Tuesday, July 23, 2013

Mirando a "Los cautivos".

Todos somos cautivos y lo único que te hace libre es el arte, es lo que parece decir el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro en uno de sus tantos buenos relatos.
'Los cautivos' es el título de uno de los cuentos de Ribeyro. No está entre los más logrados por el escritor, pero para mí ocupa un lugar especial en mi lista de relatos releídos Decir que he leído el cuento cinco veces, es poco, decir que lo he escuchado veinte veces -lo he leído y grabado y lo cargo en el Ipod para reescucharlo mientras hago un trabajo manual- es buscar un número que me permita sólo fijar una idea. Cuando uno hace el ejercicio de la relectura, se familiariza tanto con el relato que se hace más fácil contarlo. Además, es el primero de los consejos que Ribeyro dio en un pequeño decálogo que publicó en vida. 'El cuento debe contar una historia que una vez leído sea fácil de contar', decía.
Los cautivos parte de una realidad existente y la historia es inventada, aunque parece real. Se cumple así con el segundo de los puntos del decálogo del escritor.
Este es un cuento breve, se lee de un tirón. Dura apenas 15 minutos. Es entretenida, intriga y sorprende al final. Todo junto. Tiene un estilo directo, aunque al principio pareciera que el escritor divaga fuera de Perú. Me encanta como nos muestra una serie de detalles que le dan brillo a este relato. Cuando muestra a los pajaritos con su pelaje sedalino, me parece estar acariciando a estos pequeños seres del relato. La técnica del escritor se luce en este pequeño cuento, el diálogo cumple el cometido de demostrar quien o quienes son los personajes envueltos. El alter ego de Ribeyro no se juega su destino, pero uno percibe cierto peligro. Esta en un país que no es suyo, enfrentando a otro personaje en su propio terreno. Pese a que la introducción parece estar en otro contexto, es necesaria. Lo contaré más adelante. Y el desenlace del relato es el único que podía darse en la historia, por todo lo que nos ha referido el escritor, quien cumple así con sus diez consejos sugeridos.
Exploremos el relato.
I- La Segunda Guerra Mundial ha terminado hace mucho y el alter ego de JRR va a visitar Francfort, Alemania. Un amigo le ha pedido que durante su visita averigue algo acerca de la impresión a cuatro colores. El narrador en primera persona, observa las fábricas que existen en aquella ciudad, pero decide huir de ese mundo y divagar de manera filosófica. ¿Por qué las fábricas son como son? Atrapantes, asfixiantes. Al final concluye que todo ha comenzado con el trabajo paciente del hombre. Con la mano humana.
El narrador vive en una pensión a donde también han llegado un sinnúmero de viajeros incógnitos. Seres que van de un lugar a otro sin marcar la diferencia. Seres que no se interesan -al parecer- por nada. Sólo hacen lo que se les encomienda.
El narrador es el que esta atento en este mundo. Cada rincón no pasa desapercibido y necesita ser husmeado (detalle que precisa cómo es quien nos cuenta la historia). Al tomar un duchazo caliente y tratando de evitar que los vidrios se apañen, decide abrir la ventana. Un gesto que por trivial es importante. Así descubre el canto de las aves. ¿Puede haber aves en ese mundo de fábricas? Preguntara el lector de manera inconsciente. Concluído el baño nos vamos junto al narrador a conocer ese mundo. Hay que sortear un camino, un jardín con algunos recovecos. Pasamos así por un rompecabezas de puertas. Al llegar, descubrimos a un ser extraño (se me antoja un minotauro moderno).
II- El minotauro es un hombre que esta dando de comer a unas aves enjauladas. Es un ser que no acepta a nadie en 'su reino'. Se intriga al ver al visitante. Lo observa, lo ausculta. (Parecíera que lo huele). Luego pregunta. El narrador nos presenta de esta manera al dueño de la pensión en la que se aloja. El señor Hartman. Intrigado aún -el minotauro- accede y permite al visitante mirar a sus aves. Las jaulas son numerosas.
El trabajo del escritor se nota paciente. Nos muestra primero a los canarios, las aves más comunes entre las mascotas aladas. Vienen después los loros y Ribeyro nos da lecciones al mostrar las diferencias de las cotorras con los guacamayos.
Vamos en tercer lugar a la jaula de las aves exóticas.
Todas viven enteramente bajo la protección del minotauro. Es el reyezuelo, por decirlo.
