Catherine Prescott es una retratista
con ojo mágico, tan mágico que suele encontrar el lado oculto de la
persona a quien va a retratar. Creo que nunca le pediría que me haga
un retrato, sacaría al caballo, al elefante, al aguila, al otorongo,
al delfín que se oculta dentro de mi. No sé cual de esos seres
asomaría la cabeza para curiosear si alguna vez tuviera a la artista
dispuesta a hacer su trabajo observándome para dar con el matiz
exacto de mi rostro de ese momento.
Esta noche la tengo al frente y me mira
con cierta curiosidad y gratitud. No me va a retratar, por
cierto. Es la noche de su primera exposición de pinturas en la nueva
galería de arte de Glen Cove, Nueva York. Le he lanzado algunas
preguntas que ha contestado con paciencia y gentileza, sin importarle
mi inglés con marcado acento hispano, que muchas veces cambia el
significado de lo que dice. Quizás se sorprende al ver a un
sudamericano metido en la pequeña sala, más aún tratando de
indagar acerca de su trabajo.
Catherine Prescott tiene una mirada
tierna, con su expresión parece decir que esta disfrutando el
momento. Con su pincel ella busca, con su pincel ella encuentra. Le
basta ese pequeño accesorio para hurgar un poquito en la vida de
quien pasará a retratar, con su paleta de colores ella crea la
atmósfera. Le basta su buen ojo, una que otra pregunta para -de
pronto- dar con lo que busca. Su mirada descifra, da con ese algo,
con ese algo que todos solo sabemos mostrar a quien ofrece una
excelente posibilidad sin invadirnos. Ella, la artista, la pintora,
se convierte en la transmisora de lo que ahora queremos contar.
Cuando le pregunté al principio,
Catherine tomó distancia, movió la cabeza un poquito hacía atrás,
pensé que lo hacía como un acto de defensa inconsciente, luego
esbozó una sonria y respondió: 'Cuando pinto trato de encontar esa
imagen que muestra lo más profundo que todo ser humano tiene, lo que
le ha tocado vivir, lo que guarda'.
¿Es usted entonces como el medio que
tiene una persona para decir 'esta es mi cara, qué les parece'?
Pregunté sin darme cuenta si me había expresado bien en mi nueva
lengua. Entonces, Catherine dijo que le bastan pocas preguntas para
dar con lo que busca, son como pequeñas claves que nunca le engañan.
Alguna vez mientras pintaba a alguien le dije “cuéntame algo sobre
tu madre” y en ese momento vi como ese rostro se hundía en la más
profunda tristeza que para efectos de lograr un buen retrato, era lo
que buscaba.
Pinto a quienes se han enfrentado con
la desgracia, la incredulidad, la incertidumbre, dice con un orgullo
que se desvanece tan rápido como una pompa de jabón. Con lo que
dice no trata de trascender, cree que con su pintura tampoco, lo que
busca es que los demás trasciendan, pierdan el miedo y digan 'soy
quien soy'. Todos hemos pasado por una experiencia difícil. Uno
puede ver eso en cada uno de sus cuadros. Como periodista busqué uno de los cuadros que para mi decía: “mira te diré que no sé lo que
realmente quiero”. Me gustaba el contraste del bello día y el
rostro de aquella mujer entristecida. Es una de mis hijas, me dijo la pintora.
Pensé, Catherine logró un cuadro hermoso porque la conoce al
detalle, la tuvo en su vientre, la alumbró, la cuidó y ahora la
muestra orgullosa.
Para mi mirada de observador, el sol
representa la felicidad de Catherine y quizás algo del dolor de
madre al ver a su niña -ahora una mujer- un poco apesadumbrada, pero
ahí estaba la madre para socorrerla, pintarla, embellecerla aún
más. El cuadro tiene de todo, vida, sufrimiento, orgullo de madre,
de artista y preguntas de hija que se deja llevar por el talento y el
cuidado de su madre.
Le comento a Catherine mi apreciación:
'una pintura es también una forma de poner en la ventana lo que uno
tiene, lo que yo diga quizás no sea la realidad global de lo que
ocurre, pero es lo que percibo como observador. Un cuadro es como un
poema y tiene muchas lecturas o interpretaciones, lo que te digo es
lo que veo y siento'.
Catherine pintó también a su esposo,
conocí al señor Prescott el día de la muestra inaugural en la
galería que Fine Art tiene en el pueblo de Glen Cove. En el cuadro,
Mr. Prescott se ve inmenso, suponía que lo era hasta que Flora, la
directora, me lo presentó. No era tan alto, ella le llevaba casí 10
centímetros. En ese momento pensé, es como la artista ve a su
esposo, inmenso, sin duda debe ser alguien en quien ella confía
absolutamente. Para ella es el hombre más grande y así lo ha
retratado.
Bueno, hasta hoy no he revelado
claramente dónde se esconde la joya del trabajo de Catherine
Prescott. Quizás lo he dicho entre líneas, aunque ella diga “es
todo el conjunto”. Pienso que el secreto de su arte reside en la
expresión de la mirada que todos sus personajes ofrecen en cada
cuadro. No es por nada que se dice que 'la mirada es el reflejo del
alma, la ventana por donde se entra al interior de una persona'.
Pienso y se lo hice saber a la artista que el secreto de su trabajo
reside en el detalle de los ojos, claro que no todos. Pues he visto
el retrato que le hizo (a pedido, y es válido, los artistas tienen
que alimentarse y alimentar a los suyos) a una autoridad
universitaria donde la expresión que más se distingue esta en las
manos que se apoyan no en un báculo, en algo parecido. Los ojos no
comunican mucho porque resultan algo impenetrables, la fuerza esta en
esas manos que se apoyan en lo que significa el poder. 'Soy el que
estas viendo', 'soy la autoridad', parece decir el rector
universitario retratado en la pintura.
Fotografié tambien la pintura de un
joven que me comunicó mucha tristeza. Con el torso desnudo mostraba
sus brazos flagelados de tatuajes, su pecho no ostentaba nada. Detrás
del joven se ve una bandera de los Estados Unidos y en sus hombros
como una pequeña carga a Jim Morrison (el otrora líder y
cantanteThe Doors fallecido muy joven). Aquí es donde se observa el
contraste de colores que hacen además de este cuadro y de la artista
una persona que compone muy bien su trabajo. La mirada del joven retratado me decía que
estaba sufriendo. Así es, después me enteré que el joven retratado
había fallecido de un problema pulmonar, un mal congénito que lo
habia predistando a un final temprano. Sin embargo, ahí está
inmortalizado en la pintura de Catherine Prescott.
Pero no deseo terminar esta pequeña
nota con algo triste, Mrs. Prescott tiene una gama artística muy
variada, le encanta pintar naturaleza viva y muerta. Cuando hablo de
naturaleza muerta hablo de las pinturas pequeñas donde Mrs. Prescott
ha inmortaliuzado aves muertas y eso da cuenta de su preocupación.
Ella nos esta diciendo: 'Cuidado, estamos acabando con nuestro medio
ambiente y son las aves las que han comenzado a fallecer'. Pero ella
apuesta a un futuro mejor, con sus paisajes que dan cuenta de un
porvenir floreciente, poblados de árboles esplendorosos, verdes
todos, en un día soleado de primavera.
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