Mi hermana me dijo que la tía Clemencia se moría. Que ésta vez se estaba muriendo, por esa razón la llamé por teléfono desde New Jersey a Moyobamba, al pequeño y bello pueblo en la ceja de la selva peruana.
-Ay hijito, me acaban de operar de un ojo y el doctor me dijo que tengo que operarme el otro, justo a un año de la operación a mi vesícula. Y no sabes, tengo un uñero que no me deja caminar y las varices que se me revientan. Otra vez hijito ese problema, no sé cómo renacieron, porque hace tres años el doctor Alpino me operó de las piernas y me redujo esas enormes venas que de pronto se me reventaban como llantas de un carro viejo.
Pobre tía Clemencia, le das cuerda y no para de hablar. La castigaron el día que le quitaron todas las muelas para ponerle las postizas. Desde aquel día paró de reírse, porque los dientes se le salían como cintas de la casetera cada vez que abría la boca, pero su oído, sigue igual y muy atento.
-Qué gusto 'mi jo' saber de ti.Y cómo está tu corazoncito, me dijeron que a ti también te operaron, pero no te preocupes hijito, tú estas joven. Yo ya estoy pa la otra, en cualquier momento, 'mi jo', estiro la pata. Ojalá no me muera, menos como el Mashita, je.
-¿Cuál Mashita, el mashita jergón?-.
-No, no, el Mashita, el verdadero. El jergón es un munaisapa. El profe, el verdadero Mashita. Sabes hijo, a su vejez, dejando el magisterio, se volvió prestamista, pero sólo le prestaba plata a las mujeres solas, a las viudas y a las divorciadas.
-¿Por qué sólo a ellas?
-Con segundas pues hijo. Como no le pagaban, el mashita les cobraba de otra manera.
-Pero el Mashita ya estaba muy viejo para esos trotes.
-Je, eso es lo que tú crees. Se volvió accionista del viagra. Hasta que se murió. Al Mashita lo encontramos en un hotel. Tieso. Había estado con una ecuatoriana de cuarenta años, a quien le habia comprado una cámara portátil y le estaba cobrando. A la mujer la detuvieron, porque primero se pensó que ella le había matado, pero cuando se puso a llorar y contó lo ocurrido, la policía la puso en libertad. Al Mashita se le paró también el corazón, con ese bendito viagra. Con la Mishi -su mujer- le encontramos calato en la cama de ese hotel mugroso. Con la misma cámara portátil, la policía le tomó fotos al Mashita, tirado en la cama. Le acompañé a mi comadre para recoger al muerto y le dije 'comadre de aquí nomás hay que llevarle al Mashita al cementerio, nada de velorios comadre, para evitar las habladurías de la gente. De frente al hueco, si hueco quería, hay que darle su hueco', le dije a mi comadre. Total, ella se puso a llorar y entre sollozos decía: 'Ay este viejo manavalque, a mí ya no me servía y viene aquí a morirse con otra. Mira pues comadre lo que es la vida... Mis hijos quieren que lo velemos en casa'. Pobre mujer, lloró desconsolada. La cosa, mi hijo fue para cerrar el cajón, el Mashita se murió con su cosa parada. El bendito ataúd no se cerraba. Le poníamos a su cosa pa un costado y 'pon' se volvía a parar. Después de tiempo me animé a agarrar esa cosa y lo doblé. Padecí, hasta que 'troc' sonó y se quedó quieto. Entonces recién cerramos el cajón. Lo que se ha reído la gente en ese velorio, dios bendito. El Mashita volvió famoso al viagra en este pueblo.
A mí me comenzó a doler el estómago de tanto reírme. Riéndome del dolor ajeno.
-Ah, y no sabes? Después siguió el cambalache. El cenizo, se metió con la Rosa. La vieras. Chambona, no mira a nadie, con su pelo pintado y sus uñas postizas anda en el asiento de copiloto del carro viejo del cenizo.
