Sunday, January 26, 2014

Curar la verguenza que nos ata.


La verguenza y la culpa van siempre asociadas a otras emociones negativas y son muy difíciles de curar. Son difíciles de curar porque al doler tanto las escondemos en lo más profundo de nuestra mente. Y como saben, es difícil curar aquello que esta oculto, porque no se ve. El filósofo, psicólogo y gran comunicador estadounidense John Bradshaw pasó muchos años de su vida tratando de sanarse. En el proceso escribió un libro titulado ‘Healing the shame that bind you’.
Di con el libro de Bradshaw luego de ver un video, este precisamente que acompaña esta nota. Algún momento después, Bradshaw confesó que durante sus charlas iniciales en los programas del canal estatal de PBS aún estaba en proceso de cura, ‘se me puede notar el enojo que llevaba encima’, dijo. Curarse le tomó décadas -provenía de una familia disfuncional, un padre alcohólico y castigador. Terminó con el pecho abierto y con una cirugía al corazón con una serie de by passes que le permitieron salvar su vida. Para mí esas son las condecoraciones que ningún general de campo ostenta y lo que le da autoridad para hablar del tema. Lo que leerán a continuación son citas de su libro. El único mérito personal es el de haber traducido las palabras de Bradshaw. Verán entonces –al leer lo que sigue- lo difícil que resulta madurar de manera sana.

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La verguenza de identidad es aquello que nos hace creer que somos imperfectos, que tenemos un defecto terrible como personas. Cuando la verguenza se mete en lo más íntimo de nuestra identidad se hace tóxica, nos deshumaniza.

Adán y Eva salen avergonzados del paraíso, tapándose la cara por haber pecado y cubriendo su sexo ahora sí con lo que tenían a la mano: hojas. La historia culturalmente hablando es tremenda, nos marca para toda la vida. Venimos de ‘padres’ que han cometido el peor de los pecados, nos dice la Biblia. Si leyeramos la Biblia con más cuidado, descubriríamos que Adán es el hombre insatisfecho, quiere más, quiere ser Dios, peca. Luego avergonzado de su pecado, se esconde. Al querer ser como Dios se crea una máscara, una máscara que lo lleva a la destrucción. Habría que estudiar el impacto de esta historia en nuestro inconsciente colectivo y determinar como realmente nos ha impactado como especie.

La verguenza nos afecta en lo más íntimo y es la fuente de nuestros complejos. Depresión, alienación, inseguridad, soledad, paranoía, desórdenes compulsivos, dicotomía del ser, perfeccionismo, inferioridad, entre otros lios, nos dice Gershew Kaufman.

La verguenza nos destruye y nos hace crear una falsa identidad. Los peores son los terroristas, los asesinos, los tiranos, los timadores, los violadores. A ellos no les han enseñado una verguenza sana, porque el padre no estuvo y si estuvo, nunca se presentó en la vida de sus hijos.

Tenemos que aprender a darnos tiempo para aliviarnos de una pena.  A veces preferimos reprimir y al hacerlo la pena queda irresuelta. La pena se nos hace tan profunda que va a lo más profundo de la mente y se esconde ahí. (OBSERVA TUS PENAS, COMPADECETE, PERDONATE Y SIGUE PARA ADELANTE. Los budistas dicen, Jesús no te va a perdonar, Mahoma no te va a perdonar, Buda no te va a perdonar. Tú TE TIENES QUE PERDONAR. *Nota del editor, lo encerrado en paréntesis son opiniones personales).

Cuando estamos niños sufrimos esas penas, pero no estamos capacitados para asimilarlas en su dimensión, mucho menos para resolverlas. Cuando  nuestros padres nos castigan de ‘manera injusta’, para nuestra mente en formación, las acciones de nuestros padres se juzgan como las peores, pero también se generan contradicciones que nos asustan. (Odiamos a nuestros padres por algo ‘feo’ que nos hicieron, pero cómo podemos desearle lo peor a nuestros padres. ¿Acaso somos hijos malos? Un hijo asqueroso es lo que somos por desearles la destrucción a nuestros padres por lo que nos hicieron. No, no ese no puedo ser yo. Si pienso y deseo lo peor para mi papá, Dios me castigará. Ellos morirán por mi culpa. Soy malo, Dios perdóname. Que no se mueran y es entonces cuando NO canalizamos bien el odio que sentimos, nuestra revancha se vuelve nuestra cruz. Una mente en formación no se dá cuenta que los pensamientos de odio y venganza son solo eso, pensamientos empujados por el enojo y la rabia momentánea). Todo lo irresuelto se va al lado oculto del cerebro, donde lo ocultamos para no aparecer tan malos como hemos pensado que somos. Cuanto más escondamos la verguenza que todos nuestros pensamientos nos producen, la creencia de que somos los peores aumentará.

