Wednesday, July 30, 2014

Lupuna, aporte adicional a un cuento.

A un hombre burlado por su amada se le exige revancha. Envuelto en el conflicto opta por revelarse como lo que en esencia es, un hombre que sufre, pero ama. Esa es la premisa del relato ‘Lupuna’ escrito por el peruano Juan Ochoa. En esencia, el escritor dice que ‘el amor no es vengativo y es capaz de sacrificarse’. (1)

Desde el inicio sabemos que el personaje principal se mueve en el mundo mágico de la selva amazónica. Pueblan ese mundo: árboles, animales, hombres y también están las deidades y los demonios. Todos ellos interactúan en ese universo de alguna manera.

Juan Ochoa recoge una serie de leyendas selváticas para adaptarlas a su relato. La lupuna es un árbol inmenso, lleno de agujeros que parecen ombligos, los pobladores de la selva creen que esta maldito. Algunos dicen que basta enterrar la pisada de un hombre en el tronco para que muera al poco tiempo. El chullachaqui es el demonio, algunos creen que ha sido el culpable de la desaparición de muchos niños, se presenta como alguien familiar, pero con un pie deforme. Los brujos en la selva son los médicos que curan a los dolidos. Se cree en la madre selva y que puede variar de fisonomía, en algunas zonas se puede presentar como una hembra búfea (delfín rosado) que tomando la apariencia de una mujer, sale del río para seducir a los hombres. En la cópula es inolvidable por su sexo absorbente. Los animales tienen un nombre peculiar, los cashacuchillos son los puerco espines, la yacumama es la gran boa constrictor de dimensiones insospechadas que vive en el lecho del río. Ochoa habla de los búhos, los selváticos también las conocen como urcututos. Valiéndose de este mundo mítico, el escritor reconstruye su pequeño universo y nos narra una historia maravillosa.

Un hombre enamorado sufre, su amada se ha ido con otro y para tenerla de regreso busca consejo, primero del brujo o chamán y luego de la madre selva, pero ellos exigen justicia sin piedad. El árbol torcido no se endereza. El hombre se muestra noble y sabe que puede optar con libertad e indulgencia, porque apela al verdadero amor. El escritor será guiado sin titubeos hacía esa verdad (2).

Ochoa da cuenta de lo siguiente: un brujo de la aldea aconseja que hay que cumplir con la venganza, hay que darle una lección a la mujer adúltera. Ella no puede estar riéndose burlonamente del marido tras su acto reprochable. De un tronco tiene que salir un demonio para ejecutarla. El demonio se llama chullachaqui y como característica principal tiene los pies deformes.

En un tronco maldito anida el hijo de sátanas que es el que se encarga de tomar justicia. Ese árbol se llama lupuna, es el mismo árbol de cuyo madera se hace los ataúdes de los brujos a quienes se les arroja al río donde se hunden y son tragados por las yacumamas.

Ahí en la lupuna anidan algunas aves misteriosas, los búhos o urcututos que esperan la noche para salir de rapiña. Los otorongos negros llegan también a rascarse los lomos y hacerse inmunes a las balas de los cazadores.

El brujo recomienda que el burlado lupuneé a su mujer. Así es como se da justicia en la selva, sin piedad, de lo contrario no podremos tener y gozar de la belleza enmarañada de la selva. La naturaleza avanza inmisericorde.

Lupunear entonces significa enterrar una fotografía de la adúltera en un orificio del árbol, su muerte vendrá luego de manera irremediable y dolorosa.

Es el castigo que se da en la selva desde tiempos inmemoriales nos recuerda el escritor. A  los españoles que llegaron a saquear se les hacía justicia de esa manera. Los sacerdotes que desobedecían sus votos de castidad y se acostaban con las mujeres de los nativos, se les sometía también a la ley de la selva. Muchos terminaron envueltos en lanzas y flechas como si fueran una bola de púas.

