Tengo una excusa perfecta para no
escribir, estoy leyendo y releyendo algunos libros que me permitirán
contarles algo interesante, pero para ser exacto, no sólo son libros
los que estoy leyendo, estoy leyendo también revistas, entre las que
destaca The Writer.
Me lamento de no contar con la
membresía que me permita leer la revista cada principio de semana de
cada mes. Hoy al leer la revista pienso que he perdido algo. Ese algo
importante para mi, algo que disparaba mis ideas creativas en varias
direcciones.
Acabo de leer y traducir una idea
expresada por el escritor T. C. Boyle, por ejemplo, quien dice que
“la ficción es arte, es seducción, es disfrutar y entretener. No
escribo para hacer puntos, escribo para explorar cosas, temas,
posiciones, misterios que me intrigan o me dejan perplejo”.
Le preguntan al autor de 'Wild animal',
¿tu trabajo es muy dramático y también muy interior, cómo
satisfaces ambas necesidades de ficción en tus novelas?
Boyle responde, “realmente no lo sé, hay una voz que controla en toda narración, no importa cuan íntimo
sea el punto de vista o sí narro en primera o tercera persona, pero
debo admitir esa voz. El truco esta en hacer que el lector olvide la
voz que controla y seduce desde el punto de vista de un personaje.
Esto es lo que intriga y a la vez divierte. Es como hacer crecer una
burbuja, una y otra vez”.
Boyle siempre se ha intersado por
figuras históricas que han usado mal la cabeza. Entre sus personajes
figuran Mungo Park, Alfred Kinsey, Stanle McCormick, entre otros.
Leyendo la revista puedo acceder
también a algunos consejos que son vitales al momento de escribir.
“Escribir es algo así como iniciar una dieta, se necesita
disciplina, algún tipo de plan. Hay que renunciar a algo para
encontrar el tiempo que se necesita para escribir, quizás dormir
menos, no contestar el teléfono, aunque tus amigos te llamen un
antisocial y olvidar mirar las series de televisión que más te
gustan”
No es por nada pero hace algunos meses
que tengo el televisor desconectado del cable que me da acceso a
algunos canales interesantes, como Discovery Channel, History
Channel, entre otros.
Muchos dicen que ando desconectado de
la realidad. Vaya, la realidad se torna difícil por ratos. Hace
algunos días atrás un peruano muy tranquilo a quien conocí en
vida, le pegó un tiro a su esposa y luego apuntó el arma contra sí
mismo y se quitó la vida. Las pasiones humanas desmedidas. Quizás
lo ocurrido me ayude a escribir un cuento que anda dando vueltas en
mi cabeza, donde tres personas se enfrentan en un triángulo amoroso,
dos son jóvenes y un viejo. No sé si seré el testigo del
asunto o el involucrado, Todo comienza una fría noche de invierno,
cuando salgo del bar a fumar un cigarrillo. Algo inusual ocurre ante
mis ojos, un joven está detrás de un auto, mirando como una
muchacha baja de un carro deportivo, justo en el momento en que el viejo la
manosea a su antojo, la joven ríe con descaro. Al parecer es la
novia en disputa. Cuando el mozuelo es descubierto, ella se sorprende
y trata de explicar que esta con un amigo. ¿Un amigo que tiene
acceso a tocar descaradamente sin recibir siquiera una protesta?. Son
apenas unos muchachos inexpertos que enfrentarán a un viejo. ¿Es el
viejo un depravado? ¿Es eso lo que le gusta a la joven?
Veremos que sale.
Internet es el medio que me conecta con
el mundo, pero ahí también todo me lleva a la literatura. Acabo de
leer la sección cultural del diario El País y me he dado con la
opinión de seis escritores españoles en torno al trabajo de extinto
escritor estadounidense, William Faulkner. Cada uno destaca algún
lado oscuro de las novelas, la atmósfera imperante, los personajes
predestinados a lo peor, las mujeres y su papel seductor y fatal, la
historia que viene anclada desde el pasado y por cierto el estilo
desbordante, casi que ahoga porque no sabremos si habrá mañana. Y
no se imaginan las ganas que tengo de volver a leer “Luz de
agosto”.
Y si de releer se trata, les diré que
estoy atrapado otra vez en la novela HHhH de Laurent Binet, quien
como saben cuenta la acción valiente de algunos miembros de la
resistencia checa para acabar con la vida de feo caballo ario
conocido como el 'carnicero de Praga', Reinhard Heydrich, a quien se
le conocía como la cabeza de Himmler, de ahí las iniciales del
título de la novela. Esta segunda lectura me esta sirviendo para
desatar los nudos de construcción de la historia contada de manera
inteligente y novedosa por Binet. Ando en la parte en que los dos
paracaidistas -checo y eslovaco- han sido lanzados muy lejos del
punto convenido y para su buena suerte han sido hallados por un
compatriota que decide ayudarlos. Ya los nazis se han lanzado también
en cacería, pues han escuchado sobrevolar el avión que trajo a los
valientes soldados que tienen la difícil misión de acabar con el
bastardo intruso, a costa de su propia vida.
Un libro es un viaje (siguen los
consejos). Si no terminas de leer no has completado el viaje.
Dejar de escribir es perder la
oportunidad de conocernos mejor, Uno no escribe para sorprender a los
conocidos, cuando uno escribe tiene que explorar eso que tiene
dentro.
Escribir bien es la forma más dura de
pensar.
Leer ahora se ha convertido en una
excusa para no escribir. Leer es lo mejor de mi autoexilio y como sé
que es una forma de autodisciplinarme, lo hago con fruición.
Cuando leo soy exigente, deseo entrar
en el corazón del escritor, quiero la poesía, al música, la
perfección, la comida que me haga olvidar que debo almorzar o cenar.
Enganchado en ese mundo mágico, me pregunto ¿qué puedo tomar de
este trabajo maravilloso? ¿cómo ingerir toda esta vitamina para
nutrir mis sueños, mis pensamientos, mi propio acto de escribir?
¿Qué es lo que hizo este escritor que
yo no pueda hacer? Un escritor debe luchar con todos los misterios y
las cosas extrañas de la vida. Una historia debe mover los conchos y
debe hacer que te levantes de la silla donde estas leyendo con la
fuerza de un león.
Todo eso se logra, palabra tras
palabra. El lenguaje debe convertirse en la antorcha que ilumina el
laberinto. Hay que ingresar al laberinto para alcanzar nuestra
verdadera identidad. Escribir una historia es como llegar a rozar el
altar divino, es palpar nuestra propia creación. Si Dios te dio la
posibilidad de mirar con profundidad dentro de ti, debes tener el
coraje para hacerlo. No hay excusas contra eso. Hay que terminar con
la cobardía y animarse con valentía a realizar el viaje.
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