El trabajo del padre es modelar: como conocer y expresar las emociones, como autodisciplinarse, como amar(se). Hay padres que crecen con verguenzas y culpas irresueltas del tamaño de una catedral que cuando tienen hijos buscan el amor de los suyos con desesperación. Esos padres no pueden enseñar a sus hijos. La necesidad de amor que tienen es insaciable.

La pena y el sufrimiento de la verguenza generan automáticos e inconscientes mecanismos de defensa. Freud los llama: negación, idealización de los padres, represión de emociones y disociación de emociones. Todo es inconsciente. Cuando eso ocurre, nosotros no podemos curar lo que no sentimos, esa verguenza es muy difícil de recuperar, dura GENERACIONES.

Ojo, La violencia física es muy adictiva (algunos veces llegamos al extremo de desear castigo punitivo para redimir nuestras culpas y penas). El agresor es adicto también a la violencia porque al agredir físicamente asume que tiene poder. No hay estadísticas de esto, pero se calcula que de un caso reportado hay 200 que se quedan impunes.

Cuántas veces nos dicen que todas nuestras emociones deben ser controladas (los varoncitos no deben llorar) el enojo y los sentimientos sexuales deben ser reprimidos.

Las emociones nos dan el combustible o la energía para actuar. E motion = energía en movimiento se dice en inglés. La energía nos mueve hacía lo que necesitamos. Cuando nuestras necesidades básicas son violadas, nuestro enojo nos mueve para pelear o huir. Nuestro enojo es la energía que nos da fuerza. Nuestra tristeza es la energía que descargamos para curarnos. Nuestros sentimientos son la fuente de motivación primaria de nuestras vidas. Sin conocimiento de esos sentimientos nosotros perdemos el sentido de nosotros mismos. Con un falso ser seguimos un camino equivocado, jugamos un rol distinto al que se nos ha asignado. Como el actor que sigue las indicaciones de un mal guion. (Recomiendo ver la película ON THE ROAD, hay una nota al respecto en este blog). El guión bien escrito nos tiene que decir que sentimientos deberíamos tener. Nosotros aprendemos a aceptar la escritura de nuestras emociones como auténticos.

La religión nos dice que el enojo es uno de los 7 pecados capitales. Los niños aprenden eso. Sin embargo, muchas veces ven a sus padres enojados: gritando, golpeando, criticando, condenando a los demás, violentando todo. Los padres pueden estar enojados, los chicos no. Ese es el gran falso mensaje.

Los chicos internalizan a sus padres como los peores en caso de un castigo (físico o de abandono). Cuanto más fuera de control los chicos están de sus padres, más amenaza para la seguridad del menor.
Cuando crecemos como un niño desamparado de adultos actuamos como tal. Parecemos como adultos, caminamos como adutos, hablamos como adultos, pero debajo de esa superficie hay un pequeño ser que se siente vacío y necesitado. Un niño con una necesidad insaciable, una necesidad insaciable en un cuerpo de adulto. Ese niño insaciable es el centro neurálgico de todo ese comportamiento compulsivo y peligroso. La adición es cada vez mayor. La verguenza es una verdadera agonía. Es una pena que se siente en el fondo y es dolorosísimo. El papel de los padres es interesante. Cuando un niño se siente avergonzado por algún tipo de abandono, los sentimientos de verguenza, dolor y tristeza se levantan como grandes tormentas autodestructivas. ¿Quién puede soportar tanta embestida? Uno sucumbe. Y si eres varón, ‘no llores te dicen’ . Llorar es un asunto de mujercitas’. (Ahora con la experiencia de adultos sabemos que eso es falso. Llora si lo deseas. Llorar redime).

