Thursday, October 20, 2011

Un novelista sacrílego en Venecia.


La producción de Arturo Pérez Reverte sigue pródiga. Este 27 de octubre saldrá a la venta en España, 'El puente de los asesinos', la sétima novela referida a las aventuras del capitán Diego Alatriste.
Recuerdo que después de haber leído 'El sol de Breda' me tocó viajar a Valencia, España, para dirigirme desde allí a la bella capital holandesa. En esa oportunidad abordé un autobús que me llevó a lo largo del mar Mediterráneo, entramos a Barcelona y de allí cruzamos toda Francia, para salir arriba, en Bélgica, desde donde debíamos pasar por Breda para llegar a Amsterdam. Lo que equivale a decir que el capitán Alatriste estuvo a mi lado, mostrándome parte del escenario donde le tocó pelear. Aunque la llanura de Breda contrastaba con lo que había leído en la historia recreada por el escritor español, creador de tan agerrido y valiente personaje.
Después de mi aventura, debo reconocer que no he seguido de cerca lo que andaba haciendo el capitán, tampoco he leído mucho a Pérez Reverte, a quien lo dejé dibujando a ese tipo que resultó siendo un 'Pintor de batallas', una de sus novelas que poco tiene que ver con Alatriste. Sin embargo, debo decir que después de leer 'La piel del tambor', Pérez Reverte se convirtió en uno de mis escritores favoritos. A 'La tabla de Flandes' le siguió 'El club Dumas', 'Territorio Comanche', 'La reina del Sur' y no he dejado de ver algunas de las entrevistas que Pérez Reverte ha dado en su largo recorrido por el mundo.
Uno, algunas veces, se pone en el pellejo de otro para ver o imaginar lo que puede ocurrir con nosotros mismos. Pérez Reverte fue un buen periodista quien a lo largo de 21 años estuvo metido en donde se producían guerras o conflictos muy violentos. Después de haber visto lo que deseaba ver, para saber lo que ocurría, después de haber sido tocado por la vida, como él lo refirió alguna vez, se retiró para dedicarse a escribir aquello que ya había venido madurando. Algo que también es mi sueño anhelado. Aunque suene irónico conmigo mismo, yo aún no me he retirado del periodismo, pero tampoco he publicado algo que me represente.
Pérez Reverte conoció al ex líder libio Moamar Kadafi y al ex dictador iraquí Sadam Hussein. Para el entonces corresponsal de guerra, Kadafi era un tipo estrafalario, daba cierta lástima, pero Hussein era un verdadero hijo de puta, a quien le dio gusto verlo colgado de una cuerda. Aunque el escritor dice -sin tapujos- que así también le hubiese gustado ver a George Bush. Me da más miedo un malvado con poder que un ignorante estúpido con poder, a este último lo puedes matar sin que se de cuente porque muere.
Pérez Reverte fue un joven mochilero que se lanzó a la aventura de vivir, casi sin medir las consecuencias. Se hizo periodista para ir a las zonas de conflicto y mirar, mirar para conocer de cerca por qué la gente pelea a muerte, deseaba conocer al hombre como es, al hombre que puede matar por un pedazo de pan o un poco de agua. Allí conoció el lado oscuro de los hombres, ese lado oscuro que los malvados manipulan. Cuando el hombre carece de cultura, no discierne.
El escritor español dice que en la guerra el hombre se despeja de su humanidad, en la guerra tú sabes quién es el malo y quién es el bueno. El malo te dispara, el bueno es quien está a tu lado. En la paz, tú no sabes quién es el bueno. Tú reconoces a los canallas en la guerra, en la paz se camuflan. Con cultura y memoria tenemos que saber quienes son esos que dividen y matan. Hoy se oculta el sufrimiento y el dolor. No existe y no sé qué seres estamos creando para el futuro.
Pérez Reverte reconoce, sin embargo, el gran aporte de la mujer. Incluso en la guerra, tú puedes ver la dignidad de la mujer y relata el caso de una mujer católica quien habiendo perdido a su único hijo deambula por un lugar donde una bala puede acabar con su vida, porque sabe que su religión jamás le podría perdonar el acto de acabar su vida con sus propias manos.
En una entrevista le preguntaron a Perez Reverte cómo fue el paso del periodista al escritor y el refirió que siempre fue un buen lector. La literatura me ayuda a ordenar el mundo. Con los libros proyecto lo que deseaba ser, amar las mujeres que quise amar, odiar al que se merece, en fin. Hoy vivo en miles de mundos, me vengo de mis enemigos. Escribo porque me hace feliz y vivo aquello que no pude vivir. Soy un cazador que va al acecho de cosas para aprehender. A menudo cuando escribo resuelvo mis propios conflictos. Escribiendo resolví muchas dudas. Además siempre ando escribiendo el mismo libro, es como sí amueblara una casa grande o sembrara el mismo campo.
Y ¿Cuáles son los temas que más le obsesionan a Pérez Reverte?, le preguntaron también, y él escritor español dudó, aunque luego indicó, tengo 4 grandes cosas que me obsesionan y habló de dos. 1- Porque un niño de diez años muere y un hombre malvado y canalla sobrevive 100 años, rico y dejando una gran fortuna para su gran descendencia. 2- Porque tanto frío y cómo nos defendemos de ese frío, qué hacemos para consolarnos de ese frío.
En 'La piel del tambor' el escritor español precisó que trató de dar cuenta del consuelo que le queda al hombre moderno para defendese del horror. En la novela son esos héroes que se juntan para defender algo digno. El futuro será de héroes individuales en un mundo de tontos que no saben ver, los pocos concientes contra los inconcientes, vaticina.
Pérez Reverte desea envejecer con dignidad, no como un estúpido que cree que la vida es tomar dos copas y manejar un auto de lujo. Sabe que la vida es una amenaza de finales que uno quiere aplazar, aunque puntualiza que la vida es magnífica y horrorosa a la vez. Cuanto más tienes te vuelves más vulnerable y lo defiendes, una hija por ejemplo.
Respecto al éxito es algo que agradece porque le permite decidir con quien sentarme a la mesa a tomar una copa. Si el presidente le invita puede decirle no, porque el pan se lo gana solo.
El éxito de la serie del capitán Diego Alatriste parece estar asegurada, el escritor se vuelve sacrílego, pues deja a su personaje central en una iglesia veneciana, la basílica de San Marcos, para ser preciso, dándole el encargo de asesinar al duque de Venecia, en plena misa de nochebuena, el año de 1627. Aunque el poeta Francisco de Quevedo tiene sus reparos, Alatriste confía en salir victorioso. Para contar esta parte de la historia, llena de intrigas, conspiraciones y espías, Pérez Reverte visitó la ciudad italiana en varias oportunidades, aprovechando las épocas frías de navidad y le ha dado a su historia ese toque trepidante que necesita. Hoy tendremos la oportunidad de reencontrarnos con el colega y con el capitán después de muchos años. Si antes nos acompañó a Breda, quizás en un futuro nos guíe a lo largo del gran canal a bordo de una góndola.

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