Tuesday, March 11, 2014

Leonardo Padura y las apostillas.

El escritor cubano Leonardo Padura esta escribiendo las apostillas de su novela ‘El hombre que amaba a los perros’. Padura hizo el anuncio en la última feria internacional del libro, en Buenos Aires.

Padura llegó a la capital argentina como el invitado especial para la temporada y ante un auditorio lleno de seguidores recordó que hace algunos años estuvo también en la feria y que su presencia pasó casi desapercibida.

Padura ganó notoriedad en el 2010 tras la publicación de la novela en la que contó la vida de León Trotsky, quien huyó de la entonces Unión Soviética para escapar de la orden de asesinato dado por el dictador ruso José Stalin.

Asimismo la historia cuenta -en contrapunto- la vida del joven español Ramón Mercader, quien tenía la orden de acabar con el opositor Trotsky quien vivía exiliado en México. Mercader llegó después hasta la remota Coyoacán para asesinar al otrora líder ruso con un pico de mano y cumplir el cometido pese a todas las medidas de seguridad dispuestas por el propio asilado.

Padura dice tener una serie de historias en torno a ‘El hombre que amaba a los perros’ que por razones de la propia historia no escribió en la novela. El cubano adelantó que será algo parecido a lo que hizo el italiano Umberto Eco, quien luego de publicar su novela ‘El nombre de la rosa’, presentó un libro adicional que contaba pormenores de cómo fue el proceso para escribir su también famosa novela.

Padura no sabe explicar con exactitud cómo se inició la concepción de su historia. Cuenta que en 1989 visitó la casa donde asesinaron a Trotsky -hoy convertida en el Museo del Asilo- y que se conmovió al ver las inmensas paredes construídas para evitar lo que finalmente ocurrió: el asesino se filtró por la puerta y golpeó a Trotsky en la cabeza, cuando el ruso se disponía a escribir algo. La muerte no ocurrió en el acto, León Trotsky vivió para pedir a sus guardias de seguridad que no acabaran con el joven, pues era la manera directa de llegar a descubrir al verdadero asesino.

El escritor cubano dice que en su país no había nada respecto a León Trotsky, apenas una biografía y dos libros cuyos títulos eran: ‘Trotsky el traidor y Trotsky el renegado’. Desde entonces empezó una investigación a conciencia por dos años. En Espana –cuenta Padura- visitó los lugares donde se vendían libros viejos. Luego los amigos se fueron sumando y le enviaron una serie de trabajos en torno al exiliado asesinado.

Padura supo que el asesino Ramón Mercader vivió en Cuba desde 1974 y que tenía el nombre de Jaime Ramón López –los rusos le habían dado ese nombre tras ser liberado de una prisión mexicana. Un pequeño grupo burocrático cubano sabía de quien se trataba con exactitud. Al parecer, Mercader llegó a Cuba debido al pedido expreso de su esposa. La mexicana Rogelia Mendoza no resistía vivir en Moscú, porque no se acostumbraba a ese ambiente tan frío. La Habana pareció ser el lugar que más se acomodaba a sus costumbres.

Mercader se trajo de la Unión Sovietica dos perros de raza y acostumbraba caminar con ellos a lo largo de la quinta avenida, en la capital cubana. En ese momento el director de cine Tomás Gutiérrez Alea, uno de los cineastas más representativos de Cuba, andaba pensando comenzar a filmar su película ‘Los sobrevivientes’, historia que cuenta cómo una familia de ricos decide encerrarse en su mansión, mientras termina la revuelta que habían orquestado los barbudos.

'Los ricos cubanos deberían tener unos perros que los representara', pensó el director de cine sin dar con ellos; hasta que un día, al caminar con su esposa, la actriz Mirtha Ibarra, vio a Mercader caminando con sus galgos rusos. “Estos son los perros de mi familia burguesa”, parece haber sido la expresión del director. Abordó al dueño y le solicitó el permiso para filmarlos. Mercader dio una evasiva para salir del apuro. Padura no sabe del arreglo que se hizo para que Mercader dejara que sus perros aparecieran en la película, pero sí desean mirar a los bolsoi basta poner a correr los primeros minutos de la película.

Padura no cree que pueda acceder a la información, primero porque el director ha fallecido y segundo porque la esposa actriz de Gutiérrez Alea no lo recuerda.

Un dato curioso es el que el doctor Ascues le refiere a Padura. El padre del escritor enferma y le descubren que tiene cáncer en la naríz. Cuando hace las averiguaciones pertinentes llega al Instituto de Cáncer de La Habana donde conoce al principal especialista en cuello y cabeza. Se presenta ante el galeno y el doctor Ascues se complace de conocer al escritor de quien ya ha leido sus libros policiales. Cuando Ascues le pregunta a Padura, qué libro esta escribiendo, el escritor le cuenta que viene tratando de desentrañar la forma como asesinaron a Trotsky. Vaya, yo fui quien le diagnóstico cáncer a las amígdalas, comentó el oncólogo, quien al dudar de su diagnistico llamó a su asistente, quien confirmó lo que era evidente, el paciente –un desconocido para ellos- padecía de cáncer avanzado. El diagnóstico se da en marzo de 1978. Cuando los doctores Ascues y su asistente el doctor Cueva abordan un avión con destino a Buenos Aires para participar en un congreso internacional de oncología, una aeromoza les alcanza un periódico bonaerense, en la página 6 ó 7 descubren la noticia de la muerte del asesino de Trotsky, cuando observan la foto ambos doctores se sorprenden, era el mismo paciente a quien le habían dicho que tenía un cáncer muy avanzado. Este hecho ocurrió unos meses después, octubre de 1978. De no haber ocurrido este viaje, los doctores jamás hubiesen sabido a quien le habían hecho un diagnóstico tan preciso, comentó Padura.

El cadáver de Mercader fue sacado de la capital cubana y fue llevado a la capital soviética. En el cementerio de Moscú, se enterró a Mercader con el nombre de Ramón López. En 1994 recién se le colocó su nombre verdadero.

Para Padura darle una historia ficticia a un personaje histórico sin historia fue más ‘fácil’ al momento de escribir la novela.

El escritor sabía que la novela no se publicaría en Cuba, pero de todas maneras presentó su manuscrito ante la directora del ente correspondiente, quien para su sorpresa aprobó su publicación. La novela gozaba ya de una gran aceptación tras la publicación hecha en Barcelona en el 2009. Así que la edición cubana apareció al año siguiente. Se publicaron de 500 a 600 ejemplares y cuando se anunció ‘se acabó’, se acabó. Es lo que tememos los cubanos, señala Padura: ‘En Cuba, cuando las cosas se acaban, realmente se acaban. Los libros se habían robado de los almacenes, los libreros habían hecho compras por lo bajo, en fin’.

Con todo eso me dieron el Premio Nacional de Literatura, dijo Padura. El primero de su generación en ganarlo. Luego se reeditó la novela con un tiraje de mil ejemplares. Se presentó el libro en la Feria de La Habana y en apenas 40 minutos los libros se acabaron. Cuenta el escritor que aquel día firmó 800 ejemplares. Así que Padura ganó también ese premio, el de haber vendido más libros en el menor tiempo posible.

No comments: