Sunday, November 24, 2013

La dopamina, el miedo y la adicción.



Hay miedos naturales y miedos creados. Los primeros están inscritos en nuestros genes, los segundos son creados por las malas experiencias pasadas. Para probar el miedo que viene inscrito en nuestro inconsciente, los científicos soltaron un gato en un laboratorio de ratas. Los pequeños roedores nunca habían visto a un minino, pero ni bien vieron al intruso se pusieron muy nerviosos y corrieron, quizás temiendo por sus vidas. La misma prueba se hizo con seres humanos, en un lugar del polo norte se soltó a una víbora, los esquimales que nunca se habían topado con este ser reptante, ni bien la vieron, se pusieron muy alertas, como temiendo algo feo. Algo internamente les decía 'hay una amenaza, aléjense de aquí”.
Los miedos creados, qué les puedo decir de los miedos creados. Cada uno de nosotros tiene su miedo particular y estos son miedos que vienen y se generan a lo largo de nuestra experiencia vivencial. Dicen que el miedo a hablar en público es el que encabeza la lista.
Yo que he sido un miedoso incluso de pasar por debajo de una escalera, tengo un especial interés por el tema. Así que al ubicar el libro titulado: 'The fear project', me lancé a conocer qué es lo que Jaimal Yoguis escribió. Yoguis es un joven corredor de olas que tuvo que aprender a vencer su miedo y enfrentarse a los 'mavericks', las grandes olas de una zona de San Francisco, en los Estados Unidos.
En su búsqueda, Yoguis no sólo nos cuenta su historia personal, sino que nos refiere una serie de estudios que se han hecho en el mundo para tratar de explicar qué es el miedo. Además, se metió al agua con nadadores, estuvo muy cerca de los paracaídistas, y entrevistó a psicólogos, neurólogos y también monjes budistas que le han permitido ampliar su conocimiento al respecto y transmitirlo.
El miedo es la principal fuente de superstición y una de las principales fuentes de crueldad, nos dice Yoguis citando al filósofo inglés Bertrand Russel.
Para entender el miedo hay que ir en un viaje hacía atras y remontarnos a nuestros ancestros reptantes que poco a poco ganaron la posición erecta de la que hoy gozamos. Ahí en nuestra amígdala cerebral se almacenó nuestro miedo primario que nos ha permitido evolucionar y sobrevivir como especie. Desde entonces la amígdala no se cansa de hacer su trabajo. Pero en nuestra evolución hemos ido ganando más cerebro y aún parece que no terminamos de entender ese inmenso cableado de neuronas y sinapsis que tenemos, sobre todo en la parte frontal, sistema que nos hace seres racionales y pensantes.
Al experimentar miedo no sólo la amigdala comienza su trabajo, también se suman el hipocampus, la corteza frontal, el tálamo y el hipotálamo que se juntan con la glándula pituitaria para enviar señales que viajan a una velocidad sorprendente por todo el circuito cerebral que hemos ido creando a lo largo de nuestra evolución.
Al referirse Yoguis a su forma de vencer el miedo observé algo interesante, todos los seres que poblamos este universo somos parecidos en muchos detalles. Somos materia desconocida en un 70 por ciento aproximadamente. Lo es nuestra vía láctea, un cuerpo humano es básicamente agua en ese porcentaje, el océano de nuestra tierra tiene también ese proporción. En ese 70 por ciento aún no hemos descubierto lo que podemos encontrar. El océano sigue siendo un misterio en una serie de aspectos, las olas dan cuenta de su movimiento, de su sentir, digamos. Si esas olas las trasladamos a nuestro organismo, son también inmensas formas de energía que tratan de reventar en la playa, no nos podemos oponer a eso, tampoco enfrentarlas, sí eso ocurre nos veremos arrastrados y revolcados, es mejor dejarse llevar, correr en la cresta de cada una de ellas.
Los miedos aparecen y desaparecen, si tú les tomas demasiado en cuenta se pueden volver agresivos, destructores. Si tu peleas contra ellos te hunden en lo más profundo. Sólo sí tú ves a las olas como visitantes que van y vienen, volverán a su origen, serán agua una vez más.
Y hay un detalle adicional, los miedos como las olas pueden darnos un momento motivador y sí antes el miedo nos previno de lo malo que puede ocurrir, hoy podemos verlo como los impulsores de algo que nos lleve a alcanzar cierto bienestar.
Por eso vemos a los surfistas gozando de lo que hacen, pero hay que ser conscientes que gozo y adicción tiene un componente de más que hay que tomar en cuenta, el último sobra. Al parecer hay algunos surfistas que caen en adicción y ahí rompen una barrera de equilibrio. Se vuelven dependientes de la dopamina.
La dopamina es un neurotransmisor que se expande por todo el cerebro y se origina en la parte más interna del mismo, en esa región que compartimos con nuestros ancestros desde 200 millones de años atrás.