El señor Hartman accede que el narrador visite a sus mascotas varias veces a la semana. El tiempo pasa en el relato de Julio Ramón. El escritor nos guía con calma, jamás se precipita. Nos esta mostrando el mundo en el que vive ese ser que ha comenzado a intrigarnos. Ese ser del que sólo sabemos que ama a sus aves.
Como el invierno europeo se avecina, hay que proteger a las aves. Algunas, las que vienen de los lugares tórridos, se quiebran como una brizna de paja. El minotauro no puede ser malo, se preocupa por el bienestar de sus frágiles mascotas. Es una contradicción humana, como veremos. El minotauro ha instalado un sistema de aire caliente para las jaulas.
El diálogo es preciso, cuando el narrador señala, 'sus aves viven como principes'. El dueño de la pensión responde 'como principes cautivos' y con esto basta para hacernos pensar que el título es el acertado.
Recién es cuando Ribeyro nos muestra a la exótica Ibis, la misma a quienes los egipcios rendían tributo de muerte. No es gratuito que se hable de muerte por lo que iremos a descubrir luego. Es la puerta que el escritor nos abre para llevarnos hacía lo oculto. La tensión se da con sutileza.
El narrador descubre un visitante culto y -complácido- decide abrir las puertas de su reino. Lleva entonces al visitante a su biblioteca, donde almacena más de tres mil volumenes, todo sobre lo mismo. Es magistral que Ribeyro comience con los colibríes.
El lenguaje aquí es digno del un orfebre de la palabra. Ribeyro dice “me sentí como un discípulo medieval recibiendo por via oral del maestro, las llaves del arcano”. La pluma de JRR brilla como el pelaje sedalino de las aves.
Ahora que junto al narrador estamos en el centro de ese laberinto, la biblioteca, el minotauro desea sentirse también seguro. Pregunta entonces. ¿De qué país es usted?
-De Perú, responde el narrador.
El señor Hartman sabe de sus aves: el chaucato, el tordo, pero nada más. Tratará de averiguarlo personalmente y lo hace saber. Aquí hay un dato escóndito que debe ser rebelado. Nada es gratuito en el relato. El narrador experimenta temor cuando el minotauro le pasa la mirada glacial encima y se siente como un pájaro enjaulado. Con palabras, Ribeyro nos dice que estar en en fondo de la cueva-laberinto-pozo de un ser extraño, puede traer riesgos.
III- El narradore debe salir del lugar embrujado-encantado-mágico-divino. Su amigo y mecenas lo conmina. Se une así la primera parte intoductoria con el final que viene a continuación.
Antes de partir, el narrador pasa a despedirse de Hartman.
Le encuentra en la jaula de los canarios (No es una coincidencia, el escritor esta cerrando puertas abiertas).
El minotauro está molesto, le da la espalda al visitante. ¿Por qué?
Sabemos entonces que Perú ha sido el primer país de sudamerica que le declaró la guerra a Alemania, lo dice el alemán. (este es un dato histórico real muy bien usado por el escritor para dar un peso a su relato).
El narrador se aleja. Aunque no se puede terminar la historia ahi, quedaría coja. Nos falta un detalle y para eso hay un colofón.
*El dato escondido se revela. En la tarde, al hacer el equipaje, el narrador descubre un libro acerca de 'las calandrias'. Tiene que devolverse(lo) a su dueño y decide ir a su rincón 'sagrado', la biblioteca. Se expone una vez más. Ahí nadie responde. Abre la puerta. Al dejar el libro en el escritorio, el narrador observa un libro de la Segunda Guerra Mundial. Como sabemos que esta acostumbrado a husmear, decide mirar dentro, descubre entonces la foto del antes joven Hans Hartman en Auschwitz, 1942.
La verdad se ilumina, es como el rayo veloz y repentino de un rayo. Nos paraliza en un segundo.
Para terminar el narrador observa a través de la ventana y ve al ex nazi dialogando amorosamente con sus cautivos. El cautivo también es Hartman y lo es a su manera. No ha olvidado su pasado. Prefiere seguir ahí en ese mundo perdido y despiadado, claro, a cambiado a sus cautivos. El narrador dice más: “a veces quienes dicen amar a los animales son incapaces de dar ese amor a un ser humano”.
En este relato historia y ficción van de la mano, la una se apoya en la otra.

En internet hay un link www.librosquedesesperan.com (Los cautivos). Si usted desea aquí puede leer el relato.

3 comments:

lujan kevin said...
This comment has been removed by the author.
lujan kevin said...

Su post me gusto muchísimo... Leí el cuento en el 2013 y hasta el momento me sigue intrigando, razón por la cual sigo leyéndolo. Disfrute mucho leyendo su post.

Unknown said...

Excelente análisis, me gustó mucho y definitivamente ayuda a entender mejor este maravilloso cuento. Gracias