Thursday, December 22, 2011
Picasso y el nacimiento del cubismo.
Todos tenemos un momento en la vida que nos marca para siempre. Pablo Picasso tuvo uno de esos momentos cuando tenía 17 años. Una abuela y su nieta murieron sorprendidos por un rayo que cayó repentino. Era de noche cuando llegó el médico o la persona que debía practicar la autopsia. A la luz de unas velas, el encargado tomó una sierra y partió en dos las cabezas de las occisas para determinar que les había ocurrido con exactitud. Pablo Picasso terminó enfermo luego de esa terrible experiencia gótica, aunque muchos creen que de allí viene su arte de pintar dos rostros. El artista malagueno creía que así, además, podía conocer más el carácter de una persona.
La terrible experiencia la vivió Picasso en Horta de Ebro, a donde fue siguiendo a su amigo Manuel Pallarés, quien huía del llamado a prestar el servicio militar. En las montañas de Cataluña era fácil evadir la milicia. En este pueblo, el genio andaluz paso seis meses pintando la naturaleza y, por supuesto, pintó a quienes vivían en la zona.
Sin embargo, hubieron otros momentos que marcaron a Picasso, quizás todo empezó el 25 de octubre de 1881, a las 11.15 de la noche, cuando nació. Al ser liberado del vientre materno, el recién nacido no pegó el grito acostumbrado. Pasaron algunos segundos, hasta que uno de sus tíos le tiró el humo del cigarrillo que fumaba directamente a las fosas nasales, recién ahí el pequeño lanzó el grito que daba cuenta de su presencia en este mundo.
Permítanme una digresión. Para los budistas aquí comienza la vida, cuando sucede una demora, dicen, que es un espíritu muy grande quien viene a ocupar el cuerpo del recién nacido. Digo esto también para darme algo de fortaleza. Cuando nací no lancé el grito de todo neonato, debieron darme varias nalgadas para reaccionar. Esto me lo contó mi abuela, quien vio todo el desenlace de mi nacimiento desde una ventana y quien lloraba a cada nalgada que el doctor lanzaba fue ella.
Luego, volviendo a Picasso, debo decir que otro momento que lo marcó fue sin duda la muerte temprana de su hermanita menor. Pablo Picasso la había dibujado lozana y bella diez días antes de su deceso. Conchita murió de difteria cuando apenas tenía siete años.
Pablo Picasso pasó su infancia en su natal Málaga, de allí junto a su familia fue a vivir a Barcelona. Siendo su padre su primer maestro de dibujo y pintura, a Picasso su trabajo de niño no se le puede catalogar como tal, él ya tenía todos los conocimientos de un artista de taller. De Barcelona su familia decide enviar a Pablo Picasso a Madrid, valiéndose de la ayuda de todos los familiares, pero algo ocurre con el envio que se le corta de manera repentina y el artista pasará a vivir en la capital española como un bohemio. Es la primera vez que Picasso enfrenta la pobreza y la miseria.
Picasso se hace llamar así a partir de 1901 cuando cambia su apellido paterno Ruiz por el materno de Picasso, que en París comenzará a sonar mejor junto a los Matisse, Rosseau y Poussin. Rodeado de muchos artistas en la ciudad luz, Picasso emprenderá diversos períodos hasta descubrir el cubismo junto a Georges Braque. Es el año de 1908 cuando los hermanos Wright pudieron volar su aeroplano, los artistas antes mencionados empezaron también a explorar similares caminos en su pintura. A Picasso se le atribuye la frase 'sí los aviones pueden volar, entonces el espacio puede ser reinventado'. El cubismo es fácil y complejo como un ajedrez en tres dimensiones, es lo que se llama también la dinámica del arte.
Apelando un poco a mi imaginación se me ocurrió hacer ficción con el descubrimiento del cubismo y tal hallazgo pudo haberse dado sin buscarlo con profundidad, sólo observando con ojo de artista. Veamos.
Pablo Picasso estaba sin dinero, se sentía solo, triste y sin talento. Sentado en su estudio saboreaba un pan con jamón y cebollas que había conseguido después de pintar un retrato y cambiarlo por comida. A punto de tirar todo por la borda (todo digo refiriéndome a la idea loca de suicidarse que se cruzó por su mente) Pablo Picasso descubrió el primer paso para desarrollar el cubismo. El pan con jamón le sabía a suela de zapato en el frío Paris. Comía porque tenía que comer. Su joven amante, una prostituta llegada de Grenoble, lo había abandonado por un viejo con dinero. Al pensar en ella la odio tanto como se estaba odiando. En su mesa tenía de todo, desde su comida, un vaso de vino que parecía vinagre, hasta las hojas de un viejo diario. Lo había guardado en su mesa de trabajo porque allí estaba el rostro de una dama con la que había comenzado a soñar. Tomó el diario con una mano y reparó en una pequeña historia que aparecía en el extremo superior derecho. Picasso leyó la nota y se conmovió hasta el llanto, pero al bajar la mirada se dio con la fecha de publicación y se dio cuenta, con desagrado, que su emoción resultaba tardía. El hecho trágico tenía un mes de ocurrido y él se estaba recién conmoviendo ahora. Dejó el pedazo de pan que tenía en una mano y la dejó en la mesa, tomó el papel con ambas manos, lo arrugó con fuerza, disgustado. La hoja se convirtió en una bola deforme y la tiró al cesto de basura, no con la destreza de los basquetbolistas, por cierto. Pablo Picasso estaba de malas, no encestó. Ni siquiera atinaba con su puntería y maldijo su mala suerte. Algo lo movió a levantarse y caminar hasta la cesta. Recogió el papel arrugado y descubrió que se estaba tratando de deshacerse de la mujer con la que había empezado a soñar. Tomó el papel entre sus manos y trató de reparar el amasijo. La foto de su amada tenía que ser conservada, pensó. Planchó el papel con la palma de sus manos, sin lograr su cometido, lo hizo en varias oportunidades. Así estuvo un par de minutos hasta que volvió a la mesa a terminar de tres mordiscos el pan con jamón, la cebolla que había caído, la recogió y terminó saboréandola como nunca lo había hecho.
Cuando levantó la mano para observar el papel del diario, vio a su amada, pero el papel no se había quedado del todo liso, el papel seguía tratando de tomar su forma desalineada, los zurcos no se pudieron borrar. Picasso miró lo que veía con ojo de artista, con ojo de curioso, con ojo de descubridor. La imagen de su amada tenía diversas perspectivas, dependiendo como Picasso movía la cabeza o la hoja del diario. Mierda! exclamó al momento de estrellar la palma de su mano en su frente. Esas líneas y zurcos le dieron al artista español la idea de empezar una nueva forma de trabajo. Una forma que hoy en el mundo artístico se conoce como cubismo.
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