“Perdonáselo todo a quien nada se
perdona a sí mismo, porque sólo quien tiene el espíritu valiente
es capaz de perdonar. Un ser vil nunca perdona, no sabe cómo
hacerlo. Además, no lo siente. Perdona siempre a tu enemigo, no hay
nada que lo enfurezca más”. Estos son algunos dichos famosos que
he condensado y todos hablan del perdón, hay más, pero a efectos de
la presente nota creo que son los suficientes para empezar algo
acerca del perdón. Estoy siendo muy consciente, qué dificil se nos
hace perdonar.
Hace un año o un poco más que vi la
película “Lawrence de Arabia”. Es más, escribí algo acerca de
la historia, así es que siempre la recordaba y esta entre mis
favoritas. Para mi es el lugar perfecto para encontrar la 'premisa'
que soporta todo aquello que se desea contar. Lawrence siendo un hijo
no reconocido por su padre opta por buscar su propia identidad y al
parecer la encuentra en medio del desierto, donde uno de los árabes
le dice: 'aquí tú puedes convertirte en quien desees'.
Lawrence se convierte entonces en un
hombre que se enfrenta a su destino para cambiarlo y moldearlo a su
antojo. Confiado en su buena estrella, lejos de casa, se lanza a
conquistar todo lo que se le presente en el camino. Sin importarle el
riesgo y sin temer a la muerte. Olvidando, también, por ratos, su
condición de ser humano.
En esta segunda oportunidad en que he
visto la película encontré algo más. Si bien es cierto que
Lawrence se convierte en un líder y se hace así mismo, hay una
parte que pasó para mi desapercibido en la primera oportunidad.
(Aunque debo admitir, mi sentir era otro en la primera aproximación).
Habiendo logrado ser quien desea ser, Lawrence se lanza a conquistar
territorio turco. Sin embargo, su buena estrella deja de iluminarle
un momento. Tratando de pasar desapercibido, su color lo delata
frente a un grupo de soldados turcos que patrullan las calles y se
convierte en víctima de la insanía de un grupo de militares
pederastas. En un puesto militar turco es violado, uno lo intuye por
todo lo que observa. La humillación hace que retroceda, pero su
destino ya esta trazado. Su propio comando inglés -Lawrence es un
mayor de la armada inglesa de entonces, cuando los árabes eran aún
nómadas y las monarquías no estaban bien establecidas en el medio
oriente- lo conmina a seguir y él impulsado por su propio
sufrimiento y desconsuelo decide ir hasta Damasco. Emprende entonces
una cacería vengativa y asesina de cuanto 'turco' se le presente en
el camino. Su sed de venganza lo hace ser insano, bárbaro y se
regodea en la orgía de sangre que logra camino a su 'conquista
final'. Incluso quienes están a su lado, quienes lo veneran y aman,
son víctimas de su odio vengativo.. Hay que recordar a un joven
árabe, el que sobrevive al otro que se hunde en aquel hoyo de arenas
movedizas, a quien Lawrence dispara después que el muchacho
resultara herido en el cuerpo cuando le estalla la nitroglicerina que
debía usar para volar los rieles del tren y descarrilar los vagones
que vienen en camino. Es el resentimiento lo que hace a Lawrence un
victimario. El resentimiento hace que meta el dedo en la herida y lo
haga sangrar y sangrar. Cuando vi todo esto recordé algo que había
leído hace poco, respecto al maltrato y el perdón.
Hace algunos meses que vengo tratando
de escribir algo acerca del perdón a los otros y no le encontraba el
punto de partida. Creo que al ver Lawrence me encarrilé. Las buenas
películas tienen eso, en un poco más de dos horas te muestran algo
sustancial, algo que te ilumina el desentendimiento. Claro, en una
pelicula lo ves todo redondeado, la vida se toma más tiempo y verás
algo siempre y cuando estes atento a lo que ocurre a tu alrededor.
La gente nos hace daño por una serie
de razones:
1- Accidentalmente
2- Porque estas en su camino (y no lo
dejas ser quien desea ser: bueno o malo).
3- Porque tú le recuerdas a alguien de
su pasado
4- Porque ellos fueron dañados
terriblemente que tienen que herir a alguien más.
5- Por razones que desconocemos del
todo.
Quienes hayan visto los más de
doscientos minutos que tiene 'Lawrence de Arabia' se darán cuenta
que quienes están en el entorno de Lawrence tienen que sufrir lo que
sufren porque lo que este oficial inglés alberga en su alma es odio
contra sí mismo. Odio por todo lo que le toco vivir. Un odio contra
sí mismo que se hace más profundo y doloroso cuando es mancillado
por este grupo de violadores.
