Monday, February 21, 2011
El discurso del rey.
Toda la gente que yo conozco y que se habla/conmigo/nunca tuvo un acto ridículo, nunca sufrió afrentas, nunca fue sino príncipe –todos ellos príncipes- en/la vida.
!Quien me diera oír de alguien la voz humana/que confesase no un pecado, sino una infamia;/que contase, no una violencia, sino una cobardía!/ No, son todos lo Ideal, si los oigo y me hablan./ ¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese/ que una vez fue vil?/ Oh príncipes, hermanos míos. !Coño, estoy harto de semidioses!.
¿En dónde hay gente en el mundo?
Estos son los versos iniciales del “Poema en línea recta” escrito por el poeta universal Fernando Pessoa que me vinieron a la cabeza cuando terminé de ver la película “El discurso del Rey”. Y ese es uno de los detalles más simpáticos del film: el hecho de ver a un príncipe subiéndose al trono de un buen ser humano. Como todos ustedes conocen, la película esta basada en hechos reales y tiene que ver con la vida del Rey Jorge VI, quien tuvo que vencer su tartamudez para coronarse, luego de la abdicación de su hermano, en rey de Inglaterra.
La película dirigida por Tom Hooper y escrita por David Seidler ya ganó varios premios internacionales y será uno de los filmes que –sin duda- cosechará más de un Oscar en la próxima edición de la Academia de Hollywood.
Lo que ocurra en Los Angeles podría ser inolvidable para el actor Colin Firth, quien puede convertirse en el mejor actor del 2010 y Geoffrey Rush puede cortar oreja y rabo si consigue dos estatuillas más en su carrera: como actor secundario y productor del film. (Hay que recorder que Rush ya ganó un Oscar como mejor actor, al interpretar a un brillante músico australiano en la película ‘Shine’) .
El personaje central de “El discurso del rey” es el príncipe Albert, duque de York, segundo hijo del rey Jorge V, quien sufre una tartamudez y desea hablar bien, porque siendo un miembro de la monarquía tiene que hablar ante el público, además, esa es la exigencia de su padre. Cuando se enfrenta al público no llega a vencer su timídez y de su boca no brota palabra alguna. Si no logra vencer su tartamudez jamás podría llegar a ser rey, pese a tener la mayor simpatía de su padre, quien ve en él más virtudes que su hermano mayor. (El deseo inconfeso de Albert es ser rey, pero usa su tartamudez como excusa para no esforzarse. Su motivación es demostrarle a todos que es mejor que su hermano mayor, pese a tener una limitación). Sin embargo, al inicio de la historia jamás confesará lo que le dice luego a su terapeuta. Pero vayamos en orden, para tratar de ser ‘normal’ busca ayuda profesional, los mejores. Incluso aquellos que le enseñan la técnica del gran orador Demóstenes, quien también fue tartamudo y para vencer su problema de hablar en público usó caninas en la boca.
Hasta que el príncipe, con la colaboración de su esposa, llega al consultorio de un terapeuta desconocido, pero muy seguro de sí mismo. (Para lograr un buen resultado en cualquier terapia, lo mejor es confesarse abiertamente ante el otro y eso se logra con la confianza que ofrece ese otro (el terapeuta). Creo que lograr una buena amistad es fundamental en cualquier tratamiento. Gracias a esa ruptura del hielo que logra el terapeuta con su sencillez, su buen humor, su franqueza y su don de mando, la cura está a la vuelta del camino y se dá). Albert se confiesa ante su terapeuta, contándole algo tan íntimo como el maltrato del padre, su educación severa, el hecho de sentirse menos frente a su hermano que lo ofendía y de las institutrices que le hincaban para hacerlo ver menos y quejoso ante su padre, el rey, y favorecer sútilmente al mayor).
