Sunday, February 23, 2014

Roosevelt frente a la polio.

La lista de biografías en torno a la vida del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt es impresionante. Hay algunas que abordan su niñez, su vida matrimonial, sus decepciones y sus alegrías, su participación en la segunda guerra mundial, su relación con Winston Churchill, en fin, hay libros desde donde nos podemos acercar al ser humano y sorprendernos.

Con lo que tenemos publicado aún no llegamos a conocer bien a este hombre*. (Mientras trataba de terminar esta nota, visité la biblioteca del pueblo donde vivo y acaba de aparecer una nueva biografía, una que aborda la juventud del ex presidente). Así es, siempre habrá alguien que observe, explore y presente algo nuevo. Es lo que hizo James Tobin al escribir el libro titulado ‘The man he became, how FDR defied polio to win the presidency’.  

La tesis que postula Tobin es que FDR no hubiera podido ser el presidente que fue, quizás no hubiese sido presidente después de todo, si no hubiese contraído poliomyelitis en 1921. Según el biógrafo, Roosevelt se sobrepuso a su enfermedad porque entendió que todos nacemos con una herida -visible o invisible- y que la tarea de un ser humano está en esforzarse por lograr salir victorioso. Victoria en el sentido de aceptar y sobreponerse a la adversidad.

En el caso de Roosevelt el esfuerzo tuvo grandes frutos, aunque la lucha no fue fácil**. Cinco años le costó al ex presidente aceptar la idea de que era un lisiado, aunque nunca aceptó que se le mirara con lástima. Para sobreponerse a su limitación motora, FDR amplió su encanto comunicativo hasta lograr hacer olvidar a todos la parálisis que lo afectaba.

Como lo recuerda Tobin, FDR contrajo el mal cuando apenas tenía 39 años. Se convirtió entonces en una persona sin intimidad. Sus actos mas íntimos comenzaron a depender de la ayuda de su esposa, una enfermera o de quienes trabajaban en un hospital. Incluso vestirse pasó a ser un acto infantil en la vida de Roosevelt. Pero él decía: “yo no voy a ser vencido por una enfermedad de niños”.

Tobin se metió a escarbar en este tema porque recordaba una historia. Cuando tenía cinco anos, su abuela le había contado  que hubo una vez un señor que contrajo la polio y que después -sin poder caminar- se convirtió en presidente de los Estados Unidos. Se volcó desde  entonces –primero sin saberlo- a tratar de desenredar esa madeja. (Tobin escribió dos biografías previas, una referida a los hermanos Bright y la carrera que emprendieron para volar y otra acerca de la vida del reportero de guerra Ernie Pyle, libro con el que ganó el premio de la crítica en los Estados Unidos).

Nada se sabe de los pensamientos mas íntimos de Roosevelt, además muy pocos hablaban del tema. Sólo un entorno muy cercano conoció el drama que sufrió Roosevelt tras contraer la enfermedad, sin embargo, el biógrafo fue recopilando información que luego usó en su trabajo. Llegó incluso a meterse en los  recuerdos de Sarah Roosevelt, la madre de FDR, quien dio cuenta de un recuerdo doloroso: “Franklin nos llamó para mostrarnos algo que él consideraba importante, cuando llegamos a su habitación lo vimos deslizarse de la cama al piso y luego jalándose con los codos logró salir de su cuarto. Para él representaba la habilidad de escaper del fuego”.

Eleonor, la esposa, rompió a llorar.

Era terrible para los suyos verlo en una silla de ruedas y era más doloroso todavía verlo siendo cargado mientras la gente lo miraba. Lo cierto es que se sobrepuso y de esa ‘debilidad’, FDR llegó a sacar toda la energía que necesitaba para avanzar.

Nadie puede decir cómo una persona contrae la poliomyelitis. En el caso de FDR, Tobin sospecha que fue al visitar a un grupo de Boy Scouts en Bear Mountain, NY. Quizás allí comió algo que escondía el virus.

