Este año he leído muchos libros con
los cuales tengo una deuda inmensa. Inmensa porque me han dejado
muchas enseñanzas y que sí no he escrito nada acerca de las mismas
es porque me siento intimidado de no alcanzar mi gratitud completa.
Puedo hablar de los mismos enumerándolos: 'El hombre en busca de su
destino', de Viktor Frankl. 'Grendel' de John Gardner, HhhH, de
Laurent Binet, varios libros del Dalai Lama y sus seguidores
budistas. De cada uno de estos libros tengo más de una lección de
vida y me han dado el cómo para enfrentar la vida con entereza.
Quizás me olvide de algunos, pero si he citado algunos es porque los
tengo a la mano. Sin embargo, aunque parezca paradógico hay algunos libros que
sin llegar a la 'gran talla' me han dejado algunas enseñanzas.
“Cuando las hermanas Garcia perdieron
el acento', de Julia Alvarez, es uno de esos libros. No llega a
alcanzar las cumbres de la buena literatura, porque tal vez -a decir
de Borges- la escritora se cansa y no sabe redondear su faena.
Esta es la segunda novela escrita por
Julia Alvarez que leo en el año y las dos me han dejado esa
sensación de no haber alcanzado la cima. Hablo de 'Para salvar el
mundo' que sí bien tiene un título interesante, la escritora se
pierda al final con las dos historias que cuenta. Pienso que no las
redondea, porque no hace de ese 'universo creado' algo creíble.
Con las hermanas García me ocurrió lo
mismo al terminar la novela. ¿Qué es esto? ¿Una novela, cuentos o
relatos? me pregunté. Leí a la dominicana en esta segunda
oportunidad, conminado por una buena anfitriona en un club de
críticas de novelas en español. Empecé en tres oportunidades y
como no di en el punto, insistí. Avance y avance. Como siempre
buscando algo positivo en lo que hago. No encontré la idea global y
mi paladar no quedó satisfecho con lo que di a mis sentidos. Sin
embargo, al final insistí y me encontré con dos capítulos dignos
de resaltarse en la novela. Todo aquel que deseé escribir una novela
tiene que leer estas dos historias. Claro, que sí no las enmarcamos
en el todo, nos sentiremos huérfanos. Una se titula “Espectáculo'
y la otra 'Una sorpresa americana'. En la primera, la escritora se
ubica bajo el punto de vista omnisciente y desde su posición de
diosa que conoce todos los secretos cuenta la historia de la familia
García (en realidad de la familia de la Torre García), cuando van a
un restaurante español en Nueva York, atendiendo la invitación del
doctor Fanning y su esposa. La escritora empieza su historia de
manera positiva, digamos. La madre pide a las niñas, antes de salir
a la cita, que se comporten bien en el restaurante y que será ella
quien haga los pedidos. “Nada de bebidas gaseosas, solo leche con
chocolate”, les recuerda a Yoyo, Sandra, Carla y Fifi. En este
capitulo, será Sandi la protagonista. Me gusta que Julia Alvarez se
subdivida en cuatro para contar su historia, pero esos cambios de
punto de vista te sacan del foco sí estas desatento.
En 'Espectáculo' uno intuye que algo
interesante viene. Quién puede predecir el comportamineto de una
niña en un lugar público, más aún de cuatro pequeñas. La
escritora teje con cuidado e interés todo el relato y hace que
sintamos la tensión necesaria. Es más, quienes vivimos lejos de
casa nos vemos reflejados en algunas situaciones. Ahí aparecen los
racistas o solitarios que se oponen -con sus odios y envidias
solapadas- a esa familia numerosa que habla otra lengua. Eso lo
expresan las niñas que se sienten rechazadas, pero que al mirar con
calma lo que tienen, se dan cuenta que pertenecen a una cultura llena
de valores -basta con verlas contentas mirando el despliegue de los
bailaores de flamengo y el ridículo que hacen algunos cuando tratan
de imitarlos. Poco a poco, Alvarez nos lleva a participar de esta
mesa con comensales de 'dos mundos', rodeados de niñas. Desde el
principio se intuye el desborde, pues es imposible que en un
restaurante se sirva leche con chocolate y se termina por aceptar las
bebidas gaseosas. La comida es imposible para las niñas, por más
que se parezca al puré de papa. Y los tragos a los que nos damos los
adultos, nos llevan en algunos casos a transitar por otros caminos.
