Friday, November 23, 2012

Steve Jobs y las piedras


Pese a los miedos hay que tomar algunos riesgos. Lo acabo de recordar una vez más al ver una entrevista al extinto fundador de Apple, Steve Jobs. Y uno tiene que aprender a perder el miedo y correr ciertos riesgos cuando es niño. Jobs cuenta que cuando apenas entraba a la pubertad y deseaba ganar dinero aceptó cortar el grass en el patio trasero de la casa de un viejo, a quien temian, de ese temor hablaba con todos sus amigos del vecindario. El viejo (lo llamo así con respeto) aceptó los servicios del pequeño Steve y como era de esperarse no le hizo ningún daño, más bien le enseñó algo que después Jobs usaría en su propio trabajo de descubridor e innovador. Antes de cortar el cesped, el viejo puso dentro de la cortadora eléctrica de hierbas un grupo de piedras pequeñas. Cuando el pequeño Steve terminó su tarea, el vecino le pidió a Jobs que volviera al día siguiente. Venciendo su miedo, porque aún Steve no se convencía del todo, volvió. El viejo abrió la cortadora y sacó las piedras. Fue una gran sorpresa para el estrenado púber, pues las piedras se habían pulido por el constante roce al que fueron sometidas durante el trabajo de cortar. Las piedras toscas de antes ahora se mostraban bellas y lisas, muy agradables al tacto.
Cuando Steve Jobs formó Apple recordó las historias de las piedras, el riesgo que hubo en todo eso y en la necesidad de cierta fricción para lograr algo bello. Junto a las mentes más brillantes que conocía -le ayudaron mucho porque eran genios que tenían un ego controlado, no querian ser los primeros, sólo deseaban hacer su trabajo- lograron colocarse en la cumbre de las empresas. Todos ellos aceptaron el reto de pulir sus ideas (algo así como las piedras) para lograr algunos productos necesarios y bellos, con Steve a la cabeza. (Además, el creador de Apple era un artista, un amante de la forma y el diseño). De ese constante roce de ideas, Jobs logró sacar las más bellas computadoras portátiles, revolucionó el mundo de la música con sus diminutos y simpáticos Ipods, nos dio las películas más taquilleras en dibujos animados con Pixar, sin olvidar que se adelantó a su época, pues siendo un joven se metió al mundo de las llamadas telefónicas gratuitas e ilegales que unían Nueva York con Londres, Los Angeles con Hong Kong, Washington con Sidney y le pudo haber gritado lisuras a Alan Garcia cuando en su primer gobierno, acosado por un ego desbocado, cometió los más graves desaciertos para con los peruanos. Creo que estuvieramos mejor en Perú, si ese joven presidente ciego hubiese tenido los ojos atentos al desafío del futuro, como lo tuvo Steve. Pero, bueno, sigamos.
Lo que Jobs probó fue que hay que asumir riesgos. Se equivocó, claro, se volvió un tipo desconfiado y desleal, después de lo que pasó cuando un egocéntrico John Sculley llegó a Apple. Steve también no supo escuchar, le dijeron que el ex de Pepsi Co. había llegado a ser cabeza de la empresa embotelladora de bebidas gaseosas porque sin duda era un tipo con un sentido diferente de competencia. Y así pasó. Jobs tuvo que renunciar, luego del exilio al que fue llevado, pero su visión le dijo que Apple se iría a pique con Sculley, vendió sus acciones y creo 'Next' con la ayuda del millonario Ross Perot. Cuando en Apple se dieron cuenta de las sucias jugadas de Sculley y cuando estaban a punto de aterrizar sin frenos, llamaron a Steve, quien con su empresa Next acudió en auxilio de Apple, a esto se sumó una inyeccion económica de Bill Gates, quien aportó US$ 150 millones de dólares. (Las antiguas rencillas quedaron atrás y reconociendo las capacidadews de ambos se amistaron para ganar). Al final Jobs aprendió que la humildad es algo tan grande que tenemos todos los seres humanos y hay que lucirlo como piedra púlida. Sin duda él aprendió todo eso del budismo Zen. La vida de trabajo y competencia le habia estado a punto de borrar las enseñanzas. Además, el sufrimiento, el cáncer, el transplante de higado al que se vio sometido casi al final de su vida, le ensenaron tantas cosas. Y el supo valorar eso. Como la idea que sin duda nunca olvidó: en una piedra púlida se puede afilar un cuchillo.
Creo que Jobs me contagió eso, tengo una necesidad de juntar mentes, pulirlas y lograr algo que sea necesario para todos, para que esos 'todos' puedan disfrutar aún más. Se me hace un compromiso, una necesidad. Y como Steve Jobs dijera, no hay una necesidad de hacer dinero, hay una necesidad de hacer las cosas bien.

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