamental ONG para pedir la cobertura de una noticia esperada: el retorno de los ayacuchanos a la tierra que habían abandonado por culpa del terrorismo. Un equipo de televisión debería estar en el aeropuerto a las 6.00 a.m. para acompañar a un centenar de personas que volvían al terruño a bordo de un vuelo comercial.
La cobertura de la noticia me la encomendaron a mí como premio. Don Carlos me dijo busque usted el camarógrafo que desee para que lo acompañe. Como ibamos al rincón de los muertos, decidí que el muerto Orlando Cánepa me acompañara en la tarea. El muerto, le decíamos así por sus grandes ojeras, empezaba a hacer sus pininos como camarógrafo y desde entonces demostró ser lo que hoy es, uno de los mejores camarógrafos peruanos. Yo era un reportero jodido, siempre detrás de las tomas que mis camarógrafos hacían y al muerto le gustaba eso, porque aprendía.
Todo se coordinó a último momento y nos llegaron a dar los viáticos respectivos para el viaje muy tarde. Recuerdo que Panchito, el encargado de la economía del canal, se quejaba: “siempre prensa a última hora”.
-No - le respondía- la noticia es así, se presenta en el momento menos esperado, y hay que estar preparado para eso.
Lo cierto es que nos aparecimos al aeropuerto cinco minutos antes de las 6.00 a.m. Cuando el avión con los retornantes ayacuchanos se disponía a partir. Habíamos hecho planes con el muerto respecto a las tomas que deseaba en el avión, con las caras sorprendidas de los ayacuchanos que por primera vez se trepaban a un avión, pero todo eso se fue por la borda, debido a la mala coordinación de los miembros de la ONG. Sí sabían que partían a la hora señalada, nos debieron citar a las 5.00 a.m. para los chequeos respectivos. La noticia me parecía interesante desde todo punto de vista y además teníamos la exclusividad. Era, además, la primera vez que viajaba a Ayacucho y no me quería perder la oportunidad.
-¿Y ahora qué hacemos? A mí no me gusta levantarme temprano y no puede ser que me hayan sacado de la cama de madrugada- dije, cuando vi venir a lo lejos al entonces obispo Juan Luis Cipriani. Había ya hecho las consultas respectivas y los viáticos no me alcanzaban para comprar el pasaje del muerto Cánepa. No podía irme a Ayacucho sin el camarógrafo. En ese momento se me prendió el foco, Cipriani era la solución. Orlando se moría de verguenza. 'Déjame usar mis métodos de periodista de tabloide sensacionalista', recuerdo que le dije. Y me acerqué al prelado. Me presenté exhibiendo mi carnet de hombre de prensa, le expliqué mi situación, le dije de mi deseo de hacer el reportaje y que necesitaba dinero en calidad de préstamo. Ahí el obispo se sorprendió y respondió.
-A usted no lo conozco y ese carnet lo puede tener cualquiera, ¿me está tratando de sorprender?.
-Cómo podría sorprenderlo, señor Obispo con un engaño de esta naturaleza.
-Entonces usted esta tratando de salvar su responsabilidad pues se quedo dormido y no llego a tiempo al aeropuerto- dijo sonriente.
- No, mire... Le expliqué el asunto de la mala coordinación y se me ocurrió sacar el 'as' que tenía debajo de la manga. - Además, esto es un encargo del presidente Fujimori, quien desea que se de a conocer este hecho. Ayacuchanos regresando a su terruno abandonado por culpa del terrorismo- dije, sabiendo que el corazoncito de Cipriani latía por las acciones del dictador.
- ¿Y qué es lo que desea? Preguntó.
- Dinero - dije.
- Aaa no, dinero es lo que no tengo...
- Pero señor Obispo, créame, llegando a Ayacucho me reporto con mi mesa de informaciones y pediré mas viáticos, de inmediato le devuelvo, se lo aseguro. Casi me sale 'se lo juro', pero como estaba frente a un obispo, esa palabra no iba a ser la correcta.
- ¿Quién lo garantiza?
- Yo, le estoy dando mi palabra- respondí, picado.
El obispo sonrió sorprendido.
- Ojalá usted no sea como muchos- respondió llevándose la mano a los bolsillos – ¿Cuánto necesita?
Le dije la cantidad que equivalía a los pasajes, los impuestos por uso del aeropuerto y me aseguré para tener un poco de dinero que cubriera algo del transporte al llegar a Huamanga. Entonces el obispo sacó varios billetes de cien soles y me alcanzó algo más de lo que necesitaba
- Traígame el vuelto, por favor- me dijo.
Entonces me hice varias preguntas: ¿le gustaba mi atrevimiento, le parece también interesante el hecho que los ayacuchanos vuelvan a sus tierras despojadas y recuperadas, es tan fuerte la relación que tiene con Fujimori? Opté por la primera, para darme ánimo.
Así fue, regresé y di al obispo católico el vuelto respectivo. El sonrió.