La dopamina.

La dopamina es la sustancia que nos proporciona placer. Cuando la dopamina emerge como una chispa genera un fuego increíble por todo nuestro cerebro. Lo que en ese momento sentimos es lo que hemos decidido llamar: felicidad. La antorcha que buscamos para que nos alumbre.
Por eso la dopamina es también conocida como la sustancia motivadora de todo ser humano.
La dopaminma nos da esas sensaciones cuando por ejemplo olemos el pan recién salido del horno, oímos una pieza musical que nos agrada, llegamos a la cima de una montaña y conquistamos nuestro sueño.
La dopamina nos motiva y nos enseña a conocer nuestras habilidades y también nos hace ser más aventureros.
Las drogas nos dan caminos más cortos para alcanzar la felicidad, por eso apelamos a la cafeína, a la nicotina, la cocaína. Cuando consumimos estos estimulantyes incrementamos nuestro nivel de dopamina. El sexo nos da dopamina y el incremento es de 100 a 200 unidades más.
Se sabe, por estudios realizados, que la cocaína da alrededor de 350 unidades más de dopamina y los consumidores del crystal meth llegan a alcanzar mil 250 unidades más. Pero cuidado, el cerebro no esta capacitado para soportar ese tamaño de dopamina en su estructura. La dopamina hace que uno se vuelva eufórico y pierda el miedo, pero cuando viene el bajón, el adicto se siente deprimido, paranoico y violento. Es algo así como caer de un avión sin paracaídas. Además, la droga destruye el sistema natural de receptores de dopamina que tenemos en el cerebro. El adicto puede recuperarse, pero habrán ya quemado regiones cerebrales irremplazables..
Yoguis sugiere que cada uno de nosoros debería buscar fuentes o caminos saludables de dopamina. Sin lanzarnos en ese tobogan autodestructivo que no sabemos hasta donde nos conduce. El ejercicio, la meditación, por citar algunos.
A la dopamina se suma el cortisol que es una hormona que también esta envuelta en la respuesta del miedo, el stress y la ansiedad. Para que veamos rápidamente el papel que juega esta sustancia basta observar que cuando no hay una buena producción cerebral de la misma, se afecta la digestión, la inmunidad del organismo, el sexo, el crecimiento, el sueño. En una mujer incluso afecta la posibilidad de salir embarazada, sí lo desean.
Ahora, ¿por qué hay algunas personas que se quedan traumatizadas mientras otros conquistan sus metas pese a sentir miedo?, pregunta Yoguis. Su búsqueda de la respuesta lo llevó a observar un trabajo científico interesante, en un rincón oculto del cerebro es donde los seres humanos almacenamos nuestra memoria. Será alcanzar la lotería cuando la definamos con precisión dónde se esconde. Cuando una memoria se consolida ahí como un ladrillo de cemento, no hay nada que lo frene. Aunque se están probando proteínas sintéticas inhibidoras que evitan la consoilidación de la memoria y ha dado resultado 60 días después. Vale decir, al inyectar esta sustancia en el cerebro de un pecesito -goldfish para ser preciso y que se conoce que tienen fama de memorioso- esto olvida la mala ocurrencia.
Para no cansar con tanta información, Yoguis dice que el miedo es necesario. Nos hace huir cuando hay algo que nos puede poner en riesgo de sobrevivir. Y agrega: lo mejor para combatir el miedo es recordar que el cerebro esta haciendo su trabajo: nos esta enviando señales de amenazas y nos quiere mantener alertas ante la eventualidad.

1 comment:

Lolovox said...

El peor miedo es el miedo al miedo, lo sé.