Thursday, May 19, 2011
El germen de las historias de ficción.
¿De dónde viene las ideas que inspiran a los escritores de ficción? Me pregunté muchas veces. Antes no pude contestar esta pregunta, hoy por lo menos lo intentaré.
La respuesta está en todas partes y hay que aprender a mirar. La experiencia y el ejercicio constante da la oportunidad de ver dónde está la buena historia. Lo que ves te tiene que tocar, debe existir una pequeña conexión que al ser oída, olida o saboreada dispare tu imaginación. Te inspire, luego debes transpirar de manera copiosa.
Hay también, claro, la posibilidad de tocarse con algo que ya está encaminado y en espera de quien junte las piezas de ese rompecabezas. Pero como verán, esto también necesita una pequeña conexión que dispare la historia hacía un punto final armonizado. La escritora Sue Grafton refiere que sentada en una mesa para almorzar conoció a un médico forense retirado, quien le refirió el caso de un homicidio irresuelto. En la oficina de la policía de Santa Barbara había una quijada y unos dientes que alguna vez pertenecieron a una mujer. La escritora no sólo tuvo acceso a ver los restos óseos, sino que le permitieron leer todas las notas escritas al respecto. La autora de historias de detectives sólo tuvo que inventar el final. No sé si alguien pudo reconocer a la víctima, porque ese es el mérito que tienen la ficción, gracias a la imaginación, puede revelar la realidad de lo ocurrido.
Hace poco conversaba con un amigo quien me contó algo muy personal: “hoy cumplo 18 años sin tomar un trago”, me dijo. Si estuviera en Perú este señor sería todo un ciudadano responsable, pensé inicialmente, luego se vinieron a mi mente varios recuerdos. Mi tío borracho muriendo ahogado luego de caerse en un charco con agua. Mi abuelo materno yendo conmigo a la iglesia adventista para evitar caer en las garras del alcoholismo. Yo, con tan sólo ocho años, como su mejor soporte. A los 11 años mi abuelo me dejó volver a la iglesia católica de mis padres sin ninguna protesta, lo hizo porque ya había cimentado su fe y entonces sabía que jamás volvería a caer en las garras del vicio. Me veo en mi recuerdo haciendo la primera comunión, sin interesarme en el sacramento, más interesado en Cristina que en Cristo. Era, sin duda, el despertar sexual de un cachimbo adolescente.
Algo más. Hasta hoy me estoy esforzando en escribir una historia que refiere la vida de mi abuela y por más que le he dado vueltas a la historia no doy “pie en bola”. Mi abuela tuvo a mi padre cuando apenas tenía 18 años, tras un romance de juventud con un joven guitarrista y serenatero un año menor que ella. Mi padre fue el único hijo de mi abuela, ella se casó después que mi padre se casara con mi madre, pero contrajo matrimonio con un viejo homosexual que jamás la hizo suya. Se separó, él jamás le dio el divorcio. Se separaron porque el tipo la golpeaba y seguía con su comportamiento solapado de llevar adolescentes a la casa matrimonial para dar riendas sueltas a sus bajos instintos. Mi padre intervino y el tipo se fue a empellones. Para evitar las malidecencias voló lejos del pequeño pueblo donde vivíamos, allá se volvió un tipo rico y se hizo de muchas propiedades. Cuando murió alguien volvió con el chisme a la casa de mi abuela. “Dona Reidita ahora es usted una mujer rica”, le dijo a mi abuela y mi abuela cortó la comunicación con una sentencia rotunda: “Yo de ese maricón no quiero nada, que todo se lo metan al culo”.
Con todo lo que sé puedo crear una historia. Lo sé, pero me cuesta. No lo puedo modelar en mis manos porque el asunto es muy personal y doloroso. Mi padre intervino y echó al tipo a la calle porque jamás toleró que un hombre abuse de una mujer. Mi papa solía decir: “A las mujeres, ni con el pétalo de una rosa”.
Lo interesante es que la historia va madurando en mi cabeza. Ojalá se caiga en mis manos de madura. Eso ocurrirá, pienso, el día que tome una perspectiva distinta –me aleje un poco para ver mejor el panorama-. Sé que cuando eso ocurra escribiré un buen cuento o tal vez una novela corta. Sé también que la historia está en un baúl de sastre que todo escritor o aprendiz de escritor tiene en un rincón de la casa o en un cajón de su cerebro.
