La lista de biografías en torno a la vida del presidente estadounidense
Franklin Delano Roosevelt es impresionante. Hay algunas que abordan su niñez,
su vida matrimonial, sus decepciones y sus alegrías, su participación en la segunda
guerra mundial, su relación con Winston Churchill, en fin, hay libros desde
donde nos podemos acercar al ser humano y sorprendernos.
Con lo que tenemos publicado aún no llegamos a conocer bien
a este hombre*. (Mientras trataba de terminar esta nota, visité la biblioteca
del pueblo donde vivo y acaba de aparecer una nueva biografía, una que aborda
la juventud del ex presidente). Así es, siempre habrá alguien que observe, explore
y presente algo nuevo. Es lo que hizo James Tobin al escribir el libro titulado
‘The man he became, how FDR defied polio to win the presidency’.
La tesis que postula Tobin es que FDR no hubiera podido ser
el presidente que fue, quizás no hubiese sido presidente después de todo, si no
hubiese contraído poliomyelitis en 1921. Según el biógrafo, Roosevelt se
sobrepuso a su enfermedad porque entendió que todos nacemos con una herida
-visible o invisible- y que la tarea de un ser humano está en esforzarse por
lograr salir victorioso. Victoria en el sentido de aceptar y sobreponerse a la
adversidad.
En el caso de Roosevelt el esfuerzo tuvo grandes frutos,
aunque la lucha no fue fácil**. Cinco años le costó al ex presidente aceptar la
idea de que era un lisiado, aunque nunca aceptó que se le mirara con lástima.
Para sobreponerse a su limitación motora, FDR amplió su encanto comunicativo hasta
lograr hacer olvidar a todos la parálisis que lo afectaba.
Como lo recuerda Tobin, FDR contrajo el mal cuando apenas
tenía 39 años. Se convirtió entonces en una persona sin intimidad. Sus actos
mas íntimos comenzaron a depender de la ayuda de su esposa, una enfermera o de
quienes trabajaban en un hospital. Incluso vestirse pasó a ser un acto infantil
en la vida de Roosevelt. Pero él decía: “yo no voy a ser vencido por una
enfermedad de niños”.
Tobin se metió a escarbar en este tema porque recordaba una historia.
Cuando tenía cinco anos, su abuela le había contado que hubo una vez un señor que contrajo la
polio y que después -sin poder caminar- se convirtió en presidente de los
Estados Unidos. Se volcó desde entonces –primero
sin saberlo- a tratar de desenredar esa madeja. (Tobin escribió dos biografías
previas, una referida a los hermanos Bright y la carrera que emprendieron para
volar y otra acerca de la vida del reportero de guerra Ernie Pyle, libro con el
que ganó el premio de la crítica en los Estados Unidos).
Nada se sabe de los pensamientos mas íntimos de Roosevelt,
además muy pocos hablaban del tema. Sólo un entorno muy cercano conoció el
drama que sufrió Roosevelt tras contraer la enfermedad, sin embargo, el biógrafo
fue recopilando información que luego usó en su trabajo. Llegó incluso a
meterse en los recuerdos de Sarah
Roosevelt, la madre de FDR, quien dio cuenta de un recuerdo doloroso: “Franklin
nos llamó para mostrarnos algo que él consideraba importante, cuando llegamos a
su habitación lo vimos deslizarse de la cama al piso y luego jalándose con los
codos logró salir de su cuarto. Para él representaba la habilidad de escaper
del fuego”.
Eleonor, la esposa, rompió a llorar.
Era terrible para los suyos verlo en una silla de ruedas y era
más doloroso todavía verlo siendo cargado mientras la gente lo miraba. Lo
cierto es que se sobrepuso y de esa ‘debilidad’, FDR llegó a sacar toda la
energía que necesitaba para avanzar.
Nadie puede decir cómo una persona contrae la poliomyelitis.
En el caso de FDR, Tobin sospecha que fue al visitar a un grupo de Boy Scouts
en Bear Mountain, NY. Quizás allí comió algo que escondía el virus.