-Pero ¿no decían que el cenizo era raro?. Que por eso su mujer lo dejó con el argentino.
-El viagra pues hijo, el viagra. Además, el cenizo quiere hacer creer a sus hijos que es bien macho, pero ya ni ellos le creen. Bienhecho con la Rosa, su marido bien al día la tenía y sin viagra. Ahora con ese viejo, asco debe sentir. Encima el cenizo se anda chupando los mocos para escupirlos y escarbándose con palos sus dientes podridos. Qué barbaridad!, con plata y con los dientes cariados. La Rosa, sólo plata tiene y de que sirve esa plata sino tienes un buen marido en la cama, 'mi jo'. De nada. La Rosa dice que el cenizo le ha ofrecido llevarla a los casinos de Aruba, a Cuba a conocer a Fidel. La muy burra se lo ha creído, sí será la Rosa.
A propósito del argentino, es el que se puso de moda y andaba en boca de todos. Un día lo vino a visitar su amigo desde Miami, desde que llegaron yo dije, 'ju, aquí pasa algo raro'. Idem mujeres se hicieron 'besa besa' cuando se vieron. De aquí para allá, andaban en moto, un día manejaba uno, al otro día manejaba el otro. Se emborrachaban sólo con vino riojano, hasta que seguro se les pasó la mano, el trago tiene sus malas consecuencias, 'mi jito'. El ex marido de la Rosa los encontró besándose cada uno su cosa, ni se dieron cuenta que los estaban mirando, ellos seguían en su asunto como sí comieran helados. Que asco, 'mi jo'. 'Si hubiera tenido una cámara', me dijo el ex de la Rosa, les hubiera tomado una foto.
-Y qué hace el ex de la Rosa con el argentino.
-Trabaja pues hijo en su ferretería, él es que pone las mayólicas y le pagan una miseria.
-Tía, pero la ferretería no era del cenizo? No entiendo.
-Cuando al cenizo le dejó su mujer -la muy viva- se quedó con el negocio y el argentino vivazo se hizo cargo de la ferretería. Ahora el cenizo tiene una farmacia. Ahí es donde el Mashita compraba su viagra, siguiendo los consejos del dueño.
-Vaya tía, qué desorden.
-Así es hijo, la vida es una trilla. Volviendo a los argentinos. Eran medio raros. El que vino de Miami se hacía la manicure, se depilaba las cejas y eso no es habladuría mía mi hijito. No. El propio Silvio me contó, 'Ay doña Clemencia -me dijo el peluquero con su manerita quebrada- hay un argentino feo que viene a que le arregle las manos, pero tiene unas uñas tan toscas, que me da mucho trabajo. Y ni siquiera da buena propina, mi doña. Un besito en la mejilla y se va'.
Y mi hermana que dijo que la tía Clemencia se estaba muriendo. El día que le operen de la lengua, la vieja se muere.
-Hijo, conocí a Matías, el argentino feo de Miami. No sé quien le fue con el cuento que yo tenía un sobrino que vivía en los Estados Unidos. Vino a verme y me quiso dar mi beso, pero me dio asco el tipo con lo que me había contado el ex de la Rosa. Ay, que diciendo para besar esa clase de hombre, que come helados con sal. Me pidió tu teléfono. Le dije que no lo sabía y entonces insistió con tu dirección -terco el fenómeno- que quería tu dirección. Creo que es Miller 765, en Paterson, le dije, mintiendo. No sé sí hice bien 'mi jo', no vaya a ser que te busque este raro y quiera dinero. Dizque a estos les gusta la plata fácil, vaya a venir con chantajes, tú sabes, no? Así son estos indefinidos, doble cara.
Me reí.
-Bueno tía, tengo que irme.
-Tan rápido mi hijo, pero recién nomás hemos comenzado a hablar y contigo no habló desde el año pasado.
-Debo ir a trabajar, tía Clemencia. Hay que pagar las deudas.
