Thursday, February 28, 2013

Decálogo (doble y personal).


1-No seas catastrófico. Muchas veces cuando vamos a enfrentar un reto, pensamos lo peor. 'Y sí fallamos. Si nos morimos'. Antes de hacer algo ya estamos poniendo un pero. Recuerda, los peros invalidan una idea. Nunca le digas a una mujer: 'deseo casarme contigo, pero no tengo dinero'. Ella sabrá -inconscientemente- que el asunto no marcha en serio.
2.- No te minimizes. Nunca te compares, siempre habrá uno que este encima o debajo de ti en algo. Un albañil, no puede ser un maquillador. (aunque sin duda duda, hay excepciones)
3.- Se realista, ni arriba, ni abajo. A veces nos disparamos con nuestras ideas hasta la estratósfera o sencillamente bajamos a los infiernos. Recuerda, estamos en la tierra. Aprende a mantener un balance.
4- Interpreta bien (mira tu neurosis) Todos tenemos locuras que pasan por la mente, lo mejor es dejarlas pasar, verlas, sonreírlas, aceptarlas, entenderlas y diluirlas con amor.
5- Recupérate rápido (busca algo que te guste) Algunos con un simple comentario negativo en contra caen en lo más profundo de su ser. Hay cosas que nos duelen, que nos pueden doblegar, entonces hay que buscar la forma de salir a flote. El buen sentido de humor es necesario en este punto.
6- Piensa como científico: lo lograré. Muchos caen al primer tropiezo. 'Nunca lograré mi sueño', comentan y se están poniendo la primera zancadilla, que resulta a veces la más difícil de pasar. Aprende de tus errores. Ya nos han cansado con la historia de la bombilla creada por Edison. Si se hubiese desanimado el inventor no tendríamos el foco que nos alumbra.
7- Simplifica, en qué eres bueno. Si eres bueno cantando, esfuérzate en eso. No busques ser astronauta. Quizás cantando puedas llegar a conseguir ir a las estrellas o enviar a muchos a la luna.
8- Persiste hasta el final. Muchos hombres talentosos se han quedado en el umbral de sus deseos por no querer sudar un poquito más. El talento no lo es todo. La paciencia y el trabajo constante dan buen resultado.
9- Disfruta el viaje, sea bueno o malo. Algunas veces nos quejamos de lo que hacemos, pero de pronto cuando se presenta la oportunidad de hacer eso que hemos despreciado, notamos lo infantil e insensato de nuestra queja anterior.
10- Si fallas, sé compasivo. No seas perfecto, busca la excelencia. Recuerdo algunos compañeros de clase, pocos, claro, que querían el ansiado 10 en sus calificaciones. Si alcanzaban 9, no lo aceptaban. Me bastaba con un 8 para conseguir el helado de vainilla y chocolate que me gusta. Recuerdo que un profesor decía bromeando: “10 para Dios, 9 para el profesor, 8 para el alumno”. Ahí los perfeccionistas temblaban.
11- Agradece. Sí alguien te brinda una sonrisa, genial. Si llueve, bacán; la primavera se acerca, se comienza a alejar el invierno. Si alguien te da más de una hora de su tiempo. Wow.
12- Coraje es vencer el miedo pese a sentirlo. Al miedo se le vence saltando. Si temes ahogarte, la mejor manera de salir del apuro es braceando, poco a poco alcanzarás la orilla.
13- Muestra tus miedos, eres humano. ¿Quién no sintió miedo, celos, angustia?. ¿Quién no dejó caer una lágrima por alguien a quien amaba? Estamos hechos del mismo barro pensativo y movemos los mismos músculos para hacer lo que hacemos.
14- Mira el éxito, imagínalo con todos tus sentidos. Te imaginas subiendo al podio de un buen ser humano, siendo compasivo y amoroso. El corazón suelta entonces todos los dolores que lo tienen atado y la pena se esfuma.