El terapeuta reconecta al príncipe Albert consigo mismo, obtiene su confesión y en base a eso comienza a cimentar una mayor autoestima, hasta que se dá la coyuntura, no buscada, pero deseada, de convertirse en el rey de Inglaterra y dar el ansiado discurso en una coyuntura especial, el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El terapeuta no tiene el camino fácil para ayudar al futuro rey, pues el entorno monárquico es celoso y severo. Se descubre que el terapeuta es un hombre sin títulos y que no está capacitado para ser lo que dice ser, pero como Lionel Logue (Rush) esta ‘diplomado’ para enfrentar las tormentas, enfrenta la más severa y se queda con el caso del rey porque ha logrado algo que es más grande, ser un verdadero amigo. Durante el discurso esperado, Logue pide al rey hablarle primero a él antes de dirigirse al público. (Claro, es más fácil hablarle a un amigo que a cientos de extraños).
En esta historia el rey no tiene un antagonista de carne y hueso que se le enfrente y le ponga obstáculos; quien se interpone ante Albert es su propio temor que viene del pasado y no lo deja ser el ser humano presente, el mismo temor que le nubla el panorama negándole ver algo del futuro.
Las distintas épocas tienen sus elementos que los hacen peculiares, antes de la televisión fue la radio y su arma el micrófono era el que paralizaba a todo aquel que se ponía enfrente. Si antes hubo una guillotina, el micrófono fue para algunos el arma que les ponía los pelos de punta.
Lionel Logue siempre deseó ser un actor de teatro, pero no tuvo fortuna, interpreta bien a Quasimodo y a otros personajes sin lograr destacar. Quizás él no lo supo, su logro mayor es el de haber interpretado a un terapeuta que ayudó a muchos soldados a vencer los traumas que les dejó la Primera Guerra Mundial, sin saberlo ese fue su verdadero papel en este mundo. Los resultados son los que cuentan y esa experiencia de curar a personas comunes y corrientes le permitió incluso ayudar a un rey, un rey que asciende y avanza un peldaño en este difícil papel de ser un buen ser humano, al final el verdadero trono.
Mérito también para David Seidler quien siendo tartamudo venció su limitación, se interesó por otros que sufrían el mismo problema y se interesó en la vida de Jorge VI. Fue gracias a la voracidad que tuvo de conocer la historia del rey que llegó a contactarse con el hijo de Logue quien accedió a darle los cuadernos de notas del terapeuta, las mismas que se han usado en su guión que completaron el film al último momento.
En la película el caso de la abdicación del rey Eduardo VIII pasa a un plano secundario. Todo el chisme y la novedad que trajo el hecho de ver a un monarca dejando su trono para casarse con una plebeya (la estadounidense Wallis Simpson) se minimiza. El esfuerzo del príncipe Albert en ‘El discurso del rey’ es más trascendente. En lo que se refiere al abdicante, el guión lo muestra como falto de personalidad y envuelto en el poder de una seducción extraña.
Antes que Seidler supiera, alguien le hizo llegar el guión al actor Geoffrey Rush, quien se interesó en el papel secundario y en producir el film, sin duda había visto el valor dramático de la historia, tal y como lo vieron un grupo de australianos que viven en Londres y hacen teatro. Lo supo también la madre del director Tom Hooper quien le comunicó a su hijo que ya tenía en manos su futuro proyecto. Vaya, que buen proyecto.
Tuesday, February 15, 2011
'Jaque mate' Bobby Fisher.
El extinto campeón de ajedrez Bobby Fisher creo que jamás escuchó la expresión ‘Check mate, dear Bobby’. No sé cómo hubiese reaccionado sí eso se daba al final de un juego con un aspirante, quizás hubiese pateado el tablero, o tal vez hubiese tratado de aplastar a su oponente. Sólo una computadora venció a Fisher y él reaccionó odiando la tecnología de aquel momento.
El ajedrez me encanta y ese deporte está asociado para mí con Bobby Fisher. Me encanta desde que tenía 11 años, cuando mi primo Albertito, un par de años mayor y viendo entonces apenas sombras, me ganaba con 3 ó 4 jugadas. Desde entonces desconfié de su ceguera, más aún 20 años después cuando fui a visitarlo a su casa de la selva, apenas escuchó mi voz me dijo “Hola Juan Miguel, pasa, la puerta esta abierta’. Sentado en el sofá de su casa, Alberto se pasaba el día cantando alabanzas sin poder ver (perdió la visión por completo), y ese día que lo visité con sólo oirme decir ‘hola, hay alguien por ahí’, me reconoció. ‘Es que está familiarizado con tu voz, todos los días te escucha en la televisión’, fue lo que me dijo mi tía, su madre.
