Al escribir el primer artículo acerca
de “El hombre que amaba a los perros” -novela del cubano Leonardo
Padura- fui consciente que dejaba muchos cabos sueltos. Esperé,
dejando que las ideas se asentaran o sencillamente saltaran de
improviso cuando algo o alguien me empujara a sacudirlas. Ocurrío,
se ha despertado en mi el deseo de volver a escribir más acerca de
algunos detalles importantes, vitales para quienes pasamos momentos
de temor a consecuencia del terrorismo que nos amenazó.
Para quienes aún no han leído la
novela de Padura, debo decirles que la historia trata de las
peripecias que vivió Leon Trotsky, luego que fuera deportado y
viviera huyendo de las garras del sátrapa ruso, José Stalin. La
orden en su contra ya estaba decretada y se esperaba el momento
propicio para ejecutarla. La novela también trata de cómo se
reclutó y entrenó a quien luego sería el asesino, Ramón Mercader.
Como recuerdan, Trotsky fue asesinado
por un joven español sin contacto aparente con el poder de Moscú.
Al ser apresado, Mercader negó en todo momento ser un sicario de
Stalin. Sin embargo, al termino de su condena, se fue a vivir a la
Unión Soviética y pasó una temporada en La Habana, Cuba.
Los detalles del 'lavado de cerebro' de
este joven, quien pasó de ser un despechado enamorado, a un frío
asesino, fueron muy bien contados por Padura, y fue también lo que
más me interesó en esa historia.
Cuando leí la novela pensé en muchos
jovenes peruanos que murieron abrazando la causa extremista del grupo
maoísta Sendero Luminoso. En esos jóvenes que rendían pleitesía a
un líder fantoche y cobarde llamado Abimael Guzmán. Cuando fue
apresado no levantó un dedo para defenderse. Junto a él cayeron
cuatro mujeres, entre ellas una joven muy bonita, bailarina de
ballet, que usaba las clases de ballet en una casa de dos plantas,
como fachada para esconder a su cabecilla.
La joven se llama Maritza Garrido Lecca
y purga prisión por terrorismo, aunque se comenta que esta ad portas de salir en libertad. Ella viene de una familia acomodada, tiene
estudios universitarios y era entonces una buena promesa de la danza
clásica, hasta que la apresaron junto a su líder.
Estuve en la presentación del cabecilla
senderista ante la prensa y en esa oportunidad se presentó también
a la joven bailarina. Aún los recuerdo con sus trajes a rayas, el
cabecilla estuvo dando una arenga a sus seguidores, sin más
argumentos que el de una guerra fratricida. Nada interesante, simple
repetición de muletillas políticas aprendidas en una de sus estancias
en China, renovadas en algo por el devenir de los años. No se le
podía oír bien. Muchos periodistas tuvieron aquel día un
comportamiento extraño, pues se pusieron a su nivel y comenzaron a
gritarle una serie de improperios.
Antes, cuando la bailarina fue
presentada hubo más calma y ella lanzó sus consignas partidarias de
viejo y cansado uso. Qué nos iba a poder decir una joven, sin duda
confundida por lo que ocurría y también asustada al verse como
estoy seguro se vio.
Abimael, sabía algo de su historia y
desde que supe lo que trataba de esconder me dio lástima. Ahora
viejo usaba una máscara de líder, muy bien camuflada con una barba
descuidada y unos anteojos de intelectual, detrás brillaban esos ojos
llenos de ira, acostumbrado sólo a leer lo que le daba la razón, lo
que le servía para su siniestro bienestar. Claro, él se había
creado el mito de que 'era el hombre predestinado para cambiar el
orden de la sociedad peruana'. Se mentía, si no podía ni con él
mismo, tenía sus explosiones internas que afloraban a su piel en
algunas oportunidades. No esperaba gran cosa de este tipo.