El burlado decide buscar el consejo de la madre de la selva. Ante ella se confiesa que amó a su mujer. Se siente indeciso de aceptar los consejos del brujo, pero también se siente dolido con lo ocurrido.

La consejera madre selva no duda en su morada a la orilla del río y, en plena oscuridad, recomienda también hacer justicia. Al emitir su sentencia, en el mundo donde es la reina, todos obedecen o se paralizan: los delfines búfeos dejan de nadar, las aves dejan de cantar. ‘Acepta la decisión, purifícate’, ordena la mayor justiciera.

Más allá un joven árbol de lupuna parece relamerse esperando al demandante.

El burlado sigue meditando y decide, se acerca al árbol, le abre un orificio en el tronco y ahí entierra una fotografía. Oímos estonces como el demonio que vive en el tronco horrendo ríe groseramente, pero el marido engañado se orina ante él, no de miedo, con desprecio.

Luego el personaje vuelve a casa para esperar el desenlace. Mientras espera la llegada del demonio chullachaqui prepara el ataúd, esta vez de capirona, una madera más noble en la selva y se encomienda a la imagen redentora de un Cristo.

Mientras yace en su lecho marital abandonado, tres días después efectivamente el chullachaqui llega. Lo imaginamos horrendo, sale del tronco para tomar su apariencia, olfatea como perro y llega hasta donde mora el mismo ser que observa en la foto. El chullachaqui esta extrañado, pero mira con admiración a su víctima. La víctima derrama entonces su sangre incluso por sus uñas, es como si hubiese recibido un mordisco de shushupe, la más venenosa y feroz víbora de la selva.

El demonio esta atónito, no es a la mujer a quien dio muerte, es el propio marido burlado.

La madre selva llora desconsolada, el árbol sigue gestando su feto satánico, las hormigas se meten al tronco y se comen la fotografía abandonada. (Me di el trabajo de reescribir el cuento casi en su totalidad, para que vean asimismo la diferencia entre un lenguaje informativo y literario).

El relato tiene más detalles, un detalle invisible que te impulsa a releer. Pese al sorprendente final, pese a saber el desenlace, la historia tiene algo más. Es la genialidad de la premisa que el escritor se ha guardado como ‘as’ debajo de la manga, lo que empuja a la relectura. El lector se pregunta: ¿qué hay en este cuento que me conmina a releer? La premisa hace que este relato sea de antología.

No sé si el escritor conoce cómo funcionan las premisas, si lo sabe, en buena hora. Si no lo sabe y trabaja por intuición, genial, demuestra que tiene talento. En el caso del relato, el amor decidido vence, va más allá de la revancha, pasa a una dimensión superior. El cuento no es un tratado filosófico, el escritor no da clases de moral, si así fuera tendría que explicar si el suicidio es aparente o no y en ese caso dejaría de motivarnos a leer su trabajo. El escritor tiene que ser consciente de lo que nos quiere contar, si para el autor, el amor no es vengativo, debe demostrarlo. Quizás para otro escritor el amor puede ser destructivo y si trabaja ese tema, debe también demostrarlo.

Un dato final, un escritor nunca empieza con la premisa, sólo se dedica a escribir. De pronto cuando tiene una historia y quiere darle la trascendencia universal es cuando tiene que pensar en eso de ¿cúal es el tema de fondo de mi relato. De qué trata realmente mi cuento (o film)?

            (1) Insisto  con la premisa, la premisa es la idea (invisible) sobre la que se construye una historia. Es la base sobre la que levantamos una obra de ficción. Si la base de una casa es sólida nada la traerá abajo. Para el escritor la premisa es también la quilla o esqueleto sobre la que se construye un barco. Todo se subordina a esa idea. La idea se vuelve tiránica. Para más ejemplos, es la copa en la que se vierte el vino. Para el lector, el vino es suficiente, para el escritor todo tiene que estar en su dominio si desea lograr una historia redonda. Es el único que puede ver la forma invisible de la copa.