Yo creo que Albertito (como Funes, el memorioso) estaba recordando todas los juegos que me ganó y se estaba divirtiendo. Ahora que les cuento esto, sé que a Bobby Fisher le gustaba jugar ajedrez con los ojos cerrados, lo contó su amigo y biógrafo Frank Brady. Brady cuenta que Bobby nació predestinado para el juego ciencia. Pero no fue desde su nacimiento en Chicago el 9 de marzo de 1943 que Bobby comenzó a esperar a sus contendores frente al tablero de ajedrez. No, debió pasar por un buen aprendizaje, rápido y precoz. Lo que es más, Fisher murió coincidentemente cuando tenía 64 años, cuenta el biógrafo, el número exacto de cuadraditos negros y blancos que hay en un tablero de ajedrez.
Después de Bobby Fisher no ha nacido nadie que se le parezca (jugando me refiero), pero sí desean hacer un pequeño paralelo les presento a Julio Ernesto Granda, el gran maestro internacional peruano. Ambos campeones a los 13 años, Granda fue campeón infantil, ambos atravesaron por crisis que los alejó de la competencia y los tableros. Recuerdo a Julio Ernesto retirándose a su granja de Arequipa (al sur de Lima) para dedicarse a criar aves o avestruces, si mal no recuerdo, diciendo, además, que ya no importaba jugar algo que sólo le pertenecia a Dios. Si pues, jugar ajedrez es jugar a ser el guía, un guía ‘severo y cruel’ quien decide quienes viven y quien mueren. Ahora, Julio Ernesto está mejor, y gracias a Dios está compitiendo.
Creo que mi amor por el ajedrez se acrecentó después de ver una película de Bergman. El gran cineasta sueco creó a un personaje -en el ‘Séptimo sello”- que representa a la muerte que espera al gran caballero cruzado, sin importarle si éste le gana una partida de ajedrez, porque al final la muerte sabe quién será el ganador absoluto. La muerte sabe que de todas maneras ganará, no importa sí le hacemos tretas.
Volviendo de mi digresión, les debo decir que Frank Brady amigo y biógrafo del único campeón estadounidense de ajedrez, acaba de publicar una nueva biografía de Fisher. En la primera Bobby se quejaba al ser llamado judío y alegaba algo contra eso diciendo: “si tu padre es republicano, no significa que tú no puedas ser demócrata” Lo cierto es que el libro que publicó Brady se titula ‘Endgame Bobby Fisher Remarkable rise and fall. From America Brightest prodigy to the edge of madness’.
El libro es revelador, y como dice el título se cuenta hasta la última jugada de Fisher, su aparición en el mundo del deporte ciencia, su caída y el cómo un chico prodigioso va cayendo paulatinamente en la paranoia. Brady lo cuenta todo, desde el inicio, porque conoce a Fisher del vecindario, porque practicó con él ajedrez y porque lo acompañó en algunos viajes por algunas partes del mundo.
Bobby Fisher provino de una familia pobre, su madre vivió en un hospicio y luego en una casa construída en un trailer. La mujer era muy inteligente, su coeficiente intelectual era de 180, no sabía jugar el ajedrez, pero siempre andaba alimentando la curiosidad intelectual de sus hijos, iniciándolos con rompecabezas y sabía hablar fluídamente varias lenguas. Cuando Bobby recibió como juguete un Monopoly, Brady lo encontró estudiando las reglas del juego con tal detenimiento que se volvió muy rápido en un experto. Fisher aprendió de su hermana a jugar ajedrez, cuenta el biógrafo. Desde entonces, Bobby tomó el ajedrez con la mayor seriedad posible. No sólo estudiaba, también jugaba, a los 13 años, Fisher se convirtió -a esa edad- en el primer gran maestro internacional.
Desde el inicio de sus días Fisher tenía un gran apetito competitivo. Siempre quería ganar. Si jugaba ajedrez, tenis o praticaba natación, siempre deseaba ser el primero. Cuando Fisher viajó a la ex Unión Soviética fue con el propósitro de retar a los más grandes, hasta que se convirtió en el campeón, después de vencer a Boris Sparsky, en 1972.
