Thursday, February 13, 2014

Solomon y la vida de un esclavo.


‘En una noche oscura se hace más fácil ver la majestuosidad de las estrellas que brillan en el firmamento’. Recordaba mis viajes por el Perú profundo, recorriendo caminos en las tolvas de los camiones o en una camioneta y me sorprendía de la majestuosidad que contemplaba. Vaya espectáculo, gracias a la oscuridad, viajando en una pista apenas afirmada, de Llata a La Unión, en Huánuco o de Chachapoyas a Celendín uniendo dos departamentos: Amazonas y Cajamarca, la contemplación era un regalo.

Es el contraste lo que hace que resalte algo, pensé cuando terminé de ver la película “12 años de esclavitud”. Es la historia verdadera de Solomon Northup, quien siendo un hombre libre, tras un engaño en 1841, se convierte en esclavo y pasa un tremendo vía crucis hasta recuperar su dignidad y su libertad perdida.
Pensé también que la vida es algunas veces un viaje que de pronto toma rumbos increíbles e insanos y nos lleva por rutas tortuosas del que resulta difícil salir. Le tocó esa mala experiencia a Solomon, quien felizmente llega a encontrar a un hombre que lo escucha y opta por hacer lo que este le pide, escribir a las personas que pueden garantizar lo que es: un hombre libre. 

Mientras vive el drama, él decide sobrevivir, sin caer en la desesperación, esperando la oportunidad para recuperar su libertad. Y esta es la historia que pienso se va repitiendo para lograrlo.

Y ahora vuelvo de alguna manera a mi cita inicial. La actuación de Chinetel Ejiofor -como Salomon- brilla si lo vemos interactuar con los demás personajes, sobre todo con quienes interpretan papeles antagónicos. Por su gran trabajo interpretativo, Ejiofor podría levantar el Oscar como mejor actor en la próxima versión de la Academia de Hollywood. Es más, la película tiene no sólo el mérito de una magnífica historia de lucha, sobrevivencia y triunfo, es también un trabajo con una espléndida fotografía y en muchas de las escenas, el director Steve McQueen nos da una extraordinaria muestra de su talento. Nos transporta hasta esa época de abuso y humillación y nos lleva a formular la pregunta de rigor: ¿qué haría yo en una circunstancia como esa?.

Sigo con los contrastes. Solomon conoce a dos extraños quienes le ofrecen una buen pago por tocar el violín junto a ellos. Sin embargo, la intención es otra. El hombre libre termina en una mazmorra en Washington desde donde es vendido, luego transportado en barco hasta el sur de los Estados Unidos para terminar como esclavo en una plantación de Lousiana. En cada uno de estos lugares Salomon será sometido a una serie de abusos para humillarlo. En Lousiana comienzan a aparecer con más profundidad otros personajes insanos, primero aparece el malvado John Tibeats -interpretado por Paul Dano, el también joven pastor enfermo de ‘There will be blood”- en este caso es el capataz de la plantación de algodón. Quien sintiéndose humillado trata de linchar a Solomon. Para salvarlo, los dueños del lugar optan por vender al esclavo. Entonces Solomon llega al infierno: la plantación de los Epps. Edwin Epps es el desquiciado dueño y Mary es su despiadada esposa. Sarah Paulson interpreta a esta mujer enferma.

Mientras miraba la película me preguntaba ¿Quién es esta mujer? ¿Por qué hace lo que hace? Ojo, hablo del personaje. No voy a negar que me puse a buscar información acerca de su actuación y di con algo que me resultó interesante. Paulson comentó en una entrevista que este “no es un rol que te haga disfrutar tu trabajo, evidentemente”.

Tras los diálogos constantes con el director y Michael Fassbender –Ed, su esposo en la plantación de Lousiana- determinaron su experiencia pasada de vida: ella tenía el dinero y Edwin la hace su esposa por ese motivo. Sin embargo, Ed se convierte en el dueño y ella pasa a un papel secundario en su propio plantación. La historia que le crearon a Mary Epps era necesaria para contar una historia más convincente, además tuvieron que hacer eso porque en el libro autobiográfico de Solomon, el músico y carpintero no hizo ningún estudio de los personajes malvados que lo rodearon, tan solo se dedicó a contar su drama, su lucha por volver a emanciparse. Entonces, a Mary Epps decidieron darle también un padre terrible. Un papá imaginario que mostraba su cariño con violencia, por eso cuando ella defiende su amor por su esposo lo hace con 'mano de hierro'. Ella es una hija aterrorizada que sigue sin recibir amor, en la película la vemos convertida en una mujer no amada. Su matrimonio es una desgracia, su marido desea a otra que en la mente de Mary está por debajo de ella. Se siente humillada. Tiene miedo de ser reemplazada por otra, por una esclava.