De ese baúl acabo de sacar algo bueno. Hace tan sólo dos días terminé la segunda versión de un cuento titiulado ‘Las mascotas de las viudas’. El título no me gusta, preferiría escribir el mismo relato en inglés y usar el título que anhelo: ‘Widows’ pets’. (Al margen de los títulos, lo que realmente cuenta es el contenido). Esta historia lo contó una amiga de mi primo en una reunion familiar donde, además, estaba una escritora. Me adelanté a decir “voy a escribir esa historia” y lo hice como me lo contaron. Salió bien. Lo publiqué en este blog, pero alguien se metió a destruir los archivos y acabó con el relato. Pobre tonto, la historia seguía en mi cabeza. La escribí y está segunda versión es mejor. Me di cuenta que al pensar la historia por algún tiempo me familiaricé con ella, la vi a fondo y ahí construí una base sólida (lo que se conoce en ficción como la ‘premisa’) por eso cuando lo escribí, el relato salió más sólido y soportará los vientos que se presenten. En algunos meses esperó publicar el relato como un cuento para que los padres se lo lean a sus hijos. “Si los animales se puedan dan amor hasta la muerte, porque los humanos nos odiamos a muerte”, es lo que dice la ‘premisa’.
Me gusta y ese es el primer punto a lograr cuando uno escribe un relato corto o una novela. Me sorprendió y creo que le sorprenderá también a quienes lo quieran leer. Si el escritor es el primer sorprendido, lo seguirán sus lectores.
Estoy tan estusiasmado con la historia que se lo regalé a mi sobrino-ahijado para que gracias a la colaboración pagada de sus verdaderos amigos y de algunos amigos míos (deben comprar el librito), Sebastián pueda pagar algo de sus estudios universitarios. El pondrá su granito de arena. Tendrá que hacer los dibujos que acompañen la historia. El librito con el cuento deberá salir entonces con su nombre y el mío. Quiero que el trabajo conjunto sea, además, su carta de presentación como artista, como diseñador gráfico. Ojalá acepte el reto con responsabilidad. El ya lo sabe…
En fin, volviendo al germen de donde salen las historias debo contar que también estoy inmerso en varios relatos que hablan de los inmigrantes latinos. Muchos tienen que ver con la soledad y el rechazo, los sueños y la realidad, la pérdida de identidad, la legalidad y el desinterés y seguramente irán saliendo otros más como el de la falta de comunicación y el miedo.
El dibujo es de mi sobrino-ahijado Gabriel Sebastián Vela del Valle.
Thursday, May 12, 2011
Reto biográfico.
"Aprende las reglas, luego rómpelas todas"
Estuve metido en un reto interesante: escribir mi biografía con tan sólo seis palabras. Es un reto que lanzó la revista estadounidense Smith. Es un reto que pegó y sigue pegando. La última que acabo de leer tiene que ver con el contexto actual en el que vivimos, dice: “Go ‘bama, No ‘sama, yo ‘mama”.¿Quién lo escribió? Sin duda una madre de familia que está satisfecha con lo que ha hecho el presidente Barack Obama en Pakistán. Refleja el estado de ánimo de quien lo escribió y da cuenta de quién es ella en esencia.
El reto llegó a mí por intermedio de mi anfitriona. Todos los meses me reúno con un grupo lindo de personas para hablar de distintos temas en español. Por una hora dejamos de lado el inglés para sumergirnos en una discusión acerca de distintos tópicos, casi siempre películas en español y recurrimos al idioma de los neoyorquinos sólo para esclarecer una idea. Hace algunas noches, María Fernanda -así se llama nuestra anfitriona- nos propuso escribir nuestra biografía con seis palabras y nos lanzamos a conquistar el pedido.
Creánme que no es fácil. Lo intenté una y otra vez, hasta que lo logré. Y aquí podría estar mi biografía. La primera y no la única: “Lo intenté sin desmayo, lo conseguí”. Pero revisando las biografías de la revista Smith encontré que ya muchos han dado vueltas con esta idea, pero han tenido el tino de cambiar las palabras. (Quién puede ser totalmente original en este momento). Así me encontré, por ejemplo, con una que dice: “Yo aprendí, yo enseñé, estoy retirado”. Nuestra anfitriona mostró el suyo: “Incansable creyente, mente joven, siempre puede”. Y nos impulsó a tratar de dar con el nuestro, el que nos puede servir como un pequeño cartel. En aquel momento del ejercicio, yo andaba muriéndome con una angina de pecho y sin poder concentrarme demasiado, me salió entonces algo así como “Cerca de morir daré mil pasos”, pero no llegó a convencerme, se parecía demasiado al del tipo que lo intentó y lo logró. Que me parece válido, pues pocos lo consiguen, no es verdad?.
