Hay miedos naturales y miedos creados.
Los primeros están inscritos en nuestros genes, los segundos son
creados por las malas experiencias pasadas. Para probar el miedo que
viene inscrito en nuestro inconsciente, los científicos soltaron un
gato en un laboratorio de ratas. Los pequeños roedores nunca habían
visto a un minino, pero ni bien vieron al intruso se pusieron muy
nerviosos y corrieron, quizás temiendo por sus vidas. La misma
prueba se hizo con seres humanos, en un lugar del polo norte se soltó
a una víbora, los esquimales que nunca se habían topado con este
ser reptante, ni bien la vieron, se pusieron muy alertas, como
temiendo algo feo. Algo internamente les decía 'hay una amenaza,
aléjense de aquí”.
Los miedos creados, qué les puedo
decir de los miedos creados. Cada uno de nosotros tiene su miedo
particular y estos son miedos que vienen y se generan a lo largo de
nuestra experiencia vivencial. Dicen que el miedo a hablar en público es el que encabeza la lista.
Yo que he sido un miedoso incluso de
pasar por debajo de una escalera, tengo un especial interés por el
tema. Así que al ubicar el libro titulado: 'The fear project', me
lancé a conocer qué es lo que Jaimal Yoguis escribió. Yoguis es un
joven corredor de olas que tuvo que aprender a vencer su miedo y
enfrentarse a los 'mavericks', las grandes olas de una zona de San
Francisco, en los Estados Unidos.
En su búsqueda, Yoguis no sólo nos
cuenta su historia personal, sino que nos refiere una serie de
estudios que se han hecho en el mundo para tratar de explicar qué es
el miedo. Además, se metió al agua con nadadores, estuvo muy cerca
de los paracaídistas, y entrevistó a psicólogos, neurólogos y
también monjes budistas que le han permitido ampliar su conocimiento
al respecto y transmitirlo.
El miedo es la principal fuente de
superstición y una de las principales fuentes de crueldad, nos dice
Yoguis citando al filósofo inglés Bertrand Russel.
Para entender el miedo hay que ir en un
viaje hacía atras y remontarnos a nuestros ancestros reptantes que
poco a poco ganaron la posición erecta de la que hoy gozamos. Ahí
en nuestra amígdala cerebral se almacenó nuestro miedo primario que
nos ha permitido evolucionar y sobrevivir como especie. Desde
entonces la amígdala no se cansa de hacer su trabajo. Pero en
nuestra evolución hemos ido ganando más cerebro y aún parece que
no terminamos de entender ese inmenso cableado de neuronas y sinapsis
que tenemos, sobre todo en la parte frontal, sistema que nos hace
seres racionales y pensantes.
Al experimentar miedo no sólo la
amigdala comienza su trabajo, también se suman el hipocampus, la
corteza frontal, el tálamo y el hipotálamo que se juntan con la
glándula pituitaria para enviar señales que viajan a una velocidad
sorprendente por todo el circuito cerebral que hemos ido creando a lo
largo de nuestra evolución.
Al referirse Yoguis a su forma de
vencer el miedo observé algo interesante, todos los seres que
poblamos este universo somos parecidos en muchos detalles. Somos
materia desconocida en un 70 por ciento aproximadamente. Lo es
nuestra vía láctea, un cuerpo humano es básicamente agua en ese
porcentaje, el océano de nuestra tierra tiene también ese
proporción. En ese 70 por ciento aún no hemos descubierto lo que
podemos encontrar. El océano sigue siendo un misterio en una serie
de aspectos, las olas dan cuenta de su movimiento, de su sentir,
digamos. Si esas olas las trasladamos a nuestro organismo, son
también inmensas formas de energía que tratan de reventar en la
playa, no nos podemos oponer a eso, tampoco enfrentarlas, sí eso
ocurre nos veremos arrastrados y revolcados, es mejor dejarse llevar,
correr en la cresta de cada una de ellas.
Los miedos aparecen y desaparecen, si
tú les tomas demasiado en cuenta se pueden volver agresivos,
destructores. Si tu peleas contra ellos te hunden en lo más
profundo. Sólo sí tú ves a las olas como visitantes que van y
vienen, volverán a su origen, serán agua una vez más.