15- Afronta las dificultades con hidalguía. Piensa en que hay alguien muy cercano que te esta mirando. No lo defraudes. Yo que soy alguien pegado a mi abuelo, siempre digo que él me enseñó la compasión, mi padre me enseñó el amor a mis semejantes. A ellos, que están lejos de este mundo, es a quienes me encomiendo para pedir disculpas y los mejores consejos.
16- No seas agresivo. Aquí en los Estados Unidos noté que incluso con una mirada uno puede ser ofensivo. Aquí he aprendido a tocar y querer con mi espíritu.
17- Si tú ayudas a crear realidad, crea una buena realidad. Somos los coautores de lo que nos sucede, siente, piensa, obra y trata bien y notarás que vas por un buen camino.
18- No olvides tu pastilla de 500 ó más mg de “Me importa un carajo”. Esto suena tremendo en inglés: ' I give you a sh...' No hay que tomar tan a pecho algunas cosas. Como sabemos, todo pasa y tenemos que aprender a aceptar eso.
19- Sí estas tenso, suelta. A veces me he visto cerrando los puños al tratar de decidir algo y con solo ese acto todo mi organismo se ha puesto alerta. Me he congelado o he transpirado copiosamente. Entonces observó mis manos, aceptó lo que ocurre y empiezo a soltar las amarras.
20- Aprende a crear un vacío. Si te golpean, no te golpean, se golpean. Hay gente que grita y maltrata, haciendo eso, ellos creen que están por encima de los demás. Mirando bien el asunto, uno puede llegar a entender todo el dolor que se esconde en esa gente y lo que hay que hacer es dirigir nuestra compasión hacia cada uno de ellos.

Thursday, February 21, 2013

Desafía tus pensamientos.



Los pensamientos son sólo eso, pensamientos. No tienen ningun poder, salvo el poder que nosotros mismos le damos. ¿Cómo podemos ser conscientes de eso, cómo podemos acabar con eso?. Aquí una aproximación al problema.
Hace poco estaba viendo en Youtube la entrevista que su hija le hizo al doctor Aaron T. Beck. El psiquiatra habló de los pensamientos que siendo apenas pensamientos cobran un protagonismo que no tienen y luego se convierten en guías de nuestras vidas.
Mientras el doctor Beck analizaba a una paciente y le escuchaba hablar de sus escapes sexuales, descubrió algo. Al término de la perorata, el analista preguntó: '¿y cómo se siente?'. Ansiosa, fue la respuesta, no sé sí lo aburría a usted con mis historias.
En un primer plano, la paciente hablaba como sí se tratara de convencer de algo, pero lo que en el fondo gobernaba su manera de pensar era su ansiedad, su miedo, su hostilidad. Parecía algo así como que un pequeño arroyo guíara a un río inmenso. Claro, que en materia psicológica, los seres humanos le damos a ese arroyito la posibilidad de ser el río y es algo que no debemos permitir.
Con este primer punto, el doctor Beck me convenció y terminé de ver sus cerca de dos horas de conversación con su hija Susan. A sus más de 90 años, este psiquiatra se veía lleno de vida, me recordó a mi abuelo. Su lucidez era sorprendente.
Se inició como un seguidor del psicoanálisis, pero terminó creando su propia escuela y un instituto, el Beck Institute for Cognitive Behavior Therapy, en Pensilvania. Cuenta que encontró en el psicoanálisis un asunto parecido al esoterismo. Además, seguía rituales y ese ritualismo se parecía mucho a una religión. Sonrió recordando lo que le ocurrió a un amigo que le escribió a Sigmud Freud acerca de su propio análisis que no confirmaba del todo la teoría del creador. Era algo así como escribir al Papa dándole cuenta de la no confirmación de la existencia de Dios.
El también neurólogo se alejó del psicoanálisis, pero siguió interesado en el estudio de la depresión. Beck dice que hay una hostilidad que no aceptamos y nos reprimimos, sin embargo, esa hostilidad se refleja de otra manera. Muchas veces es el crítico que no se acepta y piensa mal de su persona y llega -muchas veces- a convertirse en un suicida.