-Mi hijo, cuidate mucho. No vayas a tomar esa viagra, tú que sufres del corazón y por favor sobrino, hazme un pequeño favor, mandame unos cien dólares para mi medicina. Ay! este ojo me está comenzando a doler otra vez y mi cintura, con el reumatismo, no me deja ya ni caminar, ojalá no me tengan que operar de la cadera.
-Tía Clemencia, en cuanto salga de mis deudas, le envio los cien dólares, por ahora no puedo, le debo al dentista, al taxista y a un prestamista. Cuidate mucho tía, te llamo en cualquier momento. Un beso. Ojalá nunca te mueras.
Click, corté la llamada, justo cuando la tía empezaba a decir.
-Bueno, 'mi jo', pero me olvidaba lo más importante...
Saturday, April 21, 2012
Sunday, April 15, 2012
La mancha humana de Philip Roth.
Hay libros que uno hubiera deseado escribir. Con todos los componentes que uno encuentra en esos libros, uno piensa “este es el libro”. Pero qué falta de talento, qué pereza!, tener que trabajar en algo diferente para pagar la renta, la comida, los libros. Excusas. Todo esto me ha ocurrido con “La Mancha humana”, escrita por Philip Roth, para completar su trilogía de disección de la sociedad estadounidense.
Pienso que Roth escribe mejor a largo aliento, sus libros cortos son buenos, pero sus novelas amplias son mejores. Cuando escribe y se explaya como que abre las alas y vuela como un águila, o tal vez como un grajo consentido por Faunia Farley. Faunia es una de los personajes trágicos de esta su novela.
'La mancha humana' es la novela que no solo yo hubiera deseado escribir, también lo hubiera deseado escribir Coleman Silk, el personaje principal de esta historia. Por eso Silk le pide a Nath Zuckerman (alter ego de Roth) que lo haga. Claro, en este caso es difícil que el propio personaje escriba sobre su propia vida, teniendo mucho que esconder. Roth es el que toma el encargo y delega en Zuckerman su cometido.
Es el momento del juicio que enfrentó el ex presidente Bill Clinton, quien usó la sala Oval de la Casa Blanca para permitir que la practicante Monica Lewinsky le practicara varios felatios.
La novela comienza con la confesión de Silk, quien le dice a su vecino Zuckerman que a sus 71 años se está acostando con una mujer de 34. Coleman Silk ha sido decano de la universidad de Athena y ella es la encargada de limpieza de la misma casa de estudios. Faunia es divorciada de un ex veterano de la guerra de Vietnam, es analfabeta y debió escapar de su casa a los catorce años porque su padrasto abusaba de ella. Con este inicio, el gancho lanzado hacia el lector esta establecido y no queda sino seguir la historia. Nos han cogido del pescuezo y hay que seguir en el cuadrilátero diseñado y armado por Roth.
A propósito, Coleman Silk es un gran pugilista, ha peleado muchas veces y ha salido triunfante. Al enterarse, su padre le dice, 'es el momento que te retires, sin una sola derrota'. Silk no es sólo inteligente al momento de enfrentar a un contendor, es inteligente en su vida estudiantil -ocupa el primer lugar- y su padre desea que vaya a la universidad. Los Silk son pobres de Newark, Nueva Jersey, y han llegado a vivir en una zona donde los blancos vivían. Con la llegada de las familias de raza negra, los blancos han decidido marcharse. Sin embargo, Coleman es blanco y pasa por serlo gracias a sus ojos verdes y su color claro.
Los Silk son cultos, gracias a que el padre fue hijo de un pastor y al amor que tiene por la literatura clásica de Chaucer, Dickens y Shakespeare, sin olvidar a los griegos y los latinos. El padre es quien alimenta la vocación del hijo quien llega a convertirse en un experto en latín y griego. Pero vayamos con calma.