Tomamos el avión y tras un vuelo sin contratiempos -por espacio de una hora- llegamos a Ayacucho. La otrora ciudad donde los terroristas de Sendero Luminoso montaron el escenario siniestro de lo que llamaban el inicio de la conquista del poder “del campo a la ciudad”. Ayacucho se desangró por muchos años, haciendo honor a lo que significa su nombre: el rincón de los muertos. Entonces, después de miles de muertes, Ayacucho volvía a la calma, a la relativa normalidad. Seguía entonces pobre, pero ahora uno podía caminar maravillándose de su cielo serrano esplendoroso, azul. Ahora la gente volvía. No por nada, Ayacucho es hoy, el centro de las celebraciones por Semana Santa. Las cervecerías estan contentas con Ayacucho -en las fiestas religiosas, sobre todo- porque es el lugar número 1 donde las cervecas corren como sí fueran ríos. En Ayacucho uno olvida las penas.
Cuando llegué a Ayacucho no vi al obispo Cipriani. Hice mis coordinaciones con Lima, hablé con don Carlos Miano y le conté lo ocurrido. Me felicitó por mi osadia, 'así es como tiene un periodista que solucionar una situación adversa', me dijo.
-¿Cuánto necesita?
Mientras se hacía el envio, llegué al lugar donde estaban los retornantes, me puse en contacto con los miembros de la ONG y para disculparse me dieron todas las atenciones. Luego del desayuno ayacuchano respectivo, empezamos la tarea. 'Tenemos que hacer algo de cine', le dije al muerto, conociendo su talento inicial. Más tarde fui al banco, recogimos el envio y me encaminé a la catedral de Ayacucho en busca del obispo. Me dijeron que vaya a una casa cercana, donde tocamos la puerta y preguntamos por él. Su secretario nos dijo que no estaba. Entonces le expliqué la ayuda y le di aquello que me había dado su superior en calidad de préstamo.
El reportaje fue muy simpático, recuerdo que le dije también al camarógrafo 'quiero una toma que me permita pasar de la noche al día' y el muerto hizo un enfoque-desenfoque que me permitió narrar aquello. De una imagen de un niño durmiendo junto a sus padres, nos fuimos a la luz de un foco, de ahí a la luz del día y a un chofer manejando un bus, entonces los retornantes viajaban a una zona más elevada de la serranía ayacuchana. Cantar el himno a más de 2 mil metros de altura nos dejó exhaustos, pero lo hicimos con orgullo. Quienes volvían a casa, contaron -entre sollozos- que volverían a levantar su pueblo, su pueblo donde ya no estaban algunos Mamanis o Quispes que habían muerto por culpa del fuego cruzado.
Cuando volví a Lima, recuerdo que conté lo ocurrido con Cipriani a algunos amigos, ellos sonrientes me decían: “Caray, eso sí que es un logro, es como sacarle los huevos al aguila” .
Vi a Cipriani un año después, en las Pampas de Ayacucho, allí donde se selló la independencia de America, junto al gran monumento levantado en la memoria de los caídos, estaba solo, parado, meditando, quizás pensando en lo que había sido la batalla o librando su propia batalla, 'ser o no ser, ser o llegar a ser cardenal'. Lo cierto es que me acerqué y le di las gracias, le dije que el dinero se lo había dejado con su secretario y él movió la cabeza asintiendo y siguió sumergido en sus pensamientos, entendí que deseaba seguir solo y me alejé. Nunca más volvi a ver al obispo, que luego llegó a ser lo que es, cardenal y primado de la Iglesia Católica peruana.
En otro canal hice un reportaje, consultando con obispos y entendidos, acerca de quién sería el sucesor del extinto cardenal Vargas Alzamora, mi predicción periodística fue correcta. Su sotana negra, Cipriani la cambio por una de color roja. Ya le tocó elegir a un Papa en el Vaticano.
Hoy anda tratando de conquistar más poder, quiere una universidad, una de las más prestigiosas de Lima. La Pontificia Universidad Católica del Perú. Ojalá obre con bondad, como lo hizo conmigo en aquella oportunidad, porque sé que bajo ese hábito habita un hombre, una persona buena, cuando así lo desea. Cipriani tiene que ser la solución, como pensé antes. Hoy lo pienso sin la argucia de periodista de diario sensacionalista. Hoy quiero lo mejor para mi país, lejos de religiones o grupos de poder.
Thursday, August 25, 2011
Un espejo extraño en el tren subterráneo (Ficción)
2022... Shabi tiene los minutos contados, debe bajar en Grand Central, no pudo afeitarse y se siente desalineado, jamás usó barba porque no le gusta. Su madre adoptiva fue hospitalizada de emergencia. Donde baje debe hacer un transbordo de tren para ir hasta la 77 de Lexington avenue. Es donde está el hospital más cercano a la casa de su madre. Ella está en cuidados intensivos. Un doctor dijo, al llamarle, que la señora Ballmer había sufrido un derrame cerebral. En el Grand Central le ha parecido ver su rostro en un individuo que subió a la línea 5 que va hacía Harlem. Es más, le escuchó decir en un inglés de turista francés, que desea ir al museo Metropolitano y quiere saber dónde bajar. Le han dicho que lo puede hacer en la misma parada a donde se dirige. Le parece que está soñando... Sentado en el tren, extrañamente vacío a esa hora de la mañana, parece estar mirándose en un espejo, un espejo raro. Su barba insipiente, de un día sin afeitar, luce crecida, ordenada, en forma de perita, su pelo lacio está muy bien peinado con la raya al costado izquierdo. Sus ojos marrones rojizos, muy intensos, parecen mirarlo con sorpresa. Su piel cobriza, sus cejas pobladas y su naríz alargada dan cuenta de sus raíces hindues. 'Mi madre adoptiva tiene que explicarme algo que me resulta confuso, ojalá la llegue a encontrar con vida', piensa... La persona que tiene sus rasgos más saltantes está también sorprendida y pese a su expresión de extrañeza se ha parado de su asiento, avanza hacia él y pregunta: ¿me puede avisar donde bajar? Voy a la 77 de Lexington avenue.
