Friday, March 21, 2014

Tres historias budistas.

La iluminación o nirvana.

Todos los monjes tratan de alcanzan el nirvana -la iluminación.
Todos los monjes preguntan a su maestro: ¿qué es el nirvana, cómo saber cuándo lo han alcanzado?.
El maestro refiere la historia de una manera sencilla.
Les pide a un grupo de niños participar en el juego del deseo.
El primer niño desea comer todos los helados que le sea posible.
El segundo niño desea una fábrica de helados para comer los que desea, el día que desea. El primer niño se muere de rabia por no haber deseado tanto.
El tercer niño desea un millón de dólares y su fábrica de helados, con eso no sólo tendrá los helados que quiera, sino las otras cosas que desea. Con su deseo deja pensando a los otros niños que son unos tontos.
El cuarto niño desea el millón de dólares, la fábrica de helados y tres deseos adicionales, con eso podrá ir potenciando sus deseos hasta el infinito. Con lo que se convierte en el niño más envidiado e inteligente del grupo.
El quinto niño no tiene deseo, con lo que tiene esta contento y le basta porque se siente feliz. Y lo dice esbozando una sonrisa contagiosa.
El maestro les dice entonces a sus alumnos: Eso es nirvana, estar contento y feliz con lo que uno tiene. Es fácil de alcanzar si no se llenan de deseos.

 ¿Quién debe morir?

Un grupo de monjes meditaba. Ante uno se presentó el Supremo y le dijo: escoge de entre tus colegas a uno que debe morir, hazlo ya. El monje supo quienes estaban alrededor y mentalmente observó: a su costado derecho meditaba el monje más odioso que había conocido, se había logrado sentar en un cojin doble; más allá estaba el más joven de los monjes que apenas había logrado sentarse en un pedazo de lona; junto a la pared meditaba el más flojo de los monjes; a su izquierda casi cerca de la esquina, estaba el monje más anciano; junto a la gran llama que alumbraba en el rincón estaba el monje enfermo que meditaba con devoción y por supuesto estaba él que sentía muchas ganas de estar sentado en un cojín más cómodo. Se dolía ante la urgencia de elegir.
¿Debería ser yo quién debe morir? Comenzó a preguntarse. Pero aún no he logrado hacer lo que deseo ¿No es acaso que los monjes han llegado a este mundo para velar por los demás? ¿Esta es la única razón por la que he nacido? Siguió luego con su diálogo interno. Pero… el monje más anciano está a punto de partir ¿debería ser a él a quien elijo? Y ¿por qué no elegir al más enfermo? apenas se yergue en su pequeño cojín. Y ¿por qué no elegir al más odioso? nos libraríamos de una persona detestable. Y el joven ¿se debe salvar por qué es joven? Es apenas un proyecto de monje. ¿Por qué no elegir al más flojo, jamás ayuda en las tareas del monasterio, ahora mismo –estoy seguro- en vez de meditar esta dormido y descansa su espalda contra la pared.
El monje siguió meditando tratando de dar con la respuesta. En su incosnciente se preguntó si se odiaba tanto a sí mismo como para desear morir. De pronto cayó en lo más hondo de su inconsciente y se encontró perdido, temió entonces por su vida. Era un mundo extraño, las aves de ese paraíso preferían anidar en los árboles viejos, todo se movía con extrema lentitud en ese mundo que parecía aletargado, lo podrido servía para nutrir a lo que florecía y se notaba todo eso sin necesidad de agudizar la visión, en calma pudo ver cómo su sombra se agigantaba y era capaz de volar, desde el cenit pudo ver el nadir en un acto continuo, mientras estaba arriba veía lo de abajo y viceversa. El ser Supremo sonrió y el monje se vio invadido por una luz tan brillante y acogedora, resultaba todo eso algo así como un arrullo de paz. Le bastó esto último para saber lo que tenía que hacer.
El no era nadie para señalar quien debía de morir. Agradecido, siguió meditando hasta que sonó la campana. Los siete monjes se desperezaron tras cumplir con sus alabanzas. El sol despuntaba y se anunciaba el nuevo día. Todos los monjes estaban con vida.

La historia del niño que vuelve.

Existen algunas personas que han regresado después de estar muertas y al regresar cuentan historias sorprendentes. Esta es la historia de un niño que al morir llegó al cielo. Cuenta que tuvo que ponerse en fila detrás de un anciano. Desde la posición que tenía pudo ver algo de lo que ocurrió más adelante.
Los ángeles a cargo seleccionaban a los recién llegados quienes debían de pasar ante un juez que les enumeraba sus malas acciones.
Cuando le tocó el turno al anciano, el ángel que lo recibió lo estrechó en un abrazo y le dijo que pasara sin esperar el turno del juez.
Extrañado el niño preguntó por qué el anciano no había sido juzgado. El ángel le dijo: “ese hombre jamás juzgó a nadie mientras estaba con vida, por lo tanto al llegar aquí merece el mismo trato”.
El niño decidió entonces que no era aún su tiempo de partir, abrió los ojos y volvió, entonces contó lo que le había ocurrido. Desde entonces su gran deseo fue ser como ese anciano mientras viva.

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