‘La meditación es un método para disciplinar y aplicar antídotos
específicos a las diferentes emociones negativas. No es sólo sentarse por un
momento para lograr el beneficio de la calma. Meditación es una aproximación
analítica y contemplativa que permite entender el funcionamiento y la
naturaleza de la mente para ver las cosas con claridad. La meditación consiste
en saber cómo usar el entendimiento adquirido para ganar una gran apertura de
la mente y convertirse en un mejor ser humano’.
Esto es lo que dijo el monje budista Mathieu Ricard a su
padre, cuando tuvieron una larga entrevista en Kathmandu, Nepal, en 1998. El diálogo
se hizo libro y se publicó bajo el título “El monje y el filósofo”.
El pensador francés Jean Francois Revel estaba interesado en
conocer por qué su hijo rompe con la posibilidad de un futuro prominente en la
genética molecular para convertirse en un monje tibetano.
¿Qué es precisamente el budismo? Se preguntaba entonces
¿religión o filosofía? Dándole vueltas y vueltas a las respuestas que le da su
hijo, Revel (quien adopta ese apellido desde la Segunda Guerra Mundial) llega
entonces a dar con la posible respuesta.
‘El budismo es rechazado por las religiones como una filosofía
atea, una ciencia de la mente y los filósofos la tildan de religión. Sin
embargo, el budismo es una tradición metafísica que aplica sabiduría en cada
instante y en todas las circunstancias que pasan. No es un dogma. La verdad
debe ser descubierta de forma progresiva a través de etapas sucesivas en el
camino que nos guía a la realización espiritual’.
*(Es como pelar una cebolla, con paciencia y dedicación, no
importa que te ‘ardan’ los ojos, uno tiene que llegar a ver en la esencia, la
verdad que se esconde entre los pliegues). Nota personal y de ejercicio meditativo.
Budismo es puente entre religión y filosofía, dice Revel. Respecto
a la decisión de dejar el mundo científico y el Instituto Pasteur en París, Mathieu
Ricard comenta que pese a la excelente educación que tuvo aún sentía un vacío
que tenía que llenar. Es por esa razón q después de terminar sus estudios,
parte a Tibet para buscar la enseñanza de los mejores maestros budistas,
aquellos que combinan sin contradicción el buen arte de ser, pensar y actuar.
Meditación.
La meditación es un método a través del cual podemos liberar
un pensamiento negativo observando desde la raíz su completa falta de
sustancialidad. Los pensamientos negativos nos hacen daño y destrozan también
nuestra paz interior. Los budistas usan metáforas muy simples para explicar sus
maneras de proceder. Acabar con un pensamiento negativo en una mente entrenada
es como deshacer un arcoiris. Para eso se requiere practica constante. Cuando
te entrenes alcanzarás la destreza de un jinete tibetano que montado en su
caballo a galope se estira hasta el suelo para recoger un objeto del suelo, sin
caerse.
¿Cómo comenzar a meditar? Sentado con comodidad se respira con
pausa y atención y se comienza a pensar en una persona que uno ama, se busca
llenar la mente y el corazón con ese amor, luego rompes las cadenas que
restringen ese amor y lo riegas en beneficio de todos, incluso de aquellos que
pudieran ser considerados enemigos. Son enemigos porque sufren (hay que
recordarles que se han dejado avasallar por el odio, la envidia, el
resentimiento, los celos y cuanto pensamiento negativo se presente, y, como están
envueltos en esa vorágine, no pueden ver con claridad). Tenemos que recuperar
al perro que va ladrando y mordiendo a quienes encuentra en el camino.
Existen 84 mil caminos de aproximación para percibir la verdadera
naturaleza de la mente, según los budistas. Todos comienzan en un punto de
acuerdo al carácter, la dispocisión, el intelecto o la creencia.
Hace mucho un cazador se convirtió en un monje luego de
acabar con su presa. La venada a quien le incrustó una flecha, luchó por vivir
por un espacio breve de tiempo, sólo para hacer un último esfuerzo y alumbrar a
su cría. Cuando hubo parido, la venada, herida de muerte, pasó una y otra vez
su lengua por el cuerpo del cervatillo hasta que lo vio erguido, luego murió.