Bobby sabía todo del ajedrez, cuenta su biógrafo, incluso podía jugar con los ojos cerrados indicando dónde se ubicaba el caballo que estaba en riesgo por el ataque de un alfil. El ajedrez es un juego místico y está reservado sólo para los pacientes. Fisher fue el maestro del juego, podía proyectarse en el futuro del juego viendo más de 25 jugadas en adelanto con todas dándole la posibilidad de ganar.
La personalidad del único campeón estadounidense en el deporte ciencia fue muy especial, dice Brady. Se niega a llamarlo loco, sin embargo, dice que fue un paranoico, fue una de esas personas transtornadas, desequilibradas. En el colmo de su temor llegó a usar chalecos especiales, porque temía un ataque repentino, porque alegaba que podía ser asesinado por los rusos de la KGB o por el Mossad, el secreto y eficiente servicio secreto Israelí.
Habiendo sido tan pobre, Fisher tenía mucha inclinación hacia el dinero. El decía que ’nadie iba a lograr un céntimo usando su nombre’. Se cuenta que era tan extremo con el dinero, que sí alguien lograba un autógrafo suyo por 25 dólares recibiendo 5 dólares en pago adelanto por el favor, Fisher exigía también los 5 dólares.
Se negó a pagar los impuestos en los Estados Unidos alegando que no se defendía sus derechos. Un periodista publicó su biografía habiéndose negado, dos años antes, a firmar un contrato para la tarea, sin embargo, escribió la biografía y Fisher creía que por todo eso había perdido una gran suma de dinero. Fisher vivía mal, vivía de los derechos de un libro sobre ajedrez y del Social Security de su madre, mientras sus contendores rusos vivían sin preocuparse por el dinero, porque el gobierno soviético les daba todo. Lo que ocurrió con su negativa a pagar sus impuestos hizo que Fisher dejara su país, viviera fuera y obtuviera la nacionalidad de Islandia.
En 1970 se entregó a la Iglesia de Dios, una congregación de fieles que creían que el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina, a quienes donó el 10% de sus ingresos anuales, algo inusual en Bobby, hasta que tres años después se peleó con todos ellos y renunció a esa fe. Fisher no ingresó a ese grupo religioso buscando perdón, alguna vez se había mostrado deseoso de envenenar a un oponente quien tomó el ajedrez sin seriedad y se burló de él durante un campeonato.
Viviendo en Italia deseó estudiar todo lo referente a la estructura de la mafia en ese país. Cuando ocurrieron los ataques del 11de setiembre, en New York, Fisher hizo unos comentarios desafortunados, dijo que él había creado la trama del atentado. En el 2008, mientras vivía un tiempo en Tokio y otro en Manila, atendiendo a sus dos mujeres en Japón y Filipinas respectivamente ( no se sabe sí sabían de la existencia de cada una de ellas), Fisher tuvo serios problemas con los riñones, le recomendaron diálisis y se negó. Pudo haber sido una forma de suicidio, dice su biógrafo. Murió tres meses después, un 17 de enero.
Paradojas de la vida, quizás ese día celebraba feliz un año más de vida de mi hermano Coqui.
Tuesday, February 8, 2011
"La Nana" chilena.
“La Nana” es una de las últimas películas chilenas que cosechó muchos éxitos. El Sundance en el 2009, por citar un premio y, además, es una de las películas que más recolectó en una semana al estar en las carteleras de los Estados Unidos, más de US$ 100 mil dólares.
Tal vez nunca la hubiese visto si no es por una sugerencia de nuestra anfitriona colombiana. En las clases de español, junto a algunas estadounidenses que gustan de nuestra lengua, María Fernanda Prado propuso verla y discutirla en una de nuestras habituales reuniones mensuales.