El virus es apenas una pequeñísima cápsula cerrada con una
tirita de material genético. Ni siquiera se mueve por sí solo, no come, no
respira. Apenas vive (pareciera estar hibernando) Un parásito. Para
reproducirse debe entrar al cuerpo humano y tratar de pasar desapercibido para
los infatigables anticuerpos que defienden nuestro organismo. Si llega a los
intestinos, se busca una madriguera, ahí la cápsula que lo cubre se disuelve,
llega a exponer sus componentes químicos y genéticos (algo así como un cierre
de pantalón que se abre) se une entonces a las celulas intestinales que se
duplican dando paso al virus por miles. El malestar no se hace esperar, muchos
seres humanos sufren dolores de cabeza, naúseas y fiebre. El buen sistema
inmunológico los barre y los expulsamos por el intestino. Pero basta que el 1%
de esos virus llegue a la espina dorsal y ataque sobre todo los nervios que
tienen que ver con nuestros músculos motores para generar un gran problema. Si
llegan ahí, los virus destruyen las células nerviosas y cortan el vínculo que te ayuda a
recibir las órdenes cerebrales que te piden moverte. Te paralizan. Si se
obtiene un diagnóstico rápido, la persona puede recuperarse, pero sí el daño es
severo, el virus puede llegar a matar al anfitrión. El virus de la polio puede
llegar a vivir fuera de nuestro organismo por seis meses. Es evidente que para
propagarse tiene que encontrar un cuerpo susceptible. Y lo mejor para el virus
es un clima caliente.
Para tener una idea, Tobin recuerda algunas cifras
alarmantes. En 1926, veintisiete mil estadounidenses fueron diagnosticados con
polio. Seis mil personas murieron. En NY, nueve mil fueron paralizados. Se
acusaba entonces a los más pobres de ser los portadores del virus, entonces
eran los italianos quienes eran el blanco de las acusaciones. Pero en el caso
de Roosevelt, se trataba de una persona pudiente, un familiar no tan lejano de
un ex presidente, un hombre que acababa de participar en las elecciones siendo
el candidato a la vice presidencia por el partido demócrata. Era imposible de
creer.
Lo cierto es que sí en el caso de FDR se hubiese hecho un
diagnóstico rápido y atacado la enfermedad, quizás él no hubiese sufrido una
paralización de sus piernas. Tampoco es que FDR y su entorno se quedara cruzados
de brazos, consultaron a las eminencies de entonces. El tio Warren Delano II
volvió de Hong Kong -había estado allá participando del negocio del opio,
proveyendo el producto a los chinos que lo demandaban- y se convirtió en uno de
los consejeros de su sobrino. Se consultó entonces al doctor William Williams
Keen, una eminencia entonces, quien dijo que el paciente tenía una trombosis o
coágulo en la columna vertebral y había que operar. FDR sufría, ni siquiera podía
ir al baño y necesitó de enemas para evacuar. Se buscó una segunda opinión y se
consultó al doctor Samuel A. Levine, quien no aceptó el primer diagnóstico,
pero se negó a contradecirlo abiertamente. Keen tenía una gran reputación, había
operado al ex presidente Grover Cleveland de un cáncer a la boca y en privado a
bordo de un yate, pretendiéndose evitar el pánico económico en 1893. Levine recomendó
extraer el líquido lumbar, porque creía que mejoraba el dolor de cabeza y reducía
las fiebres. Con los riesgos que todo eso suponía. Levine solicitó la opinion
del doctor Robert Lovett, encargado de la comisión de parálisis infantil de la
Universidad de Harvard quien fue el encargado de hacer el dignóstico correcto.
Y la primera orden que dio es que el paciente se bañara en soluciones salinas,
eso mejoró el estado de FRD.
En la vida de Roosevelt ya estaba entonces Louis Howe, quien
se convirtió en su mano derecha, era el encargado de ‘manejar’ a la prensa.
Llegó luego Margarite Le Hand quien se convirtió en la gran compañía de
Roosevelt. Y fue la físico terapeuta Alice Lou Plastrigde quien enseñó al
paciente cómo usar sus músculos más fuertes y valerse de los mismos para
caminar.
Antes, FDR había descubierto la gran ayuda que representaba
para su organismo el hecho de tomar sol y zambullirse en agua tibia y con
minerales. Fue así que se hace de Warm Spring, en Georgia, y lo convierte en el
centro de rehabilitación para todas las personas afectadas por la polio. Era el
lugar donde podía despojarse de la ropa y sentirse feliz flotando en el agua.
Es el lugar también donde Roosevelt descubre la necesidad de ayudar. Para Tobin,
aquí es donde Roosevelt descubre el gran valor de la compasión humana.
(Algunos historiadores refieren que el único momento que FDR
habló abiertamente de su problema de parálisis, fue en 1945, cuando al regreso
de la cumbre de Yalta y se disponía a informar al congreso de su país acerca de
los acuerdos alcanzados. Prefirió hacerlo sentado. El dijo que era mejor así, ‘ya
estaba cansado de usar en las piernas toda esa ayuda de veinte kilos de acero’.
No lo menciona Tobin, porque sigue al ex presidente hasta que se convierte en
presidente para su primer período.
