‘En una noche oscura se hace más fácil ver la majestuosidad
de las estrellas que brillan en el firmamento’. Recordaba mis viajes por el Perú
profundo, recorriendo caminos en las tolvas de los camiones o en una camioneta
y me sorprendía de la majestuosidad que contemplaba. Vaya espectáculo, gracias
a la oscuridad, viajando en una pista apenas afirmada, de Llata a La Unión, en
Huánuco o de Chachapoyas a Celendín uniendo dos departamentos: Amazonas y
Cajamarca, la contemplación era un regalo.
Es el contraste lo que hace que resalte algo, pensé cuando terminé
de ver la película “12 años de esclavitud”. Es la historia verdadera de Solomon
Northup, quien siendo un hombre libre, tras un engaño en 1841, se convierte en
esclavo y pasa un tremendo vía crucis hasta recuperar su dignidad y su libertad
perdida.
Pensé también que la vida es algunas veces un viaje que de
pronto toma rumbos increíbles e insanos y nos lleva por rutas tortuosas del que
resulta difícil salir. Le tocó esa mala experiencia a Solomon, quien felizmente
llega a encontrar a un hombre que lo escucha y opta por hacer lo que este le
pide, escribir a las personas que pueden garantizar lo que es: un hombre libre.
Mientras vive el drama, él decide sobrevivir,
sin caer en la desesperación, esperando la oportunidad para recuperar su
libertad. Y esta es la historia que pienso se va repitiendo para lograrlo.
Y ahora vuelvo de alguna manera a mi cita inicial. La
actuación de Chinetel Ejiofor -como Salomon- brilla si lo vemos interactuar con
los demás personajes, sobre todo con quienes interpretan papeles antagónicos. Por
su gran trabajo interpretativo, Ejiofor podría levantar el Oscar como mejor actor
en la próxima versión de la Academia de Hollywood. Es más, la película tiene no
sólo el mérito de una magnífica historia de lucha, sobrevivencia y triunfo, es también
un trabajo con una espléndida fotografía y en muchas de las escenas, el
director Steve McQueen nos da una extraordinaria muestra de su talento.
Nos transporta hasta esa época de abuso y humillación y nos lleva a formular la
pregunta de rigor: ¿qué haría yo en una circunstancia como esa?.
Sigo con los contrastes. Solomon conoce a dos
extraños quienes le ofrecen una buen pago por tocar el violín junto a ellos. Sin
embargo, la intención es otra. El hombre libre termina en una mazmorra en Washington
desde donde es vendido, luego transportado en barco hasta el sur de los Estados
Unidos para terminar como esclavo en una plantación de Lousiana. En cada uno de
estos lugares Salomon será sometido a una serie de abusos para humillarlo. En Lousiana
comienzan a aparecer con más profundidad otros personajes insanos, primero
aparece el malvado John Tibeats -interpretado por Paul Dano, el también joven
pastor enfermo de ‘There will be blood”- en este caso es el capataz de la
plantación de algodón. Quien sintiéndose humillado trata de linchar a Solomon.
Para salvarlo, los dueños del lugar optan por vender al esclavo. Entonces
Solomon llega al infierno: la plantación de los Epps. Edwin Epps es el
desquiciado dueño y Mary es su despiadada esposa. Sarah Paulson interpreta a
esta mujer enferma.
Mientras miraba la película me preguntaba ¿Quién es esta
mujer? ¿Por qué hace lo que hace? Ojo, hablo del personaje. No voy a negar que
me puse a buscar información acerca de su actuación y di con algo que me
resultó interesante. Paulson comentó en una entrevista que este “no es un rol
que te haga disfrutar tu trabajo, evidentemente”.
Tras los diálogos constantes con el director y Michael
Fassbender –Ed, su esposo en la plantación de Lousiana- determinaron su experiencia
pasada de vida: ella tenía el dinero y Edwin la hace su esposa por ese
motivo. Sin embargo, Ed se convierte en el dueño y ella pasa a un papel
secundario en su propio plantación. La historia que le crearon a Mary Epps era
necesaria para contar una historia más convincente, además tuvieron que hacer
eso porque en el libro autobiográfico de Solomon, el músico y carpintero no
hizo ningún estudio de los personajes malvados que lo rodearon, tan solo se dedicó
a contar su drama, su lucha por volver a emanciparse. Entonces, a Mary Epps
decidieron darle también un padre terrible. Un papá imaginario que
mostraba su cariño con violencia, por eso cuando ella defiende su amor por su
esposo lo hace con 'mano de hierro'. Ella es una hija aterrorizada que sigue sin
recibir amor, en la película la vemos convertida en una mujer no amada. Su
matrimonio es una desgracia, su marido desea a otra que en la mente de Mary está
por debajo de ella. Se siente humillada. Tiene miedo de ser reemplazada por
otra, por una esclava.
