Pocos saben ‘La verdad del caso Harry Quebert’. El libro
llegó a mis manos incompleto. Fui víctima de mi propia ansiedad compulsiva de
compra. Amazon – a través de su kindle- ofrecía la novela de manera gratuita y al
leer sin cuidado, caí en la trampa terrible de venta. Bajé lo que me ofrecían a
mi aparatito de lectura personal. No comencé a leer la historia porque aún
deseaba terminar otras lecturas. Hasta que me decidí. Maldita compulsión que
nos hace actuar como autómatas. Me tiré a la cama y emprendí las primeras páginas
y de pronto me vi atrapado por la historia. Cuando el suspenso fue creciendo,
de improviso me di con la realidad, el libro gratuito terminó. Me dieron
algunos consuelos: una entrevista al escritor y un artículo interesante en
torno al libro, pero la novela habia sido amputada con evidente afán de venta.
Me sentí burlado, escribí a Amazon y ellos respondieron,
respondieron diciendo que no tenían respuesta para mis preguntas. Escribí en mi
cuenta de Facebook alertando a algunos amigos de la mañosa estrategia de venta,
escribí a mis amigos y muchos me dijeron ‘no caigas en el juego’, ‘no compres
la novela’, otros me decían, ‘si te gustó, comprala’, algunos rieron de mi
inocencia. Me reí también, que me quedaba. Aunque noté que soy un tipo
ahorrativo en esta sociedad que te empuja a obtener cosas y más cosas. Pero
para serles sincero, la historia que me
habían comenzado a contar me llamaba, deseaba saber qué ocurrió con Harry Quebert.
Esperé en vano que Amazon se rectificara y me enviara el libro completo. Esperé sentado, porque después de tanto esperar parado, me cansé. Una semana y nada,
unos días más y la historia me ganó. No quiero decir que Amazon ganó, porque no
quiero darles ganancia de ningún tipo. Ganó la historia de Harry Quebert, vaya
consuelo.
Me bastaron dos días para leer la novela de 700 páginas. El
fin de semana helado en Nueva York ayudó a que concretara mi tarea. Pero saben?
Extraño al libro como tal, en el kindle no se puede hacer notas, seleccionar
frases, marcar interrogantes, en fin. Como diría una amiga: ‘el kindle es para
leer cosas sin mucha importancia’. No hay nada como sentir un libro, admirar su
carátula, ver el volume completo, oler sus páginas impresas, volver a la página
marcada.
Pero vayamos a ‘La verdad del caso Harry Quebert’ escrito
por el joven suizo Joel Dicker.
El libro se ha convertido en un best seller. Se habla ya de
alrededor de un millón de copias vendidas. Cuando apareció en Paris, el año
2012, se vendieron 170 mil ejemplares. Dicen algunos que con la aparición de la
novela se renovó las esperanzas de la literatura francesa. Después de leer la
chica con el tatuaje de dragón, no recuerdo un libro que me empujara a hacer lo
que hice, tratar de llegar rápido a la última página sin hacer trampas. No
quise perderme un detalle de la historia, sólo leer con paciencia y fruición. Y
cuando estuve llegando al final sentí lo mismo que se lee en el libro: “un buen
libro es un buen libro cuando uno se arrepiente de terminar”.
La aparición del libro de Dicker coincidió con la aparición
de la última novela de la saga de J. K. Rowling y la estrategia de venta fue: ‘no
lea a Harry Potter, lea a Harry Quebert’.
La historia se inicia con una llamada telefónica a la policía
de Aurora, un pueblito de New Hampshire, reportando la persecusión de una
muchacha. Se trata del 30 de Agosto de 1975, día en que Nola Kellerman, una chica de 15 años, desaparece sin dejar rastro.
El alter ego de Dicker es el escritor Marcus Goldman.
Goldman ha caído en el hueco de la página en blanco. Tras su primera novela -que
ha sido un éxito de ventas- se ha quedado seco y sólo se limita a escribir
frases o ideas sueltas. Ha recibido dinero para sus próximas publicaciones
porque al ser catalogado como genio literario, se espera mucho de lo que
escriba. Esta por incumplir un contrato millonario y se puede ver inmerso en un lío mayor con la
editorial que le ha pagado por adelantado.
No tiene más que un amigo y ese persona es Harry Quebert, su
querido mentor y profesor universitario, quien es también escritor. Quebert ha
escrito una novela importante para la literatura estadounidense, es una
historia que cuenta la relación amorosa de un hombre adulto con una adolescente.
Tras pasar una corta temporada con Quebert, Goldman regresa a Nueva York y en
ese momento se descubre el cuerpo de la quinceañera Nola Kellerman enterrado en
el patio trasero de la casa del mentor. Tras más de treinta años, Nola vuelve, sin
vida, claro esta, desencadenando toda una historia de gran suspenso contado a
lo largo de 700 páginas.