Los seres humanos somos los únicos animales capaces de sentir verguenza. (Ver Vladimir Soloviev).
John Bradshaw cuenta su caso personal yendo a jugar golf con su padre después de haberlo solicitado en muchas oportunidades. Su padre de pronto le miente y le dice que debe ir al trabajo, cuando en realidad se va a beber con sus amigos borrachos. El odio, la vergueza, la humillación que el pequeño John sintió en el bus no se la pudieron parar en ese momento, tampoco se lo pararon años después. Su vida transcurrió en medio de ese dolor.

Los afectos son formas de pensar y estan unidos a la decisión y la acción que uno toma, si ese sentimiento fue roto genera un lío mayor. *En un niño, cuando el correcto discurrir de un afecto se rompe hay un daño cerebral que se quiebra, la persona dañada no podrá tomar decisiones correctas. No podrá reconocer, decidir, ni actuar bien. (Lo veo difícil de medir, pero analizándolo en cada uno de nosotros lo podemos notar) El afecto y los buenos sentimientos son el primer mecanismo de nuestra fuerza biológica y motivacional. Son mucho más importantes que la fuerza del placer y más urgente que la pena física, dice Silvan Tompking.

Si se rompe la buena comunicación primaria, las que siguen serán malas porque parten de una base falsa e irreal. (La simple lógica lo muestra).

La verguenza entonces es el sentimiento de estar más solo. Es como elevar 10 a la potencia 35 (ver el caso del matemático peruano) Se confunde con culpa y sí la llegamos a percibir será esa voz tormentosa e interior que nos juzga con maldad.

Los padres que han cerrado sus sentimientos no pueden ser espejos que afirman los buenos sentimientos de sus hijos. A todos nos gusta mirarnos en un espejo, los padres -si actuaron mal- no serán espejos en los que nos deseemos reflejar.

Cuando internalizamos la verguenza (sin resolverla) nada en nosotros será correcto. Somos una falla. Un niño evidentemente no puede hacer ese trabajo. No tiene conceptos claros y sí no se los han mostrado o dado será difícil que los encuentre.

Los chicos que crecen con verguenza y provienen de familias disfuncionales pueden aprender a tener la experiencia de la ansiedad y la angustia como forma de vida. Incluso si las cosas van bien, no se sienten seguros.

El rol del niño es ser curioso y aprender.

Un niño adulto arrogante es la peor tragedia, la persona no sólo se cubre entre otros. También se cubre ante sí mismo.

El enojo se manifiesta en el abdomen, en lo más profundo de nosotros, en las tripas. (Te humillaron, hay que poner esa mierda afuera, adentro jode, más todavía, duele).

Cuidado con los pastores de Iglesias, suelen ser pasivo agresivos. Castigan todo lo que esta mal con vehemencia, son los falsos seres maravillosos que dicen ser. Son los seres más peligrosos.

Cuidado con los culposos, nunca pueden descansar, siempre tienen que hacer algo. El culposo se siente poderoso. No quiere ver que es un tipo sin poder.

La intelectualización es adictiva, es siempre una forma de salida a estados que averguenzan.

Virginia Satir dice que la aceptación es vital, una gana mucho poder aceptando quien es uno realmente. Podemos ser uno mismo y toda nuestra energía se centra y fluye con normalidad.

Toda adicción: sufrir, odiar, envidiar, abusar de drogas y del sexo es lo que ha sido tu ‘falsa base segura’. Hay que renunciar al ídolo falso que tenemos si queremos estar bien entre los seres humanos. Acepta tu verguenza y pena, abrázala. Renuncia a tu ser falso y hallarás reconciliación. Nosostros debemos abrazar la oscuridad para encontrar la luz.

*Escondido en la oscuridad vive nuestro verdadero ser.

John Bradshaw se descubre y dice, parte de mi fachada falsa fue actuar como el hombre intelectualmente sensitivo capaz de ver en los otros la sorprendente complejidad del sufrimiento humano y su respectiva pena.
Ojo, no es el trauma que sufrimos en la niñez lo que nos hace enfermos emocionalmente, es la inhabilidad de expresar eso lo que realmente crea el problema (hay que enseñar a comunicarse a los hijos. Quiero esto o aquello, por que, etc).