Quienes están cerca a Lawrence mueren
accidentalmente. Ya lo dije, uno de sus sirvientes se hunde en las
arenas movedizas y desaparece. El quiere llegar a un punto del
desierto a costa de todo. El quiere ser quien lograra su propósito
para buscar redimirse (curarse) , sin embargo, vuelve a encontrarse
con la figura de un padre malvado, esta vez reflejado en la acción
de esos militares que lo ultrajan. Entonces, avanzando a Damasco, no
tiene piedad de los soldados que se rinden y -porque le recuerdan a
los otros- opta por cortarles el cuello. Rendidos pagan por
pecadores. Muy pocos saben porque Lawrence se vuelve el cruel y
sanguinario militar que aparece en la última parte de la película.
El único que trata de comprenderlo es el sheriff árabe (Omar
Shariff), quien había estado con Lawrence cuando los turcos lo
arrestan y lo humillan sexualmente. Shariff es quien recoge a
Lawrence después del brutal trato y de la sodomización.
En nuestra vida personal e íntima
alguna vez hemos sido víctimas de alguien a quien nos cuesta
perdonar, pero conociendo las razones que hace a los victimarios ser
quienes son, tenemos que apelar al dicho que dice: “Si nosotros
pudieramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, nosotros
encontraríamos en la vida de cada persona, pena y sufrimiento para
desarmar toda esa hostilidad” (Henry Longfellow).
En Lawrence de Arabia lo vemos. El
personaje ha sido herido en lo más profundo de su ser y recuperarse
de esa pena y sufrimiento será imposible, más aún si su
sufrimiento lo mantiene en secreto. El secreto le roe el alma. (Lo
mejor para esos seres ultrajados es confesar su dolor. Cuando fueron
víctimas, estaban en una situación de desventaja total y no podían
defenderse).
Ahora para seguir con nuestro deseo de
perdonar a nuestros abusadores tenemos que reparar en el significado
de perdonar. Ojo, no es fácil perdonar. Todos dicen que perdonar es
'una amorosa idea', 'es la expresión del amor', hasta que tenemos a
alguien a quien perdonar.
Por lo tanto, y siguiendo: 'perdonar
significa dejar de ir completamente el daño que esta persona te hizo
porque esta persona esta sufriendo más que tú'. Quizás no lo sabe
y tal vez nunca lo sepa, pero es así, quienes sufren mucho son los
que más daño hacen en este mundo. Mira la película 'Lawrence de
Arabia' y frente a este tipo legendario verás realmente al tipo que
sufre.
Perdonar significa dejar de mantener la
misma historia durante toda la vida. Hay que dejar de ser víctima.
Perdonar significa tirar la carga que nunca más cargarás.
Perdonar significa 'haber aprendido la
lección de todo lo ocurrido” Pero, cuidado, perdonar entonces no
significa olvidar lo que te hiceron. Lo tendrás presente, pero no
volverás a pisar ese lugar de arenas movedizas porque te puedes
hundir.
Hay algunos que buscan revancha. Es lo
peor, por algo el proverbio chino alerta: 'la persona que busca
revancha debería primero cavar dos tumbas'.
Además, es cierto, el hombre que busca
venganza mantiene su herida abierta. Si perdona podrá sanarse y
hacer bien las cosas.
El perdón tiene una prueba. Los
joyeros usan ácido para probrar el valor de los metales, con eso
demuestran sí tienen oro o baratijas al frente de sus ojos. Para
probar el perdón hay que usar la analogía de la extracción de
muela: 'nunca olvidarás el dolor, sólo que ahora no lo sientes. Si
tú has perdonado a alguien, tú recordarás el incidente, pero no
sentirás el dolor flagelante del dolor que daña'.
Cuando uno perdona, todo cambia. Quizás
el otro siga y nunca cambie, pero eso no te importa. Uno tiene que
alejarse para evitar el juego de fuego, los roles de víctima y
victimario. Uno es el que cambia y el perdón llega solo. Claro,
siempre tendrás la herida en el corazón que hará que nunca
olvides.
Perdonar es parar de rumiar el veneno
que pensamos matará al otro, cuando somos nosotros quienes estamos
muriendo.
Cuando uno perdona la vida se hace más
llevadera. Y hay que ser consciente, no cambia el pasado, pero sí
alarga y hace más placentero el futuro.
Recuerda, nunca es tarde para perdonar.
Y hay que perdonar, porque nunca
sabremos cuando necesitaremos ser perdonados.
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