Con los patrones psicoanalíticos analizó los sueños de sus pacientes y descubrió algo sorprendente. En el sueño de los depresivos hay desolación y rechazo, necesitan ganar afecto y algo que los haga sentir orgullosos, totalmente contrario al de sus pacientes sin depresión. Hay algunos que necesitan sufrir y se convierten en masoquistas.
Para evitar mayores complicaciones, la terapia enseña al paciente a analizar los pensamientos automáticos, esos que subyacen y se niegan a dar la cara fácilmente, pero que tratan de gobernar tiránicamente. Hay que darse cuenta de los pensamientos que corren subterráneos y nos ofrecen una mala interpretación de lo que ocurre en nosotros y en nuestro entorno.
Pero el problema se presenta con los deprimidos severos, pues sus creencias están muy enraizadas. Y es fácil notarlo sí se pregunta a unos de ellos, cómo estuvo la semana? Aunque teniendo algún momento placentero, siempre dirán que no hubo ninguno.
Con sus conocimientos de neurología, Beck descubrió además una mala comunicación a nivel cerebral, algo que él llama 'blue gen'. En estos pacientes la serotonina cerebral no tiene un buen nivel y deja de conectarse correctamente para establecer un patrón antidepresivo.
Beck descubrió que la mayoría de pacientes depresivos tenían un punto en común, casi todos tenían que ver con la desaparición física del padre por causa de las guerras y por la influenza (habla del caso estadounidense, sin duda). Aclara, sin embargo, que no todos llegan a ser depresivos, pues existen muchos individuos que tienen otro tipo de asimilación de una pérdida. Los depresivos llegan a quedarse desolados y perder toda esperanza.
A la pérdida de la esperanza y la desolación hay que tenerle cuidado, pues estos pacientes pueden llegar al suicidio. Nada de lo que ocurra en el mundo, en su entorno, tendrá algo positivo. Nada. Entonces se entregan mansamente a su propio final. Para sacarlos, hay que realizar un trabajo duro, comenta el psiquiatra.
El presidente del Instituto de Cognitive Behavior Therapy también habló de los esquizofrénicos, que es un problema diferente al de la depresión, sin duda. Beck refiere el caso de un paciente que tenía delirios de persecusión. Un agente del FBI lo perseguia y trataba de capturarlo. Su trabajo consistió en ganar con el paciente una buena relación. Ganado esto, había que mostrarse cooperativo y tratar de establecer la identidad del perseguidor. ¿Cómo es el agente del FBI?.
El paciente esquizofrénico exhibirá entonces sus características, será incapaz de focalizar a una persona que subyace en su cerebro, lo que demuestra una falta de concentración, a esto se suma una mala memoria y una falta de motivación. El trabajo en este caso es muy arduo, pues deben enseñar a ver su persona de una manera positiva.
El doctor Beck creó aquello del “Evento, Evaluación, Emoción”. Sí algo ocurre tenemos que hacer una evaluación correcta, real, nada fantasiosa. Sí logramos eso tendremos una respuesta emocional correcta. El sugiere, sí hay un problema, focalizar la mente en algo distinto. Viene una catástrofe. Miremos una película cómica, por ejemplo.
Pienso (esto es personal) que no es lo correcto y a decir de los meditadores budistas, eso es como tapar la hierba con una piedra. Lograremos acabar con el problema de manera momentánea, pero luego la hierba crecerá por los bordes y nuevamente tendremos el problema desbordado.
Sugieren los budistas que hay que aprender a focalizar la mente en el problema, tratando de entender el mismo. Poco a poco veremos sus raíces, cuando eso sucede cortaremos las mismas. Algo así como sentarse a focalizar el lente de una cámara y mirar los componentes que vemos en el encuadre, sin importar sí son buenos o malos. Ojo, no se trata de juzgar, se trata de aceptar y tener concomiento absoluto del mismo. Hay que observar lo que está en el encuadre: muchas veces será aburrimiento, ira, miedo, odio, envidia. Sí logramos fijar la problemática, la tenemos que aceptar, la entenderemos y diluiremos el mismo, acabaremos así con el problema de manera definitiva.