Para comenzar debo hablar de lo que no se logró, desde mi peculiar punto de vista. La Nana, como el título lo sugiere, tiene como personaje central a la sirvienta de una familia chilena adinerada. Se trata de una mujer atormentada, silenciosa y que pese a no moverse en su espacio propio –la casa no es de ella- hace de la casa precisamente su reino. Ahí en ese espacio ella gobierna por encima de la propia reina. La reina verdadera parece tener el poder, pero no el gobierno. ¿Por qué esta Nana es una mujer como me la presentan?, es la primera pregunta que me hice al inicio de la película. Al terminar de ver el film tenía ideas, pero jamás la confirmación de ese por qué. Pensé que la Nana le sabía un secreto a la dueña de casa, pero la mujer es correcta y compasiva. Además, le permite a la Nana que haga algunas cosas por encima de lo que opine su única hija. La hija, la adolescente de la casa, se queja del maltrato de la Nana, sin que la madre intervenga a su favor y de manera tajante. ¿Por qué? sigo preguntándome. Ese es el hueco sin llenar que deja el director Sebastián Silva. Siento aquí que me dieron a roer huesos, sin darme un pedacito de carne, por eso al final no me trago la historia del todo.
Sin embargo, la película tiene dos logros: el personaje y la locación (la casa). Todo lo que hace el personaje está en la casa. Salvo una salida al campo, la Nana se mueve en toda la casa, incluso en el cuarto de los esposos, donde ve al marido ‘en pelotas’. El personaje está muy bien interpretado por la actriz Catalina Saavedra, quien cosechó muchos galardones por haberse decidido a vestir con realismo ese uniforme y esas zapatillas de sirvienta en una sociedad donde aún existen esas marcadas diferencias de clase. Raquel, así se llama la Nana, tiene una mirada siniestra y crea muchas expectativas desde el primer momento en que aparece en escena. Al principio pensé, ¿en qué momento esta mujer hará algo terrible?, pues la asocié con el personaje de la película “La mano que mece la cuna” donde la sirvienta se queda con todo, incluso con el hijo de la dueña de casa. En la Nana chilena no ocurre nada malévolo, salvo el detalle del gato, al que Raquel saca de escena arrojándolo fuera de la casa.
La Nana cuida su espacio – la casa- como los animales cuidan su territorio. No orina en cada rincón, no, pero lo marca sutilmente. “Esto es mío y nadie debe osar poner los pies aquí”, parece decir la Nana (mío que no es mío del todo, como constataran). Conozco de estos casos por algo que me ocurrió hace algunos años aquí en Nueva York. Conocí a una nana peruana que trabajaba con un judío que es dueño de una compañía de publicidad, videos y cine. Le pedí a esta nana que hablara con su jefe para que me permitiera ver –no trabajar- la filmación de los comerciales y como hacían algunas películas. Hice el pedido a esta nana dos veces sin obtener respuesta positiva. Traté de aprovechar del asunto porque ella se sentía muy contenta de ser alguien a quien los judíos ricos consideraban de la familia, pues la llevaban a diversas partes de los Estados Unidos. Entendí luego que la nana peruana no iba a dejar que nadie deambule en su territorio sacando un mínimo de provecho, por lo que desistí de seguir pidiendo algo que sin duda para mi sería perfecto (con ver me basta para aprender). Constaté así que aún seguimos siendo animales en ciertos casos.
El tormento de la Nana (vuelvo a la película), quien ya lleva viviendo 20 años en la casa de los chilenos acomodados, no lo llegué a conocer del todo. No sé por qué toma las pastillas que toma y en la cantidad que toma. Sé que sufre de jaquecas, pero no sé por qué. Cuando la Nana sale de la casa, después de todo un drama con las que se atreven a poner los pies en su reino, se sugiere la causa de su tormento. Extraña a los suyos que viven lejos, a su madre y a dos muchachos que no sabré sí son sus hijos o sus hermanos. ¿Será que son los hijos de la Nana que viven con la madre? ¿Será por eso qué la Nana tolera a Lucas (el hijo de la casa), quien todos los días ensucia la cama no sólo con sus sueños húmedos de adolescente?
Pareciera que por ahí va el asunto. Pero con 20 años viviendo fuera, esos hijos ya estarían en la capital, lo que borra mi argumento.