¿Quienes somos? ¿qué es la vida? ¿Cuál es el sentido de la
vida? Debieron ser las preguntas que golpearon en la mente del cazador, quien rompió
las flechas y su arco, arrojó su carcaj y decidió vestir los hábitos de monje
para alcanzar las aproximaciones a esas preguntas.
Hay que entender que todo comienza con un pensamiento que va
creciendo e hinchándose como una nube tormentosa. ¿Qué hay detrás de una nube
de tormenta? Nada. Cuando uno descubre eso, todo se evapora. Ojo, no se trata
de bloquear los malos pensamientos, es simplemente mantenerse en un estado de
claro y paciente entendimiento en el presente, en ese momento los pensamientos
se calman de manera natural.
*(Cuando el río crecido baja, viene turbio, muy sucio, hay que
sentarse a limpiar eso con paciencia, humildad, dedicación y amor. Cuando el
agua se limpia, vemos no sólo el agua clara, sino todo lo que hay en el lecho
del cauce. Los budistas llaman a esto purificar y disolver). Nota personal de
ejercicio meditativo.
Todo momento es bueno para meditar. Dentro del malestar o la
incomodidad hay algo que pugna por salir y decir la verdad. Para alguien con
gran fuerza de mente y buena estabilidad en su practica espirutual puede usar
incluso los momentos más intensos de sufrimiento (una enfermedad incurable, por
ejemplo) para hacer progresos hacía su iluminación final. Un despertar
sorprendente.
Hay que ir a la raíz del problema, por eso los budistas
aconsejan meditar como león, dejando de ser un perro juguetón. Vuelven a las
metáforas para hacerse entender. “Si alguien le tira una ramita a un perro,
este va, lo recoge y lo devuelve, una y otra vez. Si alguien le tira una ramita
a un león, éste se levanta y acaba con el que tira la rama. Termina con el
problema”. Traduciendo, les diré: uno se apega a los conflictos, juega con
ellos. Cuando uno corta la rama, estos vuelven a crecer, hay que cortar el árbol
de raíz.
Psiconálasis y budismo.
El hombre sufre por una tremenda desatisfacción que se
combina con dolor físico, pero primero es una experiencia mental. El sufrimiento
aparece cuando el ‘yo’ se siente amenazado por lo que desea y no puede
conseguir. A veces exige tanto y nunca se sacia. Y siempre nos mantiene en un
estado de confusión e inseguridad. Las raíces negativas de nuestras emociones
son percepciones que tenemos de nosotros mismos. Y ¿dónde esta el yo? No existe
si lo vemos bien. Es como el diablo, que no existe realmente. Es una suerte de
alucinación, el demonio existe en una vía ilusoria. Es algo que aparece, pero
eso no significa que exista. Hay que acabar con esa ignorancia.
Los psicoanalistas tratan de ver una película que aún no
aparece. Sigmund Freud quería ir a la profundidad de un problema, usando su intelecto.
Pero nunca se concentró en soledad para contemplar y observar su mente. ¿cómo
pueden los psicoanalistas ayudar a los otros sin darse cuenta de la profunda
naturaleza de la mente sin haber observado las suyas?
Cuando tu entiendes que los pensamientos son sólo la simple
manifestación de una mente consciente, los pensamientos pierden su
consistencia. Son inconscientes realmente. La practica hace que te liberes de
manera natural. Si aparecen, desaparecen. Es como dibujar en la arena junto al
mar.
Para terminar con los malos hábitos, ese juego de atracción
y repulsión al que nos hemos acostumbrado tanto, observen, no basta planchar el
papel arrugado por años. Hay que destruir sin dejar rastro, cortar desde la
base. Hay que parar un mal pensamiento antes de que se convierta en acción.
Si un objeto es visto por cien personas, es como cien
reflexiones en cien espejos. La percepción de un objeto como deseable o
indeseable no reside en el objeto en sí, sino en la forma como lo percibimos. Y
eso nos recuerda un dicho zen: ‘Para el amante una bella mujer es una fuente de
placer, para el asceta una distracción, para el lobo una buena comida’.
Los sedimentos en el inconsciente no son rocas, es hielo que
se derrite con el calor de la sabiduría.
Ojo, existen personas que necesitan ir al psicólogo.
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