Los budistas sugieren que hay cuatro puntos importantes a los que tenemos que poner atención. 1-El cuerpo y sus sentidos, 2- El corazón y sus sentimientos, 3-La mente y los pensamientos y 4-Los principios que gobiernan la vida. Abriendo y observando estos cuatro puntos estaremos en camino a un proceso de cura. Pronto veremos al santo contra el dictador, Dios y el demonio pugnando en nuestras mentes.
La tarea no es fácil, pero hay que recordar que tenemos un aliado, nuestra respiración pausada, profunda, muy rítmica. *Debemos seguir el aire que va y viene por nuestro cuerpo. Hay que estar concentrados en el ahora, ser compasivos, tener paciencia, ser constantes y contar con cierta curiosidad positiva, componentes que lamentablemente no se nos ofrece en este mundo que corre y corre de manera loca. Lo que el meditador hace es disolver un problema, diluirlo para siempre. No se tapa, se acaba con el mismo.
Tenemos que hacer que nuestro río discurra por su cauce, sin que un arroyo trate de ponerse al frente de la corriente. En pocas palabras, un pensamiento negativo no puede ser el eje que nos fije las metas. No sólo debemos desafiar a los pensamientos, tenemos que darnos cuenta que son burbujas y dejarlas ir.

Friday, February 15, 2013

Tan lejos y cerca de mi padre.


Hace quince años que ocurrió la desaparición física de mi padre. Parece ayer, pero ¡qué largo y vacío ayer! Cuánto cariño robado, sólo abrazando tu recuerdo. Cuántas palabras no dichas, cuánta risa no compartida. Aquel día viejo explotó un espejo. Se hizo añicos. Te volviste agua que volvió al mar. Nos dejaste apenas tu olor de agua de colonia, tus camisas blancas con el cuello almidonado, siempre pulcras, pulcrísimas. Ahí, en ese ropero de caoba, aún están tus cosas y en mi corazón guardo lo mejor de ti: La bondad, la felicidad, aunque la felicidad fuera muchas veces ajena y se desintegrara como una burbuja.

Los últimos días.

En sus últimos días no pude ver a mi padre. Estaba en el hospital esperando ser llevado al quirófano por un problema prostático y yo estaba en casa, enfermo. Antes yo había estado en la selva, pero al saber que mi padre iba a ser operado, regresé a Lima, de inmediato. Tenía un presentimiento. Un presentimiento que se incrementó por algo que ocurrió mientras estaba de vacaciones. En la casa de un amigo moyobambino, buscando el baño, abrí la puerta equivocada y me di con la habitación de su hijo de apenas cinco años. El niño tenía un anaquel pegado a la pared donde se podían ver sus juguetes. Muchos juguetes de peluche, de plástico, mecánicos y de pronto algo se movió. Fue un movimiento lento, medido, zancada larga, ojo atento, avanzó entre los juguetes con sus enormes patas flacas. Me alarmó.¿Qué hacía un ave caminando allí, cuando todo estaba cerrado? me pregunté y las respuestas se dispararon en una fracción de segundos.
No sé hasta hoy el nombre de aquella ave silvestre parecida a una garza pequeña y de color marrón.
Me alarmé por una experiencia pasada, cuando mi abuelita materna falleció; un jilguero se metió a la casa, deambuló por donde quiso, le abrimos la puerta y se fue, desapareció volando. Al día siguiente mi abuelita expiró.
'Vaya terrible coincidencia', pensé. ¿Alguien va a morir? Llamé de inmediato a mi amigo para mostrarle mi descubrimiento e ipso facto me preguntó '¿bueno o malo?'. Sentí su temor, se parecía al mío, pero preferí no darlo a notar y repregunté, ¿tú qué quieres? El dijo: bueno. 'Bueno entonces', añadí de inmediato, queria derrotar a mis pensamientos negativos.