La Nana me dá motivos para hablar de lo duro que resulta para todos el tema de dejar la casa para emigrar en busca de un mejor porvenir. Conozco aquí en los Estados Unidos el caso de muchas mujeres que dejan a sus hijos en sus países y vienen acá tratando de labrarse un futuro y deben trabajar como nanas. El caso de Doris, una nicaraguense, me viene a la cabeza. Todos los días tomaba el bus que yo también tomaba para ir a trabajar. Se sentaba a mi costado algunas veces y ahí me contaba que en su país tenía un hijo que su mamá lo cuidaba. Cuando le pregunté sí pensaba traerlo vi como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y caían por sus mejillas. Sacó su teléfono celular y me mostró la foto de un pequeño. El niño se veía extraño. No dije nada, sólo miré. Entonces ella me dijo, “nació descerebrado”. Entendí lo que estaba detrás de su rostro angelical. Era bonita, pero llevaba a cuestas un sufrimiento inmenso, quizás por eso se castigaba comiendo, pues estaba con muchos kilos de más. La vi en mi mente rogando a Dios que recogiera a su hijo y luego la vi castigándose por haber pensado de esa manera, los insomnios, las gaseosas y los sanguches de pollo y cerdo eran su látigo. La culpa no sólo engorda, mata, pensé. Desde aquel día trató de evadirme y luego dejó de abordar el bus en el que la veía. Cuando la recuerdo, como hoy, ruego por ella, por su madre que esta sobrellevando la carga del niño enfermo y ruego también por ese niño que no tuvo ni tiene la culpa de haber venido así a este mundo.
El logro, vuelvo a la película, ( quiero sacar la pena real que referi). Y quiero hablar de la excelente locación buscada por el director o el grupo de producción chileno para realizar la película. La casa está diseñada de tal manera que los personajes se han movido con facilidad simulando el drama con naturalidad. Y esos personajes son los que dividen la película en tres segmentos necesarios para la acción. Primero esta Mercedes, la joven peruana de rasgos andinos, sumisa, quien llega a la casa a ayudar a la Nana (Aquí veo algo que me concierne como peruano, ¿los chilenos nos ven así: sumisos? Si nos ven así colijo dos cosas, las discrepancias con nuestros vecinos del sur estan ahí, merodeando. Y, lo más importante, que se vea a los peruanos sumisos no sólo es culpa de algunos peruanos, ahí estamos inmersos todos los peruanos, más quienes tratan de pisotear al que está más abajo. Ahí esta la vieja pituca que ningunea al que no tiene mucho, cuando esta afuera del país, el estereotipo de sumisa también le cae, por su desidia y egoísmo. Algo habrá que hacer para ayudar a todos los peruanos a sacudirnos de este esterotipo; primero, eduquemos mejor a los nuestros).
La Nana, con sus maltratos, hace que la joven peruana renuncie. Luego llega Sonia, la mujer adulta y con más experiencia que “no aguanta pulgas”, la misma mujer que le dice a la Nana “no te mates, estos cuando crezcan serán unos desconsiderados”. Sonia, la mujer que es capaz de subirse al techo de la casa, bajar por la pared lateral, abrir la puerta que la Nana se la cerró y buscarla para agarrarla de los pelos, pegarle y gritarle un par de subidos improperios, le dá a la película ese tono de conflicto que se viene sugiriendo desde el principio. Después de lo que ocurre entre las sirvientas, Sonia se despide, en la pelea se rompe el barquito a escala que el aburrido marido arma en su inmenso tiempo libre.
Luego llega la encantadora chilenita del interior que viene a enseñar a la sufrida Nana pequeños grandes detalles para enfrentar la vida. Lucy llega al reino de la Nana para comprenderla y darle el cariño negado. La nueva compañera descubre que algo horrible debe de haber ocurrido con la Nana, cuando la ve desinfectando el baño con cloro, después que ella toma un baño. Ese cuerpo desnudo que se ve no es tan ofensivo como el de la Nana, del tío y el de la nanita peruana. Ese cuerpo, sin ser escultural, luce natural y agradable. Es la chilenita del interior quien inicia el cambio en la Nana. Es con Lucy con quien la Nana comienza a reír. Es ella, la ayudante, quien ve como un ser humano a la Nana y es gracias a ella que 'la Raquel' comienza su transformación. No sabemos hacía donde va la Nana, pero intuímos que ese cambio será beneficioso para ella.