2002... Kanira ha llegado a una clínica de fertilización en Delhi donde le han dicho que puede recibir US $ 5 mil por alquilar su vientre y tener un bebe. La suma de dinero es lo que ella podría ganar en diez años de trabajo. Debe firmar un contrato, ella no sabe sí es de trabajo o de un acto de caridad. Debe quedarse a vivir donde le indican por espacio de nueve meses. Tiene la libertad de elegir, sí desea abortar debe devolver todo lo invertido, pagar su manutención y pagar a los padres del bebe que sabe no es ni será suyo. No sabe que ese es el gancho astuto y leguleyo que garantiza su estadia en la clínica y asegura que su bebe será para la pareja rica que ha decidido adoptar un recién nacido. Kanira jamás sabrá quienes son los padres adoptivos, ni a donde irá el bebe. Lo que tampoco Kanira sabe es que el doctor que la atiende ha decidido fertilizar en ella un óvulo de una mujer tremendamente prolífica, con sus métodos de producción de embriones la clínica ha logrado una producción adicional -las donantes de los embriones no saben tampoco que se han sometido a un tratamiento hormonal que les desarrollará un sindrome del ovario por la hiper estimulación y que los folículos crecerán en sus entrañas pudiendo generar cáncer-. El doctor quiere un ingreso adicional para la clínica, dos bebes resultan más lucrativos que uno solo. Los padres adoptivos tampoco deben saber lo que se hace en una de las 350 clínicas de la India. Los niños bien pueden ir a Nueva York o París. Total ¿quien puede garantizar que se descubra lo que se está haciendo aquí en la tierra de Brahma o del dios creador del hinduismo?
Pero como todos sabemos, extraños son los caminos de Dios y bien podría El determinar que el encuentro ocurra en un tren subterráneo de Manhattan, una mañana lluviosa de un domingo, veinte años más tarde.
En el 2002, los niños han nacido por cesárea, no es que la madre estuviera en peligro, lo que los médicos de la clínica buscaron era no exponer a los gemelos durante un parto vaginal lleno de complicaciones. Los gemelos no han nacido en el día previsto, porque había que cumplir con la entrega. Uno fue adoptado el día señalado y el segundo debió esperar dos días más hasta hacer los trámites y recibir los pagos respectivos. La madre tuvo una complicación y tuvieron que decirle al esposo, quien fue quien promovió el alquiler del vientre de su mujer, que debía contratar una ambulancia y llevar a su mujer a un hospital de la ciudad. El marido hizo cálculos, tenía muchas deudas, y demoró mucho en hacer el llamado respectivo, desangrada Kanira murió, dejando en la orfandad a dos niñas más. El gobierno indio no investigó y el asunto quedó olvidado. Las parejas que obtuvieron a los pequeños en adopción no se enteraron de lo ocurrido, era mejor, además, para evitar las complicaciones, la culpa ajena quizás. Los muchachos iniciaron una vida nueva, más segura, con más oportunidades, pensó el médico cuando no pudo dormir. La directora de la clínica había asegurado una nueva joya: un diamante rosado que lucirá en su dedo índice, para evitar ser señalada, más bien para hacerse notar mientras señala.
DEJANDO DE LADO LA FICCIóN
Hoy en el mundo existen casi tres millones de óvulos esperando ser fecundados y vendidos.
Tres décadas después del desarrollo de la fertilización in vitro, alrededor de 250 mil niños han nacido cada año. Todo el misterio ha ayudado a crear un mercado vibrante con un rango de precios y diversos servicios a disposición. Lo más difícil puede ser cuando una pareja de homosexuales trata de adoptar un bebe, en ese caso el precio sube y puede llegar a costar US $300 mil y toma muchos años para legalizar la adopción. Es lo que cuenta Scott Carney en su libro titulado 'The red market'.
Carney dice, además, que la gente en el mundo se acomoda de distinta manera para sobrevivir. Resulta a veces inimaginable todos los caminos que se abren con ese propósito. Algunos son sorprendentes, repulsivos, extraños, pero al final terminan en lo mismo, permiten que el hombre sobreviva en este mundo. No sabemos aún que caminos se abrirán en el futuro. Creo que eso dependerá mucho de nuestra concepción moral y ética.
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