Más tarde, deseando no contagiar mi temor, pero sin dejar de pensar en lo peor, conté el asunto de la pequeña ave zancuda a algunos amigos de la selva. 'La hubieran matado', dijeron algunos. 'Es ave de mal aguero', agregaron otros. Alimentaban mi presentimiento. Se incrementó así mi negatividad.
Ya había hablado con mi madre y ella me había referido lo que ocurría con mi padre. Estaba internado. Así que de inmediato fui a una agencia de viajes, indagué por un ticket de avión y a la tarde siguiente volaba a la capital peruana.
Vi a mi padre, al regreso, lo visité, lo abracé, lo besé, charlamos. Se notaba algo cansado, muy ojeroso y algo pálido. No reparé mucho en eso hasta su deceso, se veía demacrado, con ojeras que gritaban. No fui a verlo porque la preocupación me golpeó por dentro y me vi envuelto en un lío que si bien se puede decir parecía el sinónimo de una intoxicación intestinal.
Si hubiese sabido leer mi organismo, me hubiese opuesto a la cirugía, pienso hoy. Había algo así como un mandato “para eso” y yo no escuché.
No vi a mi padre en sus últimos días y él se debe de haber sorprendido al no verme. Aunque él sabía que andaba con mis constantes correrías al baño y aducía el problema a un virus selvático, comida en abundancia, licores de raíces, entre otros desbarajustes. Lo operaron, salió bien de la sala de operaciones, pero la desgracia ocurrió dos dias después. Un domingo 15 de febrero, a las 6.00 a.m. alguien llamó a casa diciendo que mi padre se había puesto mal, grave. Mi madre contestó la llamada y al escucharle decir que mi padre se moría, salté de la cama, me meti a la ducha y enfilamos al hospital.
Vaya maldita sorpresa. Fui el primero en ver el cadáver de mi padre, pedí al enfermero que le quitara las sábanas y pude ver lo que quedaba de él. No era el mismo, me acerqué a su cuerpo llorando, lo besé y lo sentí frío, muy pálido y su hermosa nariz respingada habia sido afeada por una gran cantidad de algodón que lo taponeaba. El enfermero me dijo al escucharme llorar desconsolado, 'no alarmes más a tu madre, dale valor'. Abracé a mi madre y no lloré más.
Cuánto me hubiese gustado estar al lado de mi padre en esos sus últimos días, pero no pude. Estuvo solo, sin ninguno de sus familiares al lado. ¿Cómo habra sido aquello? Me pregunté varias veces.
Un día, no muy lejano de la partida de mi padre, ocurrió algo sorprendente. Mi amigo, el padre del niño donde nos topamos con el ave del presagio, cayó enfermo y llegó trasladado a Lima desde la selva. Se recuperó rápido felizmente. Antes, fui a verlo y junto a él habían muchos pacientes aquejados de problemas hepáticos o gastroenterológicos, casos severos, enfermos muchos con cáncer pancreático o de hígado. Muy cerca a su cama, una viejita murió rodeada de sus hijos y nietos. Ni bien fui a ver a mi amigo ocurrió un deceso frente a mi, de alguna forma mi padre me decía 'así he muerto, tranquilo'. La mujer parecía dormir rodeada de sus seres queridos. Envidié eso para mi viejo, pero sé que mi padre me decía que no me preocupara. Todos habíamos estado juntos en espíritu. Nadie le dijo nada a esa mujer. Tras constatar su muerte, muchos rompieron a llorar. El cuadro fue desgarrador para mi que venía de una experiencia parecida por lo que abandoné la sala. Qué me hubiese gustado decirle a mi padre en aquel momento de su partida, me pregunté.
Pensé que me había preparado para dar el último ádios y no pude.