De su madre y de los suyos, nunca sabremos más…
* Nota importante. A quienes escribimos nos encanta que nos lean. Los lectores nos completan. Una amiga me escribe y me dice: "Hey, Juan, dónde estabas que te perdiste el diálogo al final de la cena navideña, cuando la Nana le dice a Lucy y sus familiares que su mamá la llama, que tiene varios hermanos con familia y que ella es la única que no tiene a nadie. Caramba, dónde estuve, me pregunto. Sí es así la historia en el film se completa. Ahora sé por completo que la Nana sufre de soledad y falta de cariño. Por esa razón le atacan repentinos dolores de cabeza. Gracias por el alcance.
Tuesday, February 1, 2011
'Agua' para las viudas de la India.
‘Water’ es la película escrita y dirigida por Deepa Mehta. La he visto desde varios ángulos: religioso, artístico y reparando en el diálogo que le dá al film la fuerza que necesita.
Deepa Mehta no pudo filmar su historia en la India, pues las protestas se iniciaron antes de que se comenzara a rodar la primera escena en el 2000. La directora pudo hacerse realidad su proyecto tres años después en Sri Lanka, burlando la censura religiosa que la perseguía lanzándole falsas acusaciones.
‘Water’ es la historia de las viudas que viven confinadas en unas casas conocidas como “ashram” o lugar de retiro rindiendo fidelidad a sus esposos extintos, renunciando, como se percibe, a la idea de volver a casarse para rehacer su vida. La vida de estas mujeres es deplorable, sólo pueden alimentarse una vez al día, duermen en un delgado tapete, visten túnicas blancas que las distingue y se cortan el pelo muy corto para dar cuenta de su condición.
En este momento hay alrededor de 34 millones de viudas en la India, las mismas que viven en los llamadas “ashram” bajo las condiciones que les impone la religión que profesan. Si no tenemos idea del número, les muestro un detalle, en Perú el número de habitantes aún no alcanza los 34 millones, lo que equivale a decir que en India hay más viudas que peruanos.
La película esta ambientada en 1930, en la época que Mahatma Gandhi estaba luchando de la mejor manera contra un imperio, esa lucha silenciosa que acabó con la tiranía del imperio británico en la India.
La película gusta por la visión de religiosidad que presenta. Pero, siempre hay un pero que inválida si se dice a continuación de un enunciado. A lo largo de los años, la religión se ha usado como una forma de esclavizar a los que menos tienen. ‘No hagas esto o aquello porque te vendrá un castigo’ es la muletilla que se usa para aplacar alguna insubordinación. Se han sumado otros como ‘eso es contra los preceptos de Dios’, ‘si tú no sufres el castigo alguien en tu entorno lo sufrirá’, entre otros. La película se encarga de mostrar que esos preceptos mal llamados divinos no son tales, más bien son imposiciones de quienes ostentan un lugar de privilegio y dándose cuenta de posibles cambios que los saquen de su comodidad persisten en hablar de ‘pecado’ para seguir manteniendo el statu quo.
Cuando una mujer enviuda tiene el derecho de recibir todos los bienes del esposo, pero para evitar que eso suceda, los familiares del occiso han creado la versión de que la esposa ‘se debe a su esposo y debe buscar la paz bajo el sacrificio’, mientras los hermanos se dividen las pertenencias. Como la mujer no tiene ni voz ni voto, más aún no lo tenía en el 30, acepta y ha aceptado por años ese mandato que de divino no tiene absolutamente nada.
Hace poco estuve leyendo el libro titulado ‘Dictamen sobre Dios, muy bien escrito por José Antonio Marina, el español cuenta que las tradiciones religiosas son hermosas creaciones de los hombres para tratar de explicar lo desconocido. La magnífica imaginación humana del hombre ha creado la figura de Dios a quien le ha dado sus ‘valores’. Además, el hombre ha creado la idea del cielo y del infierno. La Biblia se escribió en lugares desérticos y los escritores de aquel entonces dijeron por antagonismo, si nosotros sufrimos hambre, el cielo debe ser el lugar donde se encuentra todos los manjares. El cielo es el lugar al que van los buenos y el infierno es para los antagonistas, los malos. Hay algunos que llegando al colmo de la imaginación han llegado a señalar que en el cielo tendrán derecho a 70 mujeres virgenes si han sido buenos en la tierra (Me sorprende la figura que se le da a Dios en este caso, pareciera el encargado de un gran burdel). Sin duda también que los preceptos ‘divinos’ fueron hechos por hombres. En una sociedad machista, los varones se niegan a compartir sus ‘derechos’ con las damas. En estas creencias aún nadan millones de personas, esperando el pasaje directo al bacanal. ‘No cometas pecados en la tierra, peca en el cielo’, pareciera decir de manera oculta el precepto. Parezco irreverente, pero no estoy ni siquiera tratando de serlo. Estoy tratando de graficar mejor el mal sentido y el mal uso de la religión.