Zuckerman reniega de los escritores que abusan del principio, nudo, descenlace que tiene toda historia a contarse, lo cuenta cuando se refiere al papel de profesor que en algún momento le tocó ejercer y que luchaba contra los alumos que cumplían con ese tipo de narración esquemática, por esa razón sus escritos (los de Roth) son armados con un cuidado que hace pensar que la estructura aristotélica, si desean, no se cumpla. Pero se cumple, sólo que Roth es un arquitecto distinto al resto.
Lo que he notado es que todos los escritores buscan ese choque violento que todos los personajes centrales tienen en la mitad de la novela. Como en este caso, Coleman es un muchacho sorprendentemente bueno al principio de la historia, para pasar luego a ser alguien distinto. Sorprendente, pero con algo trascendental que lo ha hecho cambiar. Se ha hecho pasar por blanco para enrolarse en la Marina y lo que es más rompe con su familia de raza negra para vivir su vida de blanco.
Su padre a muerto y su hermano mayor Walter es quien le ha negado que vuelva a la casa para ver a su madre y evitarle el sufrimiento. No sabremos hasta casí el final de la novela que Coleman mantiene un contacto telefónico con su hermana Ernestine, quien es -además- la que redondea todo los datos que le sirven a Zuckerman para armar su rompecabezas (su novela).
El final es magistral, es un crescendo al estilo de Mahler. (Eran las diez de la noche cuando me enfrente a las aproximadamente 150 páginas finales). Lester Farley debe enfrentar sus transtornos de guerra al ir a un restaurant chino y tener muy cerca a quienes llama 'amarillos'. Pasa la primera prueba y la segunda es buscar a su compañero muerto en el muro construido en Washington en memoria de los miles de caídos en Vietnam. Sin embargo, Les ya tramó algo en contra de Coleman Silk y su esposa Faunia, a quien culpa de la muerte de sus hijos por haber estado felando el miembro viril de uno de sus amantes, mientras sus pequeños dormían en casa, sin darse cuenta que se estaban muriendo.
Cuando ocurre la tragedia, Zuckerman (Roth) irá aclarando todos los puntos. Y para eso se vale de Ernestine. Es recién ahí que el escritor conoce la decisión de Silk Coleman de romper con su pasado, de negarle a su mujer y sus hijos (tiene cuatro) el conocimiento al que tienen derecho, el de saber que sus raíces pertenecen no a la raza que dicen pertenecer, sino al que antes no se tomaba muy en cuenta. Y es cuando el escritor se hace una serie de preguntas. Silk Coleman se enfrentó al temor de que uno de sus descendientes naciera con los rasgos típicos de su raza, pero además, le dejó a su hija 'una bomba', quien aún no tiene hijos, la posibilidad de tener uno muy distinto al que ella supone, enfrentándola a una serie de interrogantes que van desde el caso de una supuesta infidelidad.
Gracias a Ernestine, Zuckerman reconstruye otros detalles de la familia. Sabe que los Silk son personas integras, pese a todo. Ella cuenta, algo que pinta muy bien a su hermano Walter, de quien el escritor no habla mucho. Durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, Walter estuvo sirviendo en el Ejército y mientras patrullaban con un compañero una zona de Bélgica vieron a un soldado alemán que caminaba por los rieles del ferrocarril. Cuando Walter vio que su compañero apuntó su rifle contra el caminante, lo paró y le dijo “¿qué haces?”. Estoy tratando de matar a ese nazi. “Y qué si es un soldado que vuelve a casa”. Por esa razón en vez de disparar tomaron como prisionero al alemán y el detenido comentó precisamente que volvía a casa siguiendo los rieles del tren que era el único camino que conocía. De esa manera, el soldado alemán regresó a casa, Walter lo había salvado.