Desprevenido como uno anda frente a la muerte, ésta se volvió a presentar cuando un primo muy querido, quien también se vio sorprendido con el bang! de un arma de fuego que tenia en la mano, se pegó un disparo mientras bromeaba. No murió rápido. Joven y lleno de salud, luchó con todas sus fuerzas por quedarse, pero la herida fue tremenda, mortal. En la sala de cuidados intensivos, no supe que decirle. Me dolía el hecho al constatar que lo perdíamos tan chiquillo, lleno de vida. Cuando estuve a su costado no sabía que decirle. Mi padre llamaba a mi primo 'campeón o avioneta'. Cuando algo ocurría, mi padre de inmediato le decía, 'Uy caray, se cayó la avioneta'. Mi primo reía, se paraba y volvía a lo que estaba haciendo, casi siempre algunas travesuras. Así que el campeón voló y se fue a ver a mi padre.
Hace algunos meses atrás, leyendo a un monje budista de Vietnam, me enteré que en esos últimos momentos hay un diálogo muy intenso con el agónico, pero son pocos quienes pueden establecer esa conexión. El monje lo contaba. Sentado al lado del amigo agonizante le tomó de la mano y guardó silencio. Luego comenzó a recordarle y agradecerle todo el esfuerzo que había hecho por el bienestar de la gente, había puesto el pecho en la tarea, sin importarle su propia vida. Habían estado junto y pese a temer lo peor habían resultado sin un rasguño. Bastaron dos episodios valientes que el monje le recordara para que el moribundo saliera de ese estado vegetativo, le apretara la mano con fuerza y tras un silencio, expirara, acababa así aquel tormento tras una penosa enfermedad. Me gustó aquello.
Hace poco acabo de leer otra experiencia muy hermosa del psiquiatra Arnold Mindell quien refiere que un paciente en agonía puede conectar su conciencia con los demás de manera sorprendente. Al visitar a un ex veterano de Vietnam, en estado de coma, el enfermo abrió de improviso sus ojos y preguntó.
-¿Viste eso?
-¿Qué?- respondió el psiquiatra.
-Un barco.
-Súbete de inmediato, vamos.
-No, debo ir al trabajo.
-Antes de eso por qué no te fijas a dónde va
-Dice que va a Bermudas.
-¿Y cuánto cuesta el ticket?
-Nada, el viaje es gratis.
-¿Y quién esta a cargo del barco?
-Un ángel -contestó el enfermo.
-Vamos anímate, anda a visitar Bermudas.
-¿Y si no me gusta?
-Te bajas y vienes de regreso.
-Caray, nunca tomé vacaciones en Bermudas.
-Vamos es tu oportunidad.
-Voy a confiar en ti, me subiré al barco.
Así es, el veterano cerró sus ojos y treinta minutos después expiraba. Iba rumbo a Bermudas.
Vaya, mi primo se subió a su avioneta y arrancó llevándose los mensajes para mi viejo, nos habia visto, lo habiamos ido a despedir. Voló y voló hasta lo más profundo del cielo.
Desde Lima, mi tía, su madre, se lo llevó de vuelta en un avión directo a Moyobamba, donde descansa en paz. Seguramente mi padre y después su padre velan por él.


Friday, February 8, 2013

Apuntes de un inmigrante.


Jack Martelli es mi ayudante, ayer llegó al trabajo en tono conciliador, había hecho un trabajo sin poner toda la atención y le pedí más cuidado. La cosa está difícil y tenemos que hacer las cosas ISO 9 mil, le dije bromeando. Reímos.
De pronto me lanzó una pregunta.
-What exactly mean Inmigration Reform? Seriously.
Hablar de una reforma de inmigración fue interesante para mí, sobre todo con Martelli, quien es un republicano a rabiar y detesta todo lo que hace el presidente Obama en cualquier campo. No está de acuerdo en que los ricos paguen más impuestos, por ejemplo. Según él, los ricos son los que generan trabajo y por qué cargarles más, que los dejen crear empleos, agrega. Y los pobres ¿no tienen derecho a ir por el mundo ofreciendo sus manos para trabajar? le pregunto. Se hace el que no me oye.
