Saturday, September 29, 2012

En Family Practice están de fiesta.

La señora Luz María Simmons está feliz y tiene una razón más para estarlo, acaba de ganar un honor especial a su trabajo con pacientes en el North Shore Long Island Jewish, para ser más preciso, en el Glen Cove Hospital.
Ella fue una de las más de veinte nominadas al President Award de los 16 hospitales que North Shore Long Island Jewish Hospital tiene en Nueva York, Estados Unidos.
Ella está contenta de haber ganado este reconocimiento y se siente orgullosa de su nominación. La señora Simmons está agradecida con su premio y con el primer premio que le ororgaron a Sylvester Wallace. “Ese hombre se lo merecía”, dice Luz María. “El señor Wallace es un trabajador de limpieza en una sección de niños con cáncer y todos los días les lleva alegría a quienes sufren de ese mal. Es un ser compasivo y tiene una habilidad tremenda para conectarse con los demás y hacerles sonreír, incluso les enseña a bailar”, remarca. “Le ofrecieron otro puesto en el hospital y él dijo sentirse satisfecho con lo que hacía”.
La señora Simmons recibió la nominación por parte de sus jefes, quienes reconocen la labor que realiza desde su puesto de secretaría supervisora de la sección del centro de Medicina Familiar del Hospital de Glen Cove.
Alguna vez recibió a un paciente aquejado de un problema cardíaco y ella, sin contar con entrenamiento médico, pudo observar que necesitaba ayuda, hizo que un médico lo atendiera y lo trasladaron a la sección de emergencía. Al día siguiente, el paciente pudo ser salvado de morir porque estaba a punto de sufrir un ataque cardíaco sino recibía la intervención quirúrgica que requería.
Este es uno de los auxilios que la señora Simmons presta a los pacientes que llegan hasta el departamento de Family Practice. Ella reconoce que sin la ayuda de su equipo, el trabajo no podría ser realizado con éxito. “Todos aquí están concientizados que tienen el deber de ayudar a los pacientes. Nosostros nos debemos a los pacientes, sin ellos no tenemos trabajo”, puntualiza.
“¿Sabe? Cuando mis padres llegaron de Puerto Rico no hablaban nada de inglés y sufrieron mucho cuando debían ir a ver al doctor. Cada vez que veo a un paciente en este hospital padeciendo y esforzándose en explicar su problema en inglés, recuerdo a mis padres. Eso les hago ver a los miembros de mi equipo. No deben olvidar sus raíces, atiendan a los pacientes como sí fueran sus familiares”, precisa la señora Simmons.
La señora Luz María Simmons tiene 45 años, trabaja en el hospital de Glen Cove desde hace 24 años. Más de la mitad de su vida. Ella recuerda que un año después de comenzar a trabajar fue trasladada al área de Family Practice, donde nadie hablaba español. Allí ella se volvió el nexo entre los inmigrantes hispanos que no hablaban español y los médicos y enfermeras que sólo hablaban inglés. Agrega, mientras se acomoda sus lentes de carey, "para ser mas precisa, había una enfermera peruana que también hablaba español".
Lo que es la vida, recuerda, yo nací en este hospital, crecí en este pueblo. A los cinco años fui a la escuela sin hablar nada en inglés, recuerdo que me pusieron en el programa de inglés como segunda lengua (ISL) y me convertí en una mujer bilingue. Quienes hablan inglés no saben que hablo español, porque no se me siente el acento hispano y hoy me comunico bien en ambos idiomas, agrega.
"Desde que iniciamos 'Family Practice' han habido algunos cambios. Me entrenaron para computarizar todos los récords de los pacientes y el programa 'Electronic Medical Record' fue un éxito, pero seguimos buscando la excelencia en nuestro trabajo. Ahora estamos tratando de optimizar el servicio telefónico para los pacientes, tenemos 16 líneas abiertas y sólo tenemos a tres personas atendiendo el servicio, es el nuevo reto”, indica.
Luz María Simmons es la mayor de tres hermanos, tiene tres hijos y está felizmente casada. Una de sus hijas (la del medio) nació en Glen Cove Hospital. Su esposo es un oficial de la Policía y trabaja también en el pueblo de Glen Cove, “Bryan tiene asimismo la vocación de servir”, enfatiza. “Es lo que profesamos como cristianos bautistas”. A sus hijos -de pequeños- no les gustaba ir de compras con su madre, preferían hacerlo con el padre. La señora Luz María se toma mucho tiempo, a cada paso que da se encuentra con alguien que le pide un consejo, tiene un problema de salud o trata de resolver algo. Lo que toma una hora, algunas veces, se van a más de dos. “Hay mucha gente que necesita ayuda”.
A la señora Simmons le falta poco tiempo para cumplir los treinta años de servicio en el Hospital de Glen Cove, no se piensa jubilar, aunque por ley tiene que seguir laborando hasta los 68 años. Los pacientes siguen llegando y solicitando ayuda, ella tiene que atenderlos.
Esta contenta con el premio que recibió, son US$ 5 mil, tiene tickets para ir a ver un show en Broadway y algunas tarjetas para cenar en Manhattan. “¿Que voy a cenar? No lo sé, me encanta la comida peruana, italiana, griega, china”. Por ahora tiene que ir a ayudar a un paciente que no habla inglés y tiene una dolencia en la espalda, al parecer levantó mucho peso y puede que tenga un disco vertebral con problemas, tal vez el inicio de una hernia, apenas camina. Ella debe sujetarlo para ayudarlo a caminar.
A la señora Simmons le falta poco tiempo para cumplir los treinta años de servicio en el Hospital de Glen Cove, no se piensa jubilar, aunque por ley tiene que seguir laborando hasta los 68 años. Los pacientes siguen llegando y solicitando ayuda, ella tiene que atenderlos.
Esta contenta con el premio que recibió, son US$ 5 mil, tiene tickets para ir a ver un show en Broadway y algunas tarjetas para cenar en Manhattan. “¿Que voy a cenar? No lo sé, me encanta la comida peruana, italiana, griega, china”. Sonríe.
Por ahora tiene que ir a ayudar a un paciente. ¿Qué tiene? En eso la senora Simmons prefiere guardar confidencialidad. Le preguntó al paciente, pues lo conozco, ¿qué ocurre? y me dice: 'tengo una dolencia en la espalda, levanté mucho peso y puede que tenga un disco vertebral danado. Quizás tenga una hernia.
Apenas camina. Ella debe sujetarlo para ayudarlo a caminar.
“Otro día le cuento como conocí a mi esposo. Eso sí que fue como enviado del cielo”, finaliza.

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