Mi curiosidad se dirigió entonces a
tratar de armar la historia de la muchacha. ¿Por qué sufría? Por
qué habia cambiado su 'rollo interno' y se creía una pieza
importante dentro de un grupo asesino? ¿Qué demonios le habían
hecho para ponerla a gritar como una fiera? ¿Qué le daba ese
coraje? ¿Cómo habían hecho ese trabajo para sacarla de su mundo
'bien' y ponerla a defender una causa de muerte? Estas fueron mis
preguntas de entonces y mis preguntas puede que se vayan
incrementando con el paso de los años.
Leí mucho acerca de Sendero Luminoso.
¿Cómo no hacerlo? Todos los días nos manchaban las informaciones
de sangre, matando inocentes, jóvenes soldados, simples policías de
servicio. Las mujeres senderistas dando el tiro de gracia a los
caídos. Sabíamos que el papel de las mujeres fue tremendo para que
SL se mantuviera vigente y tuviera a los peruanos al borde del abismo
y lo que es igual de horrendo, los peruanos aceptamos lo que luego
-desde la orilla legal- otro dictador hizo. Este dictador legitimado
usando como bandera de lucha 'la defensa de la democracia' ordenó
que se les jugara a los terroristas con sus propias armas sucias,
pero lo peor es que luego cuando se le pidió que se reafirmara en
sus órdenes, lo negó y cargó con todo el peso de dicha guerra
sucia a los militares que lo habían acompañado. Se trató de
limpiar, huyó y lo pescaron. Es otra historia fea.
Las mujeres al interior de SL actuaban
de manera maternal con sus camaradas senderistas. Si alguno fallaba
lo alentaban a no desmayar, al principio. Una vez que los convencían,
exigían ejecutar las órdenes del partido, porque las mismas eran
'infalibles', a su decir. Nadie podía discrepar, discrepancia
significaba estar a favor del otro, del que combatían. Las mujeres
podían actuar de manera muy complaciente con sus compañeros para
paliar la tensión de su lucha (estoy siendo eufemista).
Leí incluso libros de algunos
analistas militares que decían que una mujer cumple un buen rol en
la guerra porque se les cambia el bebe que anhelan por las armas
y al cuidar esas armas se abocan simbólicamente a cuidar a sus
'vástagos'.
Con toda esta información y tranquilo
de tener a los pocos senderistas rodeados hoy en el Valle del
Mantaro, en la enmarañada selva peruana, llegó a mis manos la
novela de Padura. En “El hombre que amaba a los perros”, el
escritor aborda también el papel que jugaron las mujeres durante la
guerra civil española. Como recuerdan, los rusos fueron a apoyar a
los republicanos en su lucha contra los fascistas de Franco (Ahora se
sabe que a los rusos poco les importó España, lo que Stalin deseaba
era usar a los ibéricos en sus tratos con Hitler para salvar a
Rusia de una invasión. Antes, Stalin saqueó España y la dejo
perdida a su suerte). ¿España recibía lo que nos hizo hace 500
años?
Los rusos que llegaban a Madrid o a las
otras ciudades españolas se involucraban con los comunistas que
encontraban en la república y estos comunistas se mostraban más
afectos al sátrapa que los propios soviéticos. Padura dice: 'había
gente que se unía a los rusos, liquidaban a quienes quisieran sin
orden de Moscú, porque siendo despiadados se creían dignos de ser
revolucionarios'.
Estos comunistas españoles mataban
republicanos que trataban de salvar España sólo para satisfacer
aquello que creían gustaría a Stalin. Todo lo que ordenaba el
dictador estaba bien y había que aceptar esas órdenes aunque todos
murieran por la misma.
Cambien el nombre de Stalin por Guzmán
y comenzarán a encontrar respuestas. La ficción dando ayuda a la
realidad.
En ese grupo de españoles que creían
en los soviéticos y su líder, estaba Caridad del Río, madre de
Ramón Mercader, luego asesino de Trosky.