(Cuando leí esto no dejé de pensar en la novela 'Soldados de Salamina', de Javier Cercas, que por cierto es también una de mis favoritas y más adelante pensé en 'Leviatán', cuando Zuckerman trata de encontrar a Les Farley y lo enfrenta, en ese momento el sicópata ex veterano pudo haber acabado con la vida del escritor, como pasa en la novela de Paul Auster).
Y para terminar, luego de seguir el proceso de envejecimiento de Silk Coleman descubrimos que un pequeño detalle acabó con su vida, un comentario. Haciendo buen uso del lenguaje y citando de alguna manera a 'La Iliada', el decano y profesor de latín dijo: esos alumnos 'se han hecho negro humo'. Resultó que los alumnos eran de raza negra y tomaron el 'negro humo' como una forma de ofensa racial, pues ellos eran de raza negra. Coleman nunca los había visto en clase y no sabía de quienes se trataba.
Ya decía el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, en sus 'Prosas Apátridas', no lo cito con exactitud, pero es algo así: “un narcotraficante bien puede vender toda la droga que deseé, pero pobre de él que se pase una luz roja”. Ese pequeño detalle lo hunde. Por ese pequeño comentario -”negro humo”- Coleman Silk tuvo que enfrentar su pasado del que se alejó, abandona la universidad, ve morir a su esposa, se siente volver a vivir al conocer a una mujer joven, sin saber que todo eso lo lleva a su propia destrucción. (Wow, son las 3.30 a.m., y no tengo sueño).
Friday, April 6, 2012
Meditación consciente. (El buen vigía)
La gente conoce a la 'meditación consciente en el presente' como “Mindfulness”, creo que en español no tenemos una palabra única que refiera el significado en su esencia. Es más, ninguna lengua creo que se sienta capaz de definirlo con una sola palabra.
Mindfulness es un vocablo inglés que significa atención precisa, aunque también podría definirse como experiencia. Es un proceso difícil de definir y analizar, porque como saben las palabras son apenas un reflejo pálido de la realidad, según el monje budista, Bhante Henepola Gunarata, quien desarrolla con más amplitud este concepto en su ya clásico libro 'Mindfulness in plain English'.
La técnica de la meditación llamada Vipassana (capacidad de ganar un exacto y profundo entendimiento de una persona o cosa) fue introducida por Buda 25 centurias atrás y es una actividad específicamente dirigida a experimentar un estado de mindfulness sin interrupción.
Cuando eres consciente de algo, hay un momento de puro conocimiento de una situación o hecho, antes que tú identifiques eso. Es apenas un chispazo. Es como un flash en el momento que ocurre, justo antes que conectes la forma de eso que ves. Eso toma forma antes que empieces a pensar en eso. Antes que tu mente diga “esto es un perro”.
Ese discurrir suave, continuo y muy preciso es lo que se denomina mindfulness. En ese momento del chispazo en tu mente, tú experimentas un algo que todavía no es algo. Esa experiencia esta unida a la realidad y contiene una muy profunda categoría de cosas conocidas que se pierden tan pronto como tú focalizas tu mente y visualizas el objeto dentro de una cosa. Es tan corto que es difícil de ver. Nosotros tenemos que desarrollar el hábito de percibir más detalles, pues el momento original se mueve muy rápido.
El propósito de la meditación 'Vissapana' busca prolongar nuestra percepción de una situación o un acto y mientras desarrollas la técnica descubrirás que hay diversos aspectos interesantes.
Mindfulness tiene sus características especiales, es algo así como un reflejo en el espejo, una pintura mental imaginada y contemplada. Sólo se refleja en el momento que ocurre, exactamente en el momento que ocurre. No hay prejuicios a favor o en contra. Es una observación no juzgada. Es una habilidad de la mente de observar sin criticar y uno no se sorprende con nada. Cuando decimos que uno no decide o juzga, significa que quien medita observa experiencias como el científico observa un objeto bajo el microscopio, sin ninguna idea preconcebida, sólo para ver el objeto tal y cual es. En el mismo camino, el meditador observa imperturbable, sin necesidades o deseos. Es imposible observar objetivamente qué esta pasando con nosotros sí nosotros no aceptamos el momento, lo que ocurre con nuestros varios estados mentales, así sean estos de miedo, depresión, irritación, agitación, frustación o dolor. Nadie puede examinar algo plenamente sí esta ocupado rechazando su existencia.