Paulson dice que sabiendo las motivaciones de Mary Epps y tratando de entender esa psicología –sus pensamientos- decide actuar como la vemos actuar. No es una mujer inteligente, es una mujer que desea protegerse y ganar. Se sabe que esta siendo engañada, se siente celosa y no sabe que hacer consigo misma. Y si la mujer ha desarrollado un comportamiento como el de ella, tiene un instinto de supervivencia, le basta con ver a su marido observando a la joven Patsey con deseo para que descargue su ira. Ella sabe que su marido en el fondo es muy débil y agrede, araña, trata de matar. Por eso la vemos detrás de su marido -mientras este azota a Pat atada a un árbol- y de pronto le escuchamos decir sin remordimientos: ‘do it’ (hazlo, flagelala). Allí es donde ejercita el poder que le ha sido negado. En ese momento ella se engaña y siente que gana respeto. El respeto que ningún hombre le ha dado en su existencia.

Cuenta la actríz que su actuación para ella fue un aprendizaje como ser humano. Había que jugar el rol sin juzgarlo. Se dijo que no debía adjuntar ese comportamiento al suyo. Además, el director le decía durante el rodaje: ‘no hay elección, tú la conoces, sólo déjala que ella fluya, que haga lo que tiene que hacer’. Paulson añade, eso me daba confianza, es bueno escuchar el poder que te da un director. Sin embargo, la actríz no deja de preguntarse, por qué -tras la prueba- Steve McQueen la vio capaz de ser esa mujer con ese comportamiento despreciable.

Respecto a Ed Epps leí por ahí que para algunos su papel resultó sobreactuado. Diría lo contrario, por lo siguiente: él es un hombre que nunca sabe ser auténtico y no sabe qué hacer con sus sentimientos. Siente que ama con locura a su esclava, pero se castiga por eso. Quizás piensa tontamente ‘un hombre blanco no puede amar a una mujer negra’. El establishment de aquel momento le dice lo que debe pensar y compara a sus esclavas con los cerdos que cría en un chiquero. Apela a Dios y a la Biblia para justificar su acción, pero la realidad le dice otra cosa. Para él resulta imposible conciliar lo que siente y lo que se juzga feo por fuera. 
La circunstancia de ese momento lo abruma y no lo deja ser quien desea ser. Basta mirarlo amando y sufriendo a la vez cuando entra a la habitación donde tiene hacinados a sus esclavos y toma a Pat para violarla. Se muere por besarla. El amor y la rabia se juntan y en Ed gana la rabia, el desprecio que siente por sí mismo. En este caso, no se liquida por débil, prefiere acabar con su objeto que lo ‘debilita’. Y aquí aprendemos que la violencia es miedo, es cobardía. La violencia realmente es la máscara de la debilidad.

Luego aparece el buen canadiense Samuel Bass interpretado por Brad Pitt y Pitt con sus dos apariciones largas se roba el show. Bass acepta el pedido de Solomon quien le pide escribir a sus conocidos de New York que sabe vendrán a rescatarlo. El canadiense se arriesga y ocurre entonces el fin del sufrimiento de un hombre libre, quien volverá al seno de su familia.

Las criticas no se han hecho esperar, en lo que sí concuerdo es que se desaparece a Tibeats de la historia y le perdemos el rastro. ‘El master’, el mozuelo que sueña con ser respetado y reconocido, sin embargo Solomon le muestra que no es más que un muchacho y le da lecciones, primero con el transporte de los árboles a través de los pántanos y luego con la construcción de una casa de madera. Tibeats se trata de vengar y recibe una paliza del propio Solomon –él piensa: ‘de un esclavo’- entonces regresa con el afán de vengar la afrenta, trata de ahorcar a Solomon y se encuentra con la resistencia del otro capaz quien para el abuso a medias. Esta creo que es una de las partes memorables del film. No es que nos guste ver cómo se ahorca a un ser humano, lo que nos molesta es que se deje colgado a un hombre que apenas se sostiene en la punta de sus pies. Ahí la cámara es único testigo de lo que ocurre, las personas alrededor ni siquiera ven lo que se nos muestra. Por contraste, el impacto es sorprendente. Pienso que Tibeats iba a regresar, su psicología lo iba a empujar a buscar una venganza definitiva, pero el muchacho se esfuma por completo.

Qué más puede decirle de la película, la fotografía es majestuosa. Basta mirar los atardeceres con ese cielo donde se mezcla el violeta con el amarillo. Ahora entiendo porque los afroamericanos disfrutan el morado. Era lo que veían con ternura metidos en todo ese drama que les tocó vivir. Seguro que ya alguien habló de la experiencia que vivieron los esclavos en ese barcos inmundos donde los transportaban. McQueen hace un trabajo sutil y de contraste mezclando la belleza de los pedales, el agua del mar abriéndose camino y el sufrimiento de quienes van a bordo. Vemos a algunos seres humanos encadenados y con bozales dando cuenta de un mundo de pesadillas del que se les despierta para lanzarlos a más humillación, haciendo aún más doloroso el largo porvenir.

De todo ese drama, hemos obtenido una lección. Salí del cinema, miré el cielo y las luces de las calles no me dejaron ver las estrellas.

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