Cuando ’Whiplash’ comenzó ganando el primer Oscar en la
noche de ceremonias de Hollywood y siguió cosechando más estatuillas, pensé, ‘parece
que esta película será la que de la gran sorpresa de la noche’. No la había
visto, por diversas razones, por falta de tiempo, información y más recursos
económicos. No se puede ver todas los films que uno desea, no es cierto? Bueno,
al final la historia escrita y dirigida por Damien Chazelle sólo se quedó con
tres premios: mejor actor de reparto, mejor montaje y mejor sonido.
Son premios muy importantes y muchos lo deseaban ganar.
Cuando la televisión acabó con la emisión de la ceremonia supe que la próxima
película que vería sería precisamente esta: Whiplash. “Baquetazos” traduciendo
el título (como recordarán, los palos que se usan para tocar la batería se
llaman baquetas) y es precisamente de música, de jazz, de músicos y de la lucha de un percusionista joven por
ser alguien en este mundo es de lo que trata esta historia.
El actor Miles Teller hace el papel de Andrew Neyman, un
joven talentoso que decide ir a uno de los conservatorios más prestigiosas de
los Estados Unidos a estudiar percusión. En sus clases tendrá que lidiar con el
crítico y severísimo profesor Fletcher para lograr ser la estrella de la batería
que pretende ser. Fletcher (J.K. Simmons, el actor de reparto ganador) es un
obsesionado músico que muchas veces usa el maltrato físico y mental de sus
pupilos para sacar lo mejor del talento que poseen. Su objetivo puede ser válido,
sus métodos son tremendos.
Flechter quiere que la música no se comercialice y pretende
con sus métodos sacar al nuevo genio de la música estadounidense. ‘Si desean
ser músicos saquen lo mejor de sí, de lo contrario creen un grupo de rock’, les
grita a sus alumnos. Siempre les habla a
sus pupilos de como Charlie Parker llegó a ser una leyenda. El profesor reitera
la anécdota vivida por Parker cuando al inicio de su carrera casi recibe el
golpe de un plato, el mismo objeto que uno de los músicos famosos le tiró por
desentonar. Bird, el gran saxofonista, no usó lo ocurrido como queja, lo usó
como aliciente para practicar y llegar a ser el mejor saxofonista de todos los
tiempos.
En las aulas, los estudiantes llegan a temer al profesor
dictador, pero saben que con él, sólo con él, podrán ser los músicos que sueñan
ser. La admiración se confunde con odio y miedo, la perfección se exige, hay
que aprender a verla y entenderla, hay que persistir en eso y sí hay que
repetir hay que hacerlo hasta lograrlo. De esa inestabilidad, de ese caos se
espera que surja como ‘Bird’ (Parker) el próximo genio de la música. La estructura
de la historia te lleva paso a paso hasta la cima. El avanzar resulta un
verdadero sacrificio. Cuando el joven talentoso considera que ya esta pisando
en terreno firme, el professor le presenta un nuevo reto y tras el primero
viene el segundo y luego el tercero. Claro, muchas veces la presión te empuja
tan fuerte que te derriba. Más aún a un joven que recién comienza a conocer y
expresar sus emociones musicales.
Whiplash, desde que se hizo como un cortometraje para llamar
la atención de los inversionistas, gustó. Fue sensación en el Festival de Sundance
y logró interesar a algunos que decidieron poner su dinero hasta que se filmó
con un presupuesto de más de 3 millones de dólares. Su guionista y director Damien
Chazelle recuerda que su film de 107 minutos se comenzó a gestar en la escuela
secundaria donde estudió. El director de la banda de músicos era temido por su
severidad y perfeccionismo.
La película es sencilla (suele parecer siempre así cuando la
vemos en la pantalla, muy bien editada y con los sonidos en armonía, sin dejar
de lado la buena fotografía a tono con la atmósfera y los escenarios en los que
vemos transcurrir la historia). Whiplash es muy minimalista, son unos pocos
actores los que interactuan alrededor del estudiante y del profesor. Están
algunos otros estudiantes del conservatorio que al buscar ser profesionales sufren
también los embates perfeccionistas del temido Fletcher. Por el lado del joven
percusionista esta el padre, que es el único que se encarga del cuidado y la
educacion de su hijo. Una novia de quien el joven estudiante se desliga por
tener en mente que desea ser el más grande percusionista del jazz en los
Estados Unidos. Algunos familiares y amigos que se sienten superiores al joven
músico por tener los hijos talentosos que juegan en los equipos deportivos de
sus respectivas universidades. Son todos estos pocos personajes quienes a través
de los diálogos ayudan a descubrir como la filosofía del severo profesor ha ido
calando hondo en la mente de su joven promesa. Hay una ruptura entre maestro y
pupilo, entonces Fletcher es quien debe alejarse del conservatorio. Decide
entonces tocar en un bar junto a su pequeña banda. En el bar, los protagonistas
se vuelven a ver y terminan reunidos finalmente en un concierto en el gran auditorio
donde tendremos la escena final apoteósica del film.
Los diálogos empujan la acción, ante la inseguridad del
percusionista y los nervios que no le dejan tocar algunas coordenadas, el professor
usa un recurso final, decirle que lo han expulsado del conservatorio por la
denuncia del pupilo. Lo ocurrido no importa sí al final tendremos a uno de los mejores
cultores de la música tocando para el deleite del mundo. Los hombres tenemos
que perdonar cuando las causas son justas.
En Whiplash se combina muy bien el trabajo de un talentoso y
viejo actor con el de otro, joven y pujante. Para J.K. Simmons espero que sigan
las buenas actuaciones en el cine y para Miles Teller sin duda se abre un mundo
de muchas oportunidades. Como Andrew, Teller sabe ahora que hay que darle con
ganas a eso que precisamente nos gusta hacer, no importa si en el camino te
tiran platos o de embiste un coche, hay que pararse y dar pelea. Whisplash es
un baquetazo tremendo, despertador y esperanzador. Con poco logró mucho. Vale
la pena verla.
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