Le recuerdo que los ricos sólo defienden sus capitales, son así aqui, en Perú y la China, cuando no les interesa algo se van con sus dineros 'golondrinos' donde haya primavera, sólo para ellos. No tienen bandera. Un poco para picarlo le digo, incluso alimentaron a Hitler desde aquí durante aquellos terribles años.
No me gusta polemizar con Martelli, él tiene razón en todo. Es de aquellos que tienen 'experiencia' en la polémica de cosas increíblemente absurdas. A ese tipo de persona nunca le ganas, ni siguiera la persuades. Lo intenté. Martelli se cree rico, pero anda soñando con moverse a Carolina del Norte. Los impuestos que paga por vivir en Long Island son altos, puso a vender su casa y hasta hoy no encuentra un comprador. Defiende el uso de armas y no cree que una ley frene las matanzas que han ocurrido en esta parte del mundo. A sus cerca de 70 años dejó de fumar. No fumaba cigarrilos comunes, le encantaba los puros de Centroamerica y los cubanos. Es lo único bueno que tienen, solía decir sonriente.
Alguna vez le regalé un pequeño presente para su esposa y no lo recibió. Mi mujer nunca usará eso, me dijo. Gracias. Era un prendedor con motivos incas, muy artesanal y gracioso. Algunas otras personas lo recibieron con curiosidad y gratitud. El lo miró y vi cierto desprecio en su mirada. El suele ser así, hace gran honor de su apellido italiano, que al traducirlo significa martillo. Todo aquello que sea foráneo lo detesta, no hay nada como los productos estadounidenses. Sin embargo, maneja un auto Subaru. 'Son muy buenos' indica.
Algunas veces suele decir, hablando de inmigrantes, 'porque le tenemos que dar algo a esta gente'.
Bueno, tras su pregunta era una oportunidad para hablar del tema y me gustaba el asunto porque deseaba ver sí podía sumar un aliado en este caso, creía tener argumentos que podría usar para que Martelli se convirtiera en una voz que hablara con otros estadounidenses acerca de los inmigrantes de este país con una solución posible.
Empecé. 'Los estadounidenses creen que la Reforma de Inmigración tiene que ver con darle la ciudadania de los Estados Unidos a cerca de 12 millones de personas y eso no es así. Sencillamente obedece a darle un permiso de trabajo a todos aquellos que viven en este país por algunos años; eso significa que más adelante, muchos de ellos podrán acceder a una licencia de conducir y luego pasado algunos años a una residencia. Diez años más tarde, de acuerdo a sus buenos antecedentes, los que desearan podrían intentar la ciudadanía.
Me miró incrédulo con sus ojos azules.
-Esa gente tiene un IRS que les permite pagar impuestos, esa gente esta pagando impuestos- seguí.
-Eso es posible?
-Claro con un documento como el IRS es posible, aunque no tengan otro documento.
-No lo sabía.
Las autoridades de este país no dan nada a cambia de nada, agregué, recordando el comportamiento de los Estados Unidos en materia de negocios. No deseaba decirle más, por ejemplo, si ellos ven que lo que pretenden hacer tiene mil beneficios, se lanzan en cuerpo y alma, pensé esto último. Deseaba ser puntual.
-Recuerda usted al ingeniero Edmundo León? El recién está pugnando por una ciudadanía en Colorado y él está en este país más de doce años, no es cierto? La reforma para los inmigrantes no es sinónimo de ciudadanía inmediata, de ninguna manera.
-¿Y por qué Obama no sale a decir lo que me estas diciendo? Parece sencillo, dijo.
-No lo sé, quizás nadie cerca a él le ha soplado lo que tiene que decir.
Pensé: 'quizas haya otros inconvenientes que aún no veo'.
-Bueno, sí es así, yo estoy de acuerdo con que se les de una oportunidad, escuché. Me senti contento, muy fácil había logrado mi cometido, tener un aliado estadounidense para este tema. Pero les comenté, mister Martelli no es un hueso duro de roer, tiene experiencia en estos menesteres.