Mindfulness es una mirada imparcial. No toma posición, sólo percibe.
Mindfulness no trata de poner un pie fuera de los malos estados mentales, más bien trata todo de igual manera. No juega a sus favoritos.
Mindfulness es una básica y simple atención. No es pensamiento. No es estar envueltos con pensamientos o conceptos. Tampoco es estar pegados a ideas, opiniones o memorias. Es sólo mirar.
Mindfulness registra experiencias, pero no las compara, no las etiqueta o categoriza. No es un análisis que esta basado en reflexión o recuerdo. Es algo que nosotros estamos directa o inmediatamente experimentando lo que sea que este ocurriendo, sin la intervención del pansamiento. Esto viene antes del pensamiento en el proceso de percibir.
Mindfulness es el momento presente de darse cuenta, toma lugar aquí y ahora. Permanece siempre en el presente, por siempre en la cresta de la ola del tiempo. Si tú recuerdas a tu profesora de primaria, eso es memoria. Cuando tú eres consciente que estas recordando a tu profesora de primaria eso es mindfulness. Si conceptualizas el momento y dices “estoy recordando...” eso es pensamiento.
Mindfulness une todo el fenómeno sin referencia de conceptos, como 'yo', 'mio', 'de mi'.
Mindfulness es mirar el objeto momento a momento, de manera continúa. Es estar viendo como el fenómeno comienza, decae y muere. Es estar observando el fenómeno -físico, mental, emocional- cualquier cosa que se este presentando en la mente. Uno solo se sienta y observa el show. En este tipo de meditación una gana un buen estado mental, sin avaricia, odio, celos, venganza, lujuria, pereza.
Mindfulness hace que el odio cambie por un amor amigable, hace posible que la sabiduría y la compasión crezcan.
Mindfulness es observar aquello que ocurre, cómo nos hace sentir y cómo nosotros reaccionamos ante eso. Con Mindfulness uno mira el universo dentro de uno mismo. El meditador que esta desarrollando mindfulness no esta preocupado con el universo externo, eso esta ahí, pero en la meditación, lo que uno estudia es su propia experiencia, sus propios pensamientos, sentimientos y percepciones. En meditación uno es su propio laboratorio. El universo dentro de nosotros tiene un enorme pozo de información que es la reflexión del mundo externo y mucho más. La examinación de este material nos lleva a la libertad total.
Mindfulness es observación participatoria. El meditante es el participante y el observador al mismo tiempo. Si uno mira una emoción o una sensación física, uno siente ambos al mismo tiempo.
Mindfulness te recuerda que es lo que estas supuesto a estar haciendo. Si tu mente divaga, es lo que te recuerda y te trae de regreso, sin ningun diálogo interno. Se convierte luego en un hábito mental por el resto de tu vida.
Mindfulness ve las cosas de manera simple, no agrega o añade, solo presta atención a lo que surge.
Mindfulness tiene el poder de revelar el nivel más profundo de realidad existente y todo es tan pasajero y perece, pero prolongar este proceso y ganar la liberación es todavía otro proceso.
En la mente -profundamente- hay algo que acepta las experiencias bellas y placenteras y rechaza las experiencias que son percibidas como feas o penosas. Todo lo que es feo es compulsivo y nos saca afuera de nuestra realidad.
Cuando practicas mindfulness todo lo feo desaparece dentro del proceso (uno lo nota al meditar) Luego te ayuda a no dejarte ganar por los pensamientos malos. Es como un buen vigía. Te permite enfrentar los vaivenes de la vida de manera invulnerable y sin nada que te disturbe.
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