Thursday, June 14, 2012

Haikus. Gemas que brillan con palabras.


Los haikus son poemas breves de tres versos con palabras cambiantes de siete y cinco sílabas respectivamente. Pese a ser tan cortos y simples, los haikus albergan algo profundo e intenso que bastan para comenzar o terminar un día. Y si digo que son simples, no crean que exagero. Sólo son contados quienes logran alcanzar esa cima. Con un haiku uno se siente un sediento satisfecho, un hambriento lleno o un náufrago feliz, por decirles algo.
Con un haiku de pronto el agua quieta se vuelve tormenta o la paz se arrebata y todo porque sigue los mandados de la filosofia oriental, que encuentra en lo pequeño lo grande o en lo que esta oscuro lo claro y prístino. Hay muchos que ponen atención en lo cotidiano que para muchos pasa desapercibido, pero que al ser revelado cobra una notoriedad tan sorprendente que nos ubica en la vida que nos esta tocando vivir.

Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo (Basho)


Los japoneses fueron los maestros de esta gema literaria. Muchos, después y ahora, los han imitado en todas las latitudes del mundo, algunos han logrado algo, otros lo han intentado y es lo que vale. Soy como uno de los últimos y, creánme, sino he alcanzado a los primeros, me he divertido y he disfrutado en el camino andado.
He dado en llamar a mis haikus: 'mis pugnas en el silencio'. No sé sí he logrado arrancar al silencio un haiku que se pueda mostrar. Si lo he logrado, silente, debo agradecerle a mi pugna.

Viene el silencio
afinando ambos oídos
Oí. Golpeaba con tino.

Quiero recordar que soy un simple mortal que jamás se acercará la figura de Basho, quien anduvo en este mundo allá por entre los años 1644 – 1694.
Basho nació en Ueno, provincia de Iga, a más de treinta kilómetros al suroeste de Kyoto, la primera capital del imperio japonés y aún la casa de la familia imperial.
Basho fue el tercer hijo de un samurai. Junto a sus seis hermanos quedó huérfano a los 12 años y pasó a formar parte del feudo de Yoshitada quien tenía la costumbre aristocrática de escribir poemas, Cuando el señor feudal murió Basho tenía 22 años. Retirándose del servicio le correspondían algunas concubinas, pero él estaba fascinado en otro tipo de amor. En Kyoto estudió poesía china, además fue un estudioso del Zen y practicó la meditación. Era un hombre que creía de manera ferviente que la poesía se puede enseñar. Sus alumnos le regalaron un banano que es de donde proviene su nombre. Hasta hoy, Basho es considerado el maestro de los poetas en la versión del haiku. Al final de su vida, apenas vivió 49 años, Basho escribió.

En las noche de otoño
no pienses en la vida
Eso ya no importa.

Creo que su amor al silencio sigue influenciando a muchos. Soy uno de ellos. Allá, mientras caminaba meditativo en Japón, Basho escribió:

Hay pocas cosas
tan ensordecedoras
como el silencio.

Hace algunos años que intento escribir estos poemas breves. Recuerdo que uno de mis haikus, permítanme llamarlos así, esta publicado en mi poemario, y dice:

Sediento en la estepa
el viento acaricia
tus hojas de encanto.

Interesado en el budismo he ido comprendiendo -de a pocos- que hay tres cosas que debemos aprender, diría mejor, memorizar y tenerlo siempre a la mano. Primero, tenemos que acepar que la vida es una paradoja y que no debemos gastar el tiempo tratando de entender todo lo que ocurre. Segundo, hay que reírnos de nosotros mismos, eso nos permite ganar una fuerza increíble, y, por último, todo en la vida cambia, nada permanece para siempre. Sufriremos al no alcanzar algo y sí alcanzamos algo sufriremos de nuevo, porque no será eterno. En ese sentido se me ocurrió escribir este haiku.

El amor se va
porque cojeando estaba
ya volverá mañana

Siguiendo con mi intento, algunas noches se me ha dado por jugar con las palabras y por allí han aparecido algunos poemitas que bien podrían llamerse haikus.

Claridad del día
aún te sigo evocando
acariciable luna

¿Qué hacen las piedras
que de ser tan lamidas
andan saladas? Ola. Mar.

No lo recuerdo
pero de algún lado
corre el viento.

La nieve lo ha olvidado
el viento refresca
caliente anda el verano

Arden mis ojos
cuando arriba tus alas
se agitan traviesas

Tatuaste tu piel
encadenaste recuerdos
de un plumazo, bórralo ya.

La cascabel desnuda
yace interrogante
¿serpenteará el camino?

Ríe soñadora
nada sin sombras
Más tarde iremos al río.

El centauro a galope
va rumbo a tus sueños
Llevo las riendas.

Final del sueño
rugiendo voy perdido
Ya desperté mis alas

Con los haikus uno puede jugar, lo sé por lo que pasaré a mostrarles.

Cielo nublado
necesito una cámara
listo gato huye//
¿Dónde las ubico?
personaje / escenario
soy director sin fin//
Viene la lluvia
¿alguien tiene un paraguas?
ve y afila tus colmillos//
¿Dónde anda el director?
Buscando historias mudas
que digan algo.//

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