Tuesday, July 26, 2011

La meditación, semilla de felicidad.


En el planeta del ‘Principito’ crecen los baobabs, esos inmensos árboles que pueden extender sus raíces hasta lo más profundo y llegar a destruir su pequeño mundo. El Principito tiene que estar atento para sacar de raíz los arbolitos, antes que acaben con su hogar y su propia existencia. Los baobads representan lo negativo en el pequeño gran libro del francés Antoine de Saint Exupery y tiene que ver mucho con lo que se enseña en el budismo, por lo que pasaré a contar.
En la búsqueda de la felicidad todo depende del hábito mental positivo que desarrollemos. Lo positivo nos habilita a mejorar sacando de cada uno de nuestras mentes todo aquello que nos vuelve contra nosotros mismos, antes que extienda sus raíces hasta lo mas profundo de nuestro ser.
Meditando nosotros debemos examinar cómo nuestro estado mental genera esos objetos que crecen como los inmensos baobabs del mundo mítico creado por el escritor galo y observaremos -con la práctica- cómo se inicia la destrucción de nuestro ser primígenio y bondadoso. En el mundo físico, una planta necesita una semilla, sol brillante, agua y una tierra fecunda, para convertirse en un árbol. Sino hay estas condiciones, sencillamente no habrá árbol en el futuro.
Los budistas hablan de dos tipos de causas: una es física –de la misma hablé unas líneas más arriba- y la otra es mental, la que dejamos crecer en nuestra mente.
La conciencia no es física, pero hay algunas cosas: pensamientos o sentires que crecen en nuestra mente como sí fueran físicas. Por esa razón es importante desarrollar una familiaridad con los mecanismos que la causan. La causa sustancial de nuestro estado mental presente es el momento previo en la mente.
Cada momento, nuestro conciencia nos sirve para lo que experimentamos. Lo que crece en nuestras mentes nos da el sentir del presente. Si abonamos esas semillas comenzamos a abonar nuestra mente para nuestro bienestar o nuestra desdicha.
La meditación debe ser un método que nos de la habilidad de reconocer cuál de los dos puntos -negativo o positivo- estamos abonando. Evidentemente la meditación te hará ver qué es lo mejor para ti.
Cuando nos vemos invadidos por oscuros sentimientos: depresión, pena, desconfianza, la meditación te dará las herramientas para oponorte a ellas. La meditación te ayudará a destruir lo malo. No sólo con el hecho de rezar o desear lograremos que todos los aspectos negativos de nuestra mente desaparezcan. Tenemos que esforzamos a entender nuestra mente, con esfuerzo y dedicación, concentrándonos en la meditación lograremos un progreso emocional y psicológico que redundará en un progreso espiritual.
Hay que buscar las causas que nos permitan ver en nuestra cabeza esas emociones negativas, para removerlas y como el Principito, cortarlas de raíz. Quien medita entonces debe esforzarse entonces por reforzar su estado mental con los antídotos necesarios para acabar con aquello que no da felicidad.
Para entender un poco más el punto tratado, veamos algunos detalles. Las fuerzas que se oponen a la humildad son el orgullo y la vanidad. Lo que se opone a la generosidad es el egoísmo. Cuando nos sintamos egoístas debemos fijar nuestro foco de atención en la generosidad, cuando nos sintamos impacientes, tenemos que buscar ser pacientes.
Cuando reconozcamos cómo nuestros pensamientos tienen un efecto particular sobre nuestro estado psicológico, tenemos que prepararnos para enfrentarlos. Cuando veamos surgir un estado mental negativo, nosotros debemos actuar de manera apropiada. Cuando veamos nuestros pensamientos moviéndose hacía pensamientos amargos o hacía alguien que no nos agrada, nosotros debemos cambiar nuestro estado mental, cambiando de foco o de tema. Ejemplo: “Odio a este tipo por ladrón y mentiroso / Amo a esta persona por trabajador y emprendedor… Ojalá que con su esfuerzo logre todo aquello que esta tratando de alcanzar. Del ladrón y mentiroso espero que encuentre la paz y no se dañe, que el odio que siente hacía él, no lo extienda, porque dañandose regará más su maldad. Merece también ser un mejor ser humano. El bueno se ha fijado la meta de ayudar y yo debo darle una mano, como al primero, quien no halla el verdadero camino”.
Cuando estamos molestos, nosotros somos los que perdemos, pues momentáneamente nos separamos del buen camino (del río que nos conduce al mar de la felicidad) y cuando andamos perdidos vemos en el otro al culpable, luego no nos concentramos en el trabajo, entonces comenzamos a odiarnos y odiamos todo lo que nos rodea. En ese momento, te sugiero meditar, respirando con calma, muy profunda y rítmicamente, podrás ver que poco a poco los “conchos” se nivelan y vuelves al camino que te lleva a la paz contigo mismo y con los demás. No es fácil. Incluso los monges budistas tardan en dominar sus emociones y sus malos pensamientos.
El Dalai Lama cuenta en su libro titulado ‘An Open Heart’, cómo un renombrado monge ermitano limitó su practica a mirar su mente. El monge dibujó marcas negras en la pared de su cuarto cada vez que experimentaba un pensamiento nada virtuoso. Al principio el cuarto se lleno de marcas negras. Sin embargo, cuando el monge se convirtió en un ser más consciente, sus pensamientos se volvieron más virtuosos y el cuarto se convirtió en un cuarto con marcas blancas que reemplazaron a las primeras. Nosotros tenemos que aprender a ser más conscientes de los pensamientos que merodean nuestra mente todos los días, llamando a los mejores y desechando a los pensamientos que nos dañan y que como los baobabs del Principito terminarán dañando nuestro mundo y nuestro ser.

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