La vida es como una película con todos
los buenos ingredientes que el director le pone. A algunos les toca
hacer el papel de malos, mientras que a otros les toca hacer los
roles protagónicos, claro, antes tienen que pasar por un calvario
para aprender, sino aprenden, fallan y se van. Por lo tanto, hay que
dejarse llevar por la sinfonía que nos ha reservado el creador.
A esta conclusión he llegado mientras
me senté a observar mi vida y su no muy largo transcurrir. Vi pasar
las secuencias de mi vida como en un gran rollo de technicolor y lo
vi con precisión cuando me dieron una secuencia muy dura de
interpretar. (En los momentos más dramáticos es donde uno puede
apreciar el rol que está jugando). Y hay que dejarse llevar sin
quejarse porque todo ocurre por alguna buena razón. Como no tenemos
la película completa nos esforzamos por conocer el desenlace y eso
resulta imposible, mientras se ejecuta o filma (usen el verbo que
deseen, total, estamos hablando de vida = película, no es cierto?)
Uno le encuentra sentido a la vida
cuando descubre una buena causa y por solo esa buena causa uno puede
incluso perder la vida, para eso uno debe descubrir el rol que esta
jugando, en el propio discurrir del rollo, sino lo descubre, por lo
menos intentarlo.
Me he puesto a ver 'Las flores de la
guerra' por segunda vez y la película me ha hecho ver estos
detalles. Cuando hay una buena causa, lo que hagamos siempre nos
llevara a un buen puerto, no importa sí para eso tengamos que
meternos en el estómago de una ballena o descendamos a los
infiernos. De allí saldremos con lo que anhelamos y buscamos. Esto
se da en la vida real, también, claro está, sino me creen basta que
les diga miren 'La lista de Schindler'. El personaje sin escrúpulos
de la primera parte descubre de pronto, como saliendo de un sueño o
una pesadilla, que tiene que ayudar a quienes puede y ese es el rol
que le toca vivir. Lo acepta con resignación. Y pese a todas las
circunstancias difíciles que le toca pasar, siempre saldrá
victorioso.
Bueno, sigamos con 'Las flores de la
guerra' esta magnífica película china dirigida por Zhang Yimou. Si
tienen oportunidad de mirarla, haganlo, les va a encantar. Quienes
amen el cine de acción, tendrán al inicio varias secuencias muy
bien logradas. Ese inicio se me ocurre, es como un solo de baterías
con redobles y pasodobles que te enganchan. Ahí es donde uno
descubre que tiene que dejarse llevar. En plena guerra
chino-japonesa, un maquillador de muertos es contratado para arreglar
el rostro de un sacerdote muerto durante la conflagración. Y para
llegar a realizar su tarea, el personaje tendrá que atravesar el
último escenario donde se libra la batalla decisiva. El papel que ha
jugado antes como maquillador pronto cambiará, porque ese es el
papel que le ha tocado jugar. (La película esta basada en hechos
reales, los japoneses ganaron esa guerra, matando alrededor de 300
mil chinos, sin importar que estos fueran civiles o militares).
De generación en generación, los
chinos fueron transmitiendo todo el drama que enfrentaron y todo el
salvajismo que desplegaron los japoneses durante dicho conflicto
ocurrido en los anos de 1937-38. No sólo asesinaron a los rendidos,
sino que también violaron a cuanta mujer se le puso en frente. El
rapto de Nanking fue recreado, primero como una novela y luego fue
llevada al cine con una gran inversión económica.
No quienes ganan una guerra son los que
realmente ganan. Por encima de una guerra que por lo general tiene
intereses subalternos y bajos, como expansión, hurto, la simple
exhibición de fuerza y odio, están valores humanos que el
'vencedor' desprecia y esa parte muchas veces las hallamos en el lado
'perdedor', hablo entonces del heroísmo, la valentía, la fe, la
responsabilidad, el amor y la entrega, por citar algunos. Quienes
exhiben lo mejor en una guerra no son los que ganan, aunque hay
guerras que fueron bien ganadas, por supuesto. La de los aliados
contra los nazis, fue una guerra ganada por el lado que debió ganar,
sin duda.
No es por nada, pero los peruanos nos
enorgullecemos de tener un gran héroe marino llamado Miguel Grau. A
nosotros nos tocó soportar lo que hicieron los invasores, quienes
mostrando cobardía absoluta no dudaron en usar la fuerza contra los
mas débiles, saquearon todo aquello que se les antojo y destruyeron
lo bello que encontraron a su paso para vanagloriarse falsamente de
su terrible acto: “sino me lo puedo llevar, no es mío, entonces lo
destruyo”. Un pillo seguirá siendo un pillo, ante los ojos de la
gran verdad.
Después de la digresion vuelvo a 'Las
flores de la guerra' una vez más, en aquella oportunidad un grupo de
prostitutas chinas desarmadas le dieron una gran lección a los
soldados invasores, para ser más exactos, le ganaron la guerra.
Ellas deciden inmolarse para salvar la vida de algunas niñas de
convento, las mismas que habían sido 'requeridas' por los oficiales
nipones deseosos de satisfacer sus bajos instintos. Si ponemos en una
balanza a prostitutas y oficiales, se trata evidentemente de un claro
ejemplo de los 'debiles' contra los 'fuertes'. ¿Quién creen que
gane? A los ojos de cualquier iluso, los oficiales fuertes resultan
siendo los ganadores. Cosa falsa de toda falsedad, sin duda. Es lo
que ocurrió en Nanking.
Mientras un maquillador de muertos que
suplanta a un sacerdote muerto rescata y huye con las niñas de
convento, las prostitutas suplantan a las menores y se enfrentan a un
destino final digno. El maquillador acepta su rol, suplanta a un
muerto y resucita el buen nombre de la verdad, el honor, la valentía
y el amor que es alguno que siempre estuvo buscando. Por su acto
heroico conquista el verdadero amor (aquí la protagonista líder
también se baña de pureza) y ambos sabiéndose dignos deciden
enfrentar el reto, correrlo y salir victorioso por el lado del
maquillador, y un destino incierto, pero grandioso por el lado de la
prostituta.
Insisto, aceptar el rol que nos toca
vivir sin chistar, pese a los inconvenientes, dolores y penas es lo
que nos hace alcanzar nuestro destino de gloria.