(       (2) Ejemplos de premisas: *Ni el más punitivo lugar puede acabar con el espíritu humano, la novela se hizo película, todos recordamos a Jack Nicholson en ‘Atrapado sin salida’. **El coraje nos lleva a la redención liberadora de todo. Ernest Hemingway lo abordó en “El viejo y el mar”. ***Un amor ilícito nos lleva a la muerte, lo probó Gustav Flaubert en “Madame Bovary”.


Thursday, July 24, 2014

'Elefante blanco' y la premisa de ficción.


Cuando el padre Julián (Ricardo Darín) se entera que tiene un cáncer incurable ‘piensa’ que tiene que buscar a alguien comprometido con su fe y el servicio para completar su tarea: terminar el hospital y ayudar a los necesitados de una villa muy pobre en la capital argentina.  Aguantará hasta lograr y tener al reemplazo.

Esta es la premisa de la película ‘Elefante Blanco’ dirigida por Pablo Trapero. La premisa es el punto principal en torno al cual gira una historia de ficción. Todo lo que se cuenta está y tiene que estar subordinada a ese gran objetivo: probar el enunciado (1).

Por eso, al principio del film, vemos a una persona desconocida que observa como se masacra a los moradores de una comunidad en la selva junto a las riberas del río Amazonas. El personaje esta herido y huye. Desde su escondite, el testigo puede ver cómo se acaba con todos los nativos de esa comunidad y sumido en el miedo prefiere quedarse donde esta para salvar su vida. Lo ocurrido lo marca y juega a favor de su decisión final.

Hasta la selva, a bordo de un barco, el padre Julián llega a rescatar a un amigo, recién entonces sabremos que se trata del padre Nicolás, el testigo de la masacre de nativos. Junto al joven sacerdote, Julián volverá a la Argentina para presentar el mundo en el que se mueve y sueña. Aunque es el momento de su peor pesadilla.

El padre Julián no hará ningún comentario respecto a su enfermedad para evitar la lástima que se cierne por quien supuestamente tiene fecha de partida.

El mundo en el que se mueve Julián es de extrema pobreza. Es una villa –muy similar a las favelas o las invasiones de terrenos en las afueras de toda gran ciudad. En esta oportunidad estamos en una de los extremos de Buenos Aires donde viven hacinados y en condiciones infrahumanas un gran número de inmigrantes que han llegado a la capital argentina desde diversas partes de sudamérica.

Las precarias viviendas se han levantado con esfuerzo, algunas son de cartones, otras de tablones de madera, pocas tienen ladrillo y concreto y se cubren con lo que se puede, escasean los techos con planchas de zinc. Todas las viviendas se construyen alrededor de un gran hospital. El hospital es el gran sueño del padre Julián.

Julián le va contando al recién llegado Nicolás todos los avatares que sufre para que los trabajos en el hospital continuen. El hospital se proyectó hace más de treinta años atrás y se pensaba que el nosocomio sería el más grande de esta parte del continente. Sin embargo, la desidia, el saqueo presupuestal, los continuos cambios políticos han hecho que la obra pase a demoninarse un elefante blanco: un monumento abandonado, sin uso y valor. Aquí comenzamos a entender la razón del título de la película.

Junto a Julián están algunas pocos colaboradores, entre los que destaca Luciana, una bella trabajadora social que cumple también el papel de secretaría y mano derecha del sacerdote. Ella no tiene ningún nexo sentimental con Julián, situación que da cuenta, además, de la vocación célibe del personaje principal.

Los obispos católicos son los personajes secundarios que se agrupan en torno a Julián y el hospital y con ellos hay que lidiar para conseguir los fondos necesarios para continuar la obra. Este grupo de autoridades eclesiásticas serán los personajes antagónicos de la historia que Pablo Trapero nos cuenta. Son los desinteresados y siempre son quienes encuentran excusas para negar el dinero que se necesita para seguir la construcción.

