Thursday, January 12, 2012
Un buen poema.
¿Cuándo un poema es un buen poema? Es la pregunta que he escuchado en muchas oportunidades y no he dado con una buena respuesta. No he dado con una buena respuesta porque no soy un buen poeta. Lo he intentado, claro, pero no me reconozco como tal. Lo que sí sé es que un poema no se puede contar.
Sin embargo, no me he cruzado de brazos. Siempre he tratado de responder esa pregunta, no valiéndome de mi condición de poeta aficionado, sino como lector de poemas que soy o suelo ser.
Hay algunos poemas que me han dejado pensando por horas, me han movido los cimientos del alma y me han sumido en un silencio más profundo que la noche. Dando vueltas en la cama he repetido: “Quisiera decir algo, pero no tengo palabras para decirlo. Sin embargo, parece que estuviera gritando y el eco retumba a lo lejos y lo escucho a medias, pero sé que digo, sólo que no lo recuerdo”.
Uno de mis poetas favoritos es el extinto poeta portugués, Fernando Pessoa. Cada uno de sus poemas tiene ese ingrediente que lo hace indispensable, no resumible, no contable, pero se siente en cada uno de ellos esa grandeza, aunque el poema sea breve. “Corte la naranja en dos, y las dos partes no podían quedar iguales./¿Con cuál fui injusto- yo, que las voy a comer a ambas?”
Lo cierto es qué como todos sabemos: quien busca, encuentra. Entre mis lecturas me he dado con un libro que puede servir para dilucidar la pregunta con la que he iniciado esta nota. Se trata del libro 'The Weather of words' del poeta estadounidense, de origen canadiense, Mark Strand.
Strand cuenta que, un día de 1957, comentó a su madre su deseo de convertirse en poeta. 'Porque no buscas una profesión que te permita vivir y mantener una familia, eso sólo te servirá para esforzarte en la oscuridad', contestó ella. El joven poeta dijo que el placer que iba a conseguir con la poesía excedería largamente el sentir del dinero y la estabilidad. Luego le sugirió leer una de sus poemas favoritos. A los pocos minutos, la señora Srand dormía, muy plácida, en su antiguo sillón de la salita de estar.
Mark Strand refiere esta historia familiar no para mofarse de su madre, sino para dar cuenta de algo cierto, todos aquellos que se inician en la lectura de poemas fallan. Nadie está preparado para leer poesía, así seas un buen lector de novelas y de otros libros de no ficción, el resultado será el mismo con un poema. La gente gusta leer lo que está dentro de su conocimiento y lo que es bien articulado. Con un poema, la lectura tiene que cambiar.
Strand dice que la diferencia en un poema viene primero a la mente en un contexto que parece ser que todo está en la voz del poeta -una voz hablándole a nadie en particular sin la ayuda de una situación o situaciones traídas por palabras o la accion de otros, lo que si ocurre en un trabajo de ficción. El poema se apoya en el sentido del poema y no en el sentido del mundo. El poema se inventa a sí mismo su propia necesidad o urgencia, su tono, su mezcla de significados y sonidos, todo eso está, además, en la voz del poeta.
Una novela tiene características del mundo en el que vivimos, la gente debe actuar en caminos que nosotros reconocemos como humanos. En un poema todo lo que se dice es conocido o desconocido.
Lo conocido de un poema es el lenguaje, las palabras que usamos, pero estas palabras parecen diferentes en un poema. Incluso las más familiares parecen extrañas. Las palabras de una novela están subordinadas al argumento. En un poema, son la propia acción. En un poema nosotros podemos comprenetrarnos con una o dos líneas iniciales, en una novela debemos leer más de una docena de páginas y ee en ese momento notamos que las palabras desaparecen y gana autonomía la historia que nos relatan. Un poema trabaja de manera distinta, hay que leerlo con lentitud, saboreando cada palabra, es en la poesía donde se siente el valor de las palabras. Pero en una cultura de fast food, lo que se nos pide es apurar la digestión.
Poesía es lenguaje actuando en su más seductivo ser, pero al mismo tiempo es elusivo, incluso parece ser inauténtico y difícil de reducir. No sólo tiene un significado que este dominado bajo un significado mayor, puede ser que algo significativo este siendo comunicado bajo un pequeño significado, algo que no se origina con el poeta, pero sí con la oscura luz del lenguaje, en un período pasado (Hay algunos que hablan aquí de poesía fósil). Además, la lectura de la poesía es siempre la búsqueda de lo desconocido, algo que duerme en el corazón de la experiencia, pero que no puede ser señalada o descrita sin ser alterada o devaluada. La lectura de lo desconocido puede hacer sentir al lector disconforme, forzarle a hacer cosas que podrían parecer menos extrañas, y esto significa inventar un contexto en donde poner eso, algunas veces en acto contrario de desobediencia al poema.