En la película de Deepa Mehta los diálogos son sencillos y esconden mensajes que un oyente con algo de perspicacia puede notar. Una de las viudas le pregunta al guía espiritual, ¿por qué las mujeres que enviudan deben ser tratadas con tanta crueldad? El guía responde, ‘nadie quiere responder esta pregunta dando una buena interpretación de los textos divinos, todos le dan a éstos la interpretación de sus propios intereses'. Deduzco entonces, el interés que cada uno tiene ha hecho de este mundo un mundo extraño, sufrido y por ratos asfixiante.
Yo no entiendo porque la curia romana se tiene que vestir con tanta ostentación, si el precepto bíblico primario es no ostentar. Yo no entiendo porque los protestantes tienen que darle el 10% de su sueldo al pastor. Con la excusa que hay que ayudar a la iglesia, algunos pastores viven ostentosos, usando mal su condición de buenos oradores. Las palabras, muchas veces palabras son. En ‘Water’ se escucha mucho diálogo que toca un tema muy importante: ¿conciencia o fe?.
‘Water’ se impone a miles de películas estadounidenses con contundencia. Es ese lado artístico que deseo destacar. En una sociedad como la India se tocan los temas que sacuden al espectador, quizás por todo esto la India nos ha dado a Gandhi.
Lo que ocurre en la India me impulsó a buscar en mis raíces peruanas. Creo que hasta hoy no hemos mostrado una verdadera película de Perú. Y para eso no se necesita millones de dólares, se necesita conocer más el Perú y tener el valor de mostrar sus diferencias y contradicciones. El verdadero arte tiene que sacar a relucir los problemas para resolverlos, le duela a quien le duela.
El subtexto del diálogo que se escucha, lo reitero, es importante para todo aquel que quiere hacer arte, sea cine o literatura. Además, el actor que interpreta un personaje tiene que conocer y familiarizarse con lo que desea su personaje. Kalyami, interpretado por la bella actriz Lisa Ray logra un papel redondo por la entrega de la actriz. La viuda o personaje central de la historia desea ser amada de verdad. Al final de la película ella logra emanciparse del ‘ashram’ o lugar de retiro y busca al hombre que la quiere como esposa. Kalyami asume su deseo con convicción, pero se enfrenta a la dura realidad. La actriz se logra a través de su personaje. No voy a revelar más para animarlos a ver la película.
Sin embargo, les contaré que la viuda más vieja del ‘ashram’ obliga a la Kalyami a prostituirse, porque con el dinero que logra la más bella se alimenta a todas las viudas del lugar. Cuando Kalyami deja el recinto la matrona llora, quejándose de la muerte de su loro, el subtexto nos dice que su pájaro le interesa un rábano, se le ha ido la mujer que le daba de comer. Al perder a la más bella, la viuda vieja sabe que sus días están contados.
Otro de los aciertos de la película es el uso del color, mientras las viudas visten de blanco, las paredes son verdes. El verde como pedido para que la situación por la que aún atraviesan las viudas en la India cambie. El color esta vedado para los viudas, solo se untan con colores una vez al año con ocasión de una fiesta y como es natural predomina el rojo de la pasión. La música es un recurso genial para la película, siendo el tema de la viudez un asunto de tristeza y pérdida, los temas musicales se asocian a todo eso. Me imagino usando unos huaynos de la serranía para la pena, ese cajón para la pasión, la acción y el suspenso, las marineras nortenas para el inicio y después todo se junta en un crescendo cuando se de el desenlace final.
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