Estarán también en el submundo muchos de las personas que viven en la villa pobre, denominada con acierto ‘La ciudad oculta’. Entenderán que es una lugar que muchos prefieren ignorarla por ser un dolor de  cabeza para todos. La policía siempre estará al acecho tratando de atrapar a un ladronzuelo o a uno de los cabecillas de las organizaciones criminales que pululan en la zona.

En este juego de policías y ladrones hay algunos personajes que Trapero crea con acierto para darle el aire dramático que requiere su película. Por un lado estará el joven llamado “monito”, un drogadicto y criminal a quien el padre Julián da gran atención. Y por el otro estará el capataz, un ayudante del sacerdote, quien termina siendo descubierto y por quien además se gesta el final que se necesita para ensalzar aún más el papel principal. Resulta vital para la historia ver a Julián en actos que lo acercan a un santo.

El padre Julián sufre los estragos de la enfermedad terminal, pero se esfuerza por seguir bregando sin hablar de su mal. Por un lado tiene que pelear con las autoridades de la iglesia y por otros tiene que estar en armonía con los ‘poderes’ al interior de la villa. En la villa, existen dos bandos criminales que siempre andan en pleitos. La política de Julián es no intervenir, ni pactar con los vendedores de drogas, pero ante un crimen y ante el desinterés por devolver un cadáver, el padre Nicolás decide intervenir poniendo en juego su propia seguridad. Julián teme por primera vez que su proyecto de terminar el hospital se quede donde esta luego de su inminente desaparición física. El elefante blanco seguirá exhibiendo su gran tamaño, seguirá siendo el feo lunar de la cara de la ciudad. Una confirmación más de la tremenda y baja catadura moral de sus autoridades.

Para la tranquilidad del padre Julián, Nicolás claudica y acepta las reglas de juego que su superior a impuesto en el grupo de trabajo pastoral. Pero hay una tentación más a vencer, Nicolás se enamora de la pujante Luciana, quien dejando su propio bienestar prefiere sacrifircarse por los pobres. El reciente y restablecido sacerdote cae rendido ante esta mujer de lucha y bondad. En sus diálogos nos contarán más de Julián. Sabremos entonces cuánto es que Julián sabe de Nicolás. Ante su confesor Nicolás ha contado su vida. Julián sabe que eligió bien, aunque por ratos dude o tema.

Además, para efectos de probar la premisa y superar todos los escollos, Nicolás tiene que pasar las pruebas, todas. El amor a una mujer es el escollo más difícil en esta historia. Veremos ahí si prima su vocación sacerdotal. Al final descubriremos si Julián tiene razón. Si es así, podrá irse en paz. Por eso, Julián nunca juzga la relación de Luciana y Nicolás, él sabe que el servicio a los demás es más fuerte en su hermano de fe.

Un hombre que ha vivido, como el padre Julián vive no puede morirse en la cama, sin luchar. Por esa razón, Trapero busca un final digno de su personaje principal. Monito asesina a un policía. La policía esta tras los pasos del delincuente juvenil, sabe que el muchacho irá a buscar al sacerdote. La policía le tiende entonces una trampa. Envían a un policía a tomar la justicia por cuenta propia, pero Julián comprometido con la vida y la justicia no permitirá eso, aunque lo que haga le cueste ser juzgado mal y muera. El santo prefiere que sea Dios quien lo juzgue.

Una cuestion final, la película sirve también para ver cómo un hombre desesperado, viviendo en un submundo, decide seguir abrazado a esa vida de dolor y sufrimiento. Ver cómo Monito suelta la mano de quien trata de rescatarlo de ese submundo y prefiere hundirse más y más en ese pántano podrido nos hace repensar nuestra vida. ¿La desesperanza es un imán que no sólo jala, también succiona?