Cada poema debe hablar por sí solo, debe atar o distorcionar las convenciones del momento. Un poema nos debe hacer creer que lo que nosotros leemos nos pertenece incluso aunque nosotros sepamos que lo dicho es muy antiguo.
Esto es el secreto vivo de la poesía, siempre está pagando tributo a lo pasado, extendiendo la tradición en el presente.
En 1965, la madre de Mark Strand murió justo en el momento en que apareció su primer poemario. Su padre, quien al igual que su madre nunca había leído poesía, leyó su libro. Eso lleno de agrado al poeta, más aún cuando venciendo su temor inicial, su padre deseo hablar de aquello que no entendía. En ese momento de perdida, los poemas le dieron a su padre las palabras que el sentía necesarias. De haber vivido más tiempo, el padre del poeta se hubiera convertido en lector de poesía, pero le dejó algo a su hijo. “Cuando escribo bien, siento que mi padre estaría agradecido y pienso que sí mi madre escucharía estas líneas se despertaría brevemente de su sueño eterno para darme su aprobación por lo logrado”.
Fernando Pessoa
Tabaquería
¿Que sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? !Pero pienso ser tantas cosas!
...
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla
aunque no viva en ella
…
sere siempre el que esperó que le abriesen la puerta
junto a una pared sin puerta,
y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
¿Creer en mi? No, ni en nada
José Watanabe (Perú)
Animal de invierno
He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
Nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré
que aún no soy la montaña.
Cesáreo Martinez (Perú)
Botella de mar para Iskra Oyague
Y perdóname, Iskra, que no te haya llevado el mar a tu casa,
que no haya redondeado un destino espectable.
Perdona mi soledad incandescente, este poema, el no haberte
traído un primito a este mundo,
un loquillo asustadizo que fuera tu confidente.
Perdona mi desidia, las dificultades con las que me di de
trompadas,
el no haber atinado en el camino ni alcanzado a ser el verdadero
anhelo tuyo.
Y, sobre todo, amor, perdona mi tristeza.
Thursday, January 5, 2012
Los Hemingway: una historia triste.
Leer que Gloria Hemingway murió en una celda de mujeres, en una prisión de Miami, a la edad de 69 años, no llama mucho la atención. Pero decir que se trata del hijo -varón- del gran escritor estadounidense, Ernest Hemingway, es abrir una caja con sorpresas.
El hecho ocurrió el 1 de octubre del 2001, una semana después de su arresto. Las autoridades carcelarias indicaron que el deceso devino a consecuencia de una elevada presión arterial y problemas cardiovasculares. Gloria fue detenida en las calles de Miami, muy cerca de la playa. Fue acusada de indecencia y resistencia al arresto.
Cuando la policía la intervino, estaba desnuda, tratando de ponerse la trusa, tenía las uñas pintadas, lucía joyas en el cuello y tenía los zapatos de tacones en una de las manos. Estaba borracha, comenzó a gritar y no se dejó colocar las esposas. Aunque se trataba de una persona amable, dice el reporte policial.
Cuando llegó a la prisión, los médicos que la examinaron determinaron que se trataba de una mujer, por lo que exhibía. Al parecer Gloria se había hecho varios transplantes en el cuerpo y se había operado para cambiarse de sexo.
Lo que sorprende a algunos es que su muerte haya ocurrido tal como lo dieron a conocer algunos diarios. Estaba en una celda estrecha y al parecer no recibió el auxilio necesario para combatir su hipertensión y sus problemas cardíacos. 'Si un doctor lo hubiese examinado habría determinado que necesitaba algún tipo de medicación que aliviara su problema. Es más, nadie se explica por qué fue detenido por mucho tiempo, cuando un ladrón logra su libertad al día siguiente, pagando una fianza, dijo su cuarta esposa, Ida.
¿Quién era Gloria?
Gloria Hemingway era el hijo menor del escritor Ernest Hemingway, su verdadero nombre era Gregory, aunque todos lo conocían como Greg.
Nació en Kansas City, el 12 de noviembre de 1931. Su madre fue Pauline Pfeiffer. Cuando nació su padre esperaba que se tratara de una niña. Su madre también tenía ese deseo, un poco para salvar la difcil situación por la que pasaba el matrimonio.
Desde pequeño fue tratado al estilo machista del padre. Se sabe que a los 15 bebía con Papa Hemingway, quien además le enseñó que el 'Bloody Mary' era lo mejor para combatir la resaca del día siguiente.