Paulson dice que sabiendo las motivaciones de Mary Epps y tratando de entender esa
psicología –sus pensamientos- decide
actuar como la vemos actuar. No es una mujer inteligente, es una mujer que
desea protegerse y ganar. Se sabe que esta siendo engañada, se siente celosa y no sabe que hacer consigo misma. Y si la mujer ha desarrollado un
comportamiento como el de ella, tiene un instinto de supervivencia, le basta
con ver a su marido observando a la joven Patsey con deseo para que descargue
su ira. Ella sabe que su marido en el fondo es muy débil y agrede, araña, trata
de matar. Por eso la vemos detrás de su marido -mientras este azota a Pat atada
a un árbol- y de pronto le escuchamos decir sin remordimientos: ‘do it’ (hazlo,
flagelala). Allí es donde ejercita el poder que le ha sido negado. En ese
momento ella se engaña y siente que gana respeto. El respeto que ningún hombre
le ha dado en su existencia.
Cuenta la actríz que su actuación para ella fue un
aprendizaje como ser humano. Había que jugar el rol sin juzgarlo. Se dijo que
no debía adjuntar ese comportamiento al suyo. Además, el director le decía
durante el rodaje: ‘no hay elección, tú la conoces, sólo déjala que
ella fluya, que haga lo que tiene que hacer’. Paulson añade, eso me daba
confianza, es bueno escuchar el poder que te da un director. Sin embargo, la
actríz no deja de preguntarse, por qué -tras la prueba- Steve McQueen la vio capaz de ser esa mujer
con ese comportamiento despreciable.
Respecto a Ed Epps leí por ahí que para algunos su papel
resultó sobreactuado. Diría lo contrario, por lo siguiente: él es un hombre que
nunca sabe ser auténtico y no sabe qué hacer con sus sentimientos. Siente que
ama con locura a su esclava, pero se castiga por eso. Quizás piensa tontamente ‘un
hombre blanco no puede amar a una mujer negra’. El establishment de aquel
momento le dice lo que debe pensar y compara a sus esclavas con los cerdos que
cría en un chiquero. Apela a Dios y a la Biblia para justificar su acción, pero
la realidad le dice otra cosa. Para él resulta imposible conciliar lo que
siente y lo que se juzga feo por fuera.
La circunstancia de ese momento lo
abruma y no lo deja ser quien desea ser. Basta mirarlo amando y sufriendo a la
vez cuando entra a la habitación donde tiene hacinados a sus esclavos y toma a
Pat para violarla. Se muere por besarla. El amor y la rabia se juntan y en Ed
gana la rabia, el desprecio que siente por sí mismo. En este caso, no se
liquida por débil, prefiere acabar con su objeto que lo ‘debilita’. Y aquí
aprendemos que la violencia es miedo, es cobardía. La violencia realmente es la
máscara de la debilidad.
Luego aparece el buen canadiense Samuel Bass interpretado
por Brad Pitt y Pitt con sus dos apariciones largas se roba el show. Bass
acepta el pedido de Solomon quien le pide escribir a sus conocidos de New York
que sabe vendrán a rescatarlo. El canadiense se arriesga y ocurre entonces el
fin del sufrimiento de un hombre libre, quien volverá al seno de su familia.
Las criticas no se han hecho esperar, en lo que sí concuerdo
es que se desaparece a Tibeats de la historia y le perdemos el rastro. ‘El master’,
el mozuelo que sueña con ser respetado y reconocido, sin embargo Solomon le
muestra que no es más que un muchacho y le da lecciones, primero con el
transporte de los árboles a través de los pántanos y luego con la construcción
de una casa de madera. Tibeats se trata de vengar y recibe una paliza del
propio Solomon –él piensa: ‘de un esclavo’- entonces regresa con el afán de
vengar la afrenta, trata de ahorcar a Solomon y se encuentra con la resistencia
del otro capaz quien para el abuso a medias. Esta creo que es una de las partes
memorables del film. No es que nos guste ver cómo se ahorca a un ser humano, lo
que nos molesta es que se deje colgado a un hombre que apenas se sostiene en la
punta de sus pies. Ahí la cámara es único testigo de lo que ocurre, las
personas alrededor ni siquiera ven lo que se nos muestra. Por contraste, el
impacto es sorprendente. Pienso que Tibeats iba a regresar, su psicología lo
iba a empujar a buscar una venganza definitiva, pero el muchacho se esfuma por
completo.
Qué más puede decirle de la película, la fotografía es
majestuosa. Basta mirar los atardeceres con ese cielo donde se mezcla el
violeta con el amarillo. Ahora entiendo porque los afroamericanos disfrutan el
morado. Era lo que veían con ternura metidos en todo ese drama que les tocó vivir. Seguro que ya alguien habló de la experiencia que vivieron los esclavos
en ese barcos inmundos donde los transportaban. McQueen hace un trabajo sutil y
de contraste mezclando la belleza de los pedales, el agua del mar abriéndose
camino y el sufrimiento de quienes van a bordo. Vemos a algunos seres humanos
encadenados y con bozales dando cuenta de un mundo de pesadillas del que se les
despierta para lanzarlos a más humillación, haciendo aún más doloroso el largo
porvenir.
De todo ese drama, hemos obtenido una lección. Salí del
cinema, miré el cielo y las luces de las calles no me dejaron ver las estrellas.
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