En honor a la verdad, no creo que el director haya pensado en un mensaje moralizador cuando se lanzó a escribir y filmar su película. Ese detalle es algo adicional que enriquece la historia.

Bien, para quienes desean aprender a hacer guiones respetando las premisas –que es como deben escribirse las historias de ficción-  ésta es una película que deberíamos ver, por esta razón me di el trabajo de escribir algo acerca de ‘Elefante Blanco’ dos años después de haber sido filmada.

El padre Julián encuentra a alguien que continuará su obra. Se prueba la premisa.

Y, por último, no hay nada mejor que observar nuestro mundo latinoamericano, donde hay tantas, tantísimas cosas que hacer.


(1)    Una buena premisa da cuenta de un personaje envuelto en un conflicto. De todo eso saldrá una conclusión. Una historia dramática es la transformación de un personaje que vive una crisis. La premisa es el resumen breve de esa transformación. Ejemplo, un cura busca dar mejor vida a mucha gente pobre, herido de muerte lucha y busca a alguien parecido que lo reemplace, no se irá hasta que logre dar con esa persona.

Thursday, July 17, 2014

Las fieras (poema)


Una fiera afila sus dientes en mi boca.
Se instala
muda.
Ya la he pillado.
La observo. Me observa más allá de
mis ojos.
Me mide con calma.

Nos miramos a través del silencio que pende
de un hilo en el espejo.

Bóveda lisa. Paladar de platino
suelo llamar en este instante
a lo que cubre no sólo mi cabeza.

Reconoce algo y …
Se yergue perezosa.

Somos hermanos de la misma jungla,
nos cobijamos en la sombra de la misma
planta que llamamos:
Ira.

Se relame impaciente los colmillos.
Para las orejas.

Sonrio.

Agacha la cabeza.
Y palmo con aprecio su corona.

Como un minino da un salto y otro después de otro.
Se va de mi vista.

Respiro y como si recogiera saliva de un pozo seco.
Se llena mi garganta y…
se vuelven romas mis espinas.

Debo estar atento.
Volverá.
Puede que me arranque
no sólo la ropa.

Noté que teme
¿Mi agresividad?
¿Mis garras que de pronto
podrían crecer y de un zarpazo
le arrancarían las entrañas?

Sunday, July 6, 2014

Basho, los haikus y el budismo Zen.


En el viejo estanque/ salta una rana (en)/ el sonido del agua.

Este haiku escrito por Matsuo Basho (1644- 1694) es el más famoso del Japón. Ahora que lo entiendo puedo valorarlo más. Las traducciones en español no han sido buenas por distintas razones: primero porque el intercambio cultural con la tierra del sol naciente es relativamente joven y quienes han traducido los haikus conocían muy poco la lengua japonesa. Y hay un detalle adicional, quienes tradujeron los versos de Basho no eran budistas Zen y es donde radica –precisamente- un detalle importante*.

Uy, caray. Arde Troya. Debo confesar que todo lo que he escrito da cuenta de mis limitaciones: no sé japonés, no soy un erudito en materia de haikus y no profeso el budismo Zen. Sin embargo, algo tengo que contar.

Hace un año leí un libro autobiográfico del estadounidense Robert Aitken, donde el autor confesaba que había escrito su tesis acerca de los haikus de Basho para optar por un doctorado en Literatura japonesa. Tenía ya la licenciatura en Literatura inglesa, pero deseaba especializarse aún más. Su tesis se convirtió en libro, pero había pocos ejemplares en las bibliotecas neoyorquinas. Ante mi pedido, el  libro no llegó, me dieron algunas excusas válidas de por qué ocurría eso: ‘“Hay que cuidar lo poco y limitarlo a los usuarios cercanos, nosotros haríamos eso”, me dijeron. Pero insistí, un año después, el libro titulado ‘A Zen wake, Basho’s Haiku & Zen’ vino a mis manos.

