Acabo de ver la película argentina
'Nueve reinas' por segunda vez y después de diez años
aproximadamente. Creánme, la he vuelto a disfrutar. Diría mejor
-para poder explicar- 'me he divertido'. Y como todos saben
'divertir' es uno de los requisitos principales de la ficción.
Pero no sólo me he divertido, la
película también me ha hecho pensar en lo que se están
convirtiendo sociedades como la argentina, la peruana y las naciones
latinoamericanas, donde el robo esta en cada esquina y cada vez se
vuelve tan descarada la forma de agenciarse de dinero que el dicho 'a
quien Dios se la dio san Pedro se la bendiga' viene siendo ya parte
de la aceptación popular, diría tal vez parte de la idiosincracia
de cada país.
Recuerdo cuando mi buena amiga Carolina
subió a un vehículo de transporte público y fue víctima de robo.
El chofer y el cobrador de una combi, después de golpearla y tirarla
contra el piso del vehículo, la pasearon por cuanto banco con cajero
automático se presentara en la ruta para vaciarle todas las tarjetas
de crédito. “Felizmente no abusaron de mi”, dijo 'la negra'
recuperándose del susto y de algunos moretones.
Para seguir con mi relato estuve
esperando la versión de un buen amigo, quien junto a su esposa llegó
a Buenos Aires para celebrar sus 15 años de casado y se encontró
con una gavilla de delincuentes bien organizados quienes ya lo
esperaban en la puerta del hotel, con taxi incluído. 'Doctor
bienvenido a la bella capital argentina', le dijeron para comenzar a
expulgarlo de cuanto haba llevado para la celebración. Cuento esto
de segunda mano, porque la víctima de los ladrones bonaerenses se
esta recuperando de una cirugía y espero que pronto se recupere. A
propósito, la operación no es secuela del robo bien orquestado. De
la mala experiencia vivida en la tierra de la milonga y el tango han
pasado algunos años.
Volví a ver la película de Fabián
Belinski después de diez años y aún sentí la frescura de aquella
primera vez. Nada ha cambiado desde entonces, diria mejor (para peor,
claro) que la cosa ha ido en aumento.
Como ustedes recordarán, la película
cuenta la historia de dos estafadores argentinos, quienes tiene tan
sólo 24 horas para robarle a un político corrupto que esta de paso
en Buenos Aires, con rumbo hacía otro país donde recibirá el
beneficio del asilo. Y aquí viene la premisa, ladrón que roba
ladrón tiene cien años de perdón.
En 24 horas, lo que equivale a que en
dos horas de film tendremos una historia bien llevada, con tan buen
ritmo que no te dará tiempo a nada, ni te permitirá salir de la
sala de cine a comprar más palomitas de maíz o una bebida
refrescante. Si te despegas del film perdiste la trama y retomarla
será difícil de rearmar o seguir.
Desde el principio observas a los
timadores tratando de hacer de las suyas. No se conocen y puede
resultar raro que se encuentren para tramar lo que sigue. No es
casual, el encuentro ya esta tramado y lo ha planeado uno de los
protagonistas con un propósito que se dará a conocer al final de la
película.
Ricardo Darín hace el papel de Marcos
y desde el inicio parece ser el capo o el personaje principal de
quien Gastón Pauls, Juan en el film, tiene que aprender. Juan debe
reemplazar a la 'yunta' de Marcos por tan sólo un día. Marcos
(Darín) es arrogante, con una falta de escrúpulos que le da igual
estafar a una viejita, a un amigo o a su propia hermana. Es egoísta
es una expresión non plus ultra. Se ha quedado con la herencia de la
hermana y de su hermano menor. Este hermano menor ve en Marcos al
hermano genial y bondadoso. Este amor desmedido del pequeño por su
hermano es a la vista de la historia una contradicción,
contradicción que el director llega a resolver al final de la
película, porque de eso se trata una historia, no es verdad?
Belinsky pretende desenmascarar y dar
una lección al protagonista.
La historia nada tiene que ver con el
castigo moral, lo recalcó el director hace algunos años. Sin
embargo, buscó denunciar la situación argentina de entonces. La
actividad de los estafadores resulta cómica, pero si uno mira con
atención hay algo de patético. ¿es en esto lo que nuestra sociedad
se ha convertido?
Bielinsky no buscó que los
espectadores se identificaran con los estafadores, pero sin quererlo
lo logró. Y sí eso ocurrió hay algo que no esta bien en la
Argentina y nuestros otros paises.
La historia para quienes la vieron no
aborda delitos violentos del que el cine ha hecho gala, en esta
oportunidad se cuenta una historia en el contexto de la delincuencia
menor y lo que es más, la película no hace uso de desnudos, sexo u
explosiones, tampoco de sangre regada por toda la pantalla.
Es más, para ser el trabajo de un
director debutante, la película tuvo un logró espectacular, arrasó
con todos los premios Cóndor en la Argentina del 2001.
El director hizo, además, algo muy
destacado, ocultó la cámara y los actores hicieron su trabajo en
las calles de Buenos Aires. Resulta cómico ver a Marcos apuntandocon
el dedo a todos los transeúntes, diciendo que cada uno de ellos está
a punto de cometer una fechoría. En aquel entonces Darín recibió
el premio al mejor actor.
El diálogo me pareció genial. No se
trata de médicos o predicadores haciendo su trabajo, se trata en
este caso de dos estafadores de la calle, haciendo lo suyo, haciendo
además aquello que los ladrones hacen, tratar de timar a todos, uno
al otro en este caso, para demostrarse -entre ellos- quién es el
mejor. Asimismo, se logra mostrar realmente a estos dos tipos. Si
hemos dicho que Marcos es un tipo sin escrúpulos, lo que diga y haga
tiene que ser el reflejo de su personalidad. Y lo vemos en su
esplendor cuando habla con su hermana. Ella al verlo en su trabajo
(un hotel de lujo) le previene de no robar a nadie, Ella dice:
-Este es mi trabajo y me rompo el culo
doce horas diarías para conservarlo.
-No literalmente, espero-. Contesta él
rápido y suspicaz.
Después no será nada extraño que
Marcos empuje a su hermana a tomar una decisión indecente.
Con la película argentina recordé
también una serie de historias que me han ocurrido o le han ocurrido
a algunos buenos amigos peruanos.
¿A quien no le han robado en el
autobús, en el tren o cuando se ha ido de viaje? Tengo algunas
amigas que han perdido hasta los aretes sin que se den cuenta, cuando
un hampón bien adistrado enredó el botón de la camisa con manga
larga en los cabellos risados de la víctima. A quién no le han
sacado la billetera después de una apretadura de personas en la
puerta de salida, todo tramado desde luego. Hay algunos que han
perdido la maleta completa cuando al tomar un taxi, el chofer arrancó
el vehículo raudamente y desapareció de escena.
Con 'Nueve reinas' se me vino a la
cabeza filmes como la clásica película peruana “Cuentos
inmorales', las estadounidenses 'El golpe' o 'Sospechosos comunes'.
Todos films llenos de nostalgia que no hay hecho sino cimentar mi
deseo de volver a verlas. Y lo que es más, cuánto me gustaría
tener la posibilidad de contar o hacer “Cuentos inmorales, segunda
parte”. El reto esta ahí, sí es que alguien se anima.
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