Fue el orgullo de su padre cuando adolescente se convirtió en campeón de un torneo internacional de cacería de pichones, en Cuba. A la competencia habían concurrido 140 participantes, entre los que estaban otros campeones de diversas partes del mundo.
A los 19 años comenzaron los problemas por su abuso con el alcohol y es en esta época donde comienza a vestir con ropa de mujer. Pero su padre lo presionaba para vivir como macho. Fue entonces que empezó un tratamiento que le demandó mucho gasto económico para evitar ser un travesti, incluso se sometió a tratamientos dolorosos de electroshock. Dejó su casa y vivió en carros, hoteles y en casa de algunos amigos.
Greg había empezado a estudiar medicina en Miami, pero a consecuencia de los hechos que vinieron, los abandonó. Su madre Pauline murió en la sala de operaciones de un hospital y tras la muerte Greg fue acusado de ser el culpable de lo ocurrido por su propio padre. La acusación dejó al joven Greg totalmente perturbado y ambos -padre e hijo- dejaron de verse en vida.
Greg partió al Africa y en esa estadia mató 18 elefantes, un poco para probar que él también podía hacer lo que su padre había hecho durante su estadia en dicho continente.
Más tarde, el escritor sufriría problemas de salud y su estado mental decaería, hasta que se pegó el tiro de escopeta que acabó con su vida. El autor de 'Por quien doblan las campanas' se había suicidado, como lo hizo su padre, su hermano y su hermana.
Cuando su padre murió, Greg confesó que tenía también un profundo sentido de alivio. Luego siguió una vida productiva, se graduó como doctor en medicina, se casó por tercera vez y esta esposa fue la madre de tres de sus ocho hijos.
Luego se convirtió en escritor, su libro fue titulado 'Papa: A personal memoir'. En el mismo dice que 'nunca se recuperó del sentido de responsabilidad en la muerte de su padre, y que ese recuerdo le hizo actuar por caminos extraños'.
Su hija Lorian, también escritora, recuerda en sus memorias 'Walk on water' que su padre perdió la licencia de médico por su adicción al alcohol.
El propio Greg recuerda que no tuvo una vida fácil con su padre, quien hizo que viviera una vida tormentosa de alcoholismo y depresión. Sin duda Papa Hemingway sabía del travestismo de su hijo y bajo su principio de macho eso era intolerable. Alguien se ha preguntado ¿No sé qué es eso de amar, dominar, básicamente con buena intencion, lo que hace que te conviertas en alguien con demasiados problemas?
Cuando ocurrió el deceso de Greg, algún diario de los Estados Unidos tituló 'The son also falls' (El hijo también cae) haciendo una analogía con la primera novela del padre 'The sun also rises' (mal traducida como Fiesta).
Y hacía mención de la vida torturada de Greg, quien de cazador de elefantes llegó a convertirse en un exhibicionista decorado con joyas en su cuerpo. Además, en la edición, se recordó parte de la vida del escritor Nobel, quien llamaba a su madre the bitch (la bruja). Ernest Hemingway nunca perdonó a su madre -Grace- por vestirlo de mujer, como su hermana Marcelina, para que parecieran niñas gemelas y ni siquiera se apersonó al funeral cuando supo de su deceso.
La revista Time dedicó una nota obituaria a la muerte de Gloria Hemingway, pero el problema siguió en los tribunales, pues había siete millones de herencia dejados por Greg, quien siendo Gloria se había casado con otra mujer, Ida. Ida defendió lo suyo diciendo que los ocho hijos habían abandonado a su padre y como ejemplo citó algo que escribió Lorian, quien en sus memorias recordaba a su padre como 'sucio, con el pelo grasiento y su auto lleno de botellas de cerveza'. Nadie que quiera a su padre puede hacer esto de su debilidades, sentenció.
Una pequeña nota personal. Hace algunos meses buscando la forma de escribir mi biografía con seis palabras, me di con la que escribió Ernest Hemingway “Vendo: zapatos de bebe, nunca usados”. Entonces me pregunté, ¿por qué el escritor había escrito esto?. Me sumergí en internet buscando información y encontré la noticia que refiere el deceso de Greg. Entonces al leer y saber que Hemingway padre deseaba tener una hija mujer, cuando nació Greg, pensé: 'aquí algo extraño pudo haber ocurrido'. ¿Tanto fue el deseo de ese padre y esa madre de tener una niña qué ese niño lo sintió así y a su manera trató de congraciarse con sus padres? No lo sé. ¿Qué dicen ustedes?
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