Los haikus son poemas breves de tres
versos con palabras cambiantes de siete y cinco sílabas
respectivamente. Pese a ser tan cortos y simples, los haikus albergan
algo profundo e intenso que bastan para comenzar o terminar un día.
Y si digo que son simples, no crean que exagero. Sólo son contados
quienes logran alcanzar esa cima. Con un haiku uno se siente un
sediento satisfecho, un hambriento lleno o un náufrago feliz, por
decirles algo.
Con un haiku de pronto el agua quieta
se vuelve tormenta o la paz se arrebata y todo porque sigue los
mandados de la filosofia oriental, que encuentra en lo pequeño lo
grande o en lo que esta oscuro lo claro y prístino. Hay muchos que
ponen atención en lo cotidiano que para muchos pasa desapercibido,
pero que al ser revelado cobra una notoriedad tan sorprendente que
nos ubica en la vida que nos esta tocando vivir.
Este camino
ya nadie lo recorre
salvo el crepúsculo (Basho)
Los japoneses fueron los maestros de
esta gema literaria. Muchos, después y ahora, los han imitado en
todas las latitudes del mundo, algunos han logrado algo, otros lo han
intentado y es lo que vale. Soy como uno de los últimos y, creánme,
sino he alcanzado a los primeros, me he divertido y he disfrutado en
el camino andado.
He dado en llamar a mis haikus: 'mis
pugnas en el silencio'. No sé sí he logrado arrancar al silencio un
haiku que se pueda mostrar. Si lo he logrado, silente, debo
agradecerle a mi pugna.
Viene el silencio
afinando ambos oídos
Oí. Golpeaba con tino.
Quiero recordar que soy un simple
mortal que jamás se acercará la figura de Basho, quien anduvo en
este mundo allá por entre los años 1644 – 1694.
Basho nació en Ueno, provincia de Iga,
a más de treinta kilómetros al suroeste de Kyoto, la primera
capital del imperio japonés y aún la casa de la familia imperial.
Basho fue el tercer hijo de un samurai.
Junto a sus seis hermanos quedó huérfano a los 12 años y pasó a
formar parte del feudo de Yoshitada quien tenía la costumbre
aristocrática de escribir poemas, Cuando el señor feudal murió
Basho tenía 22 años. Retirándose del servicio le correspondían
algunas concubinas, pero él estaba fascinado en otro tipo de amor.
En Kyoto estudió poesía china, además fue un estudioso del Zen y
practicó la meditación. Era un hombre que creía de manera
ferviente que la poesía se puede enseñar. Sus alumnos le regalaron
un banano que es de donde proviene su nombre. Hasta hoy, Basho es
considerado el maestro de los poetas en la versión del haiku. Al
final de su vida, apenas vivió 49 años, Basho escribió.
En las noche de otoño
no pienses en la vida
Eso ya no importa.
Creo que su amor al silencio sigue
influenciando a muchos. Soy uno de ellos. Allá, mientras caminaba
meditativo en Japón, Basho escribió:
Hay pocas cosas
tan ensordecedoras
como el silencio.
Hace algunos años que intento escribir
estos poemas breves. Recuerdo que uno de mis haikus, permítanme
llamarlos así, esta publicado en mi poemario, y dice:
Sediento en la estepa
el viento acaricia
tus hojas de encanto.
Interesado en el budismo he ido
comprendiendo -de a pocos- que hay tres cosas que debemos aprender,
diría mejor, memorizar y tenerlo siempre a la mano. Primero, tenemos
que acepar que la vida es una paradoja y que no debemos gastar el
tiempo tratando de entender todo lo que ocurre. Segundo, hay que
reírnos de nosotros mismos, eso nos permite ganar una fuerza
increíble, y, por último, todo en la vida cambia, nada permanece
para siempre. Sufriremos al no alcanzar algo y sí alcanzamos algo
sufriremos de nuevo, porque no será eterno. En ese sentido se me
ocurrió escribir este haiku.
El amor se va
porque cojeando estaba
ya volverá mañana
Siguiendo con mi intento, algunas
noches se me ha dado por jugar con las palabras y por allí han
aparecido algunos poemitas que bien podrían llamerse haikus.
Claridad del día
aún te sigo evocando
acariciable luna
¿Qué hacen las piedras
que de ser tan lamidas
andan saladas? Ola. Mar.
No lo recuerdo
pero de algún lado
corre el viento.
La nieve lo ha olvidado
el viento refresca
caliente anda el verano
Arden mis ojos
cuando arriba tus alas
se agitan traviesas
Tatuaste tu piel
encadenaste recuerdos
de un plumazo, bórralo ya.
La cascabel desnuda
yace interrogante
¿serpenteará el camino?
Ríe soñadora
nada sin sombras
Más tarde iremos al río.
El centauro a galope
va rumbo a tus sueños
Llevo las riendas.
Final del sueño
rugiendo voy perdido
Ya desperté mis alas
Con los haikus uno puede jugar, lo sé
por lo que pasaré a mostrarles.
Cielo nublado
necesito una cámara
listo gato huye//
¿Dónde las ubico?
personaje / escenario
soy director sin fin//
Viene la lluvia
¿alguien tiene un paraguas?
ve y afila tus colmillos//
¿Dónde anda el director?
Buscando historias mudas
que digan algo.//
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