Es curioso, el joven Aitken trabajaba en construcción y vivía en la isla de Guam, cuando estalló la Segunda Guerra mundial. Fue tomado prisionero por los japoneses y llevado y recluído en Kobe, Japón. Ahí comenzó a interesarse por el budismo Zen. No creo que esa vida en reclusión haya sido fácil, pero en él se cimentó una fuerza espiritual sorprendente, se convirtió luego en Roshi (maestro Zen) y fundó la Buddhist Peace Fellowship, una organización dedicada a resolver conflictos a nivel mundial. Aitken era un pacifista, un opositor al uso de las armas nucleares y se opuso a la Guerra de Vietnam, creía desde entonces en la igualdad de hombres y mujeres. Murió en Hawaii el 2010.

No hablaré mucho de Matsuo Kinsaku, Basho, de su familia samurai, de su vida en Kyoto, de su peregrinar por Japón, de su placer por escribir haikus con sus discípulos, de su diario: Oku no Hosomichi (Sendero interior/profundo), de su preferencia por la poesía de Tu Fu en vez de Li Po, de sus 650 haikus escritos en un pequeño período de ocho años después de su gran iluminación como budista, del haiku que no es otra cosa que el juego con los versos de 5/7/ 5 sílabas , de la dificultad de traducir poemas de una lengua a otra. De cómo los versos budistas y orientales han servido como reinspiración en el trabajo de poetas en lengua inglesa (T. S. Eliot, es un ejemplo). En fin, empezaré con el haiku más famoso de Basho y trataré de explicarlo en español como lo he entendido.

Furu ike ya/ kawasu tobikomu/ mizu no oto.

Si se tradujera: En el viejo estanque/ hay una rana/ que salta en el agua.

No se lograría mucho, el escrito hablaría de una rana que salta en el agua del pozo.

Aitken traduce al inglés así: The old pond;/ A frog jumps in-/the sound of the water.  

También traduce así: Old pond!/frog jumps in/ water sound.

La rana en la cultura japonesa representa una pequeña y querida criatura. Para el Roshi estadounidense la rana es el poeta y explica que ‘oto’ es un sonido onomatopéyico que se puede traducir como ‘plop’. El japonés es muy de sonidos onomatopéyicos. Ese oto/plop significa además el instante, la acción del sonido,  la energía y la inmediata comunicación con algo más grande. El gran ensimismamiento, el despertar, si uno esta atento como lo estuvo Basho en ese momento.

El poeta Basho (la rana) esta cansado buscando afuera, pero cuando se abre la puerta/ vuelve a su universo, en el sonido se halla el gozne. No sólo entra en el agua, va más allá. Con apenas tres versos, Basho habla de lo concreto, del ser –ahora-/ y del no ser también y de su viaje siempre más allá, estando presente precisamente aquí. El plop cobra vida.

Observemos el haiku una vez más:

En el viejo estanque/ salta una rana (en)/ el sonido del agua.
Lugar concreto/ ACCIóN sencilla, pero significativa/ que transporta y transforma.
El planeta/ su personaje/ en lo inconmensurable.

Los budistas Zen ‘trabajan’ mucho en función de koans, esas pequeñas frases sin sentido que observándolas con paciencia tienen que significar mucho. Un amigo poeta me decía que hay que actuar antes que esperar que las cosas se resuelvan mientras estas sentado. Me reí, no hay nada más fuerte que trabajar estas koans en la acción del qué hacer diario. Aitken lo prueba con lo siguiente, un monje estaba trabajando con una expresión: “Mi cara original antes que mis padres nacieran”, mientras barría con una escoba de bambú, escuchó el ‘tock’ que las pequeñas piedrecillas hicieron al chocar. Se despertó. Si no has hecho el viaje, guarda silencio, no es fácil mantener una mente alerta en espera del mejor momento. Basho lo prueba, trabajó hasta dar con el momento que buscaba y vaya que trabajó.

En la rama seca/ un cuervo espera: / un amanecer.