Joel Dicker cuenta que comenzó a escribir su historia
tratando de dar placer a los lectores. ‘Quería divertirlos y mantener su atención.
Quería lograr algo parecido a lo que experimenté con la serie televisiva
Homeland. Cuando tú miras el primer capítulo, sigues con el siguiente, luego los
que vienen, sin importarte que debes ir a trabajar’.
El escritor dijo que deseaba conseguir lo mismo con su
libro.
Tratar de dilucidar la verdad fue el tema de la historia y
la verdad no es lo que se ve a simple vista. Todas las evidencias iniciales señalan
a Quebert, pero Marcus Goldman no cree que su maestro haya sido el que acabara
con la vida de su amada y se lanza a tratar de demostrarlo.
El escritor suizo se pone en el pellejo de un escritor
estadounidense para contar su historia. Rinde tributo así a sus escritores
admirados, están metidos en la novela Philip Roth, John Steinbeck y sin ninguna
duda el ruso Vladimir Nabokov, que a decir de muchos revolucionó la lengua
inglesa en los Estados Unidos y se saltó la censura con inteligencia tocando un
tema que irrita a los puritanos de esta parte del planeta. Claro les hablo de
Lolita.
La historia de Harry Quebert tiene una serie de conflictos
muy fuertes que hacen que el lector nunca se despegue de lo narrado y muchas
son pistas falsas muy bien tejidas. Para darles un detalle, el padre de Nola es
un pastor evangélico, casado con una mujer que castiga con severidad a su hija.
El padre tiene que poner los parlantes de música a todo volume para evitar oír
los llantos aterrados de su hija.
En la novela, todos estamos corriendo detrás de Marcus
Goldman quien desde que es estudiante universitario trata de ser un tipo
excepcional, claro que miente, hasta que se encuentra con Harry quien lo
desenmascara y lo conmina a enfrentar sus miedos y vencerlos. Esa gran
combinación de tipo falso que se esfuerza y llega a superarse hace que el
personaje se gane el aprecio de los lectores.
Cuando Marcus decide convertirse en escritor, Harry Quebert
comienza a darle una serie de consejos uniendo boxeo con esfuerzo literario. ‘El
primer capítulo es esencial, si a los lectores no les gusta no leerán el resto
del libro’, le dice el profesor a su alumno.
Dicker conoce con claridad hacía dónde va. Es evidente que se
sabe la historia completa, sólo que usa con astucia a su protagonista quien va guiando
al lector paso a paso. El escritor narra su historia con buen pulso y toma
control del lector evitando que se adelante a conocer el desenlace primero que
su protagonista.
A cada momento los lectores culpamos a cualquiera de los
personajes que aparacen en la historia. Todo eso gracias a los antecedentes con
los que el escritor los presenta. Hay un momento en que culpamos abiertamente a
uno de los personajes y se nos hace creer aún más en esa posibilidad porque
vemos al padre yendo a buscar a su hijo con el propósito de matarlo. El padre
se siente culpable de haber engendrado un hijo criminal, pero al final vemos
algo sorprendente y sentimos compasión por todo lo que ocurre.
Todo lo que el lector va construyendo en su mente, acusando
a algunos personajes y exculpando a otros, se viene abajo al final de la historia.
Lo que sorprende es que el protagonista se olvide de urgar más
en la vida pasada de la familia de Nola Kellerman sabiendo que por ahí podemos
armar mejor la historia, pero ese dato no resuelto esta muy bien pensado por el
escritor, quien decide casi al final a sacarnos de Aurora, el pueblito de New
Hampshire, para ir tras el pastor y su congregación religiosa.
La solución parece estar al alcance de la mano, pero
mientras más nos acercamos al final aparecen nuevas evidencias que nos hacen
replantear todo el desenlace que se va tramando mientras se lee la historia.
Finalmente en el desenlace, el lector se da cuenta que todos
los personajes han cambiado. Unos para bien y otros para mal. Marcus el
escritor-protagonista gana en seguridad y se convierte en el escritor que siempre
soñó ser. Los demás personajes parecen estar viviendo una vida de engaño, no
son lo que aparentan, todos tienen un secreto y poco a poco el narrador los va
desnudando, hasta que nos ofrece la joyita al final de la historia. Como bien le
dice Harry Quebert a su alumno Marcus: ‘el capítulo final de la novela tiene
que ser el más hermoso de todos’.
La novela de Dicker es tan famosa hoy en día, que ya existen
críticos literarios que se pasan la vida explicando porqué la novela es mala, lo
comenta con humor el propio escritor.
Y de ahora en adelante les garantizo, leeré con más atención
los avisos de Amazon, no deseo volver a ser una de sus víctimas y reitero, amo
el libro impreso en papel.