Así que me seguí metiendo a explorar cuáles serían mis seis palabras que me sirvan como epíteto de mi existencia, pero aquí no quiero que el epíteto sea insultante contra mi mismo. (Hay uno que leí que me dio pena: “Arreglo baños consigo mierda como pago”. Se trata de un plomero, supongo, que no está a gusto con lo que hace).
Pero en fin. Incluso descubrí y traduje el que escribió Ernest Hemingway: “Vendo: zapatos de bebes, nunca usados”. No sé sí el autor de ‘El viejo y el mar’ lo escribió cuando andaba soñando con la idea de convertirse en padre de una niña, la misma que nunca llegó y lo hizo infeliz. (Acabo de leer, sin embargo, que Hemingway tuvo un hijo que terminó sus días en una prisión femenina convertido en mujer, luego de cambiarse de sexo. No sé si es ficción o es verdad ¿Hay algo más en esta historia poca conocida?) ¿Por qué Hemingway escribió su biografía así? No lo sabré. Pero para él significaba mucho, sin duda.
Comprendí entonces que la biografía tiene que ser muy íntima y debe dar cuenta de una parte importante de uno mismo, aunque los demás no la comprendan en su integridad. Logrando una biografía precisa uno puede verse mejor al espejo y si hay algo que mejorar lanzarse a la conquista. Lo he conseguido y si tú lo consigues puedes hacerla pública o guardarla para ti, pues te ayudará a lograr lo que desees, aunque al final tengas que decir: “Yo lloré, yo reí, lo intenté” o tal vez “No puedo cantar, lo intentaré nuevamente” .
Leí uno muy íntimo que dice: “Antiguo niño estrella busca amor, desempleado” Otro más: “Nací pobre, estudié mucho, sigo pobre”. Las madres son las que más dan cuenta de esa linda condición, aunque en este caso con algo de preocupación: “Consigo embarazarme fácil, tengo tres niños” y uno más preocupante: “Mamá de seis, asustada, viene otro”. Hay mujeres que se lamentan de lo que han hecho: “Con vida, me convertí en esposa”.
Hay también algunos quienes sin tratar de alcanzar un reto han escrito su biografía y estos vienen desde tiempos remotos y son –en algunos casos- más breves: “ Vini, vidi, vinci” y aquí como extraño el Latín de Julio César, esa lengua muerta, pero tan precisa. O el que soltara el inca Atahualpa: “Usos son de la guerra: vencer o ser vencidos”. Y está también uno que se le atribuye a John Lennon sacado de la letra de una de sus canciones “Haciendo planes y la vida pasa”.
Para seguir con el reto se los dí a conocer a algunos amigos y una genial amiga me contestó con el suyo “Persona musical colaborando con el mundo” y digo que es verdad, porque cada vez que le pido algo siempre esta dispuesta a ayudarme. Están además y para terminar los que dan cuenta de algo que sin desearlo lo han conseguido: “Deseé poco, pero recibí todo: gracias”. “Satisfecho de vivir: Dí y recibí” Un joven de 28 años dice: “No es tiempo de retirarme todavía” y da cuenta de su gran espíritu de lucha. Otro se suma con entusiasmo: “Yo busco la ruta poco usada”, aunque no sé si está siendo sincero. “Sigo buscando paz, lucharé por ella” . Muchos viven con algo para sentirse acompañados: “Buscando refugio en libros y pensamientos” y uno que me gustaría plagiar: “Finalmente me siento como un escritor”.
Cuando uno logra dar con las seis palabras de su biografía, puede seguir de manera personal escribiendo sobre la misma con mil o seis mil palabras, pues la esencia es lo que se busca para alcanzar la cumbre, el cambio, la satisfaction, el hecho de sentirse contento y sin culpa por haber desperdiciado los pasos que uno da por este mundo.
Thursday, May 5, 2011
Osama se escondía como Abimael Guzmán.
Estaba leyendo cuando el presidente estadounidense Barack Obama dio a conocer la muerte del líder terrorista de Al Qaeda, Osama Bin Laden.
Conocí la noticia a la mañana siguiente cuando mi compañero Johny Mc Giver me abrió la puerta de su auto. Fue lo primero que me dijo luego de darme el saludo de “buenos días”, en español. Johny estaba doblemente feliz, sin embargo, cuando me dio la noticia de lo ocurrido en Pakistán no le creí. Pensé que Johny bromeaba, él siempre bromea. Prendió la radio y como eran las 7.00 a.m. pudimos escuchar los titulares de la hora y luego la voz del mandatario estadounidense dando cuenta del hecho. Un comando de élite abatió a tiros al líder terrorista más buscado del mundo.