Es el caso de la fea señora Fanning quien termina besando al doctor
de la Torre cuando el inmigrante lleva a Sandi al baño. Ahí está
el nudo de la tensión que la escritora va desatando con tino. Vemos
como las niñas y los niños en general aprenden la verdad y la
mentira y son capaces de manipular en su beneficio. Luego de dar el
espectáculo las bailaoras salen a tratar de vender sus productos y
son las niñas las que miran con ansia las barbies disfrazadas, con
castañuelas incluidas. Es la oportunidad de Sandi para salirse con
la suya a cambio de su silencio, pues su padre le ha pedido no decir
nada de lo que vio a su mami. Es el momento que vemos al doctor la
Torre lamentándose de su pobre condición de inmigrante sin dinero.
La madre y la hija en contrapunto tratando cada uno desde su punto de
vista de ganar en la mesa. La madre pierde porque no llega a saber
que es lo que ha ocurrido fuera de su control. Final negativo desde
el punto de vista materno. Es más, todas las hijas se salen con la
suya, pues cada una de ellas llega a arrancarle una muñeca a la
señora Fanning.
La otra historia encantadora es la
titulada 'Una sorpresa americana'. Aquí es Carla la protagonista del
relato. Y aquí vemos como se nota la diferencia de las clases
sociales en América Latina. Por un lado están las niñas 'bien' y
por el otro lado las empleadas domésticas. Aquí también Alvarez
nos ofrece el 'valor' que se le da al color de la piel y se trata de
ningunear a la que tiene el color más oscuro. Nivea es el nombre de
la negra retinta, pero su nombre obedece a una burla, pues la han
querido blanquear con un producto de limpieza que tiene esa marca.
Carla es la testigo y cuenta. Un cambio
del punto de vista narrativo de la novelista. El padre ha regresado
de Nueva York -esto es antes de la rápida huída después que los
esbirros del dictador Trujillo descubrieran la trama en la que están
envueltos los la Torre para acabar con el sátrapa-. Al regresar el
papá de viaje les ha traído regalos a sus niñas. Hay que esperar
la cena para abrir los paquetes y aquí Alvarez teje contenta (Uno
también descubre como un escritor ama a sus personajes, sean pobres
o ricos, buenos o malos) Mientras esperan, Carla nos lleva a ver como
viven y piensan las empleadas domésticas de su gran casa, Son
varias, pero se pone interés en Gladys quien es la co protagonista
de la historia. Gladys ahorra en una botella y sueña con ir a los
Estados Unidos, todos los días le reza a una virgen. La sirvienta ha
recogido de la basura una tarjeta postal donde aparece la estatua de
La Libertad, Ella no lo sabe, pero es a quien eleva sus plegarias.
Las personas pobres de nuestros países son como niños y así los
evoca el padre. Lo que para uno es real, es fantasía para muchos. El
padre ha traído regalos extraños y se disculpa diciendo que están
haciendo furor en Nueva York. Son alcancias mecánicas, que tras
mover ciertos puntos hace que las monedas se guarden en su interior.
Acompaña esta nota una alcancia mecánica de Jonás y la ballena.
Carla sin embargo recibe la alcancia de una virgen que eleva sus
manos, atrapa una moneda y la guarda. Busqué la imagen fotográfica
de la virgen y no di con una sola. Quizás la escritora lo inventó y
eso esta bien para efectos de su relato. Para Gladys esa virgen
mecánica se parece a la imagen que ella tiene en la postal, lo que
le da mayor significado. Cuando pasa el tiempo, Carla se olvida de su
alcancia que pasa a formar parte de una colección de regalos en la
estantería. Un día Gladys pide a Carla comprarle la alcancia. Ella
se niega a vender a su nana un producto malogrado, pero decide
regalarle el mismo. Cuando la mamá descubre que la alcancia no está
donde debiera, comienza su pesquisa. Aprovechando que las emplesadas
han ido a misa revisa sus habitaciones y da con la alcancia, entonces
al regreso de ellas decide despedir a la empleada. Carla asume la
defensa, pero el asunto esta decidido. Ella se irá a buscar otro
trabajo, lejos de casa. Nuevamente vemos un relato que comienza
positivo (alegre) y termina negativo (triste).
Es lo más rescatable de la novela de
Alvarez y se lo agradezco. Al terminar de escribir esto comenzaré a
hacer un ejercicio que seguirá la forma del relato de la escritora
dominicana. Para más detalles es una historia familiar que envuelve
también a niños que crecen y van aprendiendo a medir sus fuerzas.
Al recordar lo ocurrido reí con ganas. Además, vi a mi padre con
vida riendo y he reído con él a carcajadas.