Hay que encontrar al niño que llevamos dentro, pero eso sólo es el principio. *Ese niño es egocéntrico, débil y esta asustado. Ahora tú eres el padre de ti mismo, debes autodisciplinarte, alimentar y ayudar a crecer a ese niño. Curarlo. Integra tus rasgos de niño, la espontaneidad, el gozo, el amor, la amistad, la curiosidad, su pureza. Cuanto más aprendamos a oír las voces internas en nosotros, mayor será el rango de libertad que obtengamos.

La gente con verguenza tóxica tiende a estar cansada la mayoría del tiempo. Claro, uno gasta mucha energía tratando de mantener nuestra máscara pegada a la cara, esa máscara que nos permita esconder las costras que exhibimos en la cara. (Leer la novela ‘Cristo de Nuevo crucificado’ del griego Nikos Kazantzakis). Bradshaw dice, es como tratar de mantener una pelota de playa bajo el agua del océano todo el tiempo.
(Despertar, aprender a ser consciente, es el punto vital donde uno puede ver todo y aceptar).

Cuando uno esta despierto consciente es cuando uno observa con claridad el drama que juegan con nosotros las subpersonalidades en relación con el EGO. El ego es el principal coordinador de esos ‘seres’ que se empujan, critican y odian en nuestro interior. Esos seres que se visten de perfeccionistas, de poderoso negociador, de víctima y el que favorece. Cuando los aceptamos sin juzgar habremos dado un paso adelante, somos eso también.

El crítico de lo ajeno nos dice muchas veces la cosa que no nos gusta de nosotros mismos.
Es importante observar e integrar esa energía que se encuentra en nosotros para usar todo eso de manera creativa.

Bradshaw reitera. Si nuestros padres nos dañaron sentimos dolor, pena, humillación y verguenza, pero no podemos expresar todo eso en contra de ellos por el temor de perderlos y crearnos una culpa. Toda esa energía negativa no salió, se volvió contra nosotros mismos. Nos comenzamos a odiar por pensar de manera malvada contra nuestros padres y lo pensamos de manera automática. Las terapias se vuelven los lugares donde canalizamos es energia. Es la catarsis que necesitamos.

Gente que se averguenza cree inconscientemente que no tiene el derecho de ser feliz.

Gente que es pobre piensa que no tiene derecho de ser rico.

Uno teme el rechazo porque dispara las emociones negativas y uno siente el dolor como si fuera un cuchillo en el pecho. El rechazo impacta el dolor y la soledad de un niño-adulto que no ha resuelto su dolor infantil. *Pero debes saber, tu mayor verguenza apareció en tu ninez. Te sentiste abandonado. Tu mayor temor al rechazo ya ha ocurrido y tú has sobrevivido. Eres un niño vulnerable e inmaduro que ha sobrevivido, entonces tú puedes sobrevivir a todo.

Mientras más aceptas las partes feas de ti, será más fácil que te integres mejor contigo mismo. Habrá más honestidad.

Cuando la gente esta a la defensiva, no puede estar presente y no tiene la habilidad para ver lo nuevo del mundo. Claro es como si tuviera los ojos congelados.

La meditación ayuda, te darás cuenta que nunca estas solo, tú puedes experimentar la felicidad de estar unido a Dios, te conoces mejor y puedes entender que la soledad es lo que más deseas.

**La meditación es el vehículo para la consciencia que se expande. Es el momento que renuncias al ego. Creas silencio, una facultad poco usada. Meditando activas las mejores fuerzas, la paz, la paciencia, el conocimiento, el amor, la compasión, la alegría, el perdón. Con la meditación uno puede descubrir a Dios de manera directa y sin intermediarios. Es una de las formas que te ayudan a ponerte en el camino que siempre estuvo ahí esperando por ti. Es entonces cuando abres las puertas del mundo real. Conoces gente y avanzas sin miedo porque reconoces que estuviste ahí y vuelves a lo que te pertenece y te perteneció.

Las obsesiones nos hacen más vulnerables. Mientras te vas curando y si estas acostumbrado a pensar, de pronto no tener pensamientos te sorprende, te sientes raro, vuelves a la obsesión y te enfermas. Hay que estar alerta para que los pensamientos no se desborden, pero en una mente sin entrenamiento es imposible
Cuidado con las figuras de autoridad, mucha gente se asusta con los jefes, policías, jueces o curas porque los ven como figuras paternas punitivas.

No generalices, sino sabes álgebra o física, no eres estúpido.

1 comment:

Unknown said...

Juanito parece mentira pero lo lei.