En la soledad de su habitación, Roosevelt va observando como
se mueve su entorno, se fija en los grupos políticos. Al Smith es gobernador de
NY y teme estar perdiendo su poder. Es Smith quien hace todo lo posible para
que FDR se involucre con el partido y lo nombra su sucesor- Roosevelt no acepta
porque desea curarse y no aparecer tan desválido frente a los demás, pero es
hora de decidir y decide-. Mientras Smith se presenta a las elecciones
nacionales y pierde, Roosevelt gana por escaso margen y se convierte en nuevo
gobernador de Nueva York.
Tobin presenta a Smith como el Salgari en la época del gran
músico Wolfgang Amadeus Mozart. Es el oponente de FDR y es el que cree que lo
podrá manejar en la gobernación, pero Roosevelt se impone y descabeza todo el
aparato que su antecesor ha montado en la capital neoyorquina, Albany. Smith
comenta que no hay problema, total ‘Franklin está pronto a morir’. Pero FDR ya
está preparado para la lucha, además tiene una ventaja, ha meditado largamente.
Y sí desea charlar, él llama a quienes desea escuchar, gran ventaja, va al
grano sin perder tiempo. Antes ha circulado un panfleto anónimo dando cuenta
que Roosevelt sufre de sífilis y cómo la enfermedad afecta el cerebro. Se busca
difamarlo diciendo que pronto quedará desquiciado. Junto a su alfil, Louis
Howe, Roosevelt entabla una lucha tenaz para refutar todos los puntos del
ataque cobarde y anónimo.
Roosevelt se presenta a las elecciones de gobernador por
segunda vez y vuelve a ganar.
Tobin no deja muy claro cómo es que Roosevelt gana su
nominación a la presidencia, me da la impresión que sólo es un grupo de
personas las que deciden quién es el que los representa. (Ver a los Tammany
Hall. Las razones será un nudo a desenredar para mí).
En 1932, FDR se convierte en presidente de los Estados
Unidos, el sueño que nunca dejó de abrazar. Comienza entonces una carrera igual
de difícil, pero los intentos que tuvo tratando de volver a caminar, le han
dado las herramientas para tratar una y otra vez. Hasta lograrlo. Hay que
recordar que es la época de la gran depresión económica en los Estados Unidos.
Todos tratan de buscar una solución. El saliente presidente Herbert Hoover
trata de reunirse con Roosevelt –quizás para manipularlo- pero el flamante
presidente rehusa la cita. Hoover se venga ante los periodistas diciendo: que “no
importa, ese no es mi bebé”. Pese a la mofa, Roosevelt busca caminos y cimenta
proyectos hasta que levanta a su país y lo lanza a caminar. Pienso que la
correa con la que se ciñó el pantalon fue la precisa. Para gobernar un país se
necesita la cabeza y el corazón, ya Roosevelt lo sabía.
FDR es elegido tres veces presidente de los Estados Unidos.
Habiendo superado muchos obstáculos, a decir de algunos entendidos, se
despreocupa de su salud. Necesitaba descansar. El 12 de abril de 1945, después
de su cita en Yalta con Winston Churchill y Jose Stalin, Roosevelt se quejó de
un tremendo dolor de cabeza, cuando los médicos lo atendieron determinaron que
sufrió un derrame cerebral, eran las 3.35 p.m. FDR había dejado de existir.
*Acabo de leer también que hubo más de una
conspiración Roosevelt. Pero esta habla de una antes que FDR se convirtiera en
presidente y dice que la brigada Trickster atentó en su contra en 1927. Son algunos
miembros paranoícos de esta brigada quienes habrían infectado a FDR con un
virus cerebral. Según dice la información, esta gente estaba interesada en parar
el curso de la Historia. Ellos no confiaban en que el joven político de
entonces podía dirigir a los Estados Unidos frente a los Nazis.
**Entendemos que la enfermedad es
tremenda, pero descubrimos que para un adulto el drama aumenta porque tiene que
determinar qué significa perder la movilidad, entonces hay que dar forma a una propia
historia de lo que ocurrió. Esa historia que se construye servirá para lo que
se dirá en el futuro una y otra vez. No es fácil, porque un adulto se siente
agonizando en la incertidumbre del mañana. De pronto, las dos piernas que
permitían caminar sin temor, ya no obedecen. De pronto, esas dos piernas son sólo
algo que estan pegadas al abdómen. Es como si tuvieramos dos enemigos rebelándose
contra la mente que les ordena ponerse de pie, moverse y no hacen caso. La
hostilidad que siente un adulto es tremenda. Lo que era mío ya no me pertenece.
Ya no dicen, mis piernas. Ahora dicen, las piernas. Mis músculos de las piernas
pasan a denominarse, los músculos de las piernas. Ahora son partes
independientes, no más representan un todo. Además, la creencia cultural y
religiosa juega su papel, las malas acciones generan verguenza y castigo y los
afectados llegan a creer que el mal obedece a algo que merecemos porque fuimos
malos.
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