El virus es apenas una pequeñísima cápsula cerrada con una tirita de material genético. Ni siquiera se mueve por sí solo, no come, no respira. Apenas vive (pareciera estar hibernando) Un parásito. Para reproducirse debe entrar al cuerpo humano y tratar de pasar desapercibido para los infatigables anticuerpos que defienden nuestro organismo. Si llega a los intestinos, se busca una madriguera, ahí la cápsula que lo cubre se disuelve, llega a exponer sus componentes químicos y genéticos (algo así como un cierre de pantalón que se abre) se une entonces a las celulas intestinales que se duplican dando paso al virus por miles. El malestar no se hace esperar, muchos seres humanos sufren dolores de cabeza, naúseas y fiebre. El buen sistema inmunológico los barre y los expulsamos por el intestino. Pero basta que el 1% de esos virus llegue a la espina dorsal y ataque sobre todo los nervios que tienen que ver con nuestros músculos motores para generar un gran problema. Si llegan ahí, los virus destruyen las células nerviosas y cortan el vínculo que te ayuda a recibir las órdenes cerebrales que te piden moverte. Te paralizan. Si se obtiene un diagnóstico rápido, la persona puede recuperarse, pero sí el daño es severo, el virus puede llegar a matar al anfitrión. El virus de la polio puede llegar a vivir fuera de nuestro organismo por seis meses. Es evidente que para propagarse tiene que encontrar un cuerpo susceptible. Y lo mejor para el virus es un clima caliente.

Para tener una idea, Tobin recuerda algunas cifras alarmantes. En 1926, veintisiete mil estadounidenses fueron diagnosticados con polio. Seis mil personas murieron. En NY, nueve mil fueron paralizados. Se acusaba entonces a los más pobres de ser los portadores del virus, entonces eran los italianos quienes eran el blanco de las acusaciones. Pero en el caso de Roosevelt, se trataba de una persona pudiente, un familiar no tan lejano de un ex presidente, un hombre que acababa de participar en las elecciones siendo el candidato a la vice presidencia por el partido demócrata. Era imposible de creer.

Lo cierto es que sí en el caso de FDR se hubiese hecho un diagnóstico rápido y atacado la enfermedad, quizás él no hubiese sufrido una paralización de sus piernas. Tampoco es que FDR y su entorno se quedara cruzados de brazos, consultaron a las eminencies de entonces. El tio Warren Delano II volvió de Hong Kong -había estado allá participando del negocio del opio, proveyendo el producto a los chinos que lo demandaban- y se convirtió en uno de los consejeros de su sobrino. Se consultó entonces al doctor William Williams Keen, una eminencia entonces, quien dijo que el paciente tenía una trombosis o coágulo en la columna vertebral y había que operar. FDR sufría, ni siquiera podía ir al baño y necesitó de enemas para evacuar. Se buscó una segunda opinión y se consultó al doctor Samuel A. Levine, quien no aceptó el primer diagnóstico, pero se negó a contradecirlo abiertamente. Keen tenía una gran reputación, había operado al ex presidente Grover Cleveland de un cáncer a la boca y en privado a bordo de un yate, pretendiéndose evitar el pánico económico en 1893. Levine recomendó extraer el líquido lumbar, porque creía que mejoraba el dolor de cabeza y reducía las fiebres. Con los riesgos que todo eso suponía. Levine solicitó la opinion del doctor Robert Lovett, encargado de la comisión de parálisis infantil de la Universidad de Harvard quien fue el encargado de hacer el dignóstico correcto. Y la primera orden que dio es que el paciente se bañara en soluciones salinas, eso mejoró el estado de FRD.

En la vida de Roosevelt ya estaba entonces Louis Howe, quien se convirtió en su mano derecha, era el encargado de ‘manejar’ a la prensa. Llegó luego Margarite Le Hand quien se convirtió en la gran compañía de Roosevelt. Y fue la físico terapeuta Alice Lou Plastrigde quien enseñó al paciente cómo usar sus músculos más fuertes y valerse de los mismos para caminar.

Antes, FDR había descubierto la gran ayuda que representaba para su organismo el hecho de tomar sol y zambullirse en agua tibia y con minerales. Fue así que se hace de Warm Spring, en Georgia, y lo convierte en el centro de rehabilitación para todas las personas afectadas por la polio. Era el lugar donde podía despojarse de la ropa y sentirse feliz flotando en el agua. Es el lugar también donde Roosevelt descubre la necesidad de ayudar. Para Tobin, aquí es donde Roosevelt descubre el gran valor de la compasión humana.

(Algunos historiadores refieren que el único momento que FDR habló abiertamente de su problema de parálisis, fue en 1945, cuando al regreso de la cumbre de Yalta y se disponía a informar al congreso de su país acerca de los acuerdos alcanzados. Prefirió hacerlo sentado. El dijo que era mejor así, ‘ya estaba cansado de usar en las piernas toda esa ayuda de veinte kilos de acero’. No lo menciona Tobin, porque sigue al ex presidente hasta que se convierte en presidente para su primer período.