Es como traduje lo que Aitken dice:

On a withered branch/ A crow is perched:/ an autumm evening.

Withered branch on/ crow of perched:/ autumm of evening.

Este es un haiku de Basho antes de su iluminación, claro, lo siento esperando. Según el Roshi estadounidense, el poeta no tiene la madurez lograda con la rana que se mete en el universo. Con el cuervo hay quietud, pero le falta el movimiento.

Octavio Paz tradujo este haiku también: La rama seca/ Un cuervo/ Otoño – amanecer.
No me dice nada.

No estoy seguro si Basho quiso decir amanecer solamente, Paz dice otra cosa, al final mi traducción podría ser:
En la rama seca/ se posa un cuervo:/ amanecer de otoño.

Me quedo con mi primera traducción, pero aquí encuentro movimiento: algo seco, algo vivo, algo más vivo.
Paz tradujo al español un haiku de Basho que para mi es hermoso tal y como lo hizo:

Pronto se va la primavera/ Lloran los pájaros y hay/ lágrimas en los ojos de los peces.

No se respeta el número de sílabas del haiku, pero ya hemos observado lo difícil que resulta traducir. En inglés, Aitken traduce:

Departing sping! / Birds crying; / Tears in the eyes of fish.
Departing spring! / Birds cry fish of / eyes: tears

El segundo no me toca. Lo que si me encanta es la explicación del estadounidense. Basho se despedía diciendo que la primavera se (le) estaba yendo, y que incluso los pájaros insensibles sentían pena, tanto que las lágrimas podían verse en los ojos de los peces. Basho al parecer jugaba con un poema de Tu Fu:
‘Aunque la nación este hecha pedazos/ las colinas y los arroyos permanecen/ es primavera de nuevo en la ciudad/ la hierba y los árboles están floridos./ Agobiado por los cambios/ las flores parecen derramar lágrimas;/ lamentando mi separación (familiar)/ los pájaros parece que se van’.

Sigamos, no sé en realidad quién tradujo el siguiente haiku:

Este camino/ ya nadie lo recorre/ salvo el crepúsculo.

Kono michi ya/ yuku hito nashi ni/ aki no kure.

Incluso en japonés y sin saber el idioma suena hermoso. Aitken lo tradujo así:

This road! / With no one going- / Autumm evening.
This road! / goes person without in / autumm of evening.

Según Aitken, citando a Asataro Miyamori, Basho teme que sus pupilos no sigan la ola de su sendero poético. Es más, tiene miedo de que su mundo poético no represente un sendero verdadero. Pero también puede que el poeta hable de su condición de ser humano y de su soledad.

"El gran camino no tiene puertas; /hay miles de senderos./Cuando uno pasa la barrera/ uno camina el universo solo".  Dice un poema de Wu Men.
Según los budistas hay 84 mil caminos engañosos. Uno llega al sendero profundo solo. Por ese sendero, sólo una persona pasa. Nunca pueden pasar dos, es la condición humana.

Vamos a jugar Rey/ de la montaña-/ Puedes empujarme?

El poema de Basho no habla de caer en un abismo. Sentado, abdicando de todo, uno puede llegar más allá del infinito.

Claro, hay que hacer el viaje. En eso ando hoy, por ahora sólo gritando. Si desean pueden ver mis intentos:

En la rama rota/ Un canario trina. / Trina, y, ¡cómo trina!
El cielo oscuro/ relampaguea. El trueno / Truena y retruena

Algunas veces llego a vislumbrar algo:

Una Estrella brilla./ Olvidando mis pasos/ camino lejos.
A bright star. / Forgetting my steps/ I walk far away.
Cuando vas/ a la sima/ alcanzas la cima.


*El poeta mexicano Octavio Paz hizo traducciones de los haikus de Basho, pero también confesó que no sabía la lengua. Su principal deseo era nutrir a los lectores hispanos.  Comparto la idea.