En ese momento no se dieron los detalles, los detalles comenzaron a darse en el transcurso del día.
Lo que recordé esta mañana de lunes, al escuchar al jefe de gobierno de los Estados Unidos, fue la captura de Abimael Guzmán Reynoso, uno de los líderes más sanguinarios que tuvo Perú, era el cabecilla del grupo maoísta Sendero Luminoso y había ordenado varias matanzas de civiles, la última con un coche bomba (600 kilos de anfo y dinamita) contra un edificio de clase media en pleno centro de Lima, donde murieron muchos, así como que resultaron cientos de heridos. Fue la gota que rebasó el vaso, y así se lo conté a Johny.
¿Sabes dónde vivía este terrorista? Bajo las faldas de una mujeres tontas que le rendían pleitesía. Se escondía en un segundo piso de una casa donde funcionaba una escuelita de ballet. La escuela estaba dirigida por una mujer joven, bonita y muy acomódada económicamente, quien lamentablemente estaba coludida con el terrorismo. Luego le referí a Johny la historia de Víctor Polay Campos, el otro cabecilla del terror en Perú, quien se fue a cenar en un restaurante ubicado al costado de una estación de policía. Felizmente un policía lo reconoció y lo detuvieron. Pero antes, Polay había fugado de un penal limeño por un túnel y junto a él se fugaron un buen número de sus seguidores.
Me sorpreendí luego al descubrir algunas coincidencias entre lo que pasó con Abimael y el final de Osama Bin Laden. Vivía en el piso más alto de una casa en el barrio de clase media conocido como Bilal Town, a una hora en auto de Islamabad, capital de Pakistán. (En el 2005 el dueño de la propiedad dijo que fortificó su casa, como lo hizo, porque tenía muchos enemigos).
Alguien por fin hizo una lectura correcta e inteligente, sin ahogamientos ni más torturas, pensé. Hace algunos días, un grupo numeroso de terroristas fugó de una carcel de Afganistán por un túnel construido de la calle a la prisión. Al parecer en Al Qaeda alguien estaba leyendo y copiando las acciones de los terroristas peruanos. ‘Había que tomar una decisión rápida’, creo que pensó alguien en la CIA, con todos los datos acumulados.
Al llegar al trabajo hice mis labores escuchando National Public Radio y los detalles fueron apareciendo, matizados por el comentario de los otros compañeros de trabajo. Un colega dijo que al escuchar el domingo que Obama se iba a dirigir a la nación, algo importante se venía. Quizás su renuncia, agregó con humor republicano. Obama para el parecer de muchos estaba gobernando mal, se veía falto de reacción y su reelección se alejaba de sus manos. Sin embargo, como buen político tenía algo, “un as bajo la manga”. Escuché comentarios como que ‘al fin se puso los pantalones y ordenó que se realizara la acción militar corriendo todos los riesgos’.
Sí Alberto Fujimori, el otrora presidente peruano hubiese estado en su oficina dirigiendo la captura de Abimael, pensé. Quizás hubiesemos tenido una copia histórica más, pero lo que pasó en Perú sirvió para que Obama obrara mejor. En Perú, Fujimori estaba pescando en el Amazonas, sin saber lo que hacían los miembros del GEIN, un grupo de valientes policías que usando la inteligencia andaban tras los pasos del terrorista más buscado en Perú. Felizmente los policías no avisaron a Fujimori de su acción, el marcado protagonismo del “chino” pudo traer por tierra el operativo y la captura del ‘cachetón’. Cuando Fujimori se enteró se acababa de comer una gaminata pescada en el río y se indigestó de verdad, no hubo bacalao para Fujimori, hubo una gamitana. El entonces presidente peruano regresó a Lima molesto de sus cortas vacaciones y los peruanos tuvieron que esperar que le pasara la indigestión. Acostumbrado a estar al “tanto de todo”, los policías se guardaron los detalles de la operación y se lo dijeron después. Fue un momento importante para coecionar todo el país, pero Fujimori estaba irritado y trató de restar méritos a los policías. Obama no. Fue sobrio cuando dio a conocer el éxito de la operación ‘Geronimo’. No dijo mucho, pero con lo que dijo bastó.