-Para optar por una ciudadanía uno tiene que pagar impuestos, manejar con cuidado, no meterse en líos con la gente y por ende con la policía, ayudar a la comunidad y hablar inglés- le dije. Si uno comete un error, una falta, un delito, las autoridades de este país, te ponen de puntitas afuera. You don't want terrible people here, you have enough problem, and... you know.
El siguió en inglés, claro. 'Cuando mi padre vino aquí tenía 20 años, eso fue en 1917 y se hizo ciudadano en 1933, tienes razón, es lo mismo lo que les están pidiendo a los inmigrantes ahora, pareció pensar mister Martelli y estoy seguro que vio a su padre sufriendo al inicio como sufre todo inmigrante. Debí quedarme ahí, pero quise ser más preciso.
-Esa gente vino con visa y tras pasar los seis meses de permiso que dan las autoridades al llegar se quedaron- señalé. Consiguieron un trabajo y decidieron establecerse aquí.
-Ah, ahí hay un problema- indico Martelli. Tenía un argumento a debatir. Osea que no vinieron con un permiso de trabajo. Cuando mi padre vino tuvo un sponsor, una persona que dijera 'es mi trabajador, yo le estoy dando un trabajo y con eso, esa persona podra vivir aquí'.
-Las cosas cambiaron desde el 11 de setiembre, cuando los terroristas atentaron contra las torres gemelas, argumenté.
-No, esa gente burló los acuerdos, le dijeron que sólo podía visitar este pais y se quedaron.
-Digamos que sí- No deseaba tapar el sol con un dedo. La verdad era esa.
-Y ahora están pidiendo que les resuelvan el problema.
-Yep.
-Entonces lo que están pidiendo es un favor. Se removió fastidiado mister Martelli en su asiento, saco su pañuelo del bolsillo trasero del pantalón y se sopló los mocos.
“Favor”. Sonó feo eso. Sonó como mendigar y no me gustó una interpretación así.
-No es un favor, no lo veo así- retruqué.
-Llámalo como quieras, pero es un favor- dijo concluyente.
-No tengo argumentos contra eso, quizás sea el lado débil y flaco del pedido, pero le agradezco la charla, consultaré con quienes saben más de esto para rebatir y aclarar ese punto.
Jamás me gustaron los favores de esta índole, me sentía indignado, aún no había ganado la confianza y la comprension de mi ayudante y desde su posición me miraba con cierto aire de superioridad, a mi que siempre he bregado por la igualdad y el respeto. Se sopló una vez más los mocos, como dando cuenta que le molestaba algo.
Así que aquí está un argumento, alguien puede añadir y rebatir a este estadounidense, que como muchos ven a los inmigrantes como advenedizos a quienes tienen que hacer un favor.
Yo sinceramnete no quiero que esto se vea como un favor. Nunca me ha gustado mendigar.
En fin, el debate tiene para más, Ojalá alguien me de razones que pueda usar para ganar conciencias y luchar por una igualdad en todo el mundo.
Si los ricos se van con su dinero por todo el mundo, pavoneándose, por qué los pobres y su dignidad no pueden ir con sus pies a donde les plazca. Agregan que eso es socialismo y que el socialismo es terrible, que nos va a llevar a la bancarrota. ¿Sabe un inmigrante de socialismo? Quizás si y huye de ella. Lo que realmente busca un inmigrante es paz y trabajo y tal vez cumplir un sueño. Cuántos han venido a este país con una mano adelante y otra atrás y han hecho empresa. Sólo necesitan la oportunidad. La oportunidad en un país de oportunidades. Si algunos tienen pesadillas con quienes vienen, no hacen más que reflejar su temor, su desesperanza. En cada inmigrante, sin embargo, hay una esperanza y una alegria, cosa que necesitamos aqui y en cualquier parte del mundo. Es la inyeccion que necesitamos.