Y hay un detalle adicional, los miedos
como las olas pueden darnos un momento motivador y sí antes el miedo
nos previno de lo malo que puede ocurrir, hoy podemos verlo como los
impulsores de algo que nos lleve a alcanzar cierto bienestar.
Por eso vemos a los surfistas gozando
de lo que hacen, pero hay que ser conscientes que gozo y adicción
tiene un componente de más que hay que tomar en cuenta, el último
sobra. Al parecer hay algunos surfistas que caen en adicción y ahí
rompen una barrera de equilibrio. Se vuelven dependientes de la
dopamina.
La dopamina es un neurotransmisor que
se expande por todo el cerebro y se origina en la parte más interna
del mismo, en esa región que compartimos con nuestros ancestros desde 200 millones de años atrás.
La dopamina.
La dopamina es la sustancia que nos
proporciona placer. Cuando la dopamina emerge como una chispa genera
un fuego increíble por todo nuestro cerebro. Lo que en ese momento
sentimos es lo que hemos decidido llamar: felicidad. La antorcha que
buscamos para que nos alumbre.
Por eso la dopamina es también
conocida como la sustancia motivadora de todo ser humano.
La dopaminma nos da esas sensaciones
cuando por ejemplo olemos el pan recién salido del horno, oímos una pieza
musical que nos agrada, llegamos a la cima de una montaña y
conquistamos nuestro sueño.
La dopamina nos motiva y nos enseña a
conocer nuestras habilidades y también nos hace ser más
aventureros.
Las drogas nos dan caminos más cortos
para alcanzar la felicidad, por eso apelamos a la cafeína, a la
nicotina, la cocaína. Cuando consumimos estos estimulantyes
incrementamos nuestro nivel de dopamina. El sexo nos da dopamina y el
incremento es de 100 a 200 unidades más.
Se sabe, por estudios realizados, que
la cocaína da alrededor de 350 unidades más de dopamina y los
consumidores del crystal meth llegan a alcanzar mil 250 unidades más. Pero cuidado, el cerebro no
esta capacitado para soportar ese tamaño de dopamina en su
estructura. La dopamina hace que uno se vuelva eufórico y pierda el
miedo, pero cuando viene el bajón, el adicto se siente deprimido,
paranoico y violento. Es algo así como caer de un avión sin
paracaídas. Además, la droga destruye el sistema natural de
receptores de dopamina que tenemos en el cerebro. El adicto puede
recuperarse, pero habrán ya quemado regiones cerebrales
irremplazables..
Yoguis sugiere que cada uno de nosoros
debería buscar fuentes o caminos saludables de dopamina. Sin
lanzarnos en ese tobogan autodestructivo que no sabemos hasta donde
nos conduce. El ejercicio, la meditación, por citar algunos.
A la dopamina se suma el cortisol que
es una hormona que también esta envuelta en la respuesta del miedo,
el stress y la ansiedad. Para que veamos rápidamente el papel que
juega esta sustancia basta observar que cuando no hay una buena
producción cerebral de la misma, se afecta la digestión, la
inmunidad del organismo, el sexo, el crecimiento, el sueño. En una
mujer incluso afecta la posibilidad de salir embarazada, sí lo
desean.
Ahora, ¿por qué hay algunas personas
que se quedan traumatizadas mientras otros conquistan sus metas pese
a sentir miedo?, pregunta Yoguis. Su búsqueda de la respuesta lo
llevó a observar un trabajo científico interesante, en un rincón
oculto del cerebro es donde los seres humanos almacenamos nuestra
memoria. Será alcanzar la lotería cuando la definamos con precisión
dónde se esconde. Cuando una memoria se consolida ahí como un
ladrillo de cemento, no hay nada que lo frene. Aunque se están
probando proteínas sintéticas inhibidoras que evitan la
consoilidación de la memoria y ha dado resultado 60 días después.
Vale decir, al inyectar esta sustancia en el cerebro de un pecesito
-goldfish para ser preciso y que se conoce que tienen fama de
memorioso- esto olvida la mala ocurrencia.
Para no cansar con tanta información,
Yoguis dice que el miedo es necesario. Nos hace huir cuando hay algo
que nos puede poner en riesgo de sobrevivir. Y agrega: lo mejor para
combatir el miedo es recordar que el cerebro esta haciendo su
trabajo: nos esta enviando señales de amenazas y nos quiere mantener
alertas ante la eventualidad.