Barak Obama ordenó actuar a un grupo especial de los Navy Seal pasando de Afganistán a Pakistán (ambos países limitrofes) para llegar en dos helicópteros hasta Bilal Town, en Abbotabat, y acabar con el líder terrorista, Osama Bin Laden. Lo más difícil de un ser humano es dar una orden de este tipo, acabar con otro ser humano, por muy equivocado que este, pero Obama asumió el riesgo.
Hasta el momento no me queda claro la participación del gobierno y los militares pakistaníes. Hemos escuchado algunas versiones, pero nada más sensato que la opinión que me dio mi sobrino André, un adolescente de 16 años, a quien le gustaría ser profesor de Historia: “Forzamos a Pakistán a aceptar nuestros helicópteros una vez que entramos en su territorio. Están con nosotros, nos ayudan haciéndose de la vista gorda, o están a favor del terrorismo”. A los pakistanies no le quedo más opción que el de hacerse los ‘suecos’ en su propio territorio. Todos saben que los estadounidenses desconfían de los pakistaníes desde hace muchos años y así lo han expresado hoy abiertamente. Es más, para algunos los pakistaníes juegan a cuatro bandas en esta difícil zona del medio oriente.
Un comando de élite que va a una misión tan arriesgada y que no desea reportar muertos o heridos en sus filas, sencillamente entra a matar para evitar dichos riesgos. Además, las autoridades estadounidenses deben de haber contemplado: “¿un terrorista muerto o un soldado muerto?”, la respuesta no exige una inteligencia superior, basta el sentido común. ‘Geronimo EKIN’ fue la clave que dio respuesta a la operación exitosa. Osama, el enemigo está muerto en la acción.
Sin embargo, un helicóptero colapsó poniendo en riesgo al operación. Entonces hay que hacer una pregunta a quien corresponda ¿qué pasa con esos helicópteros?. Ojo, no es el primero. Fueron los soldados del Navy Seal los encargados de tomar la decisión y en el terreno resolver la situación. Al final siempre son los hombres quienes ganan una batalla o una guerra.
Osama vivía en una casa fortificada, sin conexiones telefónicas visibles, pantallas parabólicas o una antena de televisión, típica de una casa de familia acomodada, fue un detalle que llamó la atención. Los cálculos hablan de un millón de dólares cuando se refieren al costo de la vivienda, ahí en el piso superior vivía el líder de Al Qaeda, tal vez confiando en su buena suerte y creyéndose como todos estos líderes, sin duda, como los ‘elegidos’. Esa confianza lo llevó a fallar.
La inteligencia, quiero creer que esa inteligencia que cree en el trabajo paciente y metódico, antes que el mal héroe de spaguettis que puede apelar a la crueldad, fue el que ganó esta batalla. La inteligencia ya había logrado dar con un mensajero que le llevaba y traía los recados a Osama Bin Laden. Del individuo sólo se sabía su alias, hasta que se logró identificarlo: Abu Ahmed Al Kuwaiti. Este contacto llevó a la inteligencia hasta la cueva del ‘lobo’. Ahí los comandos del Navy Seal lo abatieron con dos tiros, uno a la cabeza y el otro al corazón, ambos disparon para asegurar que el objetivo este sin ninguna posibilidad de contraatacar. Se dice que los comandos tomaron el cuerpo de Osama, destruyeron el helicóptero averiado y salieron del barrio de Bilal Town. Un helicóptero más había llegado al socorro, pues eran los de la contingencia en caso que algo resultara mal. Los comandos volaron las naves con dirección al mar y allí, nos dicen, tiraron el cadáver del líder de Al Qaeda. Acabo de leer que la hija de Osama, herida y curándose en un hospital pakistaní, a dicho que su padre se rindió y que los comandos lo eliminaron.
Aquí vuelvo al caso peruano que me lleva a creer que los involucrados en este acontecimiento con final trágico -siempre una vida perdida es de lamentar- estuvieron viendo y leyendo con acuisiosidad lo que pasó en Peru durante esos tristes años del terrorismo y también estuvieron inmerso en la Literatura peruana. En la novela ‘La guerra del fin del mundo’ Mario Vargas Llosa cuenta la historia de un líder que puso en riesgo a toda una nación con sus creencias apocalípticas. Se generó tal clima de violencia en esta zona desértica que se involucró a todo el ejército en una batalla para frenar lo que ocurría. Cuando este líder muere, sus restos fueron arrojados al agua.
A veces la realidad calca a la ficción. Volveré a lo que estaba leyendo cuando ocurrían los hechos que terminaron con la muerte de Osama Bin Laden.
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