Tuesday, January 13, 2015

Leyendo 'Infiernos mínimos' con corbata.


Ir al cine puede ser un drama pese a que veamos una comedia, es lo que dice el escritor peruano Jorge Valenzuela en uno de los seis relatos de su libro titulado  ‘Infiernos mínimos’ que Campo Letrado Editores acaba de publicar en Lima.

‘El reencuentro’ cuenta la historia de dos amigas -Ana y Mariela- que se dan cita a ver una película para reír y pasar un momento grato. Junto a ellas se sienta una mujer que de pronto comienza a toser y necesita ayuda. Ana se ofrece a ayudar sin saber qué es lo que le espera una vez que le pide a su amiga que siga gozando de las imágenes que luego deberá de contarle ¿cuándo regrese?

Jorge Valenzuela hace gala en este cuento de un final abierto que tiene que ser completado por el lector ocasional de su libro breve. Es evidente que el escritor peruano usa el recurso carveriano a la hora de narrar esta historia.

Sorprendida por el tiempo transcurrido y ante el no regreso de Ana, Mariela sale en su busqueda. Los delincuentes siempre están creando alguna estratagema para salirse con la suya. El peruano sabe de los taxistas que asaltan a sus clientes, de las mujeres que tras hacerse pasar por prostitutas roban a sus ocasionales parejas, se suma ahora –gracias al relato de Valenzuela- las mujeres mayores que se hacen las enfermas para sorprender a los jovencitas a quienes solicitan su ayuda para luego doparlas y plagiarlas. ¿Con qué propósito? Con el que opte el lector para completar la historia.

Este pequeño libro esta salpicado de historias que tienen mucho que ver con el cine. ‘Perros’ cuenta la historia de un viejo desamparado que se alista a degustar junto a sus canes el potaje de comida que prepara. Aquí resulta fácil hacer el paralelo con la película mexicana que hace algunos años protagonizó Gael García y dirigió Alejandro Gonzáles Inárruti. Además, este relato redondea a mi modo de ver lo que en una cita inicial utilizada por el escritor, Simone de Boauvoir nos dice: “las personas felices no tienen historia”. Detrás del plato de sopa de este hombre que se niega a mirar a su observador hay un submundo lleno de pesares y mucho drama que una vez más el lector esta llamado a completar. No hay felicidad, como diría la cita.

En ‘El enemigo insólito’, el escritor peruano  hace metaliteratura, pero una vez más se va –en mi mente- al cine para juntar a Ross MacDonald y Paul Newman. Mac Donald es el creador de un detective que protagonizará una serie novelas, pero con una en particular el personaje principal será guiado a tomar una pistola para acabar con su existencia. Una vez más, el lector es llamado a completar esta historia, este abogado lector ávido de una historia policial ha traicionado a alguien, ya renunció su secretaria y su guardaespaldas, va a cometer suicidio y opta por una explicación literaria para que el asunto no se vea tan ruín ¿por qué? ¿quién es ese enemigo hechicero y poderoso que seduce al abogado de tal manera hasta conminarlo a jalar el gatillo de un arma?

Si como lector, el escritor Jorge Valenzuela me llama a hacer mi propia interpretación de sus relatos, “Juntos” me lleva a pensar en la historia de Stanley Kubrick: ‘Ojos bien cerrados’. Una pareja de esposos trata de salvar su matrimonio, el consejero les ha dicho que amplien su relación de amigos cada uno por su lado. En ese caminar ambos se encuentran para descubrir qué cuando se vuelven a encontrar son dos perfectos desconocidos. Uno de ellos, el esposo, opta por saber que decisión tomar cuando aclare el nuevo día. No se nos dice y seremos nosotros quienes completemos o tomemos la decisión respectiva.

‘La corbata’ es desde mi óptica el relato más interesante. Valenzuela sin saberlo hace uso de la técnica hitchcockiana del MacGuffin que no es otra cosa que darnos un objeto para distraernos la atención mientras nos va contando una historia diferente y más interesante. Para entender de lo que hablo basta recordar la película Notorious (en español se titula ‘Encadenados’), donde todos estamos atentos a descubir qué se esconde en una botella de vino. Dashiell Hammett también nos hizo perseguir su halcón maltés, luego vino Quentin Tarantino y la maleta que buscaban John Travolta y Samuel L. Jackson, de la que hasta hoy no sabemos con exactitud qué escondía, apareció luego Javier Bardem persiguiendo también su maleta en No country for old men (Sin lugar para los debiles, creo que fue el título en Sudámerica).

En La corbata, el escritor peruano nos cuenta de un joven ejecutivo que odiaba las corbatas, pero que al ser conminado a usarlas llega a apreciarlas. Basta la introducción para que la bendita prenda se convierta en objeto fetiche y nos saque del foco de atención de la historia. Un extraño en la casa, que llega ataviado de una hermosa corbata, primero se presenta como el novio y al final termina siendo el hermano drogadicto de la arredantaria de una pequeña habitación en un mini departamento de soltero, para colmo compartido. Para rematar la historia, el escritor no es que nos tire con la corbata por la cara, sencillamente la ofrece como regalo de despedida.

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