En la soledad de su habitación, Roosevelt va observando como se mueve su entorno, se fija en los grupos políticos. Al Smith es gobernador de NY y teme estar perdiendo su poder. Es Smith quien hace todo lo posible para que FDR se involucre con el partido y lo nombra su sucesor- Roosevelt no acepta porque desea curarse y no aparecer tan desválido frente a los demás, pero es hora de decidir y decide-. Mientras Smith se presenta a las elecciones nacionales y pierde, Roosevelt gana por escaso margen y se convierte en nuevo gobernador de Nueva York.

Tobin presenta a Smith como el Salgari en la época del gran músico Wolfgang Amadeus Mozart. Es el oponente de FDR y es el que cree que lo podrá manejar en la gobernación, pero Roosevelt se impone y descabeza todo el aparato que su antecesor ha montado en la capital neoyorquina, Albany. Smith comenta que no hay problema, total ‘Franklin está pronto a morir’. Pero FDR ya está preparado para la lucha, además tiene una ventaja, ha meditado largamente. Y sí desea charlar, él llama a quienes desea escuchar, gran ventaja, va al grano sin perder tiempo. Antes ha circulado un panfleto anónimo dando cuenta que Roosevelt sufre de sífilis y cómo la enfermedad afecta el cerebro. Se busca difamarlo diciendo que pronto quedará desquiciado. Junto a su alfil, Louis Howe, Roosevelt entabla una lucha tenaz para refutar todos los puntos del ataque cobarde y anónimo.

Roosevelt se presenta a las elecciones de gobernador por segunda vez y vuelve a ganar.

Tobin no deja muy claro cómo es que Roosevelt gana su nominación a la presidencia, me da la impresión que sólo es un grupo de personas las que deciden quién es el que los representa. (Ver a los Tammany Hall. Las razones será un nudo a desenredar para mí).

En 1932, FDR se convierte en presidente de los Estados Unidos, el sueño que nunca dejó de abrazar. Comienza entonces una carrera igual de difícil, pero los intentos que tuvo tratando de volver a caminar, le han dado las herramientas para tratar una y otra vez. Hasta lograrlo. Hay que recordar que es la época de la gran depresión económica en los Estados Unidos. Todos tratan de buscar una solución. El saliente presidente Herbert Hoover trata de reunirse con Roosevelt –quizás para manipularlo- pero el flamante presidente rehusa la cita. Hoover se venga ante los periodistas diciendo: que “no importa, ese no es mi bebé”. Pese a la mofa, Roosevelt busca caminos y cimenta proyectos hasta que levanta a su país y lo lanza a caminar. Pienso que la correa con la que se ciñó el pantalon fue la precisa. Para gobernar un país se necesita la cabeza y el corazón, ya Roosevelt lo sabía.

FDR es elegido tres veces presidente de los Estados Unidos. Habiendo superado muchos obstáculos, a decir de algunos entendidos, se despreocupa de su salud. Necesitaba descansar. El 12 de abril de 1945, después de su cita en Yalta con Winston Churchill y Jose Stalin, Roosevelt se quejó de un tremendo dolor de cabeza, cuando los médicos lo atendieron determinaron que sufrió un derrame cerebral, eran las 3.35 p.m. FDR había dejado de existir.

*Acabo de leer también que hubo más de una conspiración Roosevelt. Pero esta habla de una antes que FDR se convirtiera en presidente y dice que la brigada Trickster atentó en su contra en 1927. Son algunos miembros paranoícos de esta brigada quienes habrían infectado a FDR con un virus cerebral. Según dice la información, esta gente estaba interesada en parar el curso de la Historia. Ellos no confiaban en que el joven político de entonces podía dirigir a los Estados Unidos frente a los Nazis.

**Entendemos que la enfermedad es tremenda, pero descubrimos que para un adulto el drama aumenta porque tiene que determinar qué significa perder la movilidad, entonces hay que dar forma a una propia historia de lo que ocurrió. Esa historia que se construye servirá para lo que se dirá en el futuro una y otra vez. No es fácil, porque un adulto se siente agonizando en la incertidumbre del mañana. De pronto, las dos piernas que permitían caminar sin temor, ya no obedecen. De pronto, esas dos piernas son sólo algo que estan pegadas al abdómen. Es como si tuvieramos dos enemigos rebelándose contra la mente que les ordena ponerse de pie, moverse y no hacen caso. La hostilidad que siente un adulto es tremenda. Lo que era mío ya no me pertenece. Ya no dicen, mis piernas. Ahora dicen, las piernas. Mis músculos de las piernas pasan a denominarse, los músculos de las piernas. Ahora son partes independientes, no más representan un todo. Además, la creencia cultural y religiosa juega su papel, las malas acciones generan verguenza y castigo y los afectados llegan a creer que el mal obedece a algo que merecemos porque fuimos malos.

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