Era una mujer que odiaba todo lo que
tuviera que ver con su pasado de mujer rica. Lo habia perdido todo,
pero eso fue el inicio. ¿En qué momento es que se habia quebrado
del todo? En la ficción esta la respuesta y les sugiero leer la
novela para que encuentren el porque. No voy a hacer paralelos con la
bailarina, de quien no sé más. La bailarina fue amada, claro, era
hermosa, pero renunció a eso y dejó al novio que la adoraba para
enrolarse en una guerra. ¿Quería verse desde su ángulo engañoso más consecuente con la causa de quienes sufren? ¿De quienes sufren?
Caridad del Río alimentó el odio de
sus hijos. Ramón tenía un perro al que adoraba desde que era un
niño, cuando se une a la causa comunista de Moscú, la madre le pide
que cumpla con su primera orden, matar a ese perro. El obedece.
Ella tiene una frase que duele: 'mi
odio nunca me permitirá trabajar para construir la nueva sociedad.
Pero es la mejor arma para destruir esta sociedad, por eso he
convertido a todos ustedes, mis hijos, en lo que son: los hijos del
odio'.
Ramón entra al partido comunista y es
el amante ruso de su madre quien comienza su entrenamiento brutal. Se
convierte en una máquina obediente y despiadada. Capaz de morir por
la causa. Al fallar, es capaz de explotar su odio y no ser compasivo.
“Tú no puedes imaginarte de que es capaz un hombre, de lo que puede hacer el odio y el rencor cuando
lo han alimentado bien. El odio se convierte en una enfermedad que no
se puede parar”, escribe Padura.
A Ramón le cambian de nombre para
borrarle parte de su pasado, lo van preparando así para su 'gran
tarea'. El lo ignora totalmente.
El amante de su madre le dice: 'tú no
piensas, sólo obedeces; tú no actuas, sólo ejecutas; tú no
decides, sólo cumples; tú vas a ser mi mano en el cuello del
traidor (así le decían entonces a Trosky) y mi voz va a ser la del
camarada Stalin y Stalin piensa en todos nosotros'.
“La más burda de las mentiras, dicha
una y otra vez sin que nadie la refute, termina por convertirse en
una verdad”.
Pasan unos años, Ramón es adiestrado
en todo, su francés es excelente y se hace pasar por belga. Vive en
Paris, se enamora de una troskista y los rusos alimentan eso, él
sigue ciego, ignorante.
Hasta que Ramón llega a Mexico, se
hace pasar por un hombre de negocios y cumple la orden por la que lo
habían preparado. Muchos años después de purgar condena por el
asesinato de Trotsky se reúne con el ex amante de su madre en Moscú,
quien le dice: 'el plan era que tú mataras a Trotsky y que los
guardaespaldas te mataran a ti, así es como debió ocurrir. Así
todo iba a ser más fácil. Así lo había pedido Stalin. El no
quería que quedara ningún cabo suelto. Tu vida le importaba un
carajo. Pero Trotsky te salvó.
Creo que quienes vivimos acosados por
el terror comprendemos mejor a Padura. El vive ahora en Cuba. La isla
pugna por salir del yugo de los Castro, quienes han usado el marxismo
como ideología, como una forma de falsa conciencia, quienes han
empujado a un país hasta el borde del abismo, sólo para
beneficiarse de esos intereses, ellos han creado una nueva clase
dominante. 'Lo que tú tienes lo quiere para mi', es lo que pensaron
antes de lanzarse a derribar a Batista. No lo recuerdan.
Bueno, cambiemos los papeles, Abimael
no deseaba morir, tal vez quería que quienes lo rodeaban hubiesen
ofrendado sus vidas por él, cuando cayó como palomita (Fujimori lo
quería muerto). Los valientes hombres del GEIN, con Miyashiro y
Jiménez a la cabeza, le salvaron la vida. Esos oficiales y sus
policías fueron los héroes. El Perú comenzó a despertar tras la
pesadilla.
Ojalá esos jóvenes usados como
objetos por el odio, recapaciten. Aún hay algunos en el Valle del
Mantaro, en las cárceles de Lima. Ojalá vean su odio y sufrimiento
y no lo quieran regar. Recuerden, el odio es una enfermedad que no se
puede detener cuando sale a correr. Se lleva